Romances Es un tipo de poema característico de la tradición literaria española, ibérica e hispanoamericana compuesto usando la combinación métrica homónima. No debe confundirse con el subgénero narrativo de igual denominación. El romance es un poema característico de la tradición oral, y se populariza en el siglo XV, en que se recogen por primera vez por escrito en colecciones denominadas romanceros. Los romances son generalmente poemas narrativos de una gran variedad temática, según el gusto popular del momento y de cada lugar. Se interpretan declamando, cantando o intercalando canto y declamación.
Orígenes
Existen dos teorías sobre el origen de los romances: la «teoría tradicionalista», formulada por Gastón Paris, y la «teoría individualista», sostenida por Joseph Bédier. Intentando conciliar ambas, Ramón Menéndez Pidal creó otra que fue llamada «Neotradicionalismo»
.Teoría tradicionalista
Nos explica que los romances pueden tener su origen en la fragmentación de los cantares de gesta. Los juglares iban cantando estas composiciones de tema guerrero de pueblo en pueblo de forma fragmentaria en las plazas públicas, por lo cual el público las memorizaba con facilidad. Como además el público se hacía repetir la parte que más gustaba o que más impresionaba, estos textos se fijaban en la memoria y después se cantaban como cortos poemas autónomos. Así se formaron los romances de tema épico tradicional, que tomaron vida propia e independiente y han perdurado en la tradición oral hasta la actualidad, contaminándose a veces con otros o produciendo numerosas variantes, sobre todo al final de las historias, cuando quien refiere el poema se siente más seguro de la historia como para poderla modificar. La métrica también se explica a partir de la epopeya medieval conocida como cantar de gesta, ya que sus versos típicos (alejandrinos o de catorce sílabas) pasaron a ser de dieciséis divididos en dos mitades o hemistiquios de ocho sílabas, separados por una pausa fuerte o cesura que impedía la sinalefa, de forma que se partieron o dividieron en versos octosílabos con una rima que continuó siendo asonante en los versos pares, quedando libres los impares. Este romancero tradicional o Romancero viejo, por otra parte, carecía de agrupaciones estróficas de versos, ya que los cantares de gesta acumulaban sus versos en largas tiradas cada una con una rima asonante distinta con tendencia a la esticomitia, y no en cuartetas asonantes en los pares y libres en los impares como luego preferirá el llamado Romancero nuevo
Teoría individualista
Otros investigadores, por ejemplo Darío Palacios, han rechazado esta hipótesis. Los individualistas creían que el origen de la épica era el «Mester de Clerecía» (u «oficio de los clérigos»); estos eran los hombres poseedores de la cultura, no necesariamente eclesiásticos, y por tanto podían conocer los hechos históricos y redactarlos más tarde; los individualistas creen que los romances son producto de autores concretos clérigos, que empezaron a escribir poemas épicos, y no una colectividad; ligados a un monasterio, escribían poemas de propaganda eclesiástica, para lo cual no dudaban en usar a los juglares como medio de difusión de la cultura (y propaganda de sus monasterios, cultos sepulcrales de héroes allí enterrados y reliquias de santos). Según la teoría de la cantinela, los romances surgieron antes que los cantares de gesta y estos últimos habrían surgido de la unión o refundición, realizada por un autor individual, de varias cantilenas más cortas. Esta tesis ha sido últimamente revitalizada por los trabajos de Colin Smith.
Teoría actual:
Neotradicionalismo El Neotradicionalismo es una teoría para la cual los romances habrían surgido de la fragmentación de las grandes epopeyas medievales ( el Cantar o Poema de Mio Cid y El cerco de Zamora). En este proceso, los cantares de gesta, cantados por los juglares, circulaban no sólo en las cortes aristocráticas sino también en las plazas plebeyas, donde el pueblo escuchaba los episodios más importantes y repetidos cuando pasaba por allí; se les grababa en la mente y a su vez los repetían y cantaban entre sí. De esa manera se fueron transmitiendo oralmente de padres a hijos los fragmentos que tenían mayor interés e incluso algunos se mezclaron con otros y experimentaron una elaboración formal que consistía en numerosas variantes, muchas de ellas localizadas sobre todo al final. Al mismo tiempo, había juglares cuyo propósito y alcance eran más humildes y que se dedicaban a cantar en público y por separado sólo los pasajes épicos que encerraban una acción o suceso completo .
Características
Un romance consta de grupos de versos de ocho sílabas (octosílabos) en los que los pares riman en asonante. Los más antiguos pueden añadir para completar la rima la llamada -e paragógica y asimismo no poseen división estrófica; los más modernos agrupan los versos de cuatro en cuatro y no suelen recurrir a este artificio. Todos los romances viejos son anónimos y son influidos en gran manera por la religión, la guerra y el amor. Se diferencian de las baladas europeas en preferir el realismo a lo fantástico y en poseer un carácter dramático más marcado. Su estilo se caracteriza por ciertas repeticiones de sintagmas en función rítmica (Río verde, río verde), por un uso algo libre de los tiempos verbales, por la abundancia de variantes (los textos varían y se contaminan entre sí, se «modernizan» o terminan de distinto modo a causa de su transmisión oral) y por el frecuente corte brusco al final, que en las mejores ocasiones aporta un gran misterio al poema. Su estructura es variada: algunos cuentan una historia desde el principio hasta el final; otros son sólo la escena más dramática de una historia que consta de varios romances. Entre estos ciclos de romances destacan los consagrados a las historias del Cid y de Bernardo del Carpio. Los temas son históricos, legendarios, novelescos, líricos… Algunos servían para publicitar las hazañas de la reconquista de Granada: son los llamados romances noticieros. La vitalidad del Romancero español fue enorme; no sólo perdura en la tradición popular transmitiéndose oralmente hasta la actualidad, sino que inspiró muchas comedias del teatro clásico español del Siglo de Oro y, a través de este, del europeo (por ejemplo, Las mocedades del Cid de Guillén de Castro inspiró Le Cid, de Pierre Corneille). La misma existencia del Romancero nuevo es prueba de ello.
Difusión
Los inicios de su difusión impresa tienen lugar a partir de 1510, fundamentalmente a través de los llamados pliegos sueltos. Difundidos a través de las ferias, algunos coleccionistas de estos pliegos impresos, elaborados en cortas tiradas ya que se realizaban para agotar las sobras de papel de ediciones mayores en las imprentas, por lo que frecuentemente el texto se cortaba al final por falta de espacio, juntaron sus ejemplares en códices facticios llamados cancioneros de romances. Habrá que esperar la publicación, en Amberes, hacia 1547-1548, del Cancionero de romances de Martín Nucio para disponer finalmente de una verdadera antología del romancero viejo español. La recopilación presenta 156 romances. El Cancionero de romances fue reeditado, sin modificaciones, en Medina del Campo en 1550, y el mismo año en Amberes, por Nucio, que le agregó 32 piezas nuevas. La edición de 1550 sirve de modelo a las tres reimpresiones [1555, 1568, 1581]. Sólo a partir de 1547-1548 los romanceros son objeto de ediciones separadas y específicas; son las Silvas de varios romances, con una «Primera parte» (Zaragoza, 1550, 1552), otra «Segunda parte» (Zaragoza, 1550, 1552) y hasta una «Tercera parte» (Zaragoza, 1551, 1552); en total, unas quince ediciones de romanceros entre 1548 y 1568, si se tienen en cuenta las tres reediciones del Cancionero de romances y las cuatro ediciones sucesivas de los Romances nuevamente sacados de historias antiguas. Con la Flor de romances recopilada en 1589 por Pedro de Moncayo se inicia la publicación de las antologías de romances nuevos que constituirán el Romancero General de 1600.Colecciones
Los romances han llegado a nosotros a través de varios caminos:
El romancero viejo
El Romancero español es un grupo de cortos poemas de origen medieval desgajados de los cantares de gesta o poemas épicos castellanos a partir del siglo XIV y transmitidos de forma oral hasta el XIX, en que, merced al interés que el Romanticismo sintió por la literatura medieval, Agustín Durán empezó a recogerlos en sus famosas Colecciones de romances antiguos o Romanceros, Valladolid, 1821, ampliado luego con el título más célebre de Romancero General. Ya en el siglo XX, Ramón Menéndez Pidal y su escuela emprendieron su compilación exhaustiva y empezaron a ordenarlos y estudiarlos. Muchos romances provienen especialmente del XV y se conservan gracias a coleccionistas contemporáneos de estas composiciones, que compraban en las ferias en forma de pliegos sueltos y que elaboraban con ellos los llamados cancioneros de romances. Este es el llamado Romancero viejo.
El romancero nuevo
Pero desde el siglo XVI incluido y hasta la actualidad ciertos autores (Félix Lope de Vega, Luis de Góngora, Francisco de Quevedo, Sor Juana Inés de la Cruz, Ángel de Saavedra, Miguel de Unamuno, Juan Ramón Jiménez, Federico García Lorca, Gerardo Diego) empezaron a imitarlos, enamorados de su particular idiosincrasia, formando un nuevo corpus de poemas al que se llamó Romancero nuevo. Estos romances poseen autor conocido, se transmiten no de forma oral, sino impresa, están divididos en estrofas (cuartetas de versos asonantados) e imitan los géneros y el estilo del Romancero Viejo, aunque por otra parte amplian los temas y modifican las formas, adaptándolos a veces a la letrilla y añadiendo estribillos.
Tipos de romances
Existen diferentes clasificaciones de los romances atendiendo a distintos criterios.
Por su cronología Romancero
Viejo: el que proviene de la descomposición de antiguos cantares de gesta castellanos, de autor anónimo, no dividido en cuartetas y que se origina fundamentalmente en los siglos XIV y XV y transmitido de forma oral de padres a hijos.
Romancero Nuevo: el creado a imitación del Romancero Viejo por autores conscientes, transmitido por vía escrita en colecciones de romances o Cancioneros de romances de pliegos de cordel y dividido en pequeñas estrofas o cuartetas de cuatro versos, que abarca toda la producción de romances entre los siglos XVI y XXI. Compusieron estos romances Cervantes, Lope de Vega, Quevedo, Luis de Góngora, Meléndez, el Duque de Rivas, Miguel de Unamuno, Antonio Machado, Juan Ramón Jiménez, la Generación del 27 (Federico García Lorca y otros) etcétera….
Por su estructura interna
Los romances poseen una trama narrativa en la que se distinguen un marco, una situación inicial, una complicación y una resolución.
Recursos internos o textuales
Recursos extra textuales
Música
Las tonadas de los romances son de carácter popular y de corta extensión. Por lo general, se repiten cada cuatro versos a modo de cantilena. Desde el punto de vista formal, estas tonadas suelen componerse de dos frases melódicas, la primera de cadencia suspensiva y la segunda conclusiva. Existen romances cuyo fraseo melódico es más largo y elaborado que el citado, aunque en estos casos se recurre a la repetición de uno o varios versos para lograr el perfecto encaje de la letra y la música.
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