José Antonio Manso de Velasco

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José Antonio Manso de Velasco

José Antonio Manso de Velasco. Español, nacido en la localidad riojana de Torrecilla en Cameros en 1689 y fallecido Granada el 5 de enero de 1767, que fue conde de Superunda y trigésimo virrey del Perú (1745-1761).

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Sus padres fueron Diego Sáenz Manso y Velasco y Ambrosia María Sánchez Samaniego Calderón. Gentilhombre de la Cámara del Rey, abrazó la carrera militar en el regimiento de Reales Guardias Españolas en calidad de alférez. En 1736 alcanzó el puesto de capitán de granaderos y brigadier de los reales ejércitos. Participó en las guerras de Sucesión y en las batallas de Tortosa, Gudeña y Balaguer de 1710 y en el bloqueo a Barcelona de 1714. Posteriormente se le encomendaron las expediciones militares a Cerdeña, Lombardía, Ceuta y Orán. En reconocimiento a sus servicios militares fue admitido como caballero de la Orden de Santiago. Por Real Cédula de 15 de noviembre de 1736 Felipe V le nombró gobernador y capitán general de Chile; en el ejercicio de este último cargo fue ascendido a mariscal de campo en 1741 y a teniente general dos años más tarde. Reconstruyó la plaza militar de Valdivia que había sido destruida por el terremoto de 1737 y fundó las ciudades de San Felipe de Aconcagua en 1740, Talca en 1742 y Copiapó en 1744. Ese último año fue nombrado por el rey Felipe V virrey del Perú el 24 de diciembre de 1744 y oficialmente asumió el mando en Lima el 12 de julio de 1745. En el gobierno económico destacó la reforma de la Casa de la Moneda que concluyó con la fabricación en 1751 de la moneda de cordoncillo que desplazó al peso de viejo cuño, y dos años después se pusieron en circulación las monedas de plata. En 1752 se creó el Real Estanco del Tabaco, cuyo primer director fue José Nieto. Mientras tanto, la producción minera continuó inmersa en una fase de declive. En cuanto al comercio, el virrey se impuso revitalizar la feria de Portobelo, incrementó el tráfico marítimo de azogues y vinos con Guatemala y Nueva España y demandó a la Corona que se prohibiera la introducción de mercancías por Buenos Aires. En defensa su preocupación se concentró en resguardar el puerto de El Callao de posibles ataques de piratas y corsarios ingleses, para lo cual aumentó el número de compañías de infantería y artillería, creó la Comisaría de Guerra y Marina e incorporó a la Armada del Sur al navío de guerra «San José el Peruano». En cuanto a gobierno interior, en 1746 encomendó a la guarnición de El Callao al mando del general José Llamas poner fin al alzamiento de Juan Santos Atahualpa en Tarma, pero el asedio al Cerro de la Sal fue infructuoso. Tras el forzado repliegue de los españoles, Juan Santos y sus aliados campas ocuparon en 1752 el pueblo de Andamarca, y el virrey ordenó una nueva expedición militar al mando del marqués de Casa Torres que, a pesar de lograr el repliegue de los insurrectos en el Cerro de la Sal, no pudo capturar al líder indígena, quien iba a morir misteriosamente en 1756. El desastre natural más grave que tuvo que enfrentar el virrey fue el terremoto del 28 de octubre de 1746 que destruyó gran parte de Lima y mató a 5.000 personas. Ese mismo día un maremoto hizo desaparecer el puerto de El Callao con sus 4.700 habitantes. Asesorado por el sabio francés Luis Gaudin, Manso de Velasco procedió a la reconstrucción de la ciudad ordenando que los muros aumentaran su grosor, que las iglesias se hicieran con torres bajas y de una sola nave y que las calles fueran más amplias. Se restauró el famoso Arco del Puente, aunque la estatua ecuestre de Felipe V quedó definitivamente destruida. La reconstrucción de El Callao comenzó en 1747 con la colocación de la primera piedra de la fortaleza del Real Felipe según el diseño de Luis Gaudin y continuó con la creación del pueblo de Bellavista, la construcción de un nuevo muelle de madera, la colocación de nuevas defensas militares y la reedificación de la iglesia parroquial. Los fondos económicos se obtuvieron de la Real Hacienda, de los donativos de los comerciantes y de los impuestos procedentes de las corridas de toros. En premio al empeño puesto por el virrey en la remodelación de la capital peruana y su puerto, la Corona le otorgó el 8 de febrero de 1748 el título de Conde de Superunda, voz cuyo significado era «dominando las olas». En 1755 este virrey encomendó al cosmógrafo mayor del reino Cosme Bueno la realización del censo de la población de Lima que arrojó un total de 54.000 habitantes. En cuanto al Patronato Real, el 9 de agosto de 1751 el virrey inició la reedificación de la catedral de Lima, obra que se culminó el 1 de febrero de 1759. En 1747 se fundó el monasterio de la Concepción en Cajamarca, en 1752 se creó una Casa de Ejercicios para mujeres y en 1754 se inició en Santiago de Chile la edificación del monasterio de Santa Rosa. Fueron continuos los problemas de jurisdicción entre el virrey y el arzobispo de Lima, Pedro Antonio Barroeta, por el nombramiento de canónigos, beneficio de curatos y concursos de cátedras. Este pleito terminó en 1758, cuando se relevó a Barroeta de la silla limeña y se le nombró arzobispo de Granada. Fue sustituido por el obispo de Popayán, Diego de Corro. El Santo Oficio organizó dos autos de fe, el primero el 19 de octubre de 1749 con seis penitenciados por herejía, y el segundo el 6 de abril de 1761 también con seis reos. Al cumplir dieciséis años y tres meses en el poder, el conde de Superunda entregó el mando a Manuel de Amat y Junient el 12 de octubre de 1761. Se embarcó a España pero la nave que le conducía recaló en La Habana, su estancia coincidió con el inicio del sitio a esta ciudad por parte de la escuadra del almirante inglés Poccok el 6 de mayo de 1762. Por su condición de militar de mayor graduación, el Conde de Superunda presidió el Consejo de Guerra que a los sesenta y tres días acordó la rendición de dicha plaza. Superunda fue conducido en calidad de prisionero hasta El Ferrol, en Galicia, y, poco después se le abrió en Madrid un juicio militar por la pérdida del puerto caribeño. Fue suspendido por diez años de empleos militares, sus bienes fueron confiscados en calidad de reparación económica y se dispuso su alejamiento a más de cuarenta leguas de distancia de la capital. Murió en Granada el 5 de enero de 1767.

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