Periodo Arcaico de Egipto.- El Periodo Arcaico de Egipto, o Época Tinita o Periodo Dinástico Temprano (c. 3100-2686 a. C.), es el comienzo de la historia dinástica del Antiguo Egipto. Según Manetón, la capital del Imperio durante este tiempo fue Tinis, o Tis. En esta época gobernaron solo dos linajes de reyes, denominados primera y segunda dinastía; los primeros faraones se consideran los unificadores de Egipto.El Periodo Arcaico o Tinita de Egipto abarca desde las Dinastias I a la Dinastia II. La Dinastia I abarcó desde los años 3050 a.C. hasta 2860 a.C. en el cual el personaje más importante fue Narmer.
Dinastías del Periodo Arcaico o Tinita
La Dinastía I (Nagada III C1, 2, 3) (3050-2860 a. C.)
Narmer es uno de los nombres reales más extendidos del Dinástico Arcaico (incluso en Palestina se han encontrado ejemplos). Ha sido considerado como el fundador de la I Dinastía y originó la figura legendaria de Menes.
Está asociado con los comienzos de la fase Nagada IIIc (Dinastía I). Parece que él solucionó el problema de los rivales de Hierakómpolis, aunque la forma en que lo hizo son especulaciones. Por el momento, no hay noticias de victorias militares de Abidos sobre Hierakómpolis, (Nekhen) con lo cual se podría decir que el problema se solucionó de forma pacífica, reconociendo la autoridad de Nekhen con concesiones del rey a las familias locales de gran alcance. Este aspecto de la unificación de Egipto, como otros muchos, sigue investigándose, e irá aclarándose progresivamente con las siguientes Dinastías.
Los ocho faraones de la I Dinastía reinaron en una época de prosperidad. Los reyes de esta Dinastía comienzan a llevar lo que se denomina titulatura o protocolo real tradicional, conferida al faraón en la ceremonia de coronación, que comportaba a partir del Reino Antiguo cinco títulos fijos, que introducían, bien por un solo nombre o una corta frase, variantes para cada faraón. Al menos tres de estos títulos rituales eran utilizados por los faraones de la I Dinastía.
Títulos en la I Dinastía
Nombre de Horus del faraón, inscrito sobre un rectángulo o serekh, imagen del palacio real, con un halcón encima, símbolo del poder real. Se traduce por el Horus X…. Este título lo llevaron los ocho faraones de la I Dinastía.
Este segundo título está formado por la frase n(y)swt-bity que se traduce por el que pertenece al junco (swt) y a la abeja (bity), siendo el junco (o la caña) el símbolo del Alto Egipto y la abeja del Bajo Egipto”’, de donde la traducción habitual del título como el rey del Alto y Bajo Egipto. En las inscripciones originales de la I Dinastía este título se emplea solo, de forma absoluta. En época clásica, el título nesutbity precedía al nombre principal del faraón o nombre de nacimiento, que se encerraba en un cartucho, que nunca se encerraba en las dos primeras dinastías.
El tercer título del protocolo era el de las Dos Señoras o Nebty, en razón de la lectura probable de los grupos de signos que reunían para escribirlo: el buitre, que representaba a la diosa Nekhbet de el-Kab y la cobra, divinidad tutelar de Dep (Buto), ambos sobre el signo de la cesta neb, que significa señora. Como ambas ciudades estaban, una en el norte y otra en el sur, este título se relaciona, como el de Nesutbity, con los reinos del norte y del sur.
Los faraones:
Al primer faraón, Narmer, la tradición manetoniana le atribuye de treinta a sesenta años y el haber desaparecido llevado por un hipopótamo, la fundación de Menfis y su templo, el primero, del dios Path. Parece que fundó Cocodrilópolis, la antigua Shedet egipcia.
Su sucesor fue Aha, el combatiente, conocido por numerosos documentos procedentes de Abidos, Saqqara y otros lugares, que le atribuyen campañas contra Nubia y Libia y relaciones con Biblos y el Líbano. De su época se conoce un sacrificio humano ante el palacio real. Su mujer fue la reina Neithotep. a la que se atribuye una gran tumba en Nagada y la regencia de su hijo, Teti. Éste fue un faraón efímero, que sólo duró un año y cuarenta y cinco días, aunque a veces aparece Kenkénes, el Horus Djer de Manetón, Iti en la Piedra de Palermo, cuyo nombre aparece encerrado en un cartucho. De este faraón se conservan dos grandes tumbas, una en Abidos y otra en Saqqara. En la de Abidos se encuentran alrededor 338 tumbas subsidiarias que se supone ocupadas por miembros de la corte sacrificados para acompañar al rey eternamente, principalmente mujeres.
Una tablilla de marfil con el nombre de Djer/ Dyer descubierta en Abidos hace alusión a la salida helíaca de Sothis, lo que mostraría que en esta época los egipcios asociaban la estrella con la inundación y el comienzo del calendario solar, adoptado en época de la II Dinastía, unos siglos más tarde.
El rey siguiente. Vadyi, es conocido como Rey-Serpiente. Reinó unos diez años y durante su gobierno una expedición penetró en el desierto oriental. Contemporánea suya es la reina Merneith, atestiguada en numerosos documentos escritos pero cuya posición en la I Dinastía o incluso en la II Dinastía es incierta. No figura ni en las Listas Reales ni en Manetón. Al lado de la forma masculina del nombre Merneith se encuentra también la forma femenina: Mer(y)tneith, por lo que se la considera una reina. Sería la madre de Den, ejerciendo la regencia en su nombre al principio de su reinado, su tumba de Abidos estaba rodeada de 77 sepulturas subsidiarias, lo que testimonia su gran importancia y que tal vez reinó como única monarca egipcia, siendo la primera reina-rey de este país, antecedente de otras muchas.
En tiempos de Den se suponen escritos al menos dos capítulos del Libro de los Muertos. Le sucedió Miebis o Adjib y a éste Semerkhet. El octavo sería el Horus Ka o Kaa, con el que, según Manetón, acababa la dinastía I, sin que se sepan las razones de la llegada al poder de la II Dinastía, de origen tinita, como la I. que comprendía nueve reyes.
Dinastía II
Los nombres y el número de orden de estos faraones es incierto, ya que las fuentes, los cilindros-sello, las tablillas de marfil, la Piedra de Palermo, las Listas Reales y el Papiro de Turín no coinciden y se contradicen a partir del séptimo faraón, y sólo son seguros los nombres y el orden de sucesión de los cuatro primeros, que se calcula reinaron entre 2930-2890 a. C.
Los faraones:
El primero fue Hotepsekhemuy/ Hotepsejemuy. Le sucedió Nebré o Raneb el Kalau de las Listas Reales del Reino Nuevo. Su nombre es el primer nombre real compuesto con el del dios Sol de Heliópolis.
El tercer faraón, Nineter, es conocido gracias a la Piedra de Palermo, le sucedió Uneg y después de él las noticias son confusas, con faraones como Sekhemib o Peribsen. El Serekb de este último está bajo un animal sethiano, en lugar del Horus tradicional, lo que se interpreta como un cambio político que obligaría al rey a dejar Menfis y refugiarse en el sur, donde cambiaría su nombre de Horus por el de Seth-Peribsen. Su sucesor fue Khasekhem o Jasejem, del que se constatan actividades guerreras y se le representa matando prisioneros del norte. Su sucesor, Khasekhemuy/Jasejemuy, cuyo nombre significa Los dos poderes (de Horus y Seth) sugiere la reconciliación de ambos dioses y sus partidarios. Con él terminó este Período Tinita.
Características de la época Tinita
Al margen de teorías más o menos contrastadas, y como sucede con las divisiones establecidas por los historiadores, antiguos o modernos, recuerda Vercoutter que la ruptura entre la época arcaica y el Imperio Antiguo es artificial y salvo el lugar de residencia de los soberanos, la III Dinastía sucedió sin ruptura a la II y el nuevo faraón que comenzó esta III Dinastía era nieto de Jasejemuy.
La monarquía
A fines de la II Dinastía estaban fijadas las características de la monarquía faraónica. Los ritos de coronación real y su renovación (fiesta Sed) estaban fijados y se desarrollaron de la misma forma hasta la época ptolemaica, entre ellos la herencia de padres a hijos, la titulatura real y el papel importante de las reinas.
En los inicios de este período se empieza a vislumbrar el sistema de organización estatal que sería casi constante en toda la historia del Antiguo Egipto. En esta época parece ser que la capital se trasladó de Nejen (en griego Hieracómpolis), capital antigua del Alto Egipto, a Menfis, situada cerca de donde el Nilo se abre en varios brazos formando el delta del río. La monarquía poseía un destacado carácter militar, el rey en persona o sus delegados mantenían a la raya a los nómadas (en general libios de la frontera occidental), a su vez aseguraban, en el Sur y el Este, el control de las minas (de oro y piedras preciosas). Egipto avanzó hacia la Primera Catarata, absorbiendo las ciudades de Elefantina y Siena (actual Asuán), puntos estratégicos para la expansión hacia Nubia, de poco desarrollo agrario pero con importantes centros mineros y comerciales . Del segundo faraón Aha se tiene constancia de expediciones a Nubia. En cuanto a los nómadas, se sabe que Aha recibió tributo de los libios, y que su sucesor Dyer realizó expediciones hasta el mar Rojo. Estas expediciones estaban generalmente vinculadas con la posesión de la explotación de las minas de la región. También constan campañas en época de Den al Sinaí para el control de las minas y contra los libios.
El estado dirigía una política cultural hacia la asimilación mutua entre el Alto Egipto, de donde provenía la monarquía y el Bajo Egipto. Esto se realizaba mediante:
La adopción por parte del faraón de simbolismos del Norte y del Sur, como la corona Roja del Bajo Egipto y la Blanca del Alto Egipto.
Celebraciones simbólicas de la unificación, atestiguadas en el reinado de Aha.
Alianzas matrimoniales: Dos reinas, Neithotep (de Aha) y Merytneit (de Dyer y regente de su hijo Dyet), poseen en su nombre el de la diosa guerrera Neit, oriunda del la ciudad de Sais, en el Bajo Egipto; tal vez se trataba de matrimonios mixtos entre el rey y miembros de la nobleza de Sais. Esto también es prueba del peso político y religioso de la ciudad de Sais. Los matrimonios mixtos también se realizaban entre la nobleza.
Construcción de templos en el Bajo Egipto.
Asimilación de estilos arquitectónicos del Norte y del Sur, especialmente en las tumbas reales. Estas se situaban tanto en Abidos (Alto Egipto) como en Saqqara (Bajo Egipto).
Economía y sociedad
La economía egipcia está íntimamente vinculada con el aparato político. Los faraones promovían obras de canalización para riego, aumentando el rendimiento agrícola, posibilitado por un estado fuerte y unificado, aunque pronto se vería envuelto en guerras civiles, que serán detalladas más tarde. Según algunos autores, en un primer momento los nomarcas eran funcionarios que organizaban construcción de canales, aunque tienen apariencia de ser jefes locales más que funcionarios; en cualquier caso pronto se transformarían en gobernadores de las provincias o nomos. Las fuentes griegas posteriores recogen tradiciones que afirman la construcción de Menfis, la capital, por el primer faraón (llamado por ellos Menes); aunque el dato sea poco fiable, la arqueología atestigua la construcción de Menfis por esta época (c. 2900 a. C.), y por lo tanto el desarrollo urbano, lo que concuerda con el desarrollo agrario, que provoca mayor acceso a productos alimenticios y crecimiento de la población. Además, Saqqara, cerca de Menfis, era uno de los principales centros de enterramiento real. El comercio era cada vez más amplio, teniendo dos principales corrientes: Nilo arriba (Nubia) y hacia el llamado Levante (franja costera más oriental del Mediterráneo, que incluye los actuales Israel, Jordania, Líbano, Siria y los Territorios Palestinos). El comercio con Nubia era predominantemente terrestre, ya que las sucesivas cataratas impiden la navegación mucho más allá de Elefantina, en la frontera con Nubia. El Levante era su principal fuente de madera. Del final del período arcaico se hallaron restos de cerámica que muestran barcos con remos. De esto se podría deducir que en esta época se produjo una revolución tecnológica, y también el aumento del comercio, tanto porque los barcos servían para el transporte de mercancías, como porque la madera provenía del Levante (especialmente del actual Líbano). En cuanto a Nubia y el frente Sur y Este, la expansión militar aseguraba la explotación minera de la piedra y el oro.
Recipientes para almacenar vino, de época tinita. Abidos.
El comercio internacional servía para satisfacer demandas de primera necesidad de madera, piedra y metales para producción de bronce, así como de artículos de lujo, incluidos metales y piedras preciosas. Además, por motivos sociales, como el culto funerario y la ostentación y políticos, como la demostración de poder, había gran demanda local para la construcción de objetos funerarios, estatuas reales y todo tipo de monumentos, que era satisfecha mediante la presencia militar en áreas productivas.
En cuanto a la satisfacción de las necesidades básicas de la población, la producción alimenticia llegaba en forma de impuestos al aparato político, almacenándose en los llamados silos reales, y posteriormente era distribuido entre la población no rural. En este sector se comenzaban a constituir los artesanos, dedicados en modo particular al trabajo de madera y metal. El resto de la población la constituía el sector dedicado al comercio – fluvial e internacional – y la que formaba parte del aparato político -ejército, burocracia, familia real -.
Los dioses
En esta época está atestiguada la existencia de la mayor parte de las divinidades del Panteón egipcio clásico, bien con formas animales o representados por sus símbolos y también con forma antropoforma:
Dioses del Periodo Tinita o Arcaico
Anubis (chacal)
Apis (toro)
Hathor (vaca)
Horus (halcón)
Isis
Khnoum
Maát
Min
Neith
Nekhbet (buitre)
Osiris
Path
Ra (el Sol)
Sobek (cocodrilo)
Sekhmet (leona)
Seshat
Seth (animal setiano y serpiente)
Sokaris
Thot (ibis)
Tueris (hipopótamo)
Wadjet (cobra)
La escritura
La aparición de la escritura jeroglífica como la conocemos es uno de los logros que se atribuyen a las dos primeras Dinastías. Aunque se ha buscado un origen mesopotámico, está claro que desde época Amratiense, hacia 3800 a. C., se conocen signos de escritura en vasos y verdaderos jeroglíficos se constatan desde fines de esta época Amratiense, hacia 3500 a. C., como el signo de la corona roja que se conoce por un vaso rojo de borde negro encontrado en Nagada, desarrollándose progresivamente durante todo el Geerzense (Nagada II). A fines de la Dinastía 0 se conocían más de 30 signos, atestiguados en los monumentos y se conocen papiros ya durante el reinado de Den.
Las tres escrituras egipcias fueron:
Jeroglífica,
Hierática
Demótica.
Los ritos funerarios
En la cerámica encontrada en las tumbas amratienses y geerzense se aprecia una decoración que se interpreta como destinada a asegurar al difunto la vida en el Más Allá y a la protección de las divinidades representadas por sus símbolos, mientras que la escritura mantiene, mágicamente, el nombre de la persona y su permanencia eterna.
Principales ciudades
Se admite la teoría tradicional de que Menfis fue fundada alrededor del 3100 a. C, por el primer rey de la I Dinastía, que unificó Egipto, tras haber conquistado por la fuerza el norte, constituyendo un reino homogéneo bajo la autoridad de la ciudad del Buto (actual Tell-el-Faraín), en el extremo noroccidental del Delta, extremos probados, aunque la conquista violenta no parece probada a nivel arqueológico hasta el momento. Recientes excavaciones arqueológicas matizan esta interpretación simplista basada sólo en fuentes Parciales, destacándose la importancia de aglomeraciones como Hieracómpolis (Nekhen) y Nagada (Ombos).