Los mitos escatológicos son aquellos que narran el fin del mundo o el fin de una civilización, aunque a los mitos escatologicos los podemos dividi
Difieren según el tipo de cultura que lo narra. Ya que cada cultura tiene una religión distinta lo que lo convierte en una narración muy ligado a la religión, ya que responde a una de las preguntas más importantes del ser humano en toda la historia de la humanidad.
(Del griego antiguo éskhatos: ‘último’ y logos: ‘estudio’) es el conjunto de creencias religiosas sobre las realidades últimas.
En español, el término escatología puede estar referido a dos cosas completamente diferentes: el ‘conjunto de creencias referentes al fin de los tiempos’ (de éskhatos: ‘último’) y también el ‘estudio del excremento’ (de skatós: ‘excremento’). En inglés, el sonido de la jota castellana se escribe como una hache o más claramente como una ‘kh’, como en Akhenaton (Akenatón, a veces escrito como Ajenatón), Khakasia (Jakasia), Kharkov (Járkov), Khartum (Jartum) o Khuzestan (Juzestán). Sin embargo, el idioma español transliteró dos fonemas distintos (la cappa y la ji griegas) con la misma letra c, por lo que los dos conceptos distintos quedaron homónimos. Esjatológico: ¿por qué «esjatológico» con jota? Porque así debe ser. Hay dos palabras morfológicamente parecidas en español: “escatológico”, que significa pornográfico —de skatós, término griego que significa ‘excremento’— y “esjatológico”, que significa ‘noticia de lo último’ —de éskhaton, ‘lo último’— las cuales son confundidas hoy día, por error o por descuido o ignorancia o periodismo, incluso en los diccionarios (Espasa, Julio Casares); de modo que, risueñamente, el apóstol San Juan resulta un escritor ¡pornográfico o excremental! Yo hago buen uso; si el buen uso se restaura, mejor, si no, paciencia. Poco cuidado con nuestra lengua se tiene hoy día. Leonardo Castellani, El Apokalypsis de san Juan (pág. 313). Buenos Aires: Dictio, 1977.
Hay diversas referencias escatológicas en la mitología egipcia, griega, romana y escandinava. Cada religión tiene su propia visión escatológica según sus creencias sobre el devenir de los tiempos. En muchas de ellas el hombre, individual y colectivamente, trasciende al mundo terrenal y existe por la eternidad en realidades radicalmente distintas a la vida conocida, algunas de ellas dichosas (Cielo) y otras de condenación (infierno).
Dentro del contenido religioso del mazdeísmo, Zoroastro describió con gran detalle la llegada del Frashokereti o juicio final con el último enfrentamiento entre Ahura Mazda (el Bien) y Angra Mainyu (el Mal), que produciría grandes catástrofes y aceleraría la llegada de un salvador, descendiente del linaje del propio Zoroastro, quien sería el encargado de llevar a la victoria a las fuerzas del Bien. En el juicio final se decide el destino de la humanidad y la reconciliación entre una parte de ésta y Ormuz (el Bien), que conlleva el fin del Mal.
En China, al introducir el culto al buda Maitreya también se introdujo en esta religión un componente escatológico, del cual en los tiempos futuros, decaerá de gran manera que propiciaría el regreso de Maitreya para iniciar una nueva época de paz y esperanza.
En el hinduismo no hay una sola escatología determinada; Hay una escatología de los universos materiales, que se destruyen cíclicamente. Existe una destrucción parcial del universo, que sucede cada final del «día» de Brahmā (cuando este dios se duerme, al final de cada uno de sus largos «días») y existe una destrucción total de todos los universos, cuando Vishnú los «aspira» como moléculas de su respiración, al final de la vida de Brahmā (que dura exactamente 100 de sus «años»). También hay una escatología personal, cuando el alma espiritual abandona el cuerpo material en el momento de la muerte. Recibe un juicio por parte del deva Iamarásh (el regente de la muerte), quien de acuerdo con su buen o mal karma (‘actividades’ pasadas) recibe una pena: volver a nacer en algún planeta de este universo. Si el alma se comportó bien, irá a nacer en un planeta superior paradisíaco (el cielo o suarga), y una vez que haya «gastado» su buen karma (una vez que haya gozado lo suficiente) tiene que volver a nacer en este planeta. Si el alma se comportó mal, irá a nacer en un planeta inferior infernal (el infierno o Patala), y una vez que haya “quemado” su mal karma (una vez que haya sufrido lo suficiente) tiene que volver a nacer en la Tierra. En estado de sueño profundo, el alma cae a la Tierra en forma de lluvia, y si cae en tierra cultivada, entra en las plantas y queda adosada a los granos (de trigo, arroz, etc.). Si es comida por un ser humano masculino entra en sus espermatozoides y si le corresponde ser hijo o hija de ese ser humano en particular, por «azar» será el espermatozoide que fecunde al óvulo y se convertirá en un embrión. Según las Escrituras hindúes, el alma se despierta dentro del útero materno. Los hindúes incluso creían que el útero era una parte del intestino, por lo que el feto estaba rodeado del excremento de la madre. De esta manera el alma experimenta varios meses de terribles sufrimientos, que finalmente le hacen perder la memoria y la inteligencia. Los hindúes creen que es posible interrumpir este proceso eterno de reencarnación bajo ciertas circunstancias, como la quema del cuerpo del difunto.
En el Islam, la fe cuenta para el destino del creyente y cuando dicho creyente haya fallecido, conoce en persona a Allah y es conducido al paraíso. Sin embargo, no recibe íntegramente su recompensa hasta el Día del Juicio. Para los impíos, el destino es sufrir en su propia tumba hasta llegar el juicio final, donde se decidirá su destino. Tal Como en el cristianismo y el judaísmo, existen creencias escatológicas como la recompensa de las almas (en el Islam no existe la idea de purgatorio), pero sí existen términos escatológicos como al-Masih ad-Dajjal que en árabe significa el falso mesías y el Mesías (Jesús o I’sa), El Guiado (Mahdí). Al final de los tiempos, Jesús volverá para reinar en el mundo entero desde el trono de Jerusalén, aunando a todos los creyentes en el Dios Único, ya sean judíos, cristianos, musulmanes u otros, bajo un mismo paraguas: el Islam. Reinará acorde a las enseñanzas de los profetas y, en particular, las de Mahoma, el último de todos ellos.
El pueblo hebreo cree que su historia ha sido dirigida por Dios Yahvéh en cumplimiento a la promesa al caldeo Abraham. Por medio de eventos históricos como el Éxodo (la vuelta a la Tierra prometida desde el exilio en Egipto) o la Diáspora (el exilio provocado por la invasión romana). Los acontecimientos del fin del mundo son similares en el judaísmo y el cristianismo (el cual es la continuación de aquél): la abominación del Templo de Jerusalén, la nueva creación, el juicio final y el gobierno divino, que incluye la llegada del Mesías.
Ofrece una escatología parecida a la del judaísmo, la cual está explicada por los Evangelios del siglo I y por los teólogos posteriores. La teología cristiana se ha ocupado mucho —especialmente durante el medievo y la Reforma— de los «novísimos» (los últimos cuatro estados del ser humano, que son muerte, juicio, infierno y gloria).
Pueden ser ayudadas por los vivos, ya sea por medio de la Eucaristía, la penitencia, la limosna, una indulgencia plenaria, para salir del Purgatorio y así entrar a la vida eterna. De una exégesis de la Biblia tomada en su sentido gramatical podemos elaborar nueve distintos apartados escatológicos extraídos básicamente desde el libro del Apocalipsis, bien que las aportaciones desde los otros libros de la Biblia son también importantes. Los apartados son:
Según las creencias de los Testigos de Jehová, cuando el ser humano muere, nada lo sobrevive: no hay un alma eterna, el alma es la persona, la vida. (Gen.2:7, Gen.3:19, Ezequiel 18:4). La esperanza futura se basa en la resurrección la cual sucede de formas distintas, en grupos distintos:
Los adventistas creen que en la segunda venida de Cristo, los muertos en Cristo resucitarán primero, luego los que estén vivos (los escogidos) junto con los resucitados, serán arrebatados por los ángeles que se los llevarán al cielo a vivir por un periodo de mil años. Durante ese tiempo, Satanás será encadenado simbólicamente, pues no tendrá a nadie a quien engañar. En el cielo, en este período, los santos (los que fueron salvados) junto con Cristo estarán juzgando a los impíos. Al cabo de este periodo, Cristo con la santa ciudad descenderán del cielo para juzgar a los muertos impíos, ellos resucitarán y tratarán de cercar la santa ciudad pero Dios hará descender fuego del cielo que los consumirá. Y esta será la segunda resurrección que es para muerte eterna (Apoc 20:1, Tes 4:13-17).
En la mitología nórdica, Ragnarök (en español: destino de los dioses)1 es la batalla del fin del mundo. Esta batalla será supuestamente emprendida entre los dioses, los Æsir, liderados por Odín y los jotuns liderados por Loki. No sólo los dioses, gigantes, y monstruos perecerán en esta conflagración apocalíptica, sino que casi todo en el universo será destruido. En las sociedades guerreras vikingas, el morir en batalla era un destino admirable, y esto se tradujo en la adoración de un panteón en el que los dioses mismos no son eternos, sino que algún día serán derrocados, en el Ragnarök. En las propias sagas y poesía escáldica de los pueblos nórdicos aparecen claramente definidos los acontecimientos del Ragnarök, se conoce quién luchará contra quién, así como los destinos de los participantes en esta batalla. El Völuspá (Profecías de Völva —Shaman femenino—), la primera serie del Edda poética (Edda mayor), que data desde 1000 d. C., cuenta la historia de los dioses, desde el inicio del tiempo hasta el Ragnarök, en 65 estrofas. La Edda prosaica (Edda menor), escrita dos siglos después por Snorri Sturluson, describe en detalle qué ocurrirá antes, durante y después de la batalla. Lo que es único sobre el Ragnarök como historia apocalíptica (en el estilo Armagedón) es que los dioses ya saben a través de la profecía lo que va a suceder: qué avisará de la llegada del acontecimiento, quién será asesinado por quién, y así sucesivamente. Incluso saben que ellos no tienen el poder de evitar el Ragnarök. Esto está relacionado con el concepto de destino (véase Urðr, Wyrd) de los pueblos nórdicos antiguos.
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