Mahoma. (La Meca, c. 26 de abril de 570-Medina, 8 de junio de 632) fue el fundador del islam. Su nombre completo en lengua árabe es Abu l-Qāsim Muḥammad ibn ʿAbd Allāh al-Hāšimī al-Qurayšī (ابو القاسم امحمد ابن عبد الله ابن عبد المطلب ابن هاشم القريش), que se castellaniza como «Mahoma».
En la religión musulmana, se considera a Mahoma «el último de los profetas» (jātim al-anbiyā’ خاتم الأنبياء), el último de una larga cadena de mensajeros enviados por Dios para actualizar su mensaje, entre cuyos predecesores se contarían Abraham, Moisés y Jesús de Nazaret. A su vez, el Bahaísmo lo venera como un profeta o «Manifestación de Dios», cuyas enseñanzas habrían sido actualizadas por las de Bahá’u’lláh, fundador de esta religión.
Árabe de la tribu de Quraysh, nació en La Meca (مكة) alrededor del 570. La Meca se encuentra en la región de Hiyaz en la actual Arabia Saudí. Fue hijo póstumo de Abd Allah ibn Abd al-Muttalib, miembro del clan de los hachemí.
La costumbre de los más honorables de la tribu de Quraysh era enviar a sus hijos con niñeras beduinas con el propósito de que crecieran libres y saludables en el desierto, para poder también robustecerse y aprender de los beduinos, que eran reconocidos por su honradez y la carencia de numerosos vicios, y Mahoma fue confiado a Bani S’ad.
El primer milagro que se narra sobre Mahoma en la compilación de los hadices es que el arcángel Gabriel descendió y abrió su pecho para sacar su corazón. Extrajo un coágulo negro de éste y dijo «Esta era la parte por donde Satán podría seducirte». Después lo lavó con agua del pozo de Zamzam en un recipiente de oro y devolvió el corazón a su sitio. Los niños y compañeros de juego con los que se encontraba corrieron hacia su nodriza y dijeron: «Mahoma ha sido asesinado»; todos se dirigieron a él pero descubrieron que estaba vivo. Los musulmanes ven este acontecimiento como una protección para que él se apartara desde su infancia de la adoración de los ídolos y probablemente la razón por la que fue devuelto a su madre.
Quedó huérfano a temprana edad y, debido a una costumbre árabe que dice que los hijos menores no pueden recibir la herencia de sus progenitores, no recibió ni la de su padre ni la de su madre. Se dice que ella murió cuando él tenía seis años, por lo que fue acogido y educado primero por su abuelo Abd al-Muttalib y luego por su tío paterno Abu Talib, un líder de la tribu Quraysh, la más poderosa de La Meca, y padre de su primo y futuro califa Ali.
En aquella época La Meca era un centro comercial próspero, principalmente porque existían varios templos que contenían diferentes ídolos, lo cual atraía a un gran número de peregrinos. Mercaderes de diferentes tribus visitaban La Meca en la época del peregrinaje, cuando las guerras tribales estaban prohibidas y podían contar con un viaje seguro. En su adolescencia, Mahoma acompañó a su tío por sus viajes a Siria y otros lugares. Por tanto, pronto llegó a ser una persona con amplia experiencia en las costumbres de otras regiones.
A los doce años se dirigió a Basora con su tío Abu Tâlib y tuvieron un encuentro con un monje llamado Bahira. Algunos orientalistas dicen que esto demuestra que Mahoma aprendió de él los libros sagrados, pero los estudiosos musulmanes refutan esta opinión alegando que no pudo haber aprendido en la hora de la comida ese conocimiento y que además no se registra un segundo encuentro con este monje. En los hadices se narra que Bahira reconoció algunas señales de la profecía de Mahoma y le advirtió a su tío sobre llevarlo a Siria por temor de los judíos y romanos (en aquel entonces los bizantinos).
Mahoma no tuvo un trabajo específico en su juventud, pero se ha reportado que trabajó como pastor para Bani Sad y en La Meca como asalariado. A la edad de 25 años, Mahoma trabajó como mercader en la ruta caravanera entre Damasco y La Meca a las órdenes de Jadiya, hija de Juwaylid (خديجة بنت خويلد), una rica comerciante viuda, a quién impresionó y ésta le propuso matrimonio en el año 595. Ibn Ishaq presenta que la edad de Jadiya era 28 años, y Al Waqidi presenta cuarenta. Algunos dicen que al engendrar Jadiya dos varones y cuatro mujeres de Mahoma, hace que la opinión más fuerte sea la de Ibn Ishaq, pues es sabido que la mujer llega a la edad de la menopausia antes de los cincuenta años, a pesar de que estas informaciones no están establecidas en un hadiz sino que circularon entre los historiadores.7 Jadiya tuvo seis hijos con Mahoma, dos varones y cuatro mujeres. Todos nacieron antes de que Mahoma recibiera la primera revelación. Sus hijos Al-Qasim y Abdullah murieron en la infancia en La Meca. Sus cuatro hijas se llamaban Zainab, Ruqayyah, Umm Kulzum y Fátima. Jadiya sería posteriormente la primera persona en aceptar el islam después de la revelación.
Mahoma era de carácter reflexivo y rutinariamente pasaba noches meditando en una cueva (Hira) cerca de La Meca. Los musulmanes creen que en 610 a los cuarenta años de edad, mientras meditaba, Mahoma tuvo una visión del arcángel Gabriel. Las primeras revelaciones hicieron que Mahoma llegase a pensar que estaba bajo el influjo de una presencia demoníaca, llevándolo cerca del suicidio. La mediación de su esposa evitó tal desenlace y animó a Mahoma a escuchar las revelaciones. Mahoma describió luego esta visita como un mandato para memorizar y recitar los versos enviados por Dios. Durante su vida, Mahoma confió la conservación de la palabra de Dios (Allah الله), trasmitida por Gabriel (Yibril, جبريل), a la retentiva de los memoriones, quienes la memorizaban recitándola incansablemente que después de su muerte serían recopilados por escrito en el Corán debido a la primordial importancia de conservar el mensaje original en toda su pureza, sin el menor cambio ni de fondo ni de forma. Para ello emplearon materiales como las escápulas de camello, sobre las que grababan los versículos del Corán. El arcángel Gabriel le indicó que había sido elegido como el último de los profetas y como tal predicó la palabra de Dios sobre la base de un estricto monoteísmo, prediciendo el Día del Juicio Final.
De acuerdo con el Corán y las narraciones, Mahoma era analfabeto (ummi), hecho que la tradición musulmana considera una prueba que autentifica al Corán (Al-Qur’ān, القران), libro sagrado de los musulmanes, como portador de la verdad revelada. Sin embargo, hay al menos dos hadices que muestran que Mahoma no era analfabeto Bujari 1305. ‘Abdullah bin ‘Abbâs dijo: «La enfermedad del Profeta empeoró un jueves». Entonces el Profeta dijo: «Traedme algo para escribir que os redactaré un escrito y no os perderéis después de ello». La gente disputó, y no es correcto disputar frente a un profeta. La gente dijo: «La enfermedad del Profeta se ha puesto muy grave». El Profeta dijo: «Dejadme, que el estado en el cual estoy ahora es mejor que lo que vosotros me proponéis».
Al-Bara’ dijo: «Así el Mensajero de Allah, tomó el documento, y aunque no podía escribir bien escribió: “Esto es lo que Muhammad ibn’ Abdullah concluye…”» (Esto sucedió durante las negociaciones del tratado de Hudaybiyyah).
Esta visión perturbó a Mahoma, pero su esposa Jadiya le aseguró que se trataba de una visión real y se convirtió en su primera discípula. Transformado en un rico y respetado mercader, recibió la revelación del ángel Gabriel, que le invitó a predicar una nueva religión.
A medida que los seguidores de Mahoma comenzaban a aumentar en número, su acción crítica con el politeísmo lo convirtió en una amenaza para los jefes de las tribus locales. La riqueza de estas tribus se basaba en la Kaaba, el recinto sagrado de los ídolos de los árabes y el punto principal religioso de La Meca. Si rechazaban a dichos ídolos, tal como Mahoma predicaba, no habría peregrinos hacia La Meca, ni comercio, ni riqueza. El repudio al politeísmo que denunciaba Mahoma era particularmente ofensivo a su propia tribu, la qurayshí, por cuanto ellos eran los guardianes de la Kaaba. Es por esto que Mahoma y sus seguidores se vieron perseguidos.
En el año 619 fallecieron Jadiya, la esposa de Mahoma, y su tío Abu Talib. Este año se conoce como el «año de la tristeza». El clan al que pertenecía Mahoma lo repudió y sus seguidores sufrieron hambre y persecución.
En 620, Mahoma afirmó haber hecho un viaje en una noche que es conocido como Isra y Miraj. Isra es la palabra en árabe que se refiere a un viaje milagroso desde La Meca a Jerusalén, específicamente al lugar conocido como Masjid al-Aqsa. Isra fue seguida por el Mi’rāŷ, su ascensión al cielo, donde según él, recorrió los siete cielos y se comunicó con profetas que le precedieron, como Abraham, Moisés o Jesús.
La vida de la pequeña comunidad musulmana en La Meca no sólo era difícil, sino también peligrosa. Las tradiciones árabes afirman que hubo varios atentados contra la vida de Mahoma, quien finalmente decidió trasladarse a Yazrib (la actual Medina) en el 622, un gran oasis agrícola donde había seguidores suyos. Rompiendo sus vínculos con las lealtades tribales y familiares, Mahoma demostraba que estos vínculos eran insignificantes comparados con su compromiso con el islam, una idea revolucionaria en la sociedad tribal de la Arabia. Esta migración a Medina marca el principio del año en el calendario islámico. El calendario islámico cuenta las fechas a partir de la Hégira (هجرة), razón por la cual las fechas musulmanas llevan el prefijo AH (año de la Hégira).
Mahoma llegó a Medina como un mediador, invitado a resolver querellas entre los bandos árabes de Aws y Khazraj. Logró este fin absorbiendo a ambas facciones en la comunidad musulmana y prohibiendo el derramamiento de sangre entre los musulmanes. Sin embargo, Medina era también el lugar donde vivían varias tribus judías. Mahoma esperaba que estas tribus lo reconocieran como profeta, lo cual no ocurrió. Algunos académicos afirman que Mahoma abandonó la esperanza de ser reconocido como profeta por los judíos, y que, por tanto, la alquibla, es decir, la dirección en la que rezan los musulmanes, fue cambiada del antiguo templo de Jerusalén a la Kaaba en La Meca.
Mahoma emitió un documento que se conoce como La Constitución de Medina (en 622-623), en la cual se especifican los términos en que otras facciones, particularmente los judíos, podían vivir dentro del nuevo estado islámico. De acuerdo con este sistema, a los judíos y cristianos les era permitido mantener su religión mediante el pago de un tributo (no así a los practicantes de religiones consideradas paganas). Este sistema vendría a tipificar la relación entre los musulmanes y los dhimmis, y esta tradición es la razón de la relativa estabilidad que normalmente existía en los califatos árabes. Las principales tribus judías de Medina (Banu Qurayza o Banu Nadir) no fueron citadas por La Constitución de Medina .
Las relaciones entre La Meca y Medina se deterioraron rápidamente. Todas las propiedades de los musulmanes en La Meca fueron confiscadas, mientras que en Medina Mahoma lograba alianzas con las tribus vecinas.
Los seguidores de Muhammad comenzaron a asaltar las caravanas que se dirigían a La Meca. En marzo de 624, Mahoma condujo a trescientos guerreros en un asalto a una caravana de mercaderes que se dirigía a La Meca. Los integrantes de la caravana lograron rechazar el ataque y posteriormente decidieron dirigir una represalia contra los musulmanes, enviando un pequeño ejército a invadir a Medina. El 15 de marzo de 624, en un lugar llamado Badr, ambos bandos chocaron. Si bien los seguidores de Mahoma eran numéricamente tres veces inferiores a sus enemigos (trescientos contra mil), los musulmanes ganaron la batalla. Éste fue el primero de una serie de logros militares por parte de los musulmanes.
Para los musulmanes, la victoria de Badr resultaba una ratificación divina de que Mahoma era un legítimo profeta. Después de la victoria, y una vez que el clan judío de Banu Qainuqa fue expulsado de Medina, todos los ciudadanos de este lugar adoptaron la fe musulmana y Mahoma se estableció como el regente de facto de la ciudad.
Después de la muerte de su esposa, Mahoma contrajo matrimonio con Aisha, la hija de su amigo Abu Bakr (quien posteriormente se convertiría en el líder de los musulmanes tras la muerte de Mahoma). En Medina también se casó con Hafsah, hija de Umar (quien luego sería el sucesor de Abu Bakr). Estos casamientos sellarían las alianzas entre Mahoma y sus principales seguidores.
La hija de Mahoma, Fátima, se casó con Ali, primo de Mahoma. Otra hija, Ruqayyah, contrajo matrimonio con Uzman pero ella falleció y después Uzman se casó con su hermana Umm Kulzum. Estos hombres surgirán en los años subsiguientes como los sucesores de Mahoma (califas) y líderes políticos de los musulmanes. Por tanto, los cuatro primeros califas estaban vinculados a Mahoma por los diferentes matrimonios. Los musulmanes consideran a estos califas como los rashidún (الخلفاء الراشدون), que significa «guiados».
En 625 un jefe de La Meca, Abu Sufyan, marchó contra Medina con 3000 hombres. En la batalla de Uhud que se libró el 23 de marzo, no salió victorioso ninguno de los dos bandos. El ejército de La Meca afirmó haber ganado la batalla, pero quedó demasiado diezmado como para perseguir a los musulmanes de Medina y ocupar la ciudad.
En abril de 627, Abu Sufyan emprendió otro ataque contra Medina, pero Mahoma había cavado trincheras alrededor de la ciudad y pudo defenderla exitosamente en lo que se conoce como la Batalla de la Trinchera. En esta batalla, la tribu judía de Banu Qurayza se había aliado con el ejército de La Meca, por lo que los musulmanes emprendieron guerra contra ellos, derrotándolos.
Tras la victoria de la Guerra de las Trincheras, los musulmanes expandieron su influencia a través de conversiones o conquistas de varias ciudades y tribus, aplicando el mismo concepto bélico de Jihad.
En el año 628, la posición de Mahoma era lo suficientemente fuerte para decidir su retorno a La Meca, esta vez como un peregrino. En marzo de ese año, se dirigió a La Meca seguido de 1600 hombres. Después de diversas negociaciones, se firmó un tratado en un pueblo cercano a La Meca llamado al-Hudaybiyyah. Si bien a Mahoma no se le permitió ese año entrar en La Meca, las hostilidades cesaron y a los musulmanes se les autorizó el acceso a la ciudad en el año siguiente. El tratado duró solo dos años, ya que en 630 los regentes de La Meca lo rompieron. Como consecuencia de esto, Mahoma marchó hacia esa ciudad con un ejército de más de 10 000 hombres y la conquistó sin encontrar resistencia. Mahoma amnistió a los habitantes de la ciudad salvo a quienes lo habían injuriado y a los musulmanes apóstatas. Mandó matar a éstos “incluso si eran hallados bajo las cortinas de la Kaaba”. Muchos habitantes se convirtieron al islam. Mahoma destruyó los ídolos de la Kaaba y prohibió a los no musulmanes peregrinar a la Meca, convirtiéndola así en el lugar sagrado del islam y principal sitio de peregrinaje de la nueva religión. A pesar de que Mahoma no estuvo presente en el asalto a la ciudad (como en todas las batallas, por prescripción coránica), administraba la quinta parte del botín para repartirlo entre los más necesitados. Los cuatro quintos restantes pertenecían siempre a los combatientes. Cobró un rescate 45 onzas de plata por cada prisionero, rescate que fue repartido entre los necesitados. Mahoma no llegó nunca a saciarse de comida alguna, en su casa no había sino lo necesario para pasar el día y para los invitados que a ella acudían.
La capitulación de La Meca y la derrota de las tribus enemigas Hunayn permitió a Mahoma imponer su dominio sobre toda Arabia. Sin embargo, Mahoma no formó ningún gobierno, sino que prefirió gobernar a través de las relaciones personales y los tratados con las diferentes tribus.
Desde 595 hasta 619, Mahoma solo tuvo una esposa, Jadiya, una rica mujer de La Meca que contaba 27 años (40 según otras fuentes) cuando se casó.
Después de su muerte contrajo matrimonio con Sawdah, y al poco tiempo con Aisha, hija de Abu Bakr —quien posteriormente sucedería a Mahoma—. Según algunos hadices, Aisha tenía 6 años de edad cuando fue prometida al profeta, que tenía 54, aunque el matrimonio se consumó cuando ella tenía 9 años. Hay, sin embargo, estudiosos musulmanes del siglo XX que creen que dichos datos son erróneos y que Aisha era considerablemente mayor. Pese a estas reinterpretaciones modernas de los hadices que adjudicarían a Aisha una edad más madura, una gran mayoría de los fieles musulmanes siguen aceptando actualmente las interpretaciones tradicionales. Esto último ha sido utilizado por críticos del islam, como Ibn Warraq, para sostener que los matrimonios infantiles que se siguen practicando en la actualidad en los países islámicos encuentran un argumento favorable en este posible precedente histórico
Más tarde se casó con Hafsa, con Zaynab (quien era mujer de su hijo adoptivo Zaid), Ramlah, hija de un líder que combatió a Mahoma, y con Umm Salama, viuda de un combatiente musulmán.
También se casó[cita requerida] con una cristiana de nombre Mariyah Al-Qibtía (Mariyah, la copta) tuvo otro hijo con ella después de mudarse a Medina. Ese séptimo y último hijo se llamaba Ibrahim ibn Muhammad. Al igual que sus hermanos varones, Ibrahim falleció en su niñez; se dice que murió a los 17 o 18 meses de edad. Una de las sunas o hadices, la 153 del Libro 18 de los Eclipses, narra que el sol se eclipsó el día en el que Ibrahim murió aunque Mahoma recuerda que un eclipse de Sol no es señal de la muerte (ni del nacimiento) de alguien. Ibrahim es el mismo nombre que el del patriarca de judíos y cristianos (y musulmanes), Abraham, del cual una de las sunas o hadices, la 314 del Libro 1 Musulmán de Fe, narra que fue encontrado por Mahoma en el séptimo cielo durante su viaje por los cielos, e Ibrahim es el nombre del séptimo hijo de Mahoma.
Se casó con una judía de nombre Safiyya bint Huyayy. Tuvo varias otras esposas, de número impreciso entre estas 9 reseñadas, que afirman casi todos los expertos como seguras, y las más de 20 que algunos le estiman. Algunas de estas mujeres eran esposas de seguidores de Mahoma muertos en batalla, mientras que otras eran hijas de sus aliados.
Mahoma prescribió un máximo de cuatro esposas por musulmán, por lo que su casamiento con al menos nueve mujeres constituye la única excepción dentro de la fe.
Después de una corta enfermedad, Mahoma falleció el 8 de junio de 632 en la ciudad de Medina a la edad de 63 años. La dolencia es tradicionalmente atribuida a la ingestión de una pieza de carne envenenada, preparada por una mujer perteneciente a una población judía de Khaibar. Esto se produjo tres años antes de su muerte, tras la caída y represión de Khaibar frente a las tropas islámicas.
Abu Bakr, el padre de Aisha, la tercera mujer de Mahoma, fue elegido por los líderes de la comunidad musulmana como el sucesor de Mahoma, pues éste era el favorito de Mahoma. Cualquiera que hayan sido los hechos, lo cierto es que Abu Bakr se convirtió en el nuevo líder del islam. La mayor parte de su corto reinado la pasó combatiendo tribus rebeldes en lo que se conoce como las Guerras Ridda.
A la fecha de la muerte de Mahoma, había unificado toda la Península Arábica y expandido la religión islámica en esta región, así como en parte de Siria y Palestina.
Posteriormente los sucesores de Mahoma extendieron el dominio del imperio árabe a Palestina, Siria, Mesopotamia, Persia, Egipto, el Norte de África y Al-Ándalus.
A Mahoma le sobrevivieron su hija Fátima y los hijos de ésta y también su última esposa. Los chiíes afirman que el esposo de Fátima, Alí y sus descendientes, son los verdaderos líderes del islam. Los sunníes no aceptan esta afirmación, si bien respetan a los descendientes de Mahoma.
Los descendientes de Mahoma son conocidos por diferentes nombres, tales como sayyid y sharif. Muchos líderes y nobles de los países musulmanes, actuales y pasados, afirman ser descendientes de Mahoma con variables grados de credibilidad, tales como la dinastía fatimí del Norte de África, los idrisíes, la actual familia real de Marruecos y Jordania y los imanes ismaelitas que usan el título de Aga Jan.
Francis Wilford intentó fechar el nacimiento y fallecimiento de Mahoma, pero estuvo equivocado en su datación.
Antes de su muerte en 632, Mahoma había establecido al islam como una fuerza social, militar y religiosa y había unificado Arabia. Algunas décadas después de su muerte, sus sucesores conquistaron Persia, Egipto, Palestina, Siria, Armenia y gran parte del norte de África, y cercaron dos veces Constantinopla, aunque no pudieron hacerse con ella, lo que les impidió avanzar hacia la Europa del Este.
Entre 711 y 716 comienza la conquista árabe, de casi ocho siglos, de la Península Ibérica, y en 732, cien años después de la muerte de Mahoma, el avance árabe en la conquista de Europa Occidental es detenido a las puertas de Francia en la batalla de Poitiers.
Bajo los gaznavíes, el islam se extendió en el siglo X a los principales Estados hindúes al este del río Indo, en lo que es actualmente el norte de la India. La expansión del islam continuó sin invasiones militares por diversas regiones del África y del sudeste de Asia. El islam cuenta actualmente con más de mil millones de seguidores, siendo la segunda mayor religión del mundo, después del cristianismo. No obstante, el número de fieles es difícil de determinar, ya que según la ley islámica la apostasía debe ser castigada con la muerte. Este hecho puede inhibir a aquellos que manifiestan su identidad religiosa en zonas de mayoría musulmana.
Los musulmanes profesan amor y veneración por Mahoma:
El Corán no prohíbe explícitamente las imágenes de Mahoma pero hay unos pocos hadices (tradiciones complementarias) que han prohibido directamente a los musulmanes crear representaciones visuales de figuras humanas en cualquier circunstancia. La mayoría de los musulmanes sunníes contemporáneos creen que las imágenes visuales de los profetas en general deberían prohibirse, y muy especialmente las imágenes de Mahoma. El concepto clave es que el islam considera que el uso de imágenes fomenta la idolatría, porque la imagen tiende a volverse más importante que el concepto que representa. En el arte islámico Mahoma suele aparecer con el rostro cubierto por un velo, o simbólicamente representado como una llama, sin embargo otras imágenes, especialmente de Persia o realizadas durante el gobierno del Imperio otomano, entre otros ejemplos, lo muestran por completo.
La perspectiva musulmana es diversa y algunos musulmanes mantienen una visión más flexible. Algunos, especialmente los chiíes de Irán, aceptan las imágenes respetuosas, y utilizan ilustraciones de Mahoma en libros y decoración arquitectónica, como los sunníes en varios momentos y lugares del pasado, aunque estos últimos actualmente tienden hacia posturas iconoclastas y al rechazo de cualquier imagen de Mahoma, incluyendo las creadas y publicadas por no musulmanes.
Desde el siglo VII, el nombre del Profeta del Islam ha conocido varios estereotipos. Muchas fuentes mencionan estereotipos exagerados y a veces equivocados. Estos estereotipos nacen en el Este, pero serán adoptados o desarrollados en las culturas occidentales. En estas referencias, se desempeñan un papel principal en la introducción de Mahoma y su religión en Occidente como el falso profeta, príncipe sarraceno, deidad de sarracenos, la bestia bíblica, cismático del cristianismo y una criatura satánica, el autor del Corán, y el Anticristo
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