Paisaje. El concepto de paisaje (extensión de terreno que se ve desde un lugar o sitio) se utiliza de manera diferente por varios campos de estudio, aunque todos los usos del término llevan implícita la existencia de un sujeto observador (el que visualiza) y de un objeto observado (el terreno), del que se destacan fundamentalmente sus cualidades visuales, espaciales y la hermosura de sus medios.
El paisaje, desde el punto de vista geográfico, es el objeto de estudio primordial y el documento geográfico básico a partir del cual se hace la geografía. En general, se entiende por paisaje cualquier área de la superficie terrestre producto de la interacción de los diferentes factores presentes en ella y que tienen un reflejo visual en el espacio. El paisaje geográfico es por tanto el aspecto que adquiere el espacio geográfico. El paisaje, desde el punto de vista artístico, sobre todo pictórico, es la representación gráfica de un terreno extenso. Con el mismo significado se utiliza el término país (no debe confundirse con el concepto político de país). El paisaje también puede ser el objeto material a crear o modificar por el arte mismo.
El paisaje es la extensión de terreno que puede apreciarse desde un sitio. Puede decirse que es todo aquello que ingresa en el campo visual desde un determinado lugar. Por ejemplo: “El paisaje de Bariloche es espectacular”, “Quiero ir a un lugar que tenga un paisaje bonito, con montañas y lagos”, “Los edificios construidos en la costa han arruinado el paisaje de la ciudad”.
El concepto de paisaje tiene diversos usos de acuerdo a la disciplina en cuestión. Todas las nociones coinciden en contar con la presencia de un sujeto observador y de un objeto observado (el terreno). El paisaje está formado por las características naturales del entorno y por la influencia humana (construcciones, contaminación, etc.).
En este sentido es importante subrayar la existencia de lo que se conoce como paisajes culturales. Se trata de espacios que la UNESCO (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura) establece que merecen formar parte de la lista de Patrimonio de la Humanidad.
De esta manera, podemos establecer que en la actualidad son siete los paisajes culturales existentes:
Paisaje cultural del Valle Superior del Rin Medio. En Alemania es donde se encuentra situado este espacio conformado por unos 65 kilómetros que discurren entre las ciudades de Coblenza y Bingen am Rhein.
Paisaje cultural de Sintra. Uno de los atractivos principales de Portugal es este lugar donde no sólo toman protagonismo un amplio número de especies vegetales sino también un sorprendente conjunto de monumentos, enmarcados dentro de lo que sería la arquitectura romántica europea.
Paisaje cultural de la isla del Pico. En Portugal también, y concretamente en el archipiélago de Las Azores, es donde se encuentra enclavado aquel que es conocido a nivel mundial por su riqueza vitícola.
Paisaje cultural cafetero. En Colombia es donde se enmarca este que está insertado en el llamado Triángulo del Café.
Paisaje cultural de Sukur. Hasta Nigeria, concretamente hasta el estado de Adamawa, hay que trasladarse para conocer dicho rincón que recibe la categoría citada por sus monumentos y sus campos de cultivo.
Paisaje cultural de Champasak. Casi 40.000 hectáreas son las que dan forma a este rincón de Laos que básicamente puede definirse como un jardín con más de 1.000 años de antigüedad.
Paisaje cultural de Mapungubwe. La sabana es el eje vertebrador de dicho lugar que está situado en Sudáfrica.
Para la geografía, el paisaje es un área de la superficie terrestre que nace como resultante de la interacción entre diversos factores (bióticos, abióticos y antrópicos) y que cuenta con un reflejo visual en el espacio.
La idea de paisaje también se utiliza en el arte. Numerosos artistas plásticos se han dedicado a representar terrenos extensos de forma gráfica.
El paisajismo, por otra parte, es el arte de diseñar parques y jardines. Los paisajistas, por lo tanto, se dedican a la creación de paisajes de gran belleza estética a través de la manipulación de ciertos recursos.
Los paisajes también son realidades socio-territoriales donde se combina el paisaje natural cono el paisaje cultural.
El término, por último, también se utiliza en sentido simbólico para hacer referencia a un contexto o entorno: “El paisaje que ofrece el centro porteño por las noches es desolador”.
El paisaje se define como un espacio geográfico con características morfológicas y funcionales similares en función de una escala y una localización. La escala vendría definida por el tamaño del paisaje o, lo que es lo mismo, el tamaño de la «visión» del observador. Por ejemplo, un paisaje regional como un gran desierto puede esconder paisajes diferenciales a escala local.
La localización es la posición del volumen del paisaje respecto a un sistema de referencia, modelizado por la cartografía.
En la tradición de ciencias del paisaje se han establecido tres elementos o subsistemas principales que componen los paisajes: abióticos (elementos no vivos), bióticos (resultado de la actividad de los seres vivos) y antrópicos (resultado de la actividad humana). Determinar estos elementos es lo que constituye el primer nivel del análisis geográfico. Las posibilidades combinatorias, prácticamente infinitas, que se pueden dar entre ellas determina las características de un paisaje en particular.
El paisaje surge de la interacción de los diversos agentes geográficos. Estos agentes son materiales y energéticos de los que derivan formas y procesos. Se clasifican en Litosfera, Atmósfera, Hidrosfera y Biosfera. De esta última se diferencia la Antroposfera (Tecnosfera, ecosistema novel) formada por las poblaciones humanas y que juega un papel diferenciado como agente del paisaje, generando incluso una nueva época en la historia de la Tierra (el Antropoceno).
La interacción de estos agentes forma el amplio espectro de paisajes definidos por sus características geográficas. La relación que existe entre todos sus elementos constitutivos es multicausal y dinámica. Los cambios son tanto producto como condicionante de la dinámica de los paisajes, en los cuales el ser humano cumple un papel específico.
La biosfera se asienta sobre la superficie, que es la zona de contacto entre las diferentes esferas, y de manera especial en la hidrosfera. La biosfera transforma el paisaje superficial pero huevo limitada según sus características funcionales a los relieves litológicos, a las características atmosféricas (climas) y a la disponibilidad de agua.
De manera especial destaca en la biosfera la antroposfera formada por los seres humanos en su organización social y en su poblamiento y uso sobre el territorio. Ya que su influencia abarca casi todos los rincones del planeta, el paisaje ya no está definido por sus agentes naturales, los paisajes naturales sólo son espacios marginales y residuales.
En la definición de paisaje que nos da la geógrafa física española María de Bolós, queda de manifiesto otra teoría del paisaje de carácter geofísico, en la cual se aprecia la existencia de tres elementos fundamentales: las características del geosistema que las define, el tamaño referido a una escala espacial (epigeósfera, es decir, sistema abierto desde el cosmos como hacia el interior de la tierra) y el período de tiempo considerado en la escala temporal (métodos de datación – absoluta y relativa – y las escalas de tiempo cronológico – megaescala, macroescala, mesoescala y microescala).
La edad de un paisaje se mide de acuerdo a la autora, en cuanto éste comienza a funcionar como sistema, como el geosistema actual que es. Los paisajes antiguos son aquellos en cuya formación aparecen en un mismo momento todos los elementos en forma dinámica desde hace mucho tiempo parecida a la actual dinámica que presentan. Los paisajes nuevos no nacen de la nada, sino en que su mayoría son antropizaciones radicales o extensivas de los antiguos, estos pueden aparecer por: “las causas antrópicas, los cambios climáticos, los movimientos tectónicos recientes, modificaciones en la línea de costa, emersión de tierras o formación de islas nuevas” [entre las principales].
Un paisaje cultural es transformado desde un paisaje natural por un grupo cultural. La cultura es el agente, y el área natural es el medio. El paisaje cultural es el resultado de esa transformación.
Se da en muy pocas comunidades que sus bases conozcan sus paisajes culturales y los protejan como tales, pues no le ven ningún valor tangible:
“La sociedad al contemplar un paisaje, le asignará un valor positivo o negativo según la percepción que éste le proporcione (bonito, agradable, etc.), pero con mayor dificultad será capaz de reconocerle un significado histórico relacionado con su dilatado proceso de configuración. Es necesario, por tanto, sensibilizar a la sociedad, pero también instruirla acerca del valor del paisaje cultural como elemento patrimonial. Ello requiere conocer esos paisajes (génesis, interrelación entre estructuras, etc.) y este proceso, a su vez, facilitará la protección real del paisaje como elemento ambiental, pero también social, cultural y patrimonial más allá de un mero amparo legal”
Según desde que interés sea usada, la producción simbólica y cultural – ya sea en paisajes culturales, historias culturales o de reconstrucción de la memoria colectiva – ésta puede ser también un recurso de las clases dominantes para distinguirse y transmitir información distorsionada. Cuando se advierte que las relaciones simbólicas entre los hombres son asimismo relaciones de poder, comprendemos que el estudio académico de las representaciones debe acompañarse con el análisis de otra región de la superestructura: la política.
En síntesis, los paisajes culturales son esencialmente construcciones multidimensionales, resultado de la interacción de estructuras históricamente determinadas y de procesos contingentes. Como marco de la actividad humana y escenario de su vida social, los paisajes humanos en general, son una construcción histórica resultante de la interacción entre los factores bióticos y abióticos del medio natural. Cualquier interpretación histórica debe partir de la comprensión de esta dinámica. Es necesario, por tanto, que se consideren todos los paisajes como consecuencia de la coevolución socio-natural a largo plazo. Por otra parte, desde el punto de vista evolutivo, los paisajes son resultado de la dependencia histórica de sentido, es decir, que con frecuencia, emergen elementos arbitrarios, no previstos, que determinan el posterior desarrollo histórico
Una de las formas en que las organizaciones globales han decidido proteger y conservar ciertos paisajes culturales que poseen cualidades importantes para el género humano es mediante las Declaraciones de Patrimonio de la Humanidad realizadas cada cierto tiempo por Unesco.
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