Segunda Guerra Sagrada

Segunda Guerra Sagrada ocurrió entre 449 y 448 a. C. y resultó en el enfrentamiento directo entre Atenas y Esparta durante la llamada Primera Guerra del Peloponeso.

La guerra comenzó cuando Esparta separó Delfos de Fócida y le concedió la independencia a sus habitantes.​ No obstante, los atenienses defendían a los focidios, por lo que en 448 a. C., Pericles comandó al ejército ateniense contra Delfos para restaurar los derechos soberanos de Fócida sobre el Oráculo de Delfos.​ Pericles capturó Delfos inmediatamente luego de la retirada de los espartanos y la devolvió a los focidios.

Según Matthew Dillon, las acciones militares tanto de Esparta como de Atenas fueron veloces y efectivas, y no existe ninguna evidencia de que hayan interferido en el peregrinaje de quienes consultaban al oráculo.

 

En el año 465 a.C. los habitantes del poderoso estado marítimo de Tasos se rebelaron contra el control ateniense con la intención de abandonar la Liga de Delos. La rebelión tuvo su origen en un conflicto por el control de los yacimientos de oro en la zona continental de Tracia. La ciudad fue sitiada tras una batalla inicial que resultó en victoria de Atenas. El asedio se prolongó durante dos años en los cuales la población tasia soportó graves penurias. Existe una anécdota del asedio que cuenta que todos los que propusieron rendirse ante los atenienses fueron sentenciados a muerte, y otra que afirma que las mujeres se cortaban el cabello para tener material con el cual confeccionar cuerdas.

Segunda Guerra Sagrada

Tasos también esperaba el alivio que traería una intervención externa; sus habitantes habían solicitado la ayuda de Esparta y recibido una promesa secreta de auxilio en forma de una invasión al Ática. Sin embargo, esta promesa no llegó a materializarse ya que un terremoto en Laconia causó desórdenes en Esparta y encendió una rebelión hilota (los esclavos públicos) que mantendría ocupado al ejército espartano durante varios años.

Dicha revuelta fue lo que finalmente provocaría la crisis causante de la guerra. Incapaces de sofocar la rebelión ellos mismos, los espartanos convocaron a sus aliados para que los ayudaran, invocando los antiguos lazos forjados por la Liga Helénica. Atenas respondió al llamado enviando a 4000 hombres, pero fueron “echados” por los espartanos antes de finalizado el conflicto (cosa que no hicieron con el resto de sus aliados). Las demostraciones hostiles de Esparta fueron inconfundibles y los acontecimientos se precipitaron velozmente hacia la guerra. Atenas estableció con celeridad una serie de alianzas: una con Tesalia, un poderosos estado del norte; otra con Argos, el enemigo tradicional de Esparta desde hacía siglos; y una con Megara, un ex aliado de Esparta que se encontraba en aprietos debido a una guerra con Corinto (otro aliado de los espartanos mucho más poderoso). Para el año 460 a.C., Atenas se hallaba en guerra abierta contra Corinto y varios otros estados peloponesios, por lo que la inminencia de una guerra mayor era evidente.

Segunda Guerra Sagrada Primeras batallas

Al mismo tiempo que la guerra estaba dando inicio, los atenienses se comprometieron militarmente en otro sector del Egeo. Habían enviado unidades para ayudar a Inaro, un rey libio que comandó a casi todo Egipto durante una revuelta en contra del rey persa Artajerjes. Tanto Atenas como sus ciudades aliadas enviaron una flota compuesta por 200 barcos (una cuantiosa inversión de recursos). Debido a ello, los atenienses entraron en guerra contra Esparta con sus fuerzas diseminadas a lo largo de varios frentes de conflicto.

En 460 a.C., Atenas participó en una gran cantidad de batallas contra distintos estados peloponesios. En tierra fueron derrotados por los ejércitos de Corinto y Epidauro en Halias, pero en mar obtuvieron la victoria en Cecrifalia. Egina, alarmada por la agresividad ateniense en el Golfo Sarónico, entró en guerra contra estos combinando su poderosa flota con la de los aliados peloponesios. En el siguiente combate marítimo, Atenas logró una victoria considerable donde pudo capturar setenta naves. Acto seguido desembarcaron y pusieron la ciudad bajo asedio.

Mapa de la Grecia Clásica

Mientras gran parte de los destacamentos atenienses se hallaban ocupados en Egipto y Egina, los corintios invadieron Megara en un intento por lograr que Atenas distrajese sus tropas de Egina. Si bien los atenienses reunieron un ejército de hombres demasiado viejos y muchachos demasiado jóvenes para encontrarse en un servicio militar común, la batalla resultante no fue decisiva. Pero al finalizar el día, los atenienses eran dueños del campo de batalla, por lo que erigieron un trofeo (ornamento arquitectónico creado con las armas y las banderas capturadas al enemigo) para señalar la victoria. Aproximadamente doce días después, los corintios trataron de volver a la zona para levantar su propio trofeo, pero los atenienses se arrojaron sobre ellos desde Megara y los vencieron. Durante la retirada, una gran sección del ejército de Corinto, acosada y extraviada, se topó con un terreno cercado por una zanja, donde fueron atrapados y apedreados por la infantería ligera ateniense.

Segunda Guerra Sagrada

Durante los primeros años de la guerra, Esparta se mantuvo principalmente inerte. Pese a que posiblemente las tropas espartanas hayan participado en alguna de las primeras batallas, estas no fueron mencionadas de manera específica en ninguna fuente antigua. En el año 457 a.C. Esparta tomó un papel más activo;  Nicodemo, regente de Esparta, marchó con un ejército de 11.500 hoplitas hacia Beocia para ayudar a Tebas a sofocar una rebelión. Atenas aprovechó la situación para bloquear las rutas de regreso a Esparta con 14.000 soldados comandados por Mirónides. Aunque los espartanos ganaron la batalla y consiguieron reabrir la ruta de vuelta, perdieron muchos soldados y fueron incapaces de aprovechar la victoria.

Dos meses más tarde, Atenas reagrupó sus fuerzas y marchó nuevamente hacia Beocia. En la Batalla de Enofita, Mirónides derrotó a los beocios y destruyó sus murallas, causando también estragos en Lócrida y Fócida y conquistando la totalidad de Beocia a excepción de Tebas. Esta victoria permitió a Atenas derrotar a Egina más tarde ese año, la cual fue obligada a derribar sus murallas, entregar su flota y convertirse en miembro tributario de la Liga de Delos.

Atenas, complacida por su triunfo, envió una expedición al mando del general Tólmides para devastar las costas del Peloponeso, atacando y saqueando los astilleros espartanos. Luego capturaron la ciudad de Calcis en el golfo de Corinto, desembarcaron en tierras de Sición y vencieron a sus habitantes en combate.

La extraordinaria serie de victorias atenienses finalizó en el año 454 a.C. cuando fue aplastada una de sus expediciones a Egipto. Poco tiempo antes, un enorme ejército persa, comandado por Megabazo, había sido enviado a combatir a los rebeldes en Egipto y, tras su llegada, había derrotado a los sublevados. El contingente griego había sido sitiado en la isla de Prosopitis, ubicada en el río Nilo. Luego de 18 meses de asedio, los persas capturaron la isla y acabaron con las tropas griegas casi por completo. Pese a que el número de soldados griegos muertos probablemente no haya sido el equivalente a los 200 barcos que habían sido enviados originariamente, al menos 40 fueron destruidos, lo cual equivale a una cantidad importante de soldados.

Segunda Guerra Sagrada

El desastre en Egipto sacudió tremendamente el control de Atenas sobre el Egeo y los obligó a firmar una tregua de cinco años con Esparta. Este posiblemente fue el mismo año en que Pericles impulsó el Decreto de Congreso, por el cual llamó a un congreso panhelénico con el objetivo de discutir el futuro de Grecia. Los académicos modernos han debatido ampliamente las intenciones de dicha propuesta; algunos consideran que fue un intento de buena fe para asegurar una paz duradera, mientras que otros ven al congreso como una herramienta propagandística. Sea cual fuera el caso, Esparta desbarató los planes al negarse a asistir.

La guerra volvió a desatarse en 448 a.C. con el comienzo de la Segunda Guerra Sagrada cuando Esparta separó a Delfos de Fócida y le concedió la independencia a sus habitantes. Como estos eran aliados de Atenas, Pericles comandó al ejército ateniense para restaurar los derechos soberanos de Fócida sobre el Oráculo de Delfos, capturandola inmediatamente y la devolviéndosela a los focidios.

Oráculo de Delfos

En 446 a.C. se produjo una revuelta en Beocia, la cual marcaría el fin del imperio continental de Atenas en Grecia. Tólmides guió a un ejército para enfrentarse a los beocios, pero después de algunos triunfos iniciales, fue vencido en la batalla de Coronea. Tras esta derrota, Pericles asumió una postura más moderada y Atenas abandonó Beocia, Fócida y Lócrida.

Segunda Guerra Sagrada

No obstante, el fracaso en Coronea provocó disturbios más peligrosos con la sublevación de Eubea y Megara. Pericles se dirigió a Eubea con sus tropas para aplastar la rebelión, pero fue obligado a regresar cuando el ejército espartano invadió el Ática. Por medio de negociaciones, y posiblemente sobornos, Pericles convenció al rey de Esparta, Plistoanacte, de llevar su ejército de regreso a casa. Plistoanacte fue juzgado por no haber aprovechado su situación ventajosa y condenado a pagar una multa tan grande que debió huir al exilio por ser incapaz de pagarla. Acabada la amenaza espartana, Pericles volvió a Eubea con 50 navíos y 5000 soldados para aplastar cualquier tipo de oposición. A continuación impuso un severo castigo a los propietarios de las tierras de Calcis arrebatándoles sus propiedades. Los habitantes de Hestiea, que habían asesinado a la tripulación de un trirreme ateniense, recibieron una represalia aún peor: fueron despojados de sus tierras y reemplazados por 2000 colonos atenienses.

Segunda Guerra Sagrada Consecuencias

La Primera Guerra del Peloponeso acabó con un acuerdo entre Esparta y Atenas que fue ratificado por la Paz de los Treinta Años. Según lo establecido por el tratado, ambos bandos conservaron los territorios principales de sus imperios. Atenas continuó teniendo el control del mar, mientras que Esparta dominaba en tierra firme. Megara volvió a la Liga del Peloponeso y Egina se convirtió en un estado tributario de la Liga de Delos con autonomía política.

La paz llegó a su fin en el año 431 a.C., menos de la mitad del tiempo estipulado, cuando Atenas y Esparta se embarcaron en una nueva guerra: la (segunda) Guerra del Peloponeso, que arrojaría un resultado mucho más decisivo.

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