BIOLOGÍA

Los reinos de los seres vivos

Los reinos de los seres vivos. Cualquiera de las más de 8,7 millones de especies que podría haber en la Tierra pertenece a uno de los siete reinos, los cuales son el primer orden de clasificación de la diversidad biológica.

Desde nosotros mismos hasta una secuoya, pasando por las levaduras gracias a las cuales hacemos bollería, las bacterias que nos provocan enfermedades, los insectos, las serpientes, los elefantes… La vida en la Tierra no solo es asombrosa, sino que es increíblemente variada.

De hecho, a pesar de que hemos identificado miles de especies distintas, tanto de animales como de plantas, así como hongos, bacterias, protozoos, etc., se cree que no hemos registrado ni el 1% de todas las especies que podrían habitar la Tierra.

Y es que, según las estimaciones, podríamos compartir este planeta con más de 8,7 millones de especies de seres vivos, aunque si consideramos también a las bacterias, esta cifra llegaría fácilmente a más de mil millones.

Por ello, clasificar las distintas formas de vida ha sido una necesidad desde el nacimiento de la Biología. Y uno de los mayores logros fue el de desarrollar el concepto de “reino”, el cual permite introducir cualquier especie descubierta (y que falte por descubrir) en uno de los siete grupos principales:

  • Animales
  • Vegetales
  • Hongos
  • Cromistas
  • Protozoos
  • Bacterias
  • Arqueas

La historia detrás de los reinos de los seres vivos

En términos biológicos, un reino es el segundo nivel de organización taxonómica más elevado. Por encima solo están los dominios, los cuales son tres (bacteria, arquea y eucariota). Dentro de estos dominios, existen los cinco reinos.

Un reino, pues, es cada una de las grandes subdivisiones taxonómicas que permiten clasificar cualquier ser vivo en funciónde su historia evolutiva. Los reinos, a su vez, se dividen en filos, los cuales se dividen en clases, órdenes, familias, géneros y, finalmente, especies. Por lo tanto, si la taxonomía de una especie es un árbol, el reino sería el tronco y cada una de las ramas las divisiones, hasta llegar al nivel de especie.

A lo largo de la historia, la concepción de los reinos ha ido cambiando. En 1735, Carlos Linneo, un reputado naturalista sueco, fue el primero en introducir este concepto. De todos modos, dado que todavía no nos habíamos sumergido en el mundo microscópico, solo reconoció dos reinos: vegetal y animal. A pesar de que faltaba mucho por avanzar, Linneo estableció los pilares de la taxonomía.

Más de cien años después, en 1866, y habiendo descubierto la inmensidad del mundo microscópico, Ernst Haeckel, un naturalista alemán, añadió un tercer reino: el de los protistas. En este sentido, teníamos un reino animal, uno vegetal (donde también entraban los hongos) y un protista, donde estaban todos los microorganismos.

Esta clasificación fue usada en todo el mundo hasta que, en 1938, Herbert Copeland, un célebre biólogo estadounidense, se dio cuenta de que englobar a todos los microorganismos en el mismo grupo era un error, por lo que los dividió dos reinos: uno de microorganismos con núcleo delimitado (los protistas) y otro único para las bacterias (moneras), las cuales no tenían un núcleo delimitado.

En esta clasificación de Copeland, el único error era considerar que los hongos (tanto unicelulares como pluricelulares) estaban dentro de los protistas. Esto cambiaría con Robert Whittaker, un botánico estadounidense que, después de analizar a los hongos, se dio cuenta de que no eran ni vegetales ni protistas y que debían constituir su propio reino.

En este contexto, Whittaker estableció, en el año 1969, la clasificación de los cinco reinos: animales, plantas, hongos, protistas y moneras. Posteriormente, Carl Woese, tras comparar las diferencias en el ARN ribosomal entre estos reinos, estableció, en 1977, la más alta clasificación en tres dominios: arquea y bacteria (donde entraban las moneras) y eucarya (donde entraban animales, plantas, hongos y protistas).

Desde entonces, se han propuesto otras clasificaciones de reinos ya que los avances en genética ponen de manifiesto que, quizás, el sistema de cinco reinos no es el más correcto. En este sentido, Thomas Cavalier-Smith, un biólogo inglés, propuso, en 1998, un sistema de seis reinos: animales, plantas, hongos, cromistas (donde entrarían las algas cromofitas), protozoos y bacterias.

Más recientemente, en 2015, Michael A. Ruggiero, un biólogo estadounidense, propuso, junto a su equipo, una nueva clasificación en siete reinos, la cual partía de la de Cavalier-Smith, pero separando a las bacterias en otro grupo: arqueas.

Por ello, y a pesar de que el sistema más famoso es el de Whittaker, nosotros te traemos la clasificación más reciente. Y es que el sistema de cinco reinos está ya algo anticuado.

La clasificación de Ruggiero en siete reinos

Como venimos comentando, la clasificación en cinco reinos de Whittaker es la más conocida, pero lo cierto es que desde hace algunos años, las clasificaciones más nuevas le están ganando terreno en el mundo de la Biología. Por ello, traemos la más reciente de ellas, la propuesta por Michael A. Ruggiero y su equipo en 2015, la cual sustituye los cinco reinos de Whittaker por siete. Veámoslos.

1. Animal

El reino animal es aquel formado por todos los seres vivos pluricelulares formados por células animales. Las células animales son eucariotas (con un núcleo delimitado) que pueden adquirir morfologías y desarrollar funciones increíblemente variadas, pues pueden ser tan diferentes entre ellas como una célula de la piel respecto a una neurona.

Los animales no pueden realizar la fotosíntesis ni, en general, sintetizar ellos mismos materia orgánica, por lo que tienen que conseguirla del exterior. De ahí que los animales tengan que comer para darle a sus células la energía y materia que necesitan.

Para permitir la endocitosis, es decir, la entrada de nutrientes, las células de los animales no pueden tener una pared celular como sí tienen las plantas y los hongos.

Sea como sea, son el grupo de organismos (sin considerar a las bacterias) más diverso. Hay casi 5 veces más especies de animales que de plantas, aunque esto no significa que haya más animales que plantas (hay muchísimas más plantas). De hecho, dentro del reino animal hemos descubierto ya 953.000 de especies (900.000 de las cuales son insectos), aunque se estima que podría haber más 7,7 millones. Desde una esponja de mar hasta un humano, el reino animal es increíblemente diverso.

2. Plantas

El reino de las plantas es aquel constituido por todos aquellos seres vivos pluricelulares constituidos por células vegetales. Estas células tienen la capacidad casi exclusiva (las cianobacterias también pueden) de realizar la fotosíntesis, un proceso que permite sintetizar materia orgánica a través de la energía química obtenida a partir de la luz.

Las plantas son menos diversas (aunque siguen siéndolo mucho) que los animales porque están limitadas por la morfología de sus células, las cuales, debido a la presencia de una pared celular, no pueden adquirir formas demasiado diversas. Por ello, la variedad de tejidos vegetales es menor.

Desde una secuoya hasta un arbusto, las plantas disponen, en el interior de sus células, de clorofila, un pigmento presente en los cloroplastos, que son unas estructuras donde se realiza la fotosíntesis. De igual modo, gran parte de su citoplasma está ocupado por una vacuola, que sirve para almacenar agua y nutrientes.

Se han descubierto un total de 215.000 especies de plantas. La diversidad total se estima en 298.000, así que estamos, de largo, ante el reino que más cerca estamos de conocer por completo.

3. Hongos

El reino de los hongos está constituido por todos aquellos seres vivos, tanto unicelulares (como las levaduras) como pluricelulares (como las setas), formados por células fúngicas. Fue uno de los reinos que más tiempo tardó en formularse ya que durante mucho tiempo se creyó que eran plantas.

Y es que estos organismos están a medio camino entre las plantas y los animales. Siguen siendo seres eucariotas que, igual que las plantas, tienen una pared que envuelve todas sus células. Esto es lo que hizo que se incluyeran, hasta que Whittaker propuso la clasificación de 1969, dentro del reino vegetal.

Pero más tarde se descubrió que los hongos no pueden realizar la fotosíntesis, algo imprescindible para que un ser vivo entre dentro del reino vegetal. Igual que los animales, no pueden generar su propia materia orgánica, sino que necesitan absorber nutrientes.

Teniendo en cuenta la mezcla de características y que su reproducción es distinta a la vegetal y animal en el sentido que la realizan mediante la liberación de esporas al medio. Además, a diferencia de las plantas y los animales, algunas especies fúngicas pueden comportarse como patógenos.

Por todos estos motivos tuvieron que formar su propio reino. Actualmente hemos descubierto unas 43.000 especies de hongos distintas, aunque se estima que podrían existir más de 600.000.

4. Cromistas

El reino de los cromistas es, seguramente, el menos famoso de los siete, pero, sin duda, uno de los más asombrosos. Se trata de un reino con especies increíblemente variadas. Tanto es así que algunas especies se consideraban plantas (porque podían hacer la fotosíntesis y tenían pared celular), algunos hongos y otros protozoos. Destacan, sobre todo, las algas.

De hecho, es tan diverso que, a pesar de que comparten algunas características, la verdadera razón de que establezcan un grupo propio son los análisis genéticos, los cuales demostraban que estaban separados evolutivamente de los otros reinos.

En este sentido, los cromistas son organismos eucariotas generalmente unicelulares (aunque hay excepciones en algunas especies de algas) con muchas especies capaces de realizar la fotosíntesis (como las algas) y que tienen una característica cubierta (cosa que no tienen los protozoos, donde se les incluía antes de la clasificación de 1998) que les otorga una especie de armadura que puede adoptar formas muy variadas, ofreciendo rigidez.

Dentro de este reino tenemos las algas, las diatomeas, los dinoflagelados, los foraminíferos (estos son heterótrofos) e incluso parásitos como los oomicetos.

5. Protozoos

El reino de los protozoos es un grupo de organismos unicelulares muy primitivos donde, hasta hace poco más de 20 años, se incluían los cromistas. De hecho, en la clasificación de Whittaker en cinco reinos, protozoos y cromistas conforman un grupo mayor conocido como protistas.

A diferencia de los cromistas, la regla general es que sean heterótrofos (aunque unos pocos son autótrofos), es decir, que se alimenten de otros seres vivos mediante un mecanismo de fagocitosis. Además, no tienen una cubierta rígida como los cromistas, sino que son células desnudas, algo imprescindible para poder alimentarse y desplazarse activamente mediante flagelos o movimientos de tipo ameboide.

Actualmente hemos identificado unas 50.000 especies de protozoos. Destacan, además, por tener muchas especies parasitarias, como por ejemplo algunas amebas, Plasmodium (responsable de la malaria), Giardia, Leishmania, etc. Los protozoos pueden considerarse como animales unicelulares, aunque realmente constituyen su propio reino.

Representación de «Giardia», un protozoo patógeno.

6. Bacterias

El reino de las bacterias está constituido por todos aquellos seres vivos unicelulares procariotas (sin un núcleo bien delimitado) que dominan el planeta. Con un tamaño de entre 0,5 y 5 micrómetros y una morfología y fisiología increíblemente diversas, las bacterias son los seres vivos más exitosos de la historia evolutiva de la Tierra.

Son uno de los precursores de la vida y, pese a ser las formas de vida más primitivas, se han adaptado a todos los ambientes de la Tierra, incluso a aquellos donde ningún otro ser vivo es capaz de sobrevivir. Pueden, por lo tanto, realizar cualquier tipo de metabolismo, desde la fotosíntesis (como las cianobacterias) hasta la heterotrofia.

Además, muchas especies (unas 500) son capaces de infectarnos y hacernos enfermar. Junto a los virus (que no se consideran seres vivos), son los principales patógenos de la Tierra. Y, pese a haber identificado más de 10.000 especies de bacterias, se cree que no hemos descubierto ni el 1% de ellas, pues el número de especies bacterianas se estima en, aproximadamente, 1.000 millones.

7. Arqueas

El de las arqueas constituye el reino del que derivan todos los otros que hemos visto. Fueron realmente las precursoras de la vida en la Tierra, diferenciándose de las bacterias hace ahora unos 3.500 millones de años. Son seres vivos unicelulares procariotas muy primitivos

Y es que, a pesar de que compartan muchas características morfológicas con las bacterias, los análisis genéticos demuestran que, en efecto, son organismos totalmente distintos. Además de colonizar solo ambientes extremos (como fuentes termales) ya que proceden de una época de la Tierra en la que todo era inhóspito para la vida, no hay ni una sola especie patógena y tampoco son capaces de realizar la fotosíntesis, pues su metabolismo está mucho más limitado, usando como fuente de energía y materia compuestos inorgánicos como el azufre, el hierro o el dióxido de carbono.

No está muy claro cuántas especies de arqueas podría haber, pero sí se sabe que podrían conformar hasta el 20% de toda la biomasa de la Tierra.

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