Arqueología Histórica

Arqueología Histórica

Arqueología Histórica. Esta línea se centra en tres estrategias de investigación que son de fundamental importancia en la actualidad para el estudio científico de lo social con base en la evidencia arqueológica: la Arqueología Histórica, la Etnoarqueología y los Estudios de Cultura Material Moderna. Se estudian las vertientes de desarrollo que han seguido desde su formulación, las técnicas que le son propias y su aplicación práctica a casos particulares; cómo a través de estas estrategias es posible abordar el estudio de lo social con base en la cultura material en todas las escalas temporales, así como la manera de estructurar modelos de utilidad para el análisis e inferencia de modos de vida, de la vida cotidiana y de sistemas simbólicos en la arqueología, aplicando tecnologías de punta y frontera. Respecto a la primera estrategia, el énfasis se da a las investigaciones acerca de la conformación del sistema mundial a través del estudio de las arqueologías del capitalismo, incluyendo los procesos de conquista, colonización, aculturación, constitución del sistema virreinal en la Nueva España, el surgimiento de México como nación independiente, el desarrollo del México republicano y la industrialización de distintas ramas productivas. En lo que refiere a la Etnoarqueología, se considera de relevancia el estudio de los contrastes entre lo urbano y lo rural así como de las características y dinámicas poblacionales en esos ámbitos, las diferencias en los patrones de asentamiento y aspectos de la semiótica cartográfica, el uso de la tierra y la explotación de recursos en distintas regiones, las estructuras de poder y su ejercicio tanto real como simbólico, amén del análisis de los procesos de la producción, distribución, cambio y consumo. Las investigaciones podrán derivarse de la aplicación de enfoques histórico-directos o comparativos generales, según se definan las condiciones limitantes de la analogía en la construcción de modelos que eventualmente se contrasten con el registro arqueológico. Por último, los estudios de cultura material moderna se abordan con un enfoque transdisciplinar, cubriendo las ya tradicionales investigaciones asociadas con conductas de consumo y desecho, propuestas recientes acerca del impacto ambiental de la basura y el reciclaje, el análisis de la vida social de los objetos y su relación con las manifestaciones materiales de elementos identitarios absolutos y relativos. Es de particular interés contribuir a la constitución y fundamentación teórica de una arqueología antropológica del mundo contemporáneo a través de la arqueología de la represión, de la violencia y de la marginación, para lo cual se parte del planteamiento de que la reconstrucción del pasado posibilita reconstruir la vida social y, paralelamente, contribuir a la comprensión de los mecanismos de poder acordes con las relaciones sociales dominantes. la arqueología histórica como una subdivisión autónoma de la arqueología, tiene apenas cerca de treinta años de existencia. De esta manera, y a pesar que la arqueología histórica venga siendo practicada en los Estados Unidos por arqueólogos profesionales desde 1930, el campo de investigación recién fue organizado oficialmente en la década de los ´60. En el año 1960, fue establecida la “Conference on Site Archaeology” y en 1967, la “Society for Historical Archaeology”, actualmente la mayor organización profesional de arqueología histórica. En 1967 también fue creada en Inglaterra la “Society for Post

Arqueología Medieval

A pesar de que la arqueología histórica y la arqueología postmedieval estudian el mismo período histórico y las mismas culturas, con la salvedad de que en contextos distintos, existen sin embargo importantes diferencias entre ellas. Esta diferenciación ayuda a definir con mayor precisión a la arqueología histórica. En América del Norte, los arqueólogos efectúan un corte en dos grandes períodos temporales: prehistoria e historia. El primero, dominio de estudio de arqueólogos prehistóricos, se inicia con las más antiguas ocupaciones aborígenes del continente, cerca del 10.000 AC., y termina con la presencia de colonos europeos. El período histórico, época estudiada por la arqueología histórica, comienza con los europeos y se extiende hasta el presente. Estos dos períodos existen en cualquier parte del Nuevo Mundo con presencia de europeos. América, en el período prehistórico, fue solamente habitada por pueblos nativos, encuanto en época histórica otros pueblos comienzan a habitar estas mismas regiones. La situación histórica era muy diversa en Inglaterra y en Europa en general, lugar donde se practica arqueología posmedieval, ya que pueblos frecuentemente ascendían de los mismos grupos prehistóricos. Por ejemplo, a pesar de que Inglaterra haya sido invadida muchas veces, los pueblos prehistóricos pueden ser relacionados sin grandes problemas a las poblaciones actuales de ese país. La población inglesa actual es el resultado de una largo proceso histórico en las Islas Británicas. En el Nuevo Mundo, los pueblos aborígenes prehistóricos eran claramente los ancestros de las poblaciones indias modernas, sin embargo resulta difícil establecer los lazos entre ellos. A esto se suma que de todas formas muchos indios en América fueron exterminados o se transformaron radicalmente debido al contacto con los europeos, este último tema es el de estudio tradicional de la arqueología histórica. En el Nuevo Mundo, la diferencia entre los períodos prehistórico e histórico parece fácil de entender, excepto por el hecho de que el inicio del período histórico no siempre es fácil de determinar. Al menos dos razones explican esta dificultad. En primer lugar la presencia más antigua de europeos en América es en general difícil de documentar. Muchos viajantes, como los más antiguos exploradores de América del Sur, dejaron con frecuencia apenas pequeños trazos de sus visitas. Sus sitios son difíciles de localizar, y cuando son hallados, son complicados de estudiar ya que la duración de su estadía fue demasiado breve. El segundo problema deriva de cuestiones surgidas por la presencia de artefactos europeos en sitios indígenas: recibieron estos indígenas aquellos ítems exóticos de los europeos o de otros indios, los cuales a su vez pueden haber sido recibidos de otros indios o de europeos? Las fechas de los verdaderos contactos directos con europeos, en general consideradas como delimitadoras del inicio del período histórico, son difíciles y muchas veces imposible de establecer. Como resultado, el inicio de período apenas puede ser establecido a nivel regional, y con frecuencia, de manera imprecisa. En la tentativa de resolver el problema de decidir cuando comienza el período histórico, los arqueólogos del Nuevo Mundo diferencian tres momentos: prehistórico, protohistórico e histórico. El primero es considerado generalmente como el tiempo durante el cual los exploradores europeos visitan sitios indígenas. Este es el período colonial, un momento en el cual los asentamientos indígenas entran en contacto con los colonizadores que están intentando establecer sus propios asentamientos en lo que para ellos son tierras nuevas y extrañas. En 1965, Bernard L. Fontana generó una clasificación de sitios históricos con el objetivo de ayudar a definir el dominio de la arqueología histórica. De esta manera diferencia sitios “protohistóricos”, en los cuales los indígenas, a pesar de no haber tenido contactos directos con los colonizadores, poseen objetos europeos; sitios “de contacto”, habitados por indios durante la época de asentamiento europeo; sitios “ postcontacto”, ocupados por indios después, y no antes, del contacto directo con los europeos; sitios “de frontera”, en los cuales ocurren contactos recurrentes entre indios y europeos y sitios “no aborígenes”, en los que los aborígenes estaban ausentes o representados de manera minoritaria. Lamentablemente a pesar de que esta clasificación sea interesante y ayude a explicar el centro de atención de la arqueología histórica, no resuelve el problema de como distinguir los períodos prehistóricos e históricos. Su punto de partida es la cultura indígena, objeto de estudio de los arqueólogos prehistóricos del Nuevo Mundo. Muchos de estos arqueólogos prehistoriadores han trabajado en sitios indígenas que son básicamente prehistóricos, a pesar de que posean algunos pocos objetos europeos. Estos sitios, aunque “históricos”, son estudiados en general utilizando métodos, ideas y cuadros referenciales de la arqueología prehistórica. Otros arqueólogos prefieren definir la arqueología histórica como un tipo de arqueología que estudia sitios que están asociados a pueblos o lugares que se consideran de gran valor histórico. Definida de este modo, la arqueología histórica centra su atención en los colonizadores, dejando de este lado los pueblos nativos contactados. Este abordaje lleva en general a que se estudien sitios asociados a los miembros de la elite de la sociedad, porque esta es la gente que es considerada como de valor en la historia dentro de la ideología dominante de muchas sociedades. Estas dos definiciones de arqueología histórica se centran en la misma cuestión, pero desde perspectivas diversas. En el primer caso, la arqueología histórica esta encarada en relación con los pueblos indígenas, y en la segunda, en relación a los colonizadores. Ambas perspectivas, aunque aparentemente distintas, se refieran al mismo problema: la creación de un mundo nuevo a través de la interacción de pueblos como resultado de un sistema cultural, tecnológico y económico que propiciaba la exploración y colonización de nuevas tierras. Aunque esta visión parezca etnocéntrica, en verdad no lo es. De hecho este abordaje no es etnocéntrico porque significa que la arqueología histórica no puede basarse exclusivamente en los personajes y los lugares “famosos”, pudiendo estudiar personas que no per tenecían a la elite, como esclavos, operarios e inmigrantes exiliados de sus patrias. Lo que en verdad distingue a la arqueología histórica no es el período histórico estudiado (histórico o prehistórico), o los pueblos contactados por los europeos (varios pueblos indígenas), o los propios colonizadores europeos (portugueses, ingleses, franceses, entre otros), ni siquiera los grupos populares (esclavos africanos, trabajadores inmigrantes, etc.), sino por el contrario, cómo cada elemento se adaptó y fue transformado por el proceso que desde el inicio llevó al europeo a establecer asentamientos coloniales en todo el mundo, y posteriormente, a formar nuevas naciones. Teniendo en cuenta esta consideración, la definición de arqueología histórica que está emergiendo actualmente la caracteriza como el estudio arqueológico de los aspectos materiales -en términos históricos, culturales y sociales concretos- de los efectos del mercantilismo y del capitalismo traídos de Europa a fines del siglo XV y que continúan en acción hasta hoy

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(figura 1)
Obviamente considerada de esta manera, la arqueología histórica abarca un campo con intereses amplios. Sin embargo como arqueología, el foco de atención se centra en las manifestaciones materiales del mundo, en rápida transformación, después del 1500 d.C. Temas que la arqueología histórica puede estudiar incluyen los tipos de artefactos traficados por los indígenas, las transformaciones sociales en las sociedades indígenas como consecuencia de la introducción de estos elementos europeos, los asentamientos y la cultura de los esclavos africanos, la arquitectura y las plantas de los fuertes europeos y ciudades coloniales, la relación de artefactos y clases económicas entre trabajadores urbanos, entre otros. Así, a pesar de que la arqueología histórica examine cuestiones que puedan interesar a distintos investigadores – historiadores, economistas, geógrafos, entre otros-, su mayor atención se vuelca en los aspectos materiales del pasado, y el modo como éstos son usados para mantener y crear vida en todas sus manifestaciones. Información oral puede ser utilizada para completar el cuadro del pasado que el arqueólogo construyó usando documentos escritos y arqueológicos. La información oral, al funcionar como documento primario, se torna una de las fuentes más importantes, ya que al ser usada conjuntamente con la evidencia documental posibilita obtener datos adicionales sobre el pasado. También puede sugerir nuevas líneas de investigación al arqueólogo, que pueden no estar insinuadas en los documentos escritos. Además de todo lo señalado, la información oral puede ser considerada la única fuente de datos no-arqueológica sobre algunos sitios. En sitios pequeños -como campamentos temporarios-, sitios de ocupación muy corta -fuertes, puestos de observación-, sitios que poseían funciones que sus moradores no querían hacer publicas -como los quilombos cimarrones-, es probable que la información oral sea la única fuente documental que disponga el arqueólogo. Cuando la información oral es empleada como fuente primaria, los arqueólogos se enfrentan al problema de verificar la exactitud de la información. Obviamente no puede ser chequeada con documentos escritos ya que es la única documentación primaria. Puede en algunos casos ser confrontada con información arqueológica, pero la mejor guía que podemos tener es un conocimiento exhaustivo de los escritos históricos secundarios sobre el tema en discusión. El dominio de estas obras además de comprensión y sentido común pueden normalmente ayudar al arqueólogo a evaluar la calidad de la información transmitida oralmente. De cualquier forma, el uso de la documentación oral en arqueología histórica significa que los investigadores deben aprender, junto con la historia oral y la etnografía, que las personas no siempre recuerdan el pasado de la manera en que este aconteció. Además de ser nostálgica sobre “los buenos viejos tiempos”, la gente algunas veces no respeta patrones cronológicos precisos y olvidan la secuencia exacta de los sucesos, a veces juntando o alargando los hechos en el tiempo y otras alejándolos o trayéndolos al presente. En el primero de los casos, una persona podría decir “abandonamos la plantación en 1935, justo antes de que comenzara la Gran Depresión”, sin embargo esta última se había iniciado en 1929. En el segundo caso alguien puede decir “la gran sequía vino y fuimos obligados a mudarnos”, cuando en realidad pueden haber pasado seis meses entre la sequía y el traslado. El problema es que el arqueólogo no puede dejar de lado estos seis meses, ya que habrá evidencias de ellos en el registro arqueológico. A pesar de que le uso de la información oral sea particularmente útil para el estudio del pasado reciente en sitios históricos, algunos arqueólogos prehistoriadores emplean en la actualidad la etnoarqueología. Esta se asemeja al uso de la información oral en arqueología histórica, pero la diferencia radica en que la etnoarqueología es definida generalmente como trabajo de campo etnográfico con objetivos y problemas puramente arqueológicos en la cabeza. Por ejemplo, en vez de visitar un pueblo pre-industrial para saber cuál es su estructura de parentesco, reglas de matrimonio, religión -como haría un etnógrafo-, el etnoarqueólogo busca descubrir como producen la cerámica, construye sus casas o usan herramientas de piedra para procesar animales. Los etnoarqueólogs están interesados en usar información etnográfica -sus propias observaciones antropológicas- en asociación con informaciones orales -observaciones de otros- para responder cuestiones sobre problemas básicos en arqueología. Una importante diferencia en el uso de información oral entre la etnoarqueología y la arqueología histórica, consiste en el hecho de que cuando etnoarqueólogos recolectan información no están interesados en el pueblo que están estudiando, sino en registrar y entender los métodos de producción y uso de artefactos, con la esperanza de que éstos les permitan efectuar analogías con los métodos de producción y uso de artefactos en el pasado. De esta forma a fin de descubrir como un determinado tipo de cerámica encontrada en sitios arqueológicos de 1100 d.C. era producida, el etnoarqueólogo puede estudiar los métodos de confección de una cerámica semejante actual, fabricada por descendientes de los ceramistas originales. Una correlación simple podría ser establecida de esta manera entre los dos tipos de cerámica. Por otro lado, el arqueólogo puede estar interesado en cómo estos descendientes de los antiguos ceramistas producían sus vasijas en 1920, ya que él puede estar excavando el mismo sitio en que la cerámica continuo siendo fabricada. La posibilidad de utilizar información oral para localizar y estudiar sitios y artefactos, por parte de la arqueología histórica, permite afirmar que estamos frente a un tipo único de arqueología. Otras fuentes también son propias de la arqueología histórica, siendo la información pictórica una de las más interesantes. Información Pictórica. Desde la arqueología histórica la información pictórica puede ser dividida en tres clases : mapas, dibujos y pinturas, y fotografías. Cada categoría de fuentes posee su propio potencial como apoyo de la investigación arqueológica. Los mapas son útiles para la arqueología histórica en la medida en que brindan una representación gráfica de, la localización de edificios, o sitios. Estos pueden ser particularmente importantes para aquellos arqueólogos que estudian el período de contacto inicial entre nativos y europeos, ya que pueden ilustrar entre otras cosas, la localización de aldeas de los pueblos autóctonos, la comprensión europea de los nombres de estos grupos, el trazado de rutas y caminos antiguos, entre otros. También brindan informaciones vitales sobre el medio ambiente y sobre los cambios que pueden haber ocurrido como producto del contacto y del asentamiento europeo. De todas formas los arqueólogos saben, gracias a los geógrafos, que los mapas son documentos históricos primarios visuales y no textuales. Por lo tanto poseen los mismos problemas que cualquier otro documento histórico. Por ejemplo, un cartógrafo, al hacer un mapa específico, puede estar tentado a presentar un paisaje no como era, sino como se esperaba que fuese. En este sentido, el trazado de caminos a través de montañas y florestas, puede ser sólo algo que fue planificado o inclusive imaginado. Lo mismo ocurre cuando la localización y el número de aldeas nativas son usados como propaganda por naciones europeas, para inducir a sus rivales a creer que poseían más aliados locales de los que en realidad tenían. Esta situación ocurrió por ejemplo, cuando Francia y Gran Bretaña lucharon por el control de América del Norte a mediados del siglo XVIII. Diseños y pinturas son otra fuente de información pictórica que pueden ser útiles en arqueología histórica. De todas formas los arqueólogos deben ser conscientes de que los artistas suelen tomarse libertades en sus trabajos -por motivos estrictamente creativos o artísticos-. Diversas informaciones sobre artefactos pueden inferirse de dibujos y pinturas. Estos pueden mostrar por ejemplo, cuándo y cómo ciertos objetos eran producidos. Datos únicos pueden ser obtenidos sobre la funcionalidad de artefactos desconocidos. En este sentido en arqueología histórica suele ser común trabajar con pinturas de los siglos XVI, XVII, XVIII para descubrir esta funcionalidad particular. Estas representaciones pictóricas también muestran artefactos enteros y en uso, ayudando al arqueólogo que generalmente encuentra en los sitios excavados objetos fragmentados y deteriorados. Estas imágenes gráficas contribuyen a que el investigador entienda cómo eran y para qué servían dentro de su contexto histórico. Los dibujos y las pinturas, también son importantes para mostrar como eran ciertos sitios históricos cuando todavía estaban en pie. Por ejemplo, las pinturas de Karl Bodmer retratando el Oeste Americano en los años 1830, son de gran valor para los arqueólogos. Sus pinturas del interior de las tiendas de los indios -mostrando caballos y perros viviendo en su interior- brindan detalles no disponibles a través de la arqueología, y una calidad visual ausente en los documentos escritos. Además de ser obras de arte, la exactitud de los diseños de Bodmer son incuestionables. Otras imágenes, como las pinturas de Frans Post, en el siglo XVII, sobre un molino de agua en el nordeste brasileño, o la pintura de Hércules Florence de un ingenio de caña en 1840, presentan detalles magníficos sobre edificaciones industriales coloniales, y sobre los trabajos ejecutados en esos lugares. Estas fuentes, además de brindar información cronológica, sobre el uso y la forma de los artefactos, dan también datos sobre la vida y las transformaciones culturales. Por ejemplo, las pinturas de George Catlin sobre un indio Americano, vestido en un cuadro con ropas nativas y en otro con europeas, transmiten un fuerte mensaje visual sobre el impacto social y psicológico de la interacción cultural ejercida sobre los pueblos nativos, muchas veces obligados a adaptarse a modos de vida extraños. Dibujos del siglo XVII, sobre trabajadores indígenas y negros en plantaciones brasileñas, reflejan una situación semejante. Lo mismo ocurre en diversas partes del mundo. De la misma manera que los mapas, los dibujos y las pinturas pueden contener información engañosa. Criaturas fantásticas, diseñadas por el cartógrafo franco-canadiense Charles Becar de Granville, en el siglo XVII -como unicornios y monstruos marinos con cabezas humanas-, servían para amedrentar a los aventureros del Nuevo Mundo. Este tipo de cuadros inclusive podía tener el efecto opuesto, es decir atraer exploradores osados en busca de estas criaturas. Los arqueólogos deben aprender a analizar estas imágenes pictóricas con cuidado. Las fotografías también son útiles para los arqueólogos de manera semejante a las imágenes pictóricas. Al contrario de mapas, diseños y pinturas, las fotografías no exigen ningún talento gráfico o artístico para producirlas. Estas pueden ser generadas por cualquier persona que posea una cámara. Por lo tanto mientras los mapas, los dibujos y las pinturas suelen ser encontrados normalmente en museos, archivos y otros depósitos profesionales, las fotografías pueden ser halladas en cualquier casa particular. Las fotografías pueden documentar sitios arqueológicos sin que el fotógrafo fuera consciente de ello. Un ejemplo podría ser una foto de dos personas sentadas delante de un predio almorzando, en 1932. A pesar que la intención del fotógrafo pueda ser registrar un feliz reencuentro de dos viejos amigos, un arqueólogo mirando la foto, puede obtener información sobre la construcción del predio que se observa en el fondo de la misma. También, como cualquiera de las fuentes mencionadas, debe tenerse cuidado en su utilización en arqueología. Los fotógrafos pueden montar sus cuadros y alterarlos para mostrar imágenes falsas. Este tipo de problemas, felizmente no es común en arqueología histórica. Resumiendo, la arqueología histórica dispone de una serie diversa de fuentes de información. Algunas de estas son empleadas por la historia (documentos escritos, mapas, historia oral), por la antropología cultural (etnografías, objetos de museos, testimonios orales), historia del arte (pinturas, dibujos y fotografías), geografía histórica y cultural (mapas, asentamientos y paisajes), arquitectura histórica (edificios), folklore (tradición oral y arquitectura vernácula) y arqueología (artefactos, estructuras y el contexto del sitio). Todas estas fuentes están disponibles por la especificidad de la arqueología histórica. Por su parte las disciplinas mencionadas pueden ser consideradas como el conjunto de fuentes de la arqueología (figura 2). Los arqueólogos, incluso a pesar de que con frecuencia trabajan solos, muchas veces tienen la suerte de integrar amplios equipos multidisciplinarios, compuestos por estudiosos de varias disciplinas. En cualquier caso, el arqueólogo, debe tener algún conocimiento básico de todas las disciplinas relacionadas con su investigación, ya que diferentes profesionales trabajando en un proyecto especifico tendrán que discutir problemas y cuestiones comunes.

RECONSTRUCCION Y ARQUEOLOGÍA HISTÓRICA.

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Un aspecto de la Arqueología Histórica que todavía no he discutido concierne a su utilización como fuente de información en los trabajos de restauración y reconstrucción de sitios históricos. Bruce Powell escribió en 1967 que “todos los que trabajan con sitios históricos tendrán que ocuparse tarde o temprano de la restauración de los mismos”. Dado que tiene razón, no puedo desconocer la vinculación entre Arqueología Histórica, la reconstrucción física – reedificando antiguos edificios en el mismo lugar o cerca de donde estaban- y la restauración – haciendo que edificios históricos que perduran se conserven lo mas parecido a lo que eran originalmente-. La Arqueología Histórica es frecuentemente practicada en sitios que van a ser restaurados o reconstruidos. Muchos de estos sitios son considerados de “significación nacional”. Numerosos arqueólogos han excavado fuertes, casa y barrios asociados a personajes famosos o acontecimientos históricos relevantes. En muchos casos el motivo del trabajo arqueológico no es la producción de nuevos conocimientos, sino apenas ofrecer una serie de detalles arquitectónicos o constructivos que puedan ser utilizados por arquitectos o restauradores y que permitan mayor presición en una reconstrucción. De esta manera, frecuentemente los arqueólogos excavan los restos de edificios con el fin de conocer su tamaño, forma, orientación, entre otros aspectos. Este tipo de práctica arqueológica fue denominada por J.C. Harrington como “arqueología de restauración”, para diferenciarla de la arqueología orientada al conocimiento histórico. La arqueología de restauración frecuentemente es realizada a pedido de un cliente, y por lo tanto es planificada con un objetivo claro, en general muy especifico. Un organismo federal o estatal puede querer reconstruir un sitio tuvo lugar un acontecimiento importante para la historia del país, como una batalla, un asentamiento colonial, o una casa en la que se firmó un acuerdo importante. Si los relatos de los testimonios históricos son incompletos, o si ellos no describían como era el sitio, los restauradores precisarán informaciones arqueológicas para reconstruir el sitio lo más cercano a la realidad. Sólo los arqueólogos profesionales pueden brindar tales datos. La arqueología de reconstrucción es una práctica legítima de arqueología, sin embargo acarrea ciertos problemas que exigen una explicación. Estas dificultades se relacionan con el análisis de toda la información arqueológica de un sitio, sin considerar su fecha, el modo en que esta información es presentada al público y ciertas cuestiones éticas relacionadas con el empleador. Los arqueólogos que practican arqueología de restauración deben asegurarse de que se les permita analizar la totalidad de la secuencia arqueológica presente en un sitio. Esto significa que al arqueólogo histórico que trabaja para el gobierno con el objeto de brindar información sobre un sitio colonial cuyo período de interés es de 1590 a 1630 se le debe permitir estudiar el período posterior, por ejemplo post 1630, porque la secuencia del sitio obliga a que los restos de este momento tardío deban ser excavados previamente a los materiales coloniales tempranos. Sin embargo las decisiones muchas veces estan relacionadas con cuestiones de financiamiento y no puedan evitarse con facilidad. Por esta razón, debemos ser cuidadosos ya que todo material arqueológico es importante desde el punto de vista científico. Siguiendo el ejemplo dado, la destrucción de materiales posteriores a 1630 en favor de anteriores no debe ser permitida, puesto que por ejemplo en algún momento, el período de 1630 a 1700 puede ser considerado de igual importancia o significación histórica que sus precedentes. Si estos materiales fueron ignorados durante la excavación se habrán perdido para siempre. En los proyectos de restauración los arqueólogos deben recolectar y estudiar todos los materiales encontrados en el sitio. Dado que la confección de catálogos descriptivos de artefactos y estructuras excavadas salvarán esta información para las generaciones futuras. Un problema de la Arqueología Histórica está relacionado con el destino que los reconstructores darán a los materiales arqueológicos. Unos pocos arqueólogos, en general desde marcos críticos, han comenzado recientemente a analizar las maneras en que el pasado puede ser utilizado en el presente. En ningún otro campo esta cuestión es más importante que en la arqueología de restauración. La restauración o reconstrucción de predios históricos puede ser usada para retratar una imagen del pasado que puede tener sentido hoy, pero que puede no ser históricamente precisa. Por ejemplo los reconstructores pueden ser impelidos a mostrar condiciones de vida antiguas mejores de lo que en realidad eran con la finalidad de no ofender a los visitantes modernos de sitios históricos. Por otra parte, los reconstructores de una ciudad colonial pueden preferir no restaurar la prisión local o el manicomio. Sin embargo aunque la reconstrucción de tales predios sea una representación real del pasado de la ciudad, los profesionales encargados del trabajo, pueden no estar interesados en mostrar un lado desagradable del pasado o que recuerden la crueldad imperante en aquellos tiempos. Estos dos problemas se relacionan con la cuestión del patrocinador en arqueología. Gran parte de la arqueología histórica del Nuevo Mundo ha sido llevada a cabo como investigaciones pagadas por un cliente. Ya sean proyectos relacionados con obras públicas financiados por el gobierno federal, como construcción de represas, o proyectos cívicos de patrocinio local. Estos han permitido el estudio de sitios que de otra forma nunca hubieran recibido atención. Mientras tanto, infelizmente, en arqueología histórica se plantean situaciones de conflicto con el patrocinador. Por ejemplo esto ocurre en ciertas ocasiones en la arqueología de las plantaciones, cuando los dueños no quieren reconocer que existió esclavitud en sus propiedades. Los arqueólogos que escriben informes deben ser cuidadosos en sus interpretaciones de las plantaciones cuando el propietario actual, probablemente un descendiente del dueño original, está financiando la investigación. Afortunadamente la mayor parte de los patrocinadores en arqueología está verdaderamente interesado en el pasado y no se preocupan en esconder sus aspectos desagradables o en distorsionarlo de acuerdo con sus propias opiniones. De todas formas, la cuestión de tener un patrocinador y en realidad toda la arqueología de restauración pone de manifiesto que la arqueología inclusive pensando que estudia el pasado, es a fin de cuentas parte del presente. Los arqueólogos modernos deben tratar con el mundo tal como es, y su trabajo, además de investigar, publicar y enseñar, incluye la educación publica. La arqueología puede ser una extraordinaria herramienta para difundir los legados del pasado, las luchas y triunfos de sus antepasados y la propia construcción de la nación. Los sitios reconstruidos o restaurados ayudan a los arqueólogos a demostrar que la arqueología es importante al mismo tiempo que ofrecen una experiencia concreta del pasado a la población moderna. La arqueología histórica, en la medida que estudia los pueblos coloniales, y su descendencia a partir de 1500 d.C., puede tener una significación especial, sin embargo toda la arqueología puede ser empleada en la educación pública. Reconstrucciones o restauraciones con rigor histórico pueden ser inestimables para la comprensión moderna del pasado. La arqueología histórica tiene un papel importante en esta tarea de difusión para amplio público.

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