La hoja. La hoja órgano generalmente aplanados derivados de un meristemo caulinar apical. Son los órganos fotosintéticos por excelencia de las plantas gracias a la enorme cantidad de cloroplastos que poseen sus células. Además, las hojas son las principales responsables de controlar la transpiración para evitar la pérdida excesiva de agua. El diseño y la distribución de las hojas en el cuerpo de la planta se pueden explicar si tenemos en cuenta estas funciones. Durante la evolución, las plantas vasculares inventaron las hojas probablemente a partir de ramas

La hoja. Estructura de la hoja

La hoja. Morfología

Las hojas se pueden dividir anatómicamente en dos partes: limbo y peciolo (Figura 1). El limbo es la parte de la hoja encargada de realizar la fotosíntesis y regular la transpiración. Aquí se encuentran la mayoría de las estomas y del parénquima clorofílico de la planta. El limbo posee dos superficies, una superior, denominada haz o superficie adaxial. y otra inferior, denominada envés o superficie axial.

La superficie que normalmente queda expuesta al Sol es el haz, mientras que el envés es la superficie que queda oculta. Inicialmente, el primordio foliar no está determinado el eje abaxial-adaxial, pero en cuanto emerge del tallo se produce la polaridad. Esto se pone de manifiesto en la organización de sus haces vasculares: xilema hacia la cara adaxial, floema a la abaxial. Se denomina contorno al borde del limbo y puede ser muy variado en su forma. El peciolo es una estructura más o menos larga y cilíndrica que une el limbo al tallo a nivel de los nudos.

En el ángulo agudo que se forma en el punto de unión entre el tallo y el peciolo se localizan las yemas axilares de las que partirán nuevas ramas. Hay hojas denominadas sésiles, que carecen de peciolo, donde el limbo se une directamente al tallo.

La Hoja. Partes de la hoja

Figura 1. Partes de la hoja.

El tamaño de las hojas es variable y en general una hoja pequeña se asocia a lugares con una mayor altitud, poca lluvia, pocos nutrientes en el suelo, y a lugares calientes y secos. La exposición a la luz solar es otro factor importante que afecta al tamaño y grosor de las hojas, incluso en una misma planta. Las hojas con más exposición solar son más pequeñas y más gruesas, sobre todo por el desarrollo del parénquima, pero también tienen un sistema vascular y una epidermis más desarrollados que las hojas denominadas de sombra.

En función de la complejidad del limbo se puede dividir a las hojas en simples y compuestas. Las simples tienen un limbo continuo y sin dividir, mientras que las compuestas poseen varias subunidades, denominadas foliolos, cada una de ellas asemejándose a una hoja distinta (Figura 2). Distinguir una hoja de un foliolo es posible por la presencia o no de yemas axilares, sólo las hojas las tienen.

La hoja. Tipos de Hojas

Figura 2. Tipos de hojas según la estructura del limbo y según tengan o no peciolo.

La variabilidad morfológica del limbo también es enorme y viene genéticamente condicionada por la especie, lo cual es el resultado de una adaptación evolutiva a su medio ambiente, incluyendo a los herbívoros. Hay una gran diversidad de tipos de hojas que reciben distintos nombres según su morfología (Figura 3).

La hoja. Morfología de las hojas

Figura 3. Tipos de hojas con morfología diferente.

Los haces vasculares de la hoja se denominan también nervios, y su manera de organizarse se denominada nerviación de la hoja. Su organización anatómica sirve para dividir a dos grandes grupos de especies de plantas. Las que tienen hojas con una nerviación sencilla se denominan microfilas (por ejemplo, los helechos), mientras que las que tienen una nerviación compleja se denominan megáfilos (por ejemplo, las plantas con flores).

Estos dos tipos de organización parece que han aparecido de manera independiente durante la evolución, es decir, no son homólogas. Dentro de las plantas con flores, en las dicotiledóneas suele haber un nervio principal que se va ramificando y en cada ramificación disminuye el diámetro del nervio. A este patrón de ramificación se le denomina reticular.

El nervio principal recorre el eje central de la hoja, desde el peciolo hasta la punta de la hoja. A este nervio más el tejido que le rodea se les denomina costilla. En las monocotiledóneas los nervios corren paralelos al eje principal de la hoja y son del mismo diámetro. A este tipo de nerviación se le llama paralela. Sin embargo, existen vasos conductores de pequeño calibre que conectan a los grandes y paralelos.

La nerviación de una hoja, aunque pueda distribuirse según un patrón determinado por la especie, es variable dependiendo del ambiente. Son más predecibles las venas mayores, mientras que a medida que disminuye el calibre la organización es más diversa, incluso en una misma planta. Además, al menos en dicotiledóneas, las hojas retienen una cierta capacidad de cambio incluso en órganos desarrollados y funcionales, por ejemplo, para adaptarse a heridas.

En la base de las hojas se desarrollan unas estructuras a modo de pequeñas hojas o escamas denominadas estípulas, pero en las monocotiledóneas la escama se dilata para formar vainas que abrazan al tallo.

Algunas hojas modifican enormemente su desarrollo y forman estructuras que no están estrictamente relacionadas con la fotosíntesis. Así, algunas hojas se asocian a las flores para formar las brácteas que rodean a los pétalos, pueden formar espinas como en algunos espinos (no confundir con las espinas de las zarzas que son derivadas del tallo), sirven para atrapar insectos en las plantas carnívoras, etcétera.

La disposición de las hojas en el tallo principal y en las ramas laterales se da en las plantas que tienen una vida corta de una temporada. Pero en las plantas que viven varios años las hojas crecen en la parte de las ramas laterales que han crecido durante ese año o hace pocos años. Las hojas caen en los árboles caducos, pero en los perennes pueden durar varios años. Independientemente de eso las hojas nuevas crecen en los brotes nuevos.

La organización de las hojas puede ser en espiral cuando las hojas aparecen alternando la posición y la altura a modo de hélice, opuestas cuando hay dos hojas al mimo nivel y una a cada lado del tallo, o verticiladas cuando nos encontramos tres o más hojas a una misma altura en el tallo. Se llama filotaxia a la organización de las hojas.

La hoja. Tejidos

Epidermis

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Imágenes de cortes transversales de dos hojas de dicotiledóneas.

Epidermis. En la superficie del haz, o adaxial, hay una epidermis cutinizada con capas muy gruesas de cutina y ceras, y, por lo general sin estomas, mientras que, en la superficie del envés, o abaxial, hay una epidermis más delgada y con gran densidad de estomas

Fig 4

(Figura 4). Sin embargo, hay hojas denominadas epistomáticas, donde las estomas sólo aparecen en la cada adaxial, como en las hojas flotantes acuáticas, hipostáticas, donde sólo aparecen en la cara abaxial, y cuando aparecen en las dos caras se denominan anfistomáticas. Por último, las hojas sumergidas no suelen tener estomas. La distribución de las estomas es aparentemente azarosa en la epidermis de las hojas de plantas dicotiledóneas, mientras que se disponen en hileras paralelas al eje mayor de la hoja en plantas monocotiledóneas.

Las plantas xerófitas, aquellas adaptadas a ambientes secos, suelen presentar mayor número de estomas puesto que permiten un rápido intercambio de gases en los cortos periodos de tiempo de disponibilidad de agua.

Figura 4. Tejidos y organización típicos de una hoja de dicotiledónea.

La hoja. Tejido epidérmico.

En la epidermis de las hojas de muchas plantas hay algunas células que se diferencian para transformase en pelos o tricomas. Los tricomas pueden ser unicelulares o multicelulares, y pueden tener diversas funciones como protección, glandulares, evitar la pérdida de agua, etcétera. Las hojas que carecen de tricomas se denominan glabras y las que los tienes pubescentes.

Mesófilo

Parénquima clorofílico.

Mesófilo. Entre las dos capas epidérmicas nos encontramos con el mesófilo, que es tejido parenquimático. Suelen distinguirse dos tipos presentes en la misma hoja: parénquima en empalizada (o clorofílico) y el parénquima lagunar (o esponjoso). El parénquima en empalizada, próximo a la superficie del haz, es un tejido fotosintético con células que contienen una gran cantidad de cloroplastos.

Sus células son alargadas y se disponen empaquetadas y perpendiculares a la superficie epidérmica, y por ello se habla de parénquima en empalizada. Mientras, en la zona del envés las células son más redondeadas, también contienen cloroplastos, pero hay grandes espacios intercelulares, por lo que se habla de parénquima lagunar. Los espacios intercelulares están conectados con las estomas y son importantes para el trasiego de gases necesarios para la fotosíntesis. Aunque en algunos casos es difícil distinguir entre estas dos partes del mesófilo.

Hoja de un pino.

La disposición normal del mesófilo es parénquima clorofílico en empalizada próximo a la cada adaxial y el parénquima lagunar hacia la cara abaxial. A estas hojas se las conoce como dorsiventrales, pero también existen las isolaterales, donde se suceden parénquima en empalizada, lagunar y en empalizada, como ocurre en algunas xerófitas, y las homogéneas, donde todo el mesófilo es más o menos homogéneo, como ocurre en gramíneas.

Nervios

Haces vasculares. Las hojas poseen vasos conductores, denominados nervios

La hoja. Plantas con vasos conductores

(Figura 5), para llevar agua y sales a las células fotosintetizadoras, y recoger los productos orgánicos y repartirlos por el resto de la planta. Los vasos están formados por xilema y floema, además de tejido parenquimático alrededor. El xilema normalmente está orientado hacia la parte adaxial, mientras que el floema hacia la parte abaxial.

Figura 5. Los haces vasculares de las hojas forman estructuras alargadas denominados nervios. En esta imagen los nervios están cortados transversalmente.

Haces vasculares.

El sistema conductor en las hojas es un entramado de nervios interconectados. Los nervios de las hojas tienen distintos patrones de organización según la especie, aunque en todas siguen un patrón jerárquico, basada en la anchura del haz en el punto de inserción del nervio mayor.

Los nervios primarios y secundarios se consideran los principales, no sólo por su diámetro sino porque están rodeadas de parénquima perivascular, denominado vaina perivascular, mientras que el tercer y cuarto orden, o nervios menores, están embebidos en el mesófilo. Puede haber hasta sexto orden. Los nervios de menor orden son los que terminan de manera ciega. Cada uno tiene su misión.

Los nervios menores son los responsables de recoger los productos sintetizados por el mesófilo, mientras que los mayores están dedicados al transporte de dichos productos. De hecho, los nervios mayores están rodeados por tejido parenquimático, vaina perivascular, que tiene una misión similar a la endodermis de la raíz: controlar lo que entra o sale lateralmente de los vasos.

Los nervios dan también soporte mecánico a la estructura de la hoja y en algunas hojas grandes de dicotiledóneas, los nervios de mayor calibre, están rodeados por células de colénquima y esclerénquima, mientras que las de monocotiledóneas pueden presentar fibras.

En las gramíneas se distinguen dos vías fotosintéticas, la C3 y la C4, siendo la C4 más productiva. Las hojas de ambos tipos de plantas tienen también diferencias estructurales. Así, las C4 tienen dos capas concéntricas, externa de mesófilo típico e interna de parénquima, alrededor de los haces vasculares. Las células de parénquima son grandes y con muchos cloroplastos (esta disposición se denomina anatomía de Kranz). Además, la separación entre nervios es escasa, no más del grosor de cuatro células de parénquima clorofílico.

Las plantas C3 no poseen una organización de capas concéntricas en torno a los haces vasculares y las células de la vaina vascular son pequeñas y con pocos cloroplastos. Internamente, la vaina vascular tiene una capa de células más pequeñas denominada mestoma. La separación entre nervios en las plantas C3 es de más de 4 células de parénquima clorofílico (en torno a 12 de media).

Formación

Las hojas se originan a partir del meristemo apical caulinar, presente en el ápice de cada rama, gracias a la diferenciación de unas células periféricas de dicho meristemo denominadas células fundadoras. Su número inicial puede variar desde 10 a más de 100. El proceso de formación de la hoja pasa por tres estados: iniciación, crecimiento, donde se forman las protuberancias foliares y posteriormente los primordios foliares, y expansión y maduración, donde la hoja sobre todo se expande para formar el limbo.

El crecimiento de la hora es sobre todo por crecimiento intercalar, es decir, por proliferación de las células que están entre el ápice y la base de la hoja, y por aumento del tamaño celular. Hay que tener en cuenta que una hoja es un órgano complejo en cuanto a organización puesto que posee tres ejes: próximo-distal, adaxial-abaxial y medio-lateral. Las células han de saber en qué lugar se encuentran durante su diferenciación.

En los primordios de las hojas, las células del procámbium emergen de nuevo del tejido fundamental, de unas capas celulares subepidérmicas. Estas células iniciales de la hoja se generan por la acción de la auxina a alta concentración. Se organizan en cadenas para formar los nervios de las hojas. Estas venas no se generan por crecimiento o proliferación en longitud sino por adición de incorporación de nuevas células procambiales.

Esto parece producirse por el denominado efecto de canalización de la auxina. Las células, para ser procámbium necesitan una alta concentración de auxina, y una vez diferenciadas parecen canalizar mejor la auxina a su vecina, por lo que ésta también se diferencia en procámbium, y así sucesivamente.

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