Tercer Periodo Intermedio de Egipto
Tercer periodo intermedio de Egipto.- Tras la brillante etapa del Imperio Nuevo se produjo, una vez más, un período de debilidad e inestabilidad política, conocido por el nombre de Tercer Período Intermedio, en el que gobiernan numerosas Dinastías.
El Tercer periodo intermedio de Egipto transcurre de c. 1070 a 650 a. C. Hacia el siglo XI a. C., Egipto se vio dividido en dos unidades políticas, una dirigida desde Tanis, en el Bajo Egipto, y otra desde Tebas, en el Alto Egipto. Ambas eran gobernadas por dinastías de origen libio. Si bien eran independientes entre sí, y en muchos casos rivales, los gobernantes tebanos sólo ostentaban el título de Sumo sacerdote de Amón.
Tanis, la capital de la dinastía del norte, estaba próxima a la ciudad de Avaris, la capital de los hicsos y la Pi-Ramsés de los Ramésidas (excavada por arqueólogos austriacos dirigidos por Manfred Bietak). Se considera, generalmente, que este período incluye desde las dinastías libias hasta la caída de la dinastía XXV, originaria de Kush (Nubia), en el siglo VII a. C
Panorama internacional
En estos momentos se asiste a la formación del Imperio Medio Asirio, momento que coincide aproximadamente con la primera colonización griega a Asia Menor. Ya en la época de la III Dinastía tuvo lugar la fundación de Cartago (año 814). Se conocen, ya en el I Milenio, los herederos de Hatti: Frigia y reino maionio y los Principados Neohititas y Arameos. Será éste también el momento de la expansión fenicia por el Mediterráneo.
Dinastías del Tercer Periodo Intermedio
Dinastía XXI (1080-945)
En el Alto Egipto y Nubia se formó en esta época el Estado Divino de Amón. Este dios había reemplazado a Osiris en su papel de juez de los muertos. Aunque la religión seguía siendo panteísta, el culto a los demás dioses continuó para mayor honra y gloria de Amón.
En este período había en Egipto dos reinos: uno en Tebas (Sumos Sacerdotes, Dinastía XXI), al sur y otro en Tanis, en el norte.
a) En Tebas gobernó Herihor (1080-1074), que reinó pocos años, ya que llegó al trono en edad avanzada. Su autoridad de rey-pontífice era reconocida sólo en la Tebaida y él se consideró siempre vasallo, aunque independiente, del soberano de Tanis, de la Dinastía XXII, Smendes I (1069-1043) (Dinastía XXI, 1069-945).
Le sucedió también en Tebas, su hijo Piankhi (1074-1070), que no se atribuyó la titulatura real, con lo que Egipto volvió a estar unido, al menos exteriormente, bajo el poder de Smendes I (1069-1043) que gobernaba en Tanis. Con él se produjeron grandes cambios en esta capital (antes Avaris) y se abandonó el antiguo culto al dios Seth, siendo reemplazado por la triada tebana Amón-Mut-Khonsu.
b) En Tanis, Psusenes I (1039-991) mantenía buenas relaciones con el Sumo Sacerdote de Tebas, pero sin abandonar sus derechos a gobernar Egipto entero.
c) En Tebas gobierna más tarde Pinedjem I (1070-1032), hijo de Piánkhi, que se casó con una hija de Psusennes, rey de Tanis, lo que le aportó auténticos derechos a la corona. Sumo Sacerdote de Amón, alcalde de Tebas, Visir y jefe del Ejército, fue un gran personaje aún antes de acceder al trono. Le sucedió en el gobierno de Tebas su hijo Mahasarte (1054-1046), que murió pronto, produciéndose en esta ciudad grandes disturbios, tal vez buscando los tebanos una independencia efectiva. Le sucedió su hermano Menkeperra (1045-992), también Gran Sacerdote de Amón e hijo de Pinedjem, al que posteriormente suceden sus hijos Smendes II (992-990) y Pinedjem II (990-969). El último de estos Sumos Sacerdotes casi independientes fue Psusenes III (969-945), homónimo del rey de Tanis.
d) En Tanis, se sucedieron en el gobierno Amenofthis o Amenemope III (993-984) y luego Osorcón El viejo (984-978) y Siamon (978-959) y tras ellos reinó Pseusenes II (959-945), último rey de la Dinastía XXI.
Durante el pontificado de Pinedjem II en Tebas comenzó a destacar una familia libia del Heracleópolis, cuyo jefe, Sesonq o Senonquis, sería luego el primer faraón de la Dinastía XXII. produciéndose el cambio de Dinastía sin que tengamos noticia de cómo se realizó.
Dinastía XXII (945-712)
Sesonquis/Sesonq I (945-924) era libio, posiblemente de origen bereber. Estos bereberes, ya rechazados varias veces por Ramsés III, eran esencialmente guerreros, mercenarios de los faraones egipcios anteriores, que les dieron tierras como pago, creando así, en Egipto, colonias que tenían un jefe al frente.
Sheshonq no fue bien recibido en Tebas y parte del clero de esta ciudad emigró a la Alta Nubia, a Napata (posible origen de la Dinastía XXV de reyes etíopes, sacerdotes de Amón).
En el exterior, Palestina era en estos momentos poderoso, gracias al rey David, cuyo hijo, Salomón, se casó con una princesa egipcia. En esta época, Jeroboam emigró a Egipto, huyendo de Salomón, y a la muerte de este rey, fundó el reino de Israel con las tribus israelitas mientras que Roboam, con las de Judá y Benjamín, fundó el reino de Judá (hacia 935 a. C.). Cinco años más tarde, Sheshonq tomó Jerusalén y Egipto vivió casi dos siglos del gran botín que trajo de Palestina. Continuó en buenas relaciones con Fenicia y el prestigio de Egipto en Asia se mantuvo.
En cuanto a su política interior, este rey reinició las obras arquitectónicas y rehizo los templos.
Los sucesores de Sheshonq I, Osorcón I, Sesonquis II, Tacelotis I. etc. son muy mal conocidos. Vivieron esencialmente en el Delta. En Bubastis y Tanis se encuentran los monumentos que les citan. En esta época, los sacerdotes de Tebas volvieron a hacerse fuertes, usurpando la titulatura real, de lo que se deduce que la autoridad de Sheshonq I no debió ser muy fuerte.
La población estaba dividida en clases profesionales: Estas eran de sacerdotes, artesanos, pastores, monteros, labradores y guerreros. Según Diodoro, era absolutamente imposible pasar de una clase a otra. La clase militar tenía totalmente prohibido ejercer cualquier otra profesión. Se dividían en:
a) Calasirios: Unos 250.000 hombres que se encontraban principalmente en los nomos del Centro y este del Delta.
b) Hermotibios: Unos 160.000 hombres que se encontraban principalmente en el oeste del Delta.
Dinastía XXIII (817-730)
Al final de esta Dinastía XXII hubo un desmembramiento feudal y la Dinastía XXIII (817-730) es paralela a la XXII, dejando algunas huellas, sobre todo, en el Alto Egipto, en Karnak. En esta época se inaugura la serie de Esposos divinas de Amón, princesas de la casa real, nombradas Esposas de Amón por los faraones para controlar las riquezas del dios. La primera fue Sepenupel, hija de Osorkón III. Ellas serán las dueñas de Tebas durante más de dos siglos. El último rey de esta dinastía fue Osorkón IV, destronado por Tefnakht, primer rey de la Dinastía XXIV, de Sais.
Transformaciones económicas y políticas
Todo el Cercano Oriente pasaba por un período de decadencia. Algunas ciudades se fueron abandonando para dedicarse su población al pastoreo, otros grupos se dedicaban al saqueo de ciudades extranjeras. Estos movimientos se pueden explicar por los cambios climáticos, que afectaron al rendimiento agrícola, base del sistema de la mayoría de las civilizaciones de la región, incluida la egipcia. Dada la poca documentación que nos ha llegado, este período se conoce como Edad Oscura, a su vez marca el final de la Edad de Bronce y el inicio de la Edad de Hierro, en alusión a la generalización de dichos metales.
Relaciones internacionales
En los primeros años del período, el poder egipcio en el extranjero se limitó a la Baja Nubia, controlada por Tebas. El control de Siria, Fenicia y Canaán se perdió completamente. Allí las ciudades fenicias, en primer lugar Tiro, desplegaban su influencia comercial por todo el Mediterráneo; y, más al sur, el reino de Israel, durante los reinados de David y Salomón (siglos XI y X a. C.), comerciaba activamente con el sur de Arabia y por el Mediterráneo, en detrimento de la expansión comercial del Bajo Egipto. Esta situación cambió tras la muerte de Salomón, cuando las ciudades del norte de Israel se rebelaron contra la capital, Jerusalén, probablemente instigadas por Egipto, conformándose dos reinos: el reino de Judá, al sur y con capital en Jerusalén, y el de Israel, al norte.
Según consta en los libros bíblicos de los Reyes (1Reyes 14, 25.) y de las Crónicas (2Cronicas 12.), y en sus propias inscripciones, Sheshonq I (Sisac en la Biblia), el primer soberano de la dinastía XXII, libia de Tanis, saqueó varias ciudades de ambos reinos (Israel y Judá) y recibió tributo de Jerusalén. Las campañas de Sheshonq lograron la caída de la hegemonía comercial que había tenido Israel en la época de David y Salomón. A su vez sirvieron de fuente de ingresos para la realización de obras públicas en los años siguientes, interrumpidas por la flaqueza del tesoro de la monarquía de Tanis. Sheshonq logró cerrar un tratado comercial con la ciudad fenicia de Biblos (antigua socia comercial de Egipto durante el Imperio Medio), que devolvió la prosperidad a las ciudades egipcias del delta, reactivando el intercambio, más aún mermada la competencia de Israel.
Nuevas divisiones dinásticas y territoriales
A su vez, el equilibrio entre el norte y el sur se rompió durante el reinado de Sheshonq I, que impuso a su hijo en el cargo de sumo sacerdote de Amón, en Tebas, sentando un precedente que repetirían sus sucesores. Para esta época Tebas había perdido su hegemonía sobre Nubia. Al principio, el control tanita del sumo sacerdocio de Tebas logró una relativa unificación, pero durante el siglo IX a. C., los altoegipcios se rebelaron contra la imposición del Sumo Sacerdote tebano por parte del faraón de Tanis. La monarquía tanita, antes que repeler la rebelión, tuvo que hacer frente a problemas internos del Bajo Egipto: en la ciudad de Leontópolis, centro de una isla situada en el delta del Nilo inmediatamente al Oeste de Tanis, se formó en el año 818 a. C. un poder rival, la dinastía XXIII, también de origen libio, que disputaba con la dinastía XXII(Tanis) la soberanía sobre regiones de tal reputación y envergadura como la de la ciudad de Menfis, capital durante el Imperio Antiguo.
La presencia de dos monarquías en disputa tan cercanas entre sí posibilitó la formación en los años siguientes de otros centros de poder. La ciudad de Heracleópolis(poderosa durante en primer Periodo Intermedio) era fuerte en la región del nacimiento del delta y del lago El-Fayum. Hermópolis Magna controlaba el Egipto Medio y tenía poder sobre algunos oasis libios. La dinastía XXII de Tanis logró imponerse a la XXIII de Lentópolis, pero hacia el 725 a. C. se creó en Sais, en la isla más occidental del delta, la dinastía XIV.
Expansión de Kush (Nubia)
La Edad Oscura también sobrevino sobre Nubia, de la que se conoce poco y nada alrededor de los siglos X y IX a. C. Su expansión se atestigua hacia 780 a. C., apareciendo soberanos fuertes en la ciudad de Napata. Este nuevo reino de Kush (o Nubia) poseía marcada influencia egipcia, cimentada por siglos de dominación y colonización. El primer rey de Kush con intereses imperialistas en Egipto fue Piye (o Pianjy) 747-716 a. C. En primer lugar instaló en Tebas a una princesa de su familia real como Divina Adoratriz de Amón, un alto cargo del templo. El título, anteriormente ostentado por princesas de la realeza libia, era hereditario por adopción, así que el cargo de Divina Adoratriz quedaba en la familia real kushita o, en todo caso, bajo su influencia. Entonces Piye siguió adelante, sometiendo uno a uno a todos los pequeños reyes egipcios, llegando hasta Menfis inclusive.
Reformas de la dinastía XXV (kushita)
El rey nubio Piye, que conquistó casi todo Egipto, murió hacia 716 a. C., y fue sucedido por su hermano Shabako. Este redujo el Bajo Egipto (uno de los últimos pequeños reyes en caer fue Bekenrenef de Sais) e instaló su capital en Menfis. La dinastía de Piye y Shabako gobernó a la vez Egipto y Kush o Nubia, por lo que se conoce a la dinastía como kusita o XXV egipcia. La soberanía nubia sobre Egipto se perduró por alrededor de un siglo. En la propaganda oficial, los faraones kushitas se presentaban como enviados del dios Amón para restablecer el estado egipcio; de hecho, Napata, la capital de Kush/Nubia, era sede de un antiguo templo –protegido por los faraones de las dinastías XVIII y XIX o Ramésida– del dios egipcio Amón. Los reyes kushitas se establecieron en Menfis, lo que significa por un lado el acercamiento a las tradiciones egipcias (Menfis era la «capital antigua» por excelencia), y por otro el progresivo traslado de los centros políticos hacia el delta.
La monarquía egipcio-kushita mostró progresivo interés –comercial, político y militar– por la región de Palestina y Siria, chocando con los intereses asirios.
Invasión asiria de Egipto
Una vez estabilizadas las conquistas asirias en los estados arameos de Siria, el imperio asirio pasaba a limitar directamente con el área de influencia egipcia, Palestina. En la década de 740-730 a. C. los reinos de Israel y Judá eran vasallos del asirio Tiglath-Pileser III.
Salmanasar V (727-722 a. C.), el hijo de Tiglath-Pileser, anexionó el reino de Israel, saqueó su capital, Samaria, y deportó a su población. Sargón II (721-705 a. C.) anexionó Gaza (Filistea), en la misma frontera con Egipto, que se había rebelado con el apoyo de Piye (el primer faraón nubio).
El hijo de Sargón, Senaquerib (704-681 a. C.), también realizó campañas en Filistea, que era el principal paso entre Egipto y el interior de Asia, donde entabló una batalla contra los egipcios y sus aliados locales. La batalla no fue decisiva pero mantuvo a los egipcios al margen. Senaquerib tomó Laquís, atacó el reino de Judá (que había roto los lazos de vasallaje con Asiria) y puso sitio a Jerusalén, pero tuvo que retirarse. Las campañas de Senaquerib en Palestina se datan en el año 701 a. C., cuando reinaba Shabitqo en Egipto; y en el bíblico libro de los Reyes se encuentran muchas referencias al apoyo egipcio de las rebeliones contra Asiria.
Las campañas de los soberanos asirios para extender y e impedir que se pierda su influencia en Palestina no eran, ni mucho menos, la única ocupación de los soberanos asirios en el plano militar. Paralelamente enfrentaban a coaliciones de los jefes caldeos de la región de Babilonia y el reino de Elam, que por el sur hacían peligrar la seguridad de la propia Asiria; y al norte al reino de Urartu (Armenia) y las invasiones de pueblos nómadas.
El sucesor de Senaquerib fue su hijo Esarhadon (680-669 a. C.), y este se concentró en la invasión de Egipto. Envió un ejército comandado por él mismo y tomó Menfis, la capital, luego de conquistar ciudades fronterizas y de ganar algunas batallas. El faraón Taharqo huyó a Tebas, abandonado a su familia y a la corte. El asirio logró el control del Bajo Egipto, impuso gobernadores locales y regresó a Asiria. Esarhadon murió cuando se dirigía a reprimir una rebelión apoyada por Taharqo, y Asurbanipal, el nuevo rey de Asiria, envió sus ejércitos a Egipto, reconquistando Menfis, y siguiendo curso hacia el sur, conquistando casi todo el país. Inmediatamente después, estallaron nuevas revoluciones, en este caso de una coalición de los gobernadores locales impuestos por los asirios en el Delta: la conspiración fue sofocada.
Tenutamón, el nuevo rey de Kush, reconquistó el Alto Egipto, se estableció en Tebas y atacó a los asirios de Menfis. Entonces el mismo Asurbanipal derrotó a Tenutamón y saqueó Tebas.