Ortografía. La ortografía es el conjunto de normas que regulan la escritura. Forma parte de la gramática normativa ya que establece las reglas para el uso correcto de las letras y los signos de puntuación.
La ortografía, en definitiva, ayuda a la estandarización de una lengua, algo que resulta muy importante cuando existen diversos dialectos en un mismo territorio. Cabe mencionar que las reglas de la ortografía se enseñan durante los primeros años de educación primaria.
En algunas lenguas, la ortografía basa sus normas en los fonemas (abstracciones mentales de los sonidos del habla), tal y como ocurre con el castellano. Otras lenguas optan por criterios etimológicos (es decir, se remiten al origen de las palabras), una situación que promueve la divergencia entre la escritura y la pronunciación de las palabras.
Muchos escritores reconocidos a nivel mundial han solicitado la abolición o, al menos, la simplificación de las reglas de la ortografía. Uno de ellos fue el Premio Nobel colombiano, Gabriel García Márquez. Esto, sin embargo, suscita una serie de interrogantes y potenciales problemas, que nadie ha sabido resolver al cien por ciento.
Nuestra lengua tiene la característica de ser hablada en muchos países, ubicados en más de un continente, y esto repercute directamente en la variedad de acentos y regionalismos. Esto puede ser considerado como un aspecto positivo y enriquecedor, o bien como una fuente de confusión que atenta constante e indefectiblemente contra sus principios, desgarrando año tras año su estructura y despojándola de su belleza, en pos de la incorrecta adopción de términos extranjeros mal pronunciados y mal comprendidos.
En primer lugar, podemos hablar de las letras s y z; en algunas ciudades, su pronunciación es diferente, lo cual vuelve más fácil recordar cuándo se utiliza cada una (los ejemplos más comunes son las palabras «casa» y «caza»). Sin embargo, es mucho mayor el porcentaje de poblaciones que no las distinguen fonéticamente, sea que pronuncien ambas como una s o como una z. En estrecha relación con ellas se encuentra la c, que puede leerse como una k o como una z, en las combinaciones ca, co y cu o ce y ci, respectivamente.
Ortografía de diversas lenguas
Ortografía del español
La actual ortografía española empieza a codificarse desde el siglo XVIII, con el establecimiento en 1727 de las primeras normas ortográficas por parte de la Real Academia Española al poco tiempo de su fundación. Hasta ese momento las vacilaciones en las grafías eran constantes: unos optan por soluciones fonémicas, tratando de adecuar su escritura a la pronunciación oral, y otros se decantaban por criterios etimologizantes, manteniendo grafías que carecían de correspondencia en la pronunciación del español de la época. El resultado era una falta de unidad que dificultaba la comprensión.
Actualmente las 22 academias del español mantienen acuerdos que garantizan la unidad ortográfica. De este modo, la edición de la Ortografía de la lengua española (1999) fue la primera en ser elaborada con la colaboración consensuada de todas las academias de América y de Filipinas.
Fuentes frecuentes de problemas en el uso de la ortografía son las grafías que presentan igual sonido, como la «b»/»v» (betacismo),
El betacismo es un fenómeno lingüístico muy característico, sobre todo, de algunas lenguas romances (español, gallego, a veces catalán, así como occitano, sardo, dialectos norteños del portugués y algunos dialectos sureños de Italia, aunque también se da esporádicamente en rumano y otras lenguas y dialectos romances) que consiste en unir la pronunciación de los sonidos [b] y [β] o [v]. Asimismo, existe en otras lenguas (por ejemplo, el griego), ya que se trata de uno de los fenómenos de la evolución fonética más comunes, independientemente de la genealogía lingüística. Las explicaciones dadas a continuación se refieren en especial al betacismo de las lenguas románicas.
Descripción y razones fonéticas
En realidad, se trata de dos fenómenos lingüísticos diferentes, probablemente relacionados entre sí. En el latín las letras B y V (esta última realmente no era una letra separada, sino una grafía alternativa para la U) tenían sonidos diferentes: la B representaba el fonema labial oclusivo [b] en todas las posiciones, mientras que la V era una semiconsonante parecida a la w inglesa [w].
En el latín hablado, sin embargo, y luego también en las lenguas romances al nacer, la pronunciación de la [b] intervocálica primero se convirtió en una fricativa bilabial [β], luego en la mayoría de los dialectos latinos quedó reforzada en un sonido fricativo labiodental sonora [v], como lo encontramos en francés e italiano.
Pese a ello, en otros dialectos latinos, sobre todo en el norte de la península ibérica, en el sur de Francia de habla occitana, así como en la isla de Cerdeña, el sonido [β] no se transformó en [v], probablemente provocando el otro fenómeno que consistía en confundir el sonido, desde luego muy cercano, [w] latino (representado por la letra V) con el [b], incluso en posición inicial absoluta.
Los dos fenómenos lingüísticos antes mencionados hicieron en las lenguas betacistas que desapareciera totalmente la distinción fonológica de las letras b y v, ya que, de acuerdo con su posición fonológica, ambos llegaron a pronunciarse siempre [β] o [v] entre vocales, y [b] en posición inicial absoluta y después de nasales (m y n).
Ejemplos para el betacismo se hallan igualmente en otras lenguas y dialectos romances fuera de los antes mencionados (como, por ejemplo, en rumano), pero solo en algunas palabras, y el fenómeno no se generalizó en ellos, a pesar de que, como describe J. Herman, la confusión de v y b en latín vulgar podía ser más general en las provincias de Italia, los Balcanes y África del Imperio romano.
Origen del fenómeno
La causa verdadera de dichos cambios fonéticos se discute. La transformación de
[b]
intervocálica en [β/v] puede atribuirse a la evolución fonética natural e interna, ya que sucedió en todas las lenguas románicas sin excepción alguna, siendo así, podemos decir, un cambio fonético panromance. Sin embargo, en las áreas geográficas anteriormente dadas, los motivos de la conversión del sonido [w] del latín en [b], cuando éste se encontraba en inicio de palabras, ya es más peculiar.
Según unos lingüistas, este fenómeno fue ayudado, quizá, por alguna de las lenguas prerromanas, tal vez relacionadas con el vasco – de hecho, en la lengua vasca no existen y tampoco existían en el ibérico los sonidos
[v]
y [w] ante vocales, sólo el fonema /b/ –, mientras que otros estudiosos consideran que se trata nada más de una evolución fonética estructural interna, propia de dichas lenguas. Apoya asimismo a esta última teoría el hecho de que en otras lenguas romances fuera de la península ibérica también nos encontramos con el fenómeno:
por ejemplo, en sardo (LINGUA > limba, VITA > bida), en rumano (VETERANUS > bătrân), etc.
También hay quienes consideran, sin embargo, que la ausencia de /v/ labiodental en gran parte de la península ibérica se originó en Galicia en época medieval debido a un substrato más antiguo (aunque cabe recordar que ni en latín y en ninguna lengua paleohispánica existía originalmente, según nuestros conocimientos de hoy, un sonido correspondiente a /v/ labiodental).
Ortografía en El fonema /v/ en la península ibérica
Pese a lo expuesto anteriormente, no todo apunta hacia un betacismo primitivo en el latín peninsular. Algunos autores aseguran que la inexistencia de /v/ como reflejo de la B latina pudo ser un proceso fonético que ha ganado una gran extensión en perjuicio de una distinción previa de /b/ y /v/ semejante a la del italiano estándar. De hecho, cabe no olvidar que el portugués hablado al sur de Coímbra tiene /v/ en oposición a /b/, lo mismo sucede en el catalán hablado en las Baleares y en buena parte de las hablas valencianas. En el caso del catalán de Cataluña, parece cierto que el betacismo actual es muy moderno y que sólo llegó a ser mayoritario durante el siglo XIX, puesto que aún hoy en día hay hablantes ancianos en diversos lugares aislados (especialmente en la zona rural de Tarragona) que mantienen la labiodental. Asimismo, cabe tener en cuenta que la distinción gráfica de «v» y «b» de portugués y catalán (lenguas que tienen /v/ en buena parte de sus dialectos) coincide prácticamente con la del castellano medieval; sirvan como ejemplo el portugués «cantava», «cavalo», «haver», el catalán «cantava», «cavall», «haver» y el castellano medieval «cantava», «cavallo», «(h)aver». Esta coincidencia en la tradición gráfica de las tres grandes lenguas peninsulares apunta a la posibilidad de un betacismo no primitivo, sino desarrollado en algún momento de la baja Edad Media, posiblemente conectado con un sustrato o adstrato de tipo vascoide en zonas de Cantabria, Burgos, la Rioja y Aragón. Cabe decir que el proceso betacista, que lleva a la pérdida de /v/, sigue vivo y activo en partes del catalán (en la zona norte del valenciano) y por contra, el betacismo del norte portugués se retira en favor de la distinción /b/-/v/ que practica la capital.
Ejemplos del betacismo en inscripciones de la Antigüedad
Nos hallamos ante una transformación lingüística bastante antigua que, según testimonios escritos, pudo llevarse a cabo en el primer siglo de nuestra era. Esto atestiguan las inscripciones latinas que fueron encontradas en las distintas regiones, en las cuales pueden observarse un sinnúmero de palabras escritas con B inicial que normalmente llevaban V en la lengua latina clásica. Veamos, pues, algunos ejemplos tomados de los volúmenes del Corpus de Inscripciones Latinas (CIL), junto con las formas correctas y las traducciones (tentativas) al español:
«c»/»s»/»z» (seseo y ceceo),
El seseo es una variación fonológica de la lengua española (y también del idioma gallego) por la cual los fonemas /s/ y /θ/ (representados por las grafías <c> (ante <e> o <i>), <z>, y <s>) no se distinguen, asimilándose a la consonante fricativa alveolar sorda /s/; una variación muy parecida es el ceceo, más minoritario, en que el sonido resultante es más parecido a [θ]; ambas variaciones se contraponen a la distinción entre /s/ y la consonante fricativa dental sorda (no estridente) /θ/, distinción que ocurre en la mayor parte de los dialectos de España peninsular y es tenida por norma en ese país, mientras que en América dicha distinción no se da. La aparición de estos fenómenos data de los siglos XVI y XVII, cuando ocurrió un reajuste consonántico en el idioma.
Ortografía Origen
Las razones del seseo se remontan a los diferentes cursos evolutivos que siguió el complejo sistema de sibilantes que poseía el español anterior al siglo XVII, y que se modificó de distintas maneras en las regiones norte y sur de España. Hasta entonces se empleaba una distinción entre cuatro fonemas que podemos resumir del modo siguiente:
Grafía | Fonética (en IPA) | Ejemplo |
ce, ci, çe, çi | africada dento-alveolar sorda /ts/ | pizza (según la pronunciación italiana), Zucker (en alemán), tzùcaru (en sardo) |
z | africada dento-alveolar sonora /dz/ | dotze (en catalán) |
ss | fricativa apico-alveolar sorda /s/ | sandía, así en dialecto castellano |
s intervocálica | fricativa apico-alveolar sonora /z/ | zipper (en inglés), rosa (en italiano, portugués, catalán, sardo, francés o alemán) |
Hacia fines del siglo XVI, este sistema experimentó un primer cambio, por el cual sonoras se ensordecieron y quedaron solamente /ts/ y /s/ apicoalveolar; sin embargo, el sistema resultante era inestable, al ser la similitud fonética entre el par de sonidos demasiado marcada como para hacer depender de su diferenciación los criterios fonológicos.
La evolución que siguió a partir de este punto difirió en las regiones norte y sur de la península. En el norte las consonantes sonoras desaparecieron, dejando solo las sordas /ş/ (dento-alveolar) y /s/ (apicoalveolar); la distinción entre estas se subrayó a través del adelantamiento de la posición del ápice de la lengua en [ş], que de dento-alveolar se transformó en la dental [θ], perdiendo en el proceso la sibilancia. Como efecto colateral, el proceso que distanció ambas sibilantes afectó también a la consonante fricativa palatal sorda /ʃ/, que correspondía a las grafías de «x», «g» y «j»; para distinguirla claramente de /s/, a la que se aproxima mucho en su forma de articulación, la consonante se desplazó hacia atrás, dando la consonante fricativa velar sorda /x/.
En la zona de Andalucía, la distinción entre consonantes dento-alveolares y apico-alveolares desapareció antes de que el proceso de ensordecimiento eliminara las consonantes sonoras; de hecho, según Ralph Penny, el andaluz nunca llegaría a oponerlas. En el habla común pudo haber existido una variación alofónica libre o idioléctica de los sonidos sibilantes. Así pues, como resultado, la inestabilidad se resolvió asimilando todos los sonidos a /s/. La realización concreta de este último varió de acuerdo a las zonas; la pronunciación que llegó a América era la [s] predorsodental, común a otros idiomas, pero en algunas regiones se conservó la dento-alveolar [ş]. Esta última se distingue de la /θ/ castellana por ser sibilante, y de la /s/ seseante por la posición más alta de la punta de la lengua, y es casi exclusiva del dialecto andaluz entre las lenguas de Europa.
Se cree que el predominio de los nativos de las tierras del sur peninsular entre los colonizadores del Nuevo Mundo promovió la pronunciación andaluza occidental en este (aunque no fueron la única causa de su asentamiento), salvo en los centros administrativos de Lima y de México, en los que se cree que la presencia más o menos constante de personajes de importancia nacidos en la península conservó la distinción entre /s/ y /θ/ entre las clases altas durante un tiempo. El sonido [θ] sobrevive, o fue reintroducido, parcialmente, en dialectos andinos del Perú en determinadas palabras como «doce» y «trece».
Andalucía
En Andalucía la zona fundamentalmente seseante comprende, por provincias:
En Jaén: zonas del valle del Guadalquivir y poblaciones fronterizas con Córdoba. En concreto 9 pueblos, que son Andújar, Arjona, Bailén, Marmolejo, Cazalilla, Baeza, Torredelcampo, Jabalquinto y Santiago de Calatrava. En algunas ciudades como Baeza ya está desapareciendo.
En Granada: zona del extremo occidental, Montefrío y Algarinejo. Zonas más al oriente.
En Almería: casi desaparecido como solución mayoritaria, existe como uso minoritario en varios núcleos de población, incluida la capital provincial.
Ortografía Comunidad Valenciana
También se da un seseo en varias pequeñas zonas castellanohablantes de la Comunidad Valenciana colindantes con otras de dominio lingüístico catalán (en su versión valenciana). En algunas de ellas, la lengua castellana sustituyó a la catalana ( (en las provincias de Valencia y Castellón), y en otras (Vega Baja) el castellano se extendió tras la expulsión de los moriscos, al quedar algunas zonas despobladas. Así pues, el catalán queda como sustrato en el primer caso, y como lengua influyente en el segundo, debido a su cercanía, tanto en vocabulario específico como en la característica del seseo, resultado de la inexistencia del fonema [θ] en la lengua catalana. Así mismo, en el Campo de Cartagena se puede oír el seseo entre las personas de edad más avanzada. No debe confundirse este seseo minoritario, propio de castellanohablantes nativos, con el de los catalanohablantes nativos cuando hablan en castellano.
Galicia
En el idioma gallego se da este fenómeno, a grandes rasgos, en la parte más occidental del territorio gallego. El mapa corresponde al seseo en lengua gallega, pero en algunos casos se puede aplicar también al seseo en castellano, aunque en claro retroceso.
Actualmente en España, la presión de la fonética mayoritaria, adoptada por los medios de comunicación incluso en Andalucía, está causando una regresión histórica del seseo. No obstante, los seseos andaluz y canario siguen siendo dominantes en sus respectivas zonas (en el caso del andaluz, en la Andalucía seseante).
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