Ondina

Las ondinas son una variedad de ninfas, propias de lagos y aguas dulces.

En la Mitología griega (Griego antiguo νεράιδα neraida ‘ondina’), se llamaban ondinas a las ninfas acuáticas Náyades de espectacular belleza que habitaban en los lagos, ríos, estanques o fuentes al igual que las Nereidas mitad mujer y mitad pez.

Su formación transcurre en las mismas condiciones que las de cualquier ninfa pero, normalmente, son fuerzas elementales del agua las que dan vida al cuerpo femenino.

Las ondinas tienen el cuerpo azulado o verde, los dedos de las manos y pies ligeramente palmeados, las orejas puntiagudas y los cabellos muy largos y azules, amarillos o verdes. Pueden respirar tanto en el agua como en el aire.

Son criaturas muy alegres y traviesas, y se dice de su risa que es capaz de hechizar a los viajeros y marineros que se encuentran con ellas, hasta el punto de perder la voluntad.

Las ondinas no son malvadas, su carácter es neutral, sin embargo siempre se ha pensado que son perversas debido a las miles de historias se que cuentan de cómo algunos pescadores han encontrado la muerte al tener cerca a una ondina.

Se divierten jugando con los humanos que andan cerca y, muchas veces, mueven las aguas provocando unas enormes corrientes, y así continúan hasta que ahogan al pescador o viajero, acontecimiento que les resulta muy divertido. Lo cierto es que no siempre son conscientes del mal que hacen.

Algunas ondinas incluso se han llegado a enamorar de humanos convirtiéndose, a partir de ese momento, en sus mayores protectoras.

Una antigua leyenda cuenta que las ondinas no tienen alma y, que si encuentran una pareja humana con la que tener un niño, encuentran también un alma, aunque a partir de ese momento el dolor y el sufrimiento son más intensos.

 

Leyenda alsaciana[editar]

Ondina es la heroína de una leyenda alsaciana. A su nacimiento todas las hadas del vecindario se reúnen en torno a su cuna y le proporcionan muchas cualidades. Su abuela, que también es hada, le proporciona una persistencia excepcional. Un día, Ondina es raptada por un joven noble que consigue enamorarla hasta tal punto que rehúsa ir a ver a su madre enferma. Como castigo, su abuela la condena a amar por siempre al joven noble. Este, cansado de ella, finge creer que esta le ha engañado con otro. Le dice que no la creerá hasta que no le traiga un jarrón enorme lleno de agua del río Niddeck. Tras tres días de marcha llevando ese enorme peso, Ondina cae exhausta al agua mientras rellena el jarrón. Su abuela, el hada, va a rescatarla y para evitarle continuar sufriendo a causa del noble, la transforma en una ninfa protectora de las aguas del río Niddeck. Desde entonces, en los días de tormenta, se ve su reflejo en el agua de las cascadas del río.

E igualmente en la actualidad existen variedades de leyendas, cuentos o hasta maldiciones. Ya que en la mitología se cree que hay ninfas, es decir hadas, que se encargan del orden del medio ambiente. Así como también, que son las encargadas que no se altere la naturaleza.

Ocultismo y el Grimorio del Papa Honorio

En el siglo XVIII, sin poder establecer con veracidad el año, fue publicado en la ciudad de Roma el Gran Grimorio del Papa Honorio, atribuido oficialmente a Antonio del Rabino. En esta obra de carácter ocultista, se hace mención de las Ondinas como los seres elementales protectores del agua.

Los espíritus elementales, llamados así porque su morada está en los cuatro elementos, se clasifican en cuatro clases, y son los siguientes: los Silfos, que pueblan el aire; los Gnomos, que moran en las profundidades de la tierra; las Salamandras, que se hallan en el fuego, y las Ondinas, que viven en el agua.

En éste mismo texto, se puede encontrar una oración, que según el autor, genera el favor de estos seres y evita que el hombre imbuido en esta magia sea muerto por ahogamiento o que naufrague bajo las inclemencias del tiempo.

Rey impetuoso y terrible del mar. Tú que tienes las llaves de las cataratas del cielo y que encierras las aguas subterráneas en las profundidades de la tierra; Rey del diluvio y de las lluvias de la Primavera y de las aguas torrenciales; tú, que abres los manantiales de los ríos y de las fuentes; tú, que mandas a la humedad, que equivale a la sangre de la tierra, se transforme en savia de las plantas, te adoramos y te invocamos. A nosotros, que somos tus móviles e inestables criaturas, háblanos en medio de las grandes conmociones del mar y temblaremos ante tu presencia; háblanos en el murmullo de las aguas límpidas y ansiaremos tu amor. ¡Oh, Inmensidad, en la cual van a perderse todos los ríos del ser, que incesantemente renacen en ti! ¡Oh, Océano de las perfecciones infinitas! ¡Profundidad que te exhalas a las alturas, condúcenos a la verdadera vida por la inteligencia y el amor! Llévanos a la inmortalidad por el sacrificio, a fin de que lleguemos a ser dignos de ofrecerte un día el agua, la sangre y las lágrimas para el perdón de los errores. ¡Sálvanos! [+]Amén.
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