Corsarios

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Corsarios

Corsario (del latín cursus, «carrera») era el nombre que se concedía a los marinos que, en virtud del permiso concedido por un gobierno en una carta de marca o patente de corso, saboteaban el tráfico mercante de las naciones enemigas de ese gobierno, generalmente hundiendo sus naves y, en algunas ocasiones, saqueando o raptando.

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Diferencias entre piratas y corsarios

La principal diferencia entre un pirata y un corsario radica en la legalidad. Ambos grupos se dedicaban a saquear barcos, pero los segundos lo hacían sólo en tiempos de guerra y bajo el permiso de un gobierno, que se los otorgaba para así debilitar a la nación enemiga. Sin embargo, a lo largo de la historia muchas veces el límite se vuelve difuso, ya que algunos gobiernos dieron autorizaciones indiscriminadamente permitiendo que piratas operan bajo un marco de legalidad.

De esta forma, el triángulo formado por la península Ibérica, las islas Canarias y el archipiélago de las Azores se convirtió en un terreno propicio para la caza del oro, la plata y las perlas de América

Puesto que navegar sin cartas hacia una tierra ignota era un riesgo difícil de asumir, tanto los piratas particulares como los corsarios al servicio de las naciones enfrentadas a la Monarquía Hispánica establecieron una nueva estrategia: atacar a los barcos españoles y portugueses que regresaban a la metrópoli.

. Riquezas que, como el propio continente, se habían reservado españoles y portugueses con la firma del tratado de Tordesillas (1494). El Papado había bendecido este monopolio, que franceses, ingleses y holandeses, excluidos de aquella tierra de promisión, pugnarían por romper.

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