Antropoceno

Antropoceno

Antropoceno. (del griego ἄνθρωπος anthropos, ‘hombre’, y καινός kainos, ‘nuevo’) es en geología la época (propuesta por parte de la comunidad científica) que sucede al Holoceno, la actual época del período Cuaternario en la historia terrestre, debido al significativo impacto global que las actividades humanas han tenido sobre los ecosistemas terrestres. No hay una fecha precisa sobre su comienzo, pero algunos lo consideran junto con el inicio de la Revolución Industrial (a finales del siglo XVIII),1​ mientras otros investigadores remontan su inicio al comienzo de la agricultura. Sin embargo, el Holoceno, término usado desde 1867 al que pretende suceder, sí tiene su inicio definido formalmente por la Unión Internacional de Ciencias Geológicas desde 2008, y está fijado con una sección y punto de estratotipo de límite global datada en 11 700 ± 99 años antes del presente.

El término Antropozoico fue definido por Antonio Stoppani en el siglo XIX para definir una nueva era geológica afectada por la actividad de la humanidad. El Antropoceno fue usado en el año 2000 por el ganador del premio Nobel de química Paul Crutzen, quien considera que la influencia del comportamiento humano sobre la Tierra en las recientes centurias ha sido significativa, y ha constituido una nueva era geológica. La propuesta del uso de este término como concepto geológico oficial ha ganado fuerza desde el 2008 con la publicación de nuevos artículos que apoyan esta tesis.​ Sin embargo, para que se convierta en oficial se requiere la aprobación de la Comisión Internacional de Estratigrafía.

Los contrarios a definir el Antropoceno como una nueva unidad cronoestratigráfica de la escala estándar global, argumentan que el registro estratigráfico correspondiente a este corto intervalo temporal es extremadamente reducido y que el Antropoceno es más una declaración política que una propuesta científica.

Etimología

El término Antropoceno fue acuñado en el año 2000 por el ganador del Premio Nobel Paul Crutzen por analogía con la palabra Holoceno. Crutzen explica el incidente que lo llevó a acuñarlo: Yo estaba en una conferencia en la que alguien comentaba algo sobre el Holoceno. En ese momento pensé que tal término era incorrecto, porque el mundo ha cambiado demasiado. Así que le dije: ¡No, estamos en el Antropoceno!, creando en el ardor de ese momento la palabra. Todo el mundo estaba sorprendido. Pero parece haber persistido. Crutzen utilizó por primera vez el término en la prensa escrita en un boletín de 2000 del Organismo Internacional de la Geosfera y la Biosfera (IGBP), no. 41. Posteriormente, en 2008, Zalasiewicz sugirió en un boletín de la Sociedad Americana de Geología que el término Antropoceno sería el apropiado para estos momentos.​

Por otro lado, Michael Samways acuñó un término similar en 1999 en un artículo llamado «Traslocación de fauna a tierras extranjeras: aquí viene el Homogenoceno» en la revista Journal of Insect Conservation.​ Samways utilizó el término Homogenoceno para definir nuestra época geológica actual, en el cual la biodiversidad está disminuyendo y los ecosistemas en todo el mundo se están transformando en otros. El término también fue utilizado por John L. Curnutt en 2000 en una lista corta titulada «Guía para el Homogenoceno» en la revista Ecology. Curnutt se basó en el artículo “Especies exóticas en América del Norte y Hawái: impactos en los ecosistemas naturales” de George Cox.

Por su parte, Andrew Revkin acuñó el término Antroceno en su libro El calentamiento global: Comprensión de la Previsión (1992), en el que escribió: estamos entrando en una era que en algún día podría ser contemplada como, por ejemplo, el Antroceno. Después de todo, se trata de una era geológica de nuestra propia creación. Sin embargo, la palabra Antropoceno se considera generalmente como el término técnico más adecuado.​

Definición

Si bien gran parte del cambio ambiental producido en la Tierra es una consecuencia directa de la Revolución Industrial, William Ruddiman argumentó que el Antropoceno se inició hace aproximadamente 8000 años con la aparición y crecimiento de la agricultura. En este punto, los seres humanos se dispersaron a través de todos los continentes y la Revolución Neolítica comenzó su curso. Durante este período, los humanos desarrollaron la agricultura y la ganadería sustituyendo a los cazadores-recolectores. Tales innovaciones fueron seguidas de una ola de extinciones, comenzando con los grandes mamíferos y aves terrestres. Esta ola fue impulsada por la actividad directa de los seres humanos (por ejemplo, caza) y por las consecuencias indirectas del cambio del uso del suelo para la agricultura. Por otro lado, a pesar de estas observaciones se argumentan como causa de estas extinciones otras hipótesis no antropogénicas.

Un término íntimamente vinculado al antropoceno, y que amplía su definición, es el de noosfera. Vladimir Vernadski propone que sobre las geosfera y la biosfera se viene creando, con el protagonismo humano, una tercera esfera, la del conocimiento. La noosfera es pues el mundo de las ideas, de la inteligencia, una dimensión desde la cual el hombre se convierte en la más grande fuerza geológica. La concepción de la noosfera plantea que el pensamiento modifica los procesos biológicos y goelógicos, como consecuencia del crecimiento en la sociedad humana del factor cultural. El ser humano viene desde hace miles de años modificando el ecosistema, movido por sus ideas, viene alterando la fauna y la flora, extinguiendo algunas especies y creando nuevas variedades domésticas. Desde hace décadas la composición química del aire y de las aguas viene modificándose. Estos cambios se hacen cada vez más vertiginosos, planteaba Vernadski a principios del siglo XX. A diferencia del antropoceno que se plantea en una escala temporal, la noosfera se plantea en una escala espacial. Vernadski también asume una posición ética al respecto, al advertir que » … en medio de esta gran tragedia histórica, no podemos descuidar el hecho de que instintivamente, hemos tomado el camino correcto, un camino en sintonía con la Noosfera».

Naturaleza de los efectos humanos

Simulación del brillo nocturno en la Tierra durante el Antropoceno.

Se argumenta como consecuencia más directa de las actividades humanas sobre el medio ambiente al calentamiento global de origen antropogénico debido a las emisiones de dióxido de carbono producto de la quema de combustibles fósiles como el petróleo, carbón y gas, así como resultado de la deforestación y producción de cemento en menor medida.

Las rocas denominadas plastiglomerados, formadas por una amalgama de plásticos, arena, rocas y desechos humanos, afirman los científicos que constituirán en el futuro una de las huellas más sólidas del paso del hombre por el planeta.

Durante los ciclos glaciales-interglaciales del último millón de años, la concentración atmosférica de CO2 ha variado entre 180 partes por millón (ppm) y 280 ppm aproximadamente. A partir de 2006, las emisiones antropogénicas netas de CO2 han aumentado la concentración atmosférica de CO2 en una cantidad comparable desde 280 ppm a más de 383 ppm.

Jan Zalasiewicz, geólogo de la Universidad de Leicester, al frente del Grupo de Trabajo del Antropoceno, aspira a rebautizar la época en la que vivimos con ese nombre “incómodo”: “Hemos dejado de ser meros habitantes de la Tierra para convertirnos en actores geológicos. La actividad humana tiene ya un impacto que está quedando grabado en los estratos, y eso es lo que pretendemos demostrar. No se nos escapa las implicaciones políticas del tema, pero lo que a nosotros nos ocupa es la ciencia”.

Antropoceno antiguo

William Ruddiman ha propuesto la hipótesis del Antropoceno antiguo (nombre dado por algunos al periodo más reciente de la historia de la Tierra), según la cual los humanos empezaron a tener un impacto global significativo en el clima y los ecosistemas de la Tierra no en el siglo XVIII con la Revolución Industrial, sino ya hace ocho mil años, debido a las intensas actividades agrícolas de los humanos antiguos. Ruddiman afirma que los gases de efecto invernadero generados por la agricultura impidieron el comienzo de una nueva glaciación.

Mientras tanto, según estudios realizados por William Ripple y Chris Doughty el antropoceno se podría remontar a un tiempo aproximado de 15 000 años debido a una cascada trófica producto de la eliminación de la fauna por parte de los cazadores-recolectores.

Posibilidad de formalización

El Antropoceno es actualmente un término informal, una metáfora del cambio medioambiental global. Para que se traslade oficialmente a la escala temporal geológica global estándar​ debe aprobarse por la Comisión Internacional de Estratigrafía y ratificarse por la Unión Internacional de Ciencias Geológicas en un Congreso Geológico Mundial, cumpliendo las especificaciones de la Guía Estratigráfica Internacional.

Para ello la base del Antropoceno debe ser definida con una sección estratotipo y punto de límite global (GSSP, por sus siglas en inglés) en sedimentos o en un testigo de sondeo en hielo o como una fecha absoluta.​ Este GSSP debe registrar algún marcador que identifique un cambio global, para lo que se han propuesto diferentes alternativas:

  • Aumento del CO2, que es demasiado gradual.
  • Variaciones en los porcentajes de los isótopos estables del carbono por la actividad antrópica, también muy gradual.
  • Isótopos radiactivos debidos a las explosiones nucleares atmosféricas de la década de 1960, fecha demasiado tardía respecto al inicio de la influencia humana en el medioambiente.
  • Nivel de sulfatos registrado en las capas de hielo de ambos hemisferios debidas a la erupción del volcán Tambora en abril de 1815.

En la actualidad existe un grupo de trabajo en la Comisión Internacional de Estratigrafía, dentro de la Subcomisión de la Estratigrafía del Cuaternario, que estudia la posibilidad de definir el Antropoceno como una nueva época geológica —posterior a la época Holoceno— o incluso como edad geológica, una división del Holoceno. No se está planteando como nueva era o periodo, ni como sustituto del término Holoceno.

Críticas

En un trabajo publicado en 2015, Stanley C. Finney, entonces presidente de la Comisión Internacional de Estratigrafía, y Lucy E. Edwards, miembro de la Comisión Norteamericana de Nomenclatura Estratigráfica, argumentan que el Antropoceno es más una declaración política que una propuesta científica. Para estos autores los cambios medioambientales se observan directamente, pero prácticamente no pueden observarse en el registro geológico, debido a que el registro estratigráfico correspondiente al tiempo propuesto para el Antropoceno es mínimo y en su mayor parte no observable. Por otra parte, los criterios que se proponen para justificar el Antropoceno son muy diferentes a los usados por la Comisión Internacional de Estratigrafía para establecer las unidades cronoestratigráficas de la escala global.

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