La biodiversidad

La biodiversidad o diversidad biológica es la gran variedad de ecosistemas, y de especies diferentes integrando a cada uno de ellos, que existen en el planeta, como resultado de millones de años de evolución. Es uno de los rasgos únicos y más importantes de nuestro planeta, en el que existen muchísimas especies adaptadas a diferentes entornos vitales, portadoras de una inmensa variabilidad genética.

A la hora de pensar en la biodiversidad, todas las formas de vida del planeta se toman en consideración, tanto vegetales y animales, como hongos y protozoos. El término no sólo alude al número de especies posibles, sino a la diversidad genética dentro de las propias especies. Asimismo, el término aplica para el conjunto de todos los ecosistemas posibles.

Por ende, las distintas regiones naturales de la Tierra tienen distintos márgenes de biodiversidad, alcanzando índices muy altos en las cercanías del ecuador, en los hábitats selváticos. Lo mismo ocurre en los grandes arrecifes coralinos oceánicos, en torno a los cuales se arremolinan numerosas especies subacuáticas.

Importancia de la biodiversidad

La biodiversidad es uno de los grandes tesoros de nuestro planeta. La diversidad y cantidad de vida disponible es tal que sólo se conoce un fragmento de todas las especies animales o vegetales.

Por eso, muchas respuestas pueden hallarse contenidas en ese amplio porcentaje de seres desconocidos: medicinas, materiales, claves para la comprensión de la vida misma o incluso para entender mejor la historia de nuestro planeta.

Es imposible saber lo que se esconde entre la inmensidad de la vida planetaria. Por eso sería imperdonable destruirla y privarnos a nosotros mismos de todo lo que podemos saber, aprender y hacer si logramos primero beneficiarnos de ella sin destruirla.

Por otro lado, la biodiversidad es necesaria para los complejísimos ciclos biológicos y biogeoquímicos que ocurren en nuestro planeta. Empobrecer la vida en el planeta tiene un impacto directo, ya sea que lo podamos apreciar o no, en la calidad de la vida toda, incluidos los seres humanos.

Por ejemplo, la destrucción de hábitats salvajes por la deforestación nos expone a nuevas formas de enfermedades que, de haber permanecido en su circuito nativo, jamás habrían tenido contacto con nosotros ni habrían puesto en riesgo nuestra salud.

Amenazas a la biodiversidad

Especies como los elefantes se ven amenazadas por los intereses económicos humanos.

Si bien es cierto que las catástrofes naturales ponen en riesgo la diversidad de la vida, su mayor amenaza proviene de las actividades económicas e industriales del ser humano. Somos nosotros, como especie, los que más y más velozmente empobrecemos la biodiversidad de nuestro planeta, atentando a la larga contra nosotros mismos.

Las principales amenazas a la biodiversidad de la mano del ser humano son:

  • La modificación de los terrenos, suelos y territorios para su uso agrícola y ganadero.
  • La deforestación sostenida para alimentar la industria maderera y papelera, o para ampliar las tierras de cultivo.
  • La cría selectiva e intensiva de algunas especies de valor comercial, en detrimento del balance biológico existente en la naturaleza.
  • Las actividades de dragado, canalización de los ríos, relleno de tierras húmedas y otras formas de alteración del hábitat de las especies.
  • La contaminación de los diversos ecosistemas existentes, debido a los subproductos de la actividad industrial o la creciente generación de desechos y residuos.
  • La caza indiscriminada de algunas especies con fines comerciales, que las ha llevado al borde de la extinción.
  • La destrucción de los suelos debido a la minería a cielo abierto y la subsiguiente contaminación de las aguas superficiales con los metales extraídos o las sustancias utilizadas para extraerlos.
  • La introducción accidental de especies en ecosistemas lejanos, en los que invaden nichos y causan el desbalance biológico.
  • El incesante crecimiento de la población humana y la expansión geográfica de las ciudades.

Biodiversidad y evolución

La biodiversidad es el resultado de la evolución. Como sabemos gracias a Charles Darwin y a sus seguidores posteriores, las especies de seres vivos tienen su origen en la adaptación de las especies preexistentes a nuevas condiciones de vida, alejándose física o socialmente de sus antecesores hasta que la diferencia se hace tan grande, que se trata ya de dos especies totalmente distintas.

Por ejemplo, Darwin descubrió que algunas especies de aves de las Islas Galápagos eran muy semejantes a las que viven en tierra firme, pero con modificaciones particulares en la forma de sus picos, lo cual evidenciaba una adaptación a distintos nichos de alimentación: picos largos para sacar gusanos de la madera, picos robustos y cortos para abrir semillas, etc.

Sin embargo, todos tenían rasgos comunes que evidencian su origen compartido, de modo que alguna vez fueron la misma especie, pero con el pasar del tiempo, la adaptación y la especialización de sus dietas, pasaron a ser dos especies nuevas, aumentando así la biodiversidad de la región.

Medidas para conservar la biodiversidad

La protección de la biodiversidad es una tarea que el ser humano debe asumir como propia, lo cual en muchos sentidos pasará por un replanteamiento del modo en que se llevan a cabo distintas actividades económicas. De hecho, muchas organizaciones internacionales procuran concertar a las distintas naciones para que, juntas, puedan tomar decisiones pertinentes en la materia.

Sin embargo, las medidas más urgentes para proteger la biodiversidad son:

  • Regular las actividades de explotación económica que tienen un alto impacto ambiental, como la deforestación, las industrias básicas, la minería o la agricultura extensiva, de manera tal que su rentabilidad se vea amenazada si se llevan a cabo de una manera poco amigable con el medio ambiente.
  • De manera similar, perseguir y detener las actividades económicas ilegales, que no se sujetan a ningún tipo de regulación (ni ecológica, ni de otra índole).
  • Fomentar el consumo responsable, la reutilización y el reciclaje, como parte de una forma de vida más amigable con el planeta, en la que no llenemos de residuos plásticos y químicos el hábitat de los demás seres vivos.
  • Invertir en formas de energía sustentable, que tengan un menor costo ecológico y no amenacen la vida en el planeta. Al mismo tiempo, manejar la energía de modo responsable y no despilfarradora.
  • Endurecer el control del traslado de especies animales y vegetales para impedir la introducción accidental de especies en hábitats en los que puedan convertirse en una plaga.
  • Endurecer los controles respecto a la cacería indiscriminada de especies en extinción, y al mismo tiempo invertir en la labor proteccionista de las organizaciones que buscan criarlas y reintroducirlas a su hábitat.

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