La Meteorización. – Las formas del relieve terrestre son el resultado del antagonismo entre las fuerzas que tienden a formarlas y las tendentes a allanarlas. El equilibrio entre ambas fuerzas se alcanzaría cuando todos los relieves quedaran reducidos a un mismo nivel. Según algunos cálculos, si la erosión se mantuviera al ritmo actual, el equilibrio se alcanzaría dentro de unos 45 millones de años. Sin embargo, esta situación no es posible, ya que la actividad geodinámica interna está creando nuevos relieves de forma permanente.

Al tiempo que se crean estas nuevas formas, la erosión trabaja para reducirlas. La primera fase de cualquier mecanismo erosivo se denomina meteorización, durante la cual los factores atmosféricos y la radiación solar actúan sobre las rocas y las disgregan y descomponen. Una vez que ya están lo bastante modificadas, los agentes de transporte, movidos generalmente por la fuerza de la gravedad, actúan sobre sus restos y alisan el relieve.

Los procesos erosivos dan luga formas tan curiosas.

La meteorización puede ser de tipo:

  • Químico
  • Mecánico

Aunque a menudo es el resultado de una combinación entre ambos.

Meteorización química.

La meteorización química, que afecta a la constitución química de las rocas, puede actuar por oxidación, carbonatación, hidratación o hidratación o hidrólisis. Todas las reacciones de la meteorización química pueden ser activadas por la presencia de agua y el aumento de la temperatura. De ahí que, en las regiones cálidas y húmedas, por ejemplo, las intertropicales, sean estás las formas más importantes de meteorización.

  1. Oxidación. El oxígeno del aire atmosférico entra en combinación con determinados minerales, formando óxidos terrosos.
  2. Carbonatación. El anhídrido carbónico disuelto en el vapor de agua adquiere carácter ácido y transforma los carbonatos en bicarbonatos solubles. Las calizas, por ejemplo, son disueltas por esta vía. En el caso del granito, el aíre húmedo, cargado de anhídrido carbónico, ataca el feldespato, que se convierte en una masa blanquecina, el caolín. La mica y el cuarzo quedan entonces libres. La primera se convierte a su vez en productos ferruginosos, mientras que los granos del segundo quedan sueltos y expuestos a la acción de otros agentes.
  3. Hidratación. Cuando las moléculas de agua se introducen en la red espacial de un mineral incrementan su volumen y pueden dar lugar a nuevas formas, inestables o permanentes, del compuesto.
  4. Hidrólisis. Muchos minerales, disueltos por la acción del agua, son eliminados con la lluvia; otros, como las arcillas, son insolubles y terrosos.

Los minerales de las rocas de génesis profunda son inestables en la superficie, lo que hace que la meteorización química resulte más eficaz cuando actúa sobre ellos.

Meteorización de tipo mecánico.

En la meteorización mecánica, durante la cual el material rocoso se disgrega sin que se produzcan cambios en la composición del mismo, los principales agentes que actúan sobre las rocas vienen dados por las diferencias de temperaturas, que actúan a través de la radiación solar y el hielo.

Estos agentes someten a las rocas a temperaturas que producen tensiones internas que acaban por cuartearlas y fragmentarlas.

En las regiones desérticas, la diferencia de temperaturas entre el día y la noche suele ser considerable y brusca. Ello obligo a las rocas a dilatarse y contraerse con la misma brusquedad, lo que a largo plazo hace que se agrieten y se rompan. Cuando las rocas están compuestas por minerales de distinto color, como los granitos y

las dioritas, el citado efecto es aún mayor, ya que el coeficiente de dilatación y contracción de los minerales oscuros, que absorben más radiación solar, es mayor que el de los claros, con lo que las fuerzas que actúan sobre la roca son desiguales.

En las zonas frías, el agua que rellena durante el día las grietas de las rocas provoca, al congelarse por las noches y aumentar su volumen, la ruptura de las mismas, originando las pedrizas o canchales.

La cristalización de las sales del interior de las rocas, así como los diversos rozamientos y choques, también forman parte de la meteorización mecánica.

Las raices de los árboles son importantes agentes de meteorización mecánica, ya que al penetrar en la tierra contribuyen a su desmenuzamiento.

La acción de los rayos así mismo puede producir desplomes de masas rocosas, además de originar distintos agrietamientos y fisuras que darán lugar más adelante a nuevos derrumbamientos.

Por otra parte, los rayos penetran en el terreno arenoso, al caer sobre él con lo que la arena fundida crea cilindros o tubos, más o menos ramificados, a los que se denomina fulguritas. Estos fenómenos son frecuentes en algunos desiertos, por ejemplo, en el Sahara.

En las regiones con climas extremados, como los muy calientes de los desiertos y los muy fríos de la alta montaña, predomina la meteorización actúan de una manera combinada. La meteorización química puede intervenir con más facilidad sobre las grandes superficies de los trozos de roca que han quedado desgajadaspor la meteorización mecánica.

Aparte de los procesos citados, la acción de los seres vivos ejerce también una acción disgregadora sobre el lecho rocoso.

Las raíces de las plantas penetran en los requisitos y hendiduras superficiales, ensanchándolos y contribuyendo al desmenuzamiento de la tierra. Ello facilita a su vez la presencia de lombrices y gusanos, además de pequeños vertebrados, que remueven y mezclan los componentes del terreno. Los microorganismos, por su parte, a través de las sustancias químicas que elaboran, disgregan y descomponen las partículas minerales.

Una vez que cualesquiera de estas formas han actuado sobre las rocas, sus restos son transportados por determinados agentes, como el viento, el agua o el hielo. En cualquiera de estos casos, la gravedad determinada en qué dirección ya que distancia se desplazarán. Este traslado dará lugar a nuevas acumulaciones de materiales, que conformaran a su vez otras rocas sedimentarias.

Vista de una morrena marginal o lateral, del glaciar de Morteratsch, en la cordillera europea de los Alpes.

Las formas del relieve.

El relieve está en un permanente proceso de formación y destrucción. La acción de la erosión, así como las consiguientes formas que adquiere el relieve, está condicionado por diferentes factores, como la estructura y disposición geológicas, la litología y el clima.

La erosión será más rápida o más lenta según el tipo de rocas de que se trate, lo que determinará así mismo las formas que éstas adopten como consecuencia de dicha acción.

Estructura y disposición geológicas. – La citada erosión selectiva está condicionada a su vez por la distribución de las rocas, especialmente las estratificadas. Los relieves así formados suelen guardar relación con los pliegues de los estratos.

Cuando los sinclinales forman valles y las anticlinales montañas, lo que no sucede con frecuencia, se habla de relieve normal; cuando ocurre a la inversa, el relieve se denomina invertido. En zonas con estratos dispuestos horizontalmente suelen formarse relieves escalonados o en gradería.

Litología. – el agua de la lluvia no puede infiltrarse en las impermeables y blandas arcillas, que ante esta forma de erosión constituyen abarrancamientos denominadas cárcavas.

Cuando coexisten rocas blandas y duras, la erosión actúa fundamentalmente sobre las primeras, produciéndose así llamados relieves de excavación, que son el resultado de la erosión diferencial, también denominada selectiva.

Clima. – El tipo de meteorización está determinada por el clima, que actúa también como vehículo de transporte. Todo ello lo convierte en el factor básico de este proceso, ya que a largo plazo termina actuando sobre los anteriores.

Por ejemplo, los desiertos presentan un aspecto que suele ser independiente de los tipos de rocas sobre las que se forman.

Cuando un tipo de clima ejerce una prolongada acción sobre una determinada zona, define formas de erosión y rellenos que son típicas del mismo, lo que se traduce en un paisaje o modelado característico.

Modelados glaciar y periglaciar.

Las grandes acumulaciones de nieve permanente llegan a alcanzar un gran espesor que, por su propio peso, se comprime y provoca la expulsión del aire que contiene en su interior, lo que determina la formación de masas de hielo azulado.

Al descender esta masa por la pendiente del terreno forman los glaciares.

A pesar de que su avance es muy lento, aproximadamente algunos pocos metros por año, la gran fricción que su enorme peso produce sobre el lecho rocoso por el que se desliza da lugar a una considerable erosión.

Aunque el hielo se comporta como un cuerpo rígido frente a las fuerzas o presiones del momento, se deforma cuando éstas actúan de una manera sostenida. Así, al mismo tiempo que el avance del glaciar erosiona el terreno, el hielo va acomodándose paulatinamente a las irregularidades del mismo.

Los fragmentos de rocas arrancadas por el avance del glaciar, que quedan incorporadas a su masa y avanzan a medida que éste lo hace, también contribuyendo a la acción erosiva.

En las zonas en las que en antaño se desarrolló un glaciar, siempre quedan sus huellas, en formas de peñas redondeadas, rocas estriadas en el mismo sentido del avance del glaciar o lagunas características.

Cuando los glaciares llegan a zonas más cálidas o más bajas se funden y dan lugar a los ríos, con lo cual todos los restos de rocas transportadas hasta ese momento por el hielo se depositan en la base y forman las morrenas. Estas compuestas por fragmentos de distintos tamaños íntimamente entremezclados con polvo del mismo origen, presentan un aspecto característico.

Según se halla ido formando dicho depósito, las morrenas constituyen tipos diferentes. Así, las morrenas terminales son las situadas en los extremos de los glaciares; las de fondo son las que recubren el lecho rocoso sobre el cual aquellas evolucionan; las marginales, o laterales, son las que bordean la masa de hielo, y las centrales suelen estar formadas por la unión de las laterales.

Los glaciares se diferencian a su vez por su forma y situación, así como por el modelado que producen en el relieve.

Glaciares alaskeños o de piedemonte. – Alcanzan grandes extensiones, aunque se forman a partir a partir de la fusión de diferentes lenguas de hielo en una masa única que se extiende sobre una llanura y cuyos depósitos morrenicos alcanzan grandes espesores. Un ejemplo, de este tipo de glaciares es el de Malaspina, en Alaska.

Glaciares de circo o pirenaicos. – Tienen grandes similitudes con los alpinos. Sin embargo, el hielo en estos últimos queda limitado al circo, ya que la lengua se funde al principio del valle. Este tipo de glaciar representa el último residuo del glaciarismo que, durante el pleistoceno, se produjo en los pirineos glaciares de tipo alpino.

Es característica de esta cordillera la transición entre glaciares de valle y los neveros, acumulaciones de nieve permanentes e inmóviles.

Glaciares escandimos. – Se origina en un gran campo de alimentación elevado, descienden por los pasos montañosos y forman varias lenguas de hielo. Durante la era cuaternaria, estos glaciares excavaron sus valles bajo el nivel del mar. Después del pleistoceno, cuando los hielos, se retiraron las aguas marinas invadieron dichos valles y formaron los fondos, entrantes de la costa con elevadas paredes. Este tipo de glaciares es habitual, por ejemplo, en las costas de Noruega.

Casquetes polares o inlandsis. – Se trata de gigantescas acumulaciones de hielo y nieve, de formas indefinidas, cuyo espesor puede alcanzar de 2-3 km. Del campo de hielo también denominado Field surgen los escarpatos nunataks, montañas que carecen de nieve. La erosión y sedimentación en este tipo de glaciares se produce únicamente en las áreas marginales de los casquetes.

Glaciares de valle o alpinos. – Son muy habituales y se forman las grandes cordilleras. Su zona de alimentación se denomina circo del glaciar y consiste en una excavación de paredes verticales producida por el mismo hielo. Las lenguas glaciares que parten de estos circos constituyen auténticos ríos de hielo que descienden por los valles. Sin embargo, los valles excavados por este tipo de glaciares, de paredes muy verticales y fondo aplanado, y cuya sección tiene forma de U, se diferencian fácilmente de los producidos por los ríos, cuya sección tiene forma de V. en ocasiones, algunos de estos glaciares rodean una montaña, tallando varios circos a su paso, lo que dan lugar a un relieve muy escarpado y con grandes aristas entre los distintos circos. La más característica de estas formas, a las que se conoce como horns, es el monte Cervino, en Suiza.

El conjunto de rasgos de tipo casi glaciar recibe el nombre de periglaciarismo. En éste, las diferencias de temperatura entre las noches (bajo 0 °C y con fuerte heladas) y el día (por encima de los 0 °C) dan lugar a una erosión mecánica significativa y a suelos helados debido a la congelación de las aguas subterráneas.

Esta situación suele darse en las zonas que rodean los glaciares, pero también en otras regiones, por ejemplo, en Siberia, en las que no existe este tipo de fenómeno.

Modelado intertropical.

La meteorización química es predominante en las regiones tropicales, calurosas y húmedas. El resultado es la rápida alteración de las rocas y la pobre desimanación de sus restos, debido sobre todo a la presencia de grandes masas boscosas.

De ahí que se acumulan los derrubios (depósito de rocas) y continua el proceso de meteorización. Ello determina la formación de espesos depósitos de tipo arcilloso, a los que se conoce como leteritas y que tiene una gran riqueza de hierro y alúmina.

Las únicas alturas que destacan en el terreno son formas aisladas constituidas por rocas y que debido a su mayor solides frente a la erosión química, permanecen casi inalterables. Se les suele conocer con el nombre de inselbergen o también montes-islas.  

La formación de los lagos Los lagos son cuencas continentales cubiertas por agua. La limnología es la rama de la geodinámica que estudia su origen y su forma. Según su origen, los lagos pueden ser: GlaciaresTectónicosVolcánicos Lagos glaciares. – Son aquellos cuya cuenca se forma por la erosión producida por el avance de los glaciares, o bien por la acumulación de morrenas que obstruyen la salida de un rio. Este último tipo suele tener una vida limitada, ya que las barreras así formadas se erosionan con facilidad. Lagos tectónicos. – Son los formados por el desplome de las fosas tectónicas que después se rellenan de agua, y su tamaño y profundidad son mayores que los restantes lagos. Lagos volcánicos. – Se forman en los cráteres de los volcanes o bien en valles obstruidos por la salida de lava. Por último, se frecuenta la formación de lagos y lagunas en las regiones cuyas aguas no tienen salida al mar o que carecen de ríos. Estas formaciones suelen ser más o menos temporales, poco caudalosos, muy extensos y de escasa profundidad.

Modelados áridos.

A pesar que la transición entre la humedad y la aridez es gradual y difícilmente delimitable, esta última lleva a la desertización.

La falta de precipitaciones periódicas conduce a la desaparición de los ríos, quedando en su lugar las ramblas y los oueds. Las primeras son características en los países áridos y los segundos en los desiertos. Sin embargo, en ambos casos se trata de lechos secos de ríos, planos y pedregosos, por lo que circulan riadas de agua tras las infrecuentes y enérgicas lluvias. Sin embargo, un oued puede permanecer seco durante años si no se producen precipitaciones.

En las zonas desérticas, la forma de erosión predominante es la insolación, en tanto que el principal agente de transporte es el viento, que lleva también el polvo y arena, los que refuerzan a su vez la acción erosiva. La erosión conjunta que generan el viento y la arena se denomina corrosión.

Las rocas sometidas a este tipo de erosión suelen presentar formas características. Por lo general, la base de las mismas es más estrecha, debido a que sus partes más bajas sufren de un modo especial la acción corrosiva de las partículas minerales arrastradas por el viento.

La estructura típica del paisaje desértico se concéntrica. El núcleo de dicha formación lo constituyen los macizos montañosos, que forman el desierto rocoso.

Erosionado por insolación, aparecen dispersos a su alrededor los restos de rocas arrastradas por las lluvias torrenciales desde las montañas hasta el llano: se trata de la hamada o desierto de piedras.

Formando parte de esta zona se encuentran a veces restos montañosos aislados que todavía no han sido totalmente desgastados por la erosión y a los que se denomina montes-islas.

Los desiertos son zonas anticiclónicas, de alta presión atmosféricas.

Debido a ello, los vientos se desarrollan de forma radial, desde su núcleo hacia a la periferia. A su paso por la hamada recogen la arena y el polvo. La primera, más pesada, se deposita antes y forma una zona de dunas, a la que se conoce como el erg o desierto de arena.

En las estepas áridas, el polvo suspendido en el aire se va depositando y produce los depósitos de loess. Se denomina de esta manera al polvo transportado por el viento, que se acumula en grandes cantidades y forma una especie de légamo arenoso, de color amarillento y muy permeable, que se desase en el agua. A pesar de su fragilidad, su acumulación puede dar lugar a grandes formaciones verticales de hasta cientos de metros. Al tratarse de un material de acumulación eólica, su presencia es mayor en los valles que en las alturas.

La tendencia a la desertización es creciente en diferentes partes del planeta. Esto puede producirse en zonas excesivamente permeables, como las calcáreas, pero también en los impermeables en las que el agua no llega a empapar el suelo, por ejemplo, en las zonas arcillosas. En ninguno de estos casos las raíces de la vegetación pueden aprovechar el agua, lo que hace que no consiga alcanzar un desarrollo adecuado.

Las actividades humanas también desempeñan un importante papel en la desertización, debido sobre todo a la tala indiscriminada de grandes superficies boscosas para convertirlas en terrenos de cultivo, o simplemente para explotar la madera. Esta acción deja desprotegido el terreno frente a la actividad erosiva del viento o del agua, que arrastra la capa de suelo fértil y deja al descubierto la roca desnuda.

Zona desertica del Sahara marroqui

En las zonas desérticas como la del Sahara marroquí, forma de erosión predominante es la eólica. La acción del viento provoca la acumulación de arena en formaciones características.

Erosión normal.

El agente erosivo más importante suele ser el agua. Cuando ésta es lo bastante abundante, forma cursos, los ríos por los que fluye, favoreciendo la creación de un manto de vegetación que ayuda al terreno a protegerse frente a la erosión.

Las aguas continentales pueden presentarse de diferentes formas, cada una con distintas características.

Las lluvias que caen sobre una zona impermeable e inclinada se deslizan sobre ella favorecidas por la gravedad. Su acción erosiva depende entre otros factores, de la cantidad de agua que se moviliza, de la velocidad que desarrolla, del tipo de terreno sobre el que discurre y de los sedimentos que arrastra con ella. En cualquier caso, suelen formarse pequeños surcos que pueden ir creciendo hasta llegar a producir auténticos abarrancamientos.

Cuando estas aguas se encauzan y forman cursos fluviales más o menos permanentes nacen los torrentes y los ríos.

Los torrentes característicos de las regiones montañosas, suelen discurrir por terrenos muy inclinados. Su cabecera o lugar donde se reciben las aguas, suele presentar forma de embudo, que dirige las aguas acumuladas hacia el canal de desagüe, pasando después al cono de deyección.

La erosión en esta zona es muy intensa, ya que el relieve es accidentado y existen grandes desniveles del terreno.

Debido a la acción de la erosión, el torrente se va encajonando en la montaña de manera ascendente. El llegar a la cresta montañosa, la corta, y los grandes bloques de derrubios son arrastrados por el torrente y se depositan en el cono de deyección.

En lo que se refiere a los ríos, estos discurren por pendientes menos inclinadas y su régimen es más regular que el de los torrentes, alcanzando longitudes mucho mayores.

Se dividen entres zonas:

  1. La zona superior o juvenil. – Presenta características torrenciales, la erosión es significativa y se forman cascadas, gargantas y barrancos. Cuando el terreno es blando, integrado por arenas y arcillas, los causes pueden adquirir una cierta anchura. Por el contrario, si el lecho está formado por rocas duras, los valles y causes que se originan son más estrechos y su perfil toma forma de V. en la zona media, o madura, se suele alcanzar el equilibrio entre la erosión y la sedimentación.
  2. La zona inferior o senil. – La carga sedimentaria arrastrada hasta allí por el rio se deposita en el fondo y las orillas. Cuando el caudal de un rio arrastra grandes bloques de roca la acción erosiva es mayor, con efectos que pueden ser significativos. Un conocido ejemplo, de ello es el cañón del rio Colorado, en Estados Unidos, que tiene más de 450 km de longitud, con una profundidad que llega a veces a 1.800 m. los ríos no suelen discurrir en línea recta, a excepción de los tramos torrenciales. Las curvas que describen se conocen con el nombre de meandros. Al circular por ellos, el agua erosiona las orillas cóncavas, depositando los sedimentos originados en las convexas. Ello hace que el meandro se valla desplazando aguas abajo con la misma dirección que el rio, al tiempo que tiende a estrecharse, hasta que una parte del mismo queda separada del curso general y forma largos semilunares.   Cuando un rio varia su cauce en la forma antes descrita, va dejando una capa de depósitos fluviales, o aluviales formando por cantos rodados, arena y cieno, si más adelante existe una elevación del terreno o un descenso en el nivel de desembocadura, se genera un rejuvenecimiento del rio. En tal caso, esté se encaja sobre sus aluviones, formando terrazas fluviales colgadas. En ocasiones, el proceso de desplazamiento de un rio hace que otro, que discurría a mayor altura cerca de él, abandone parte de su curso y vierta en el que discurre más abajo, lo que se conoce con el nombre de captura de un rio por otro. Si una desigualdad en el terreno hace que el rio aumente bruscamente su pendiente, aparecen los rápidos. Los desniveles más acentuados generan cascadas, en tanto que los grandes accidentes orográficos, por los que se precipitan los ríos de una cierta importancia, dan lugar a cataratas y saltos. El permanente discurrir de los ríos provoca la erosión de su cauce, que con el tiempo adquiere una pendiente permanente: la pendiente o perfil de equilibrio. Cuando esto se produce, la erosión y la sedimentación quedan equilibradas, predominando el transporte. Muchos ríos aún no han alcanzado su perfil de equilibrio: otros que, si lo habían hecho, se han visto afectados por movimientos geológicos internos o por cambios climáticos que los modificaron.
  3. Las zonas montañosas. – Constan de tres etapas:
  4. En primer lugar, están los relieves escarpados o juveniles.
  5. Los redondeados de la etapa de madures
  6. Las formas seniles esta última etapa el terreno alcanza la forma de una región llana con suaves ondulaciones, la penillanura. Estos terrenos suelen quedar al mismo nivel que el de la base que acostumbra a ser el del nivel del mar.

Cuando los movimientos epirogénicos vuelven a elevarse se inicia otro ciclo erosivo, que tiende a reducir las nuevas formas hasta convertirlas en una nueva penillanura al nivel de la base.

El modelado marino.

La acción del mar, al tiempo que ejerce un efecto erosivo, realiza una actividad de deposición sedimentaria. El permanente choque de las olas arranca trozos de rocas que, al incorporarse a las mismas, multiplica su efecto, que pasa a denominarse abrasivo. La erosión diferencial ocasiona la formación de cuevas, agujas aisladas, puentes naturales, etc. Además, precedente de los ríos o de las mismas costas, las olas acarrean arena, que se deposita y forma las playas.

Según sea su relación con la dirección de los pliegues continentales se distinguen dos tipos de costas, la atlántica y la pacífica.

En las primeras, los pliegos discurren perpendiculares al literal, formándose numerosos accidentes a modo de salientes y entradas, por el ejemplo cabos y ensenadas. En las costas pacíficas, por el contrario, las formas montañosas se desarrollan en paralelo a la costa, que discurre de forma más rectilínea.

Lo cierto es que la línea de la costa se modifica de una manera constante. Además de su acción erosiva, el mar realiza continuas acciones de avance y retroceso sobre las tierras continentales. Los sedimentos más habituales en la costa suelen ser de tipo arenoso, originando barras y espigones separados de la playa.

Cuando se forma una barra arenosa a la entrada de una ensenada o entrante del mar se origina una albufera, también denominada laguna costera. Si el depósito de arena une la costa con alguna isla cercana, esta última recibe el nombre de tómbolo.

Los deltas son el resultado de los depósitos fluviales, y están constituidos por sedimentos de ese origen que los ríos acarrean hasta el mar.

Aguas subterráneas Las aguas subterráneas pueden ser juveniles o freáticas. Las primeras tienen su origen en el interior de la corteza terrestre y se deben al enfriamiento del magma, en tanto las freáticas se forman por el agua de la lluvia, que pasa por el interior de la corteza terrestre. La zona de aireación es la parte más superficial del suelo y en ella no hay agua. Entre ambas zonas se localiza el nivel freático, cuyos límites varían en función del nivel de agua existente en las distintas estaciones climáticas. Se forma una zona de saturación cuando existe una capa de terreno permeable, con otra permeable, con otra impermeable por debajo, o bien si las precipitaciones son lo bastante importantes como para formarla. Por otra parte, el nivel freático reproduce de alguna manera las formas del relieve de la superficie. Cuando las formas topográficas cortan este nivel, el agua emerge en forma de manantial. Los estratos permeables dejan pasar el agua de la lluvia, que tiende a filtrarse hacia el fondo del sinclinal, cuando los flancos del relieve están cortados por la topografía. Si se perfora un pozo en este lugar, el agua surge como un surtidor, debido al principio de los vasos comunicantes, para igualar su nivel con el de las zonas de alimentación: son los pozos artesianos.  

Básicamente, las cuencas oceánicas están constituidas por las plataformas continentales y los fondos abisales. La profundidad de las primeras, que en realidad son una continuidad submarina del continente al que rodean, aumento de forma progresiva y no suele sobrepasar los 200-250 m, siendo sobre esta plataforma donde se depositan los sedimentos continentales. Además, en las plataformas continentales suelen desarrollarse los cañones submarinos, que son profundos surcos, en formas de valles fluviales muy escarpados, que nacen cerca de la costa.

El límite de las plataformas continentales está situada a distancias muy variables de la costa. Sin embargo, a todas ellas la llamada línea de barro las separa del talud continental, que es la zona de transición entre la plataforma y las profundidades oceánicas, por lo que su pendiente es considerablemente mayor que la de la plataforma.

La profundidad de los fondos abisales ronda los 5.000 m, aunque en las costas cercanas a las grandes cordilleras, como en las costas cercanas a las grandes cordilleras, como en la costa pacífica americana o conjunto a las guirnaldas insulares, se forman las llamadas fosas oceánicas, cuya profundidad puede superar los 10.000 m.

Por otra parte, existen en los fondos oceánicos auténticos cordilleras sumergidas, como es el caso de la dorsal atlántica, además de algunos momentos aislados con forma de meseta, los guyots, que pueden alcanzar los 2.000 m. de elevación sobre el lecho marino.

Modelado cárstico.

Como ya sea indicado hablar de meteorización, cuando el agua se combina con el anhídrido carbónico del aire convierte las rocas calizas en bicarbonatos solubles.

Las calizas son muy permeables y filtran el agua con facilidad. Así pues, el anhídrido carbónico contenida en la misma ensancha las fisuras y grietas y da lugar a la formación de cuevas y cavernas.

Estas cuevas suelen conformar una amplia red de simas verticales y de pisos laberinticos, paralelos a los planos de estratificación de las calizas. En estas zonas es frecuente que un rio desaparezca bruscamente en un sumidero continuando su curso por cuevas y galerías excavadas bajo tierra y llegando incluso a formar lagos subterráneos en el interior de las mismas. Los ríos así formados transcurren sobre la base impermeable de la formación caliza hasta que su curso se ve interrumpido por un corte topográfico, lo que da lugar a la formación de manantiales muy caudalosos o resurgencias.

Este conjunto de formas se denomina aparato castico, y sus rasgos topográficos característicos son las torcas y las dolinas, producidas por el hundimiento de oquedades cársticas bajo la superficie.

La acción del agua de lluvia sobre la caliza expuesta a la intemperie da lugar a una configuración denominada lenar o lapiaz, conjunto se rocas que presentan un aspecto erizado producido por dicha erosión. Cuando el agua gotea del techo de la cueva, la caliza precipitada va generando un carámbano de cal denominado estalactita. El agua que gotea sobre el suelo también precipita caliza, y surge una formación ascendente conocida como estalagmita. Algunas estalacitas y estalagmitas terminan por unirse, dando lugar a auténticas columnas de material calizo.

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