Se denomina sufijo a un tipo de morfema o afijo que se agrega después del lexema, raíz o tema de una palabra.. Los sufijos pueden ser derivativos o flexivos.
El vocablo latino suffixus derivó en sufijo, un concepto que se emplea en la gramática para nombrar al afijo que se añade en el final de una palabra. Un afijo, por su parte, es una secuencia lingüística que altera el significado de un término.
Los sufijos, por lo tanto, son afijos que se posponen, a diferencia de los prefijos (que se ponen por delante de la palabra). Esto quiere decir que el sufijo se ubica después de la raíz o del lexema.
Conocer los diferentes tipos de sufijos que existen en nuestra lengua es sumamente importante, ya que nos puede traer varios beneficios. Por un lado, nos ayuda a deducir el significado de una palabra desconocida para nosotros; por ejemplo, la primera vez que nos encontramos con el término “animación” sabremos que se trata de una acción, y que no puede ser un adjetivo, como sí ocurre con “animada”, aunque ambas pertenezcan a la misma familia.
El sufijo es un tipo de morfema (unidad lingüística mínima cuyo significado o bien modifica o completa el significado de un lexema) que se agrega después del lexema de una palabra. El lexema es una unidad léxica mínima que carece de morfemas.
Entonces, los sufijos son secuencias lingüísticas que se posponen en una palabra o lexema con el objetivo de modificar su referencia, ya sea gramaticalmente o semánticamente; los mismos se unen por detrás, a la base de la palabra en cuestión, por ejemplo, noviazgo, tontísimo, entre otros.
Es preciso tener en cuenta a la hora de escribir un sufijo, que el derivado resultante de la unión de una base y un sufijo se escribirá siempre en una sola palabra.
Existen dos tipos de sufijos, derivativos o flexivos. En casi todas las lenguas los derivativos preceden a los flexivos, porque los derivativos tienen una tendencia a estar más cerca de la raíz.
Algunos ejemplos de sufijos son:
-áceo (crustáceo), -aco (libraco), -ano (aldeano), -ario (concesionario), -azgo (noviazgo), -ble (notable), -ción (prohibición), -dero (regadero), -dor (hablador), -edo (robledo), -ero (ingeniero), -eño (madrileño), -ico (periodístico), -ismo (conservadurismo), -ito hermanito), -menta (vestimenta), -oso (resbaloso), -triz (actriz), -udo (barbudo), -ura (envoltura).
Cabe destacar que la sufijación es un proceso bastante extendido en la mayoría de las lenguas humanas a instancias de la formación de nuevas palabras, aproximadamente un 70 % de las lenguas que se hablan y escriben en este mundo usan de manera extendida la sufijación y alrededor de un 80 % la usan con constancia.
Tanto los prefijos como los sufijos no son palabras sino elementos afijos carentes de autonomía que obligadamente se unen a una base léxica a la cual le aportarán diferentes valores significativos, dando lugar a la conformación de nuevas palabras.
El estudio de la etimología también requiere del dominio de este y otros conceptos, como ser los prefijos, ya que acarrea la descomposición de las palabras en todas sus partes para intentar hallar el origen y la evolución de su significado desde la primera lengua en la que se concibió hasta llegar al castellano, en nuestro caso.
Es habitual que el sufijo sea un pronombre que se agrega a un verbo, componiendo una sola palabra. Por ejemplo: “caerse” (caer + se). En este caso, el pronombre “se” es añadido como sufijo al verbo “caer” para la creación de la palabra “caerse”, que puede emplearse en diferentes oraciones: “Al caerse, el hombre se golpeó la cabeza”, “Si sigue soplando el viento, esa cartel va a caerse”.
Los sufijos también pueden añadirse a otros tipos de palabras más allá de los verbos. El sustantivo “cuchara”, por citar una posibilidad, puede convertirse en “cucharada”: “Para completar la preparación, hay que agregar una cucharada de fécula de maíz”, “El niño deberá tomar una cucharada de jarabe cada doce horas”, “Puedes endulzar el pastel con algunas cucharadas de miel”.
Un adjetivo como “hábil”, con el sufijo adecuado, se transforma en un sustantivo: “habilidad”: “El diputado tiene habilidad para evitar las preguntas incómodas”, “El delantero chileno volvió a hacer gala de su habilidad en el partido de anoche”, “Me gustaría hacer artesanías, pero carezco de habilidad para las tareas manuales”.
Sufijos apreciativos
Se trata de aquellos que sirven para indicar cualidades subjetivas (estima) y objetivas (tamaño), y se dividen en:
Sufijos flexivos
Son quizás los más usados en nuestro idioma, ya que sirven para indicar los accidentes gramaticales. En otras palabras, indican:
Modo, tiempo y aspecto: así como en el punto anterior, el sufijo nos permite saber que “canto” está conjugado en el modo indicativo, en tiempo presente y que su aspecto es imperfecto.
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