Geografia

La geografía como ciencia

La Geografía como ciencia. La geografía como ciencia aparece en el siglo XIX, cuando Alexander Freiherr von Humboldt plantea el principio de causalidad y le da el carácter explicativo adoptando la categoría de ciencia.

LA GEOGRAFÍA COMO CIENCIA

La génesis de la geografía se remonta a la EDAD ANTIGUA (IV a. C.- siglo V), cuando se conocieron las primeras contribuciones importantes por parte de calificados pensadores de la Grecia clásica

(figura 1). ciencias auxiliares de la geografía

Ellos habrían de incorporar el vocablo geografía, etimológicamente proviene de las raíces griegas geo (³μ¹±) y graphos (³Á±Aμ¹½) que significan tierra y descripción, respectivamente.

Se atribuye a Eratóstenes (276-194, a. C.) haber escrito la primera obra denominada Geografía (Daly, 1972: 1). Sin embargo, lo que entonces se consideró geografía distaba mucho de las concepciones contemporáneas. Eratóstenes era un pensador con sólidos conocimientos matemáticos y astronómicos, y se dedicó a elaborar mapas descriptivos o corográficos, calculó con alta precisión la circunferencia terrestre, y estableció la primera cuadrícula de lo que serían a posteriori las coordenadas geográficas (Capel y Arteaga, 1982: 6-7). No en balde es considerado como el padre de la geografía.

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No obstante, es justo reconocer que otros lo antecedieron en estudios similares, si bien no utilizaron la palabra geografía. Es el caso de Heródoto de Halicarnaso (484-425, a. C.), reconocido como padre de la historia, por haber incluido en sus narraciones de la evolución histórica del mundo antiguo conocido por lo griegos, descripciones de corte geográfico (Op. cit., 1982: 5). Es reconocido como uno de los primeros geopolíticos, ya que consideraba al saber geográfico como estratégico.

En la transición hacia la era cristiana, destaca Estrabón (64 a. C.- 20 d. C.), viajero del mundo conocido que desarrolló una geografía utilitaria para gobernantes y se le atribuye haberse interesado solamente por el mundo habitado o ecúmene. Uno de sus aportes fundamentales fue haber incorporado la técnica de la observación directa, principio positivista que habría de ser el fundamento de la geografía regional a partir del siglo XVII (Capel y Arteaga, 1982: 5).

Claudio Tolomeo

Otro estudioso imprescindible de mencionar es Tolomeo o Claudio Tolomeo (c. 90 – c. 170), matemático y astrónomo que también escribió un texto de Geografía. Calculó el tamaño del planeta, expuso por vez primera el paradigma geocéntrico, que postulaba que la Tierra era el centro del universo, y fue el autor de una Guía Geográfica con una tabla de posiciones para la elaboración de mapas exactos (Op. cit., 1982: 7).

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El carácter de la geografía en esta época tenía un fuerte contenido matemático, y predominaba un interés por elaborar mapas geográficos y astronómicos, para cuya elaboración se acudía a la utilización de símbolos representativos vistosos y de gran belleza. De hecho, se trataba más de arte que de ciencia.

Durante la EDAD MEDIA (siglos VI al XV) hubo un estancamiento de la disciplina, y mantuvo un carácter descriptivo. Entre los viajeros de este período destacan los pueblos escandinavos que navegaron a través del Atlántico norte, colonizando Islandia y Groenlandia, hasta llegar a las costas de Norteamérica (Clozier, 1967: 32). En el ámbito continental son dignos de mención los monjes franciscanos Jean de Plan Carpín (1180-1252) y Guillaume de Rubrouck (1215-1295), que cumplieron importantes misiones en Asia central. Pero las mayores proezas se darían a conocer en los escritos de Marco Polo (1254-1324), mercader y explorador veneciano que participó en una célebre expedición al continente asiático, dando a conocer un extenso mundo hasta entonces ignoto.

Pero los grandes aportes, en materia geográfica, correspondieron a estudiosos árabes, tales como Al Idrisi (1100-1165), Ibn Batuta (1304-1369) e Ibn Jaldún (1332-1406). Los árabes interpretaron, comprobaron y tradujeron los tratados de geografía de los griegos clásicos y, gracias a ellos, fueron posteriormente traducidos al latín y conservados para la posteridad.

Innovaciones tecnológicas de la epoca moderna de la geografía

LA GEOGRAFÍA COMO CIENCIA

En la EDAD MODERNA (siglos XVI al XVIII), gracias a los avances cartográficos y a innovaciones tecnológicas en navegación marítima, se realizaron descubrimientos trascendentales a nivel mundial. Las potencias europeas patrocinaron viajes estelares, como los de Cristóbal Colón (1451-1506), Vasco de Gama (1469-1524) y Fernando de Magallanes (1480-1521). Colón, financiado por la corona española, realizó un primer viaje (1492-1493) en procura de una conexión marítima, en ruta oeste, del subcontinente índico; pero arribó a lo que después sería América, un nuevo continente que colonizarían los europeos en búsqueda de riquezas naturales. Tres viajes posteriores, liderados por Colón, ampliarían el conocimiento de las nuevas tierras (1493-1496, 1498-1500 y 1502-1504).

Vasco de Gama, al mando de una flota portuguesa, circunnavegó entre 1497 y 1499, en ruta al sur el continente africano hasta arribar a la India. Y finalmente, Magallanes, realizaría entre 1519 y 1521, bajo tutela española, la primera expedición que daría la vuelta al mundo por mar, la cual partiendo de Europa, bordearía el extremo austral de Suramérica a través del estrecho que hoy lleva su nombre y llegaría a las islas Filipinas, en el extremo oriente donde perdería la vida, por lo que la expedición la concluiría el español Juan Sebastián Elcano (1486-1526), quien arribó a Sevilla en 1522.

Todos estos descubrimientos, permitieron reelaborar la cartografía de los continentes y aumentar el conocimiento geográfico del mundo. Desde el siglo XIV, los navegantes se basaban para sus travesías en las cartas portulanos o portulanos (Clozier, 1967), donde mostraban una cartografía tosca de los litorales de los mares conocidos y de algunas franjas interiores, con profusión de notas con nombres de puertos, lugares y accidentes geográficos. Su elaboración resaltaba por añadir un arte gráfico sofisticado y llamativo con símbolos e imágenes. Innovaciones tecnológicas (naves más veloces y seguras, el timón, la rosa de los vientos, la brújula, el sextante y el astrolabio), hicieron posible superar el cabotaje costero por la navegación de altura (Op. cit., 1967). No sólo hicieron posibles viajes más largos, sino el reconocimiento de nuevos territorios y la actualización de la cartografía a escala mundial.

Los mapas de Tolomeo, salvaguardados por los estudiosos árabes, dominarían la escena hasta el Renacimiento, y solamente a partir del siglo XVI, surgirían mapas más exactos como el Atlas de Mercator (1595) quien, por demás, incorporaría el uso de proyecciones cartográficas para solucionar el dilema trigonométrico de representar una superficie esférica sobre un documento plano (Capel y Arteaga, 1982).

LA GEOGRAFÍA COMO CIENCIA

Probablemente, la EDAD MODERNA constituya el período más trascendente para el desarrollo de la geografía, ya que es la época en que habrá de consolidarse como ciencia, dado que, hasta entonces, se puede decir que era un arte; una disciplina descriptiva (literaria y gráficamente) y nemotécnica. La modernidad y el advenimiento de la revolución científica en este período, serían la causa de avances metodológicos importantes en la geografía, y la incorporación, además de la observación y la descripción ya existentes, de otras importantes fases del método científico: medición, clasificación, hipotetización, explicación, sistematización, axiomatización y teorización (cf. Siso, 1982). Se puede argüir, que la geografía habría de consolidarse como disciplina científica.

C27NWB Copernicus theorised that the Earth was the center of the universe.

Algunos de los cambios más trascendentales son la aceptación de paradigma propuesto por Nicolás Copérnico (1473-1543), y el desarrollo de la ley de la gravitación universal por Isaac Newton (1642-1727). Su impacto será estremecedor en el campo de la astronomía, la física, la geografía y las ciencias naturales en general.

Bernardo Varenio

El geógrafo más destacado de este período fue Bernardo Varenio (1622-1650), cuya Geografía General se publicó en 1650. En ella introduce la división de la ciencia en geografía general (también llamada, hoy día, sistemática) y geografía regional (denominada especial por Varenio), la cual se ha aceptado desde entonces (Hawthorne, 1939: 41-42; Daus, 1982: 31-36). La geografía general, más que todo física y astronómica, estudia la Tierra en su conjunto, explicando sus partes constitutivas y sus características generales; la geografía especial estudia la situación de cada una de las regiones del planeta, su división y sus límites, incluyendo los aspectos humanos (Capel y Arteaga, 1982: 12-13). Esto representará la incorporación de doble dualismo en el estudio de la geografía (sistemática vs. regional; y física vs. humana), que provocará una redefinición de su objeto de estudio y una categorización que dará origen a las divisiones en ramas y subramas que comprende hoy día esta ciencia, como se verá más adelante.

LA GEOGRAFÍA COMO CIENCIA

Los aportes más significativos para ubicar a la geografía en el sistema de las ciencias se deben al filósofo Immanuel Kant (1724-1804) y al naturalista Alejandro de Humboldt (1769-1859), como lo ha reseñado Hawthorne (1939: 134-135). Estos, al analizar las formas de organización del conocimiento científico, clasificaron a las ciencias en tres categorías: sistemáticas, corológicas y cronológicas, como serían denominadas posteriormente por Alfred Hettner (1859-1941) (Hawthorne1939;

Hawthorne1959.

El planteamiento anterior ha sido resumido en la siguiente cita (Siso, 1982):

el conocimiento científico del mundo real, único e indivisible, pero arbitrariamente separado en varias disciplinas para fines de estudio, podía organizarse de tres formas:

  1. sistemáticamente, según la dimensión sustancial de cada materia o categoría de fenómenos o tópicos; es decir, según su contenido particular de materia (ej.: economía, geología, sociología, botánica, etc.);
  2. cronológicamente, según su dimensión temporal, concentrándose en la variación de los fenómenos y las conexiones entre ellos a través del tiempo (ej.: historia, arqueología, paleontología, etc.); y
  3. Corológica mente, según su dimensión espacial, de acuerdo a las diferencias en formas de asociación y relaciones de los fenómenos en el espacio (ej.: geografía, astronomía, geofísica, etc.). En otras palabras, la totalidad del saber humano sobre la realidad conocida por el hombre puede adscribirse a alguno de los tres tipos de ciencias: sistemáticas, cronológicas y corológicas.

En la figura 2, se expresa la forma en que puede presentarse la organización del conocimiento científico según la clasificación anterior:

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Este esquema fue recogido por geógrafos contemporáneos bajo la figura del paradigma de la matriz geográfica (Berry, 1964: 26-29; Haggett et al., 1977: 15), de acuerdo a la cual, en el conocimiento geográfico están representadas las tres dimensiones y se les corresponde con los tres campos tradicionales de indagación geográfica: geografía regional (dimensión corológica), geografía sistemática tópica

Sistemática o tópica (dimensión sistemática) y geografía histórica (dimensión cronológica) (Siso, 1982) (figura 3).

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La ciencia geográfica en la EDAD CONTEMPORANEA (siglos XIX al presente).

Es obligatorio comenzar este período con dos académicos excepcionales: Alejandro de Humboldt, (1769-1859) considerado hoy en día por casi todos los tratadistas de la historia de la geografía como el padre de la moderna ciencia geográfica (Capel, 1981: 5), y su contemporáneo Karl Ritter (1779-1859), reconocido como cofundador (Clozier, 1967; Daus, 1982).

Humboldt resalta por su formación científico enciclopédica que cubrió botánica, historia natural, mineralogía, matemáticas, física y economía política (Capel y Arteaga, 1982: 14), además de incursionar en geofísica, etnografía, antropología, zoología, ornitología, climatología, oceanografía, astronomía, geografía, geología y vulcanología. Ello ha provocado una perenne discusión entre quienes lo consideran más un naturalista que geógrafo, propiamente dicho.

Su obra tuvo un carácter empírico, porque se dedicó por largos años a realizar expediciones científicas para recuperar directamente, y por experiencia propia, información científica. Su extenso viaje por Sudamérica y Centroamérica, entre 1799 y 1804, permitió grandes avances en el conocimiento geográfico del nuevo mundo. Solamente los textos científicos de su periplo suramericano incluyeron 30 volúmenes, escritos en un lapso de tres décadas.

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Su visión del orbe fue holística, tratando de entender el todo y las mutuas relaciones entre los seres vivos (incluyendo al ser humano) y la naturaleza. De manera que sus aportes tuvieron siempre un carácter integrador de las diferentes disciplinas. No estudió los fenómenos físico naturales aisladamente, sino que examinó sus relaciones recíprocas y su distribución, siguiendo el principio de coordinación, que es la base de la investigación geográfica (Clozier, 1967).

Ritter se dedicó más al estudio y a la enseñanza, culminando su carrera docente como el primer catedrático de geografía en la Universidad de Berlín (Capel y Arteaga, 1982). Sus análisis de las diferentes regiones del mundo se basaron más en testimonios escritos que en exploraciones propias, siendo el objetivo principal de su obra explicar las relaciones entre el medio físico natural y la vida del ser humano, prestando menos atención a los fenómenos físicos, y mostrando veleidades deterministas (Op. cit., 1982). A diferencia de Humboldt, es considerado más propiamente un geógrafo que un naturalista.

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El legado de estos maestros no sería, sin embargo, de provecho inmediato para el desarrollo de la ciencia geográfica. Por una parte, no dejaron discípulos directos, y la obra de Humboldt apasionó más a físicos, botánicos y naturalistas que a los geógrafos de su época (Op. cit., 1982). Por otra, los siguió una década de paralización y de vacío (Capel, 1981), durante la cual surgieron nuevas disciplinas especializadas, anteriormente abarcadas en los estudios geográficos (geología, geodesia, cartografía, botánica). Pero no puede dejar de reconocerse que, gracias a ellos, la geografía dejaría de ser una simple enumeración de montañas, ríos y ciudades, o un amasijo de nombres y cifras, pues a la observación y el inventario se le agregarían el razonamiento científico y la explicación (Clozier, 1967).

Nuevas expediciones y exploraciones marítimas y continentales revitalizarían a la disciplina, y su patrocinio de parte de las emergentes Sociedades Geográficas del siglo XIX (París, Berlín, Gran Bretaña, Frankfurt, Rusia y Finlandia), las cuales fueron el germen de los primeros departamentos universitarios de Geografía, y de la inclusión de la geografía en los programas de instrucción de los países europeos, no sólo a nivel primario y secundario, sino superior.

La geografía pasaría a convertirse entonces en una disciplina educativa, materia de estudio, enseñanza y formación ciudadana, indispensable tanto para la cultura general como para la recopilación de información geográfica, de gran valor estratégico y comercial, sobre todo para las potencias europeas que colonizaban otros continentes. Además, se constituyó junto con la historia en una disciplina clave para la exaltación de los valores patrios de cada estado-nación. Se consolidaría desde entonces como materia obligatoria en los currículos de educación primaria y secundaria, y proliferarían las cátedras universitarias de geografía. El surgimiento de la geografía como carrera universitaria daría lugar al dilema de quienes, dentro de la academia, consideran a la geografía como ciencia, y quienes al salir al mercado laboral la conciben como profesión oficio.

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A finales del siglo XIX, el alemán Friedrich Ratzel (1844-1904), revitalizaría la disciplina geográfica. Catedrático universitario, produjo dos obras magistrales Antropogeografía (1891) y Geografía Política (1897) que sentarían las bases de un nuevo paradigma geográfico. Influido por las teorías darwinianas del evolucionismo, propulsó la tesis de que los hombres en grupos, comunidades o naciones, se habían dispersado, florecido o declinado en una manera similar a las comunidades de animales o plantas (Daly1972: 2), siguiendo planteamientos organicistas, lo que daría lugar a una de las doctrinas más polémicas que se han gestado en la disciplina: el determinismo ambiental o geográfico (Siso, 1982: 3). Esto daría origen a la tradición ambiental en geografía, según la cual el propósito esencial de esta ciencia es el estudio de las relaciones entre ser humano y su medio ambiente natural.

Se basó además en el positivismo, posición filosófica que considera que las fuentes exclusivas para lograr información geográfica válida acerca del mundo real son las experiencias sensoriales humanas (Haggett1975). El evolucionismo, por su parte, aporta a la geografía procedente de la biología– el concepto de organismo, propio de las ciencias naturales, que pasa a ser transferido a las ciencias sociales (Capel y Arteaga, 1982).

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Ratzel, además, había sido influido desde temprano por las ideas de Ernst Haeckel (1834-1919), creador del concepto de ecología en 1869. Ello se unió al establecimiento de una metodología que buscaba encadenar rigurosamente las explicaciones científicas al esquema de causa a efecto. La causa sería el medio físico y su influencia, y el efecto, las actividades humanas, supeditadas al primero.

La doctrina determinista fue considerada inflexible, y produjo una reacción en el ámbito académico francés, con un nuevo enfoque que siguió a Lucien Fabre (1878-1956), y sería denominada posibilismo; si bien se reconoce, que fue un aporte previo del ingeniero y sociólogo Frederick Le Play (1806-1882) (Fletcher, 1969; Daly1972), el posibilismo considera a las características de la vida regional como el resultado del conjunto de posibilidades locales frente al ambiente y su forma de explotación, y su gran cultor en la ciencia geográfica fue Paul Vidal de La Blache (1845-1918), considerado como el padre de la geografía humana.

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Este último, organizó toda una escuela del pensamiento geográfico en Francia, cuya influencia dominó la primera mitad del siglo XX, enfrentada radicalmente a la concepción determinista. El trasfondo de este cambio vino dado por la introducción del concepto historicista de la ciencia, el cual reacciona frente al reduccionismo naturalista de la ciencia positivista tan propio del determinismo– asociado al modelo de cientificidad de las disciplinas naturales (Capel y Arteaga, 1982).

El posibilismo implica una renuncia al encadenamiento causal de los hechos y a la búsqueda de leyes generales y rigurosas. Su principal contribución, consiste en la introducción del concepto de geografía regional que difundieran Vidal de La Blache, y sus discípulos de la mencionada escuela regional francesa, y Alfred Tener en Alemania. Esto permitió renacer a la tradición regional, si bien la génesis de la misma se puede buscar en los trabajos corográficos de la geografía en la edad antigua. Como su nombre lo indica, el concepto central de este nuevo enfoque es la región geográfica, lo cual justifica la expresión de Vidal de La Blache cuando sentenció:

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La geografía es la ciencia de los lugares y no de los hombres 

El tema central de esta tradición lo constituyó el denominado concepto regional (James1952: 1), según el cual:

la faz de la Tierra puede ser demarcada en áreas de carácter distintivo; y que los complejos patrones y asociaciones de fenómenos en lugares particulares poseen un significado legible como un conjunto, el cual, añadido a los significados derivados de un estudio de todas las partes y procesos separadamente, provee una perspectiva y una profundidad adicionales de comprensión.

Los estudios geográficos pasaron a ser considerados estudios regionales per se, y la geografía pasó a ser una ciencia de síntesis. Lo característico de la ciencia es que estudia las relaciones entre el ser humano y su medio en un marco espacial concreto y las combinaciones particulares de elementos que individualizan las distintas áreas de la superficie terrestre (Capel y Arteaga, 1982). Cada región geográfica es única y la misión del geógrafo es identificarlas y delimitarlas. Esta propuesta se basa en una concepción ideográfica de la disciplina, según la cual, lo importante es estudiar las diferencias entre una región y otra, y dentro de la misma región, asumiendo una posición particularista, lo cual imposibilita la formulación de leyes generales y universales.

Esto implicó considerar que los geógrafos debían ser empíricos, comprobar por experiencia propia vía estudio o trabajo de campo los hechos geográficos (tanto físicos como humanos) y sus relaciones. Y la mejor forma de hacerlo fue a través de las populares monografías geográficas, que individualizaban con estudios de caso cada región o localidad geográfica. Se trató de la incorporación del método inductivo, que va de lo particular a lo general, y que sólo concibe generalizaciones cuando en varios casos se comprueba empíricamente un asunto.

No obstante, uno de los grandes aportes de la tradición regional, y en particular de Vidal de La Blache, fue su concepción de la unidad terrestre, de la Tierra concebida como un conjunto, donde los hechos de la geografía humana se relacionan con el todo y sólo son explicables a través de él, una totalidad en que las partes están coordinadas, donde los fenómenos se encadenan y obedecen a leyes generales que se derivan de casos particulares (Vidal de La Blache, 1955). Es una visión holística, totalizante, integradora, y precursora de lo que sería el análisis de sistemas en geografía.

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Estos estudios geográfico-regionales, casuísticos, rigurosos, descriptivos y taxonómicos, hicieron caer a la disciplina en una monotonía monográfica, poco creativa y falta de imaginación. Se criticó a la geografía por no construir teorías científicas, argumento que resumiría el filósofo de la ciencia Mario Bunge en 1967, al sentenciar: no teoría, no ciencia (Amadeo y Golledge, 1975).

La concepción historicista, a manera de una dialéctica de la ciencia, habría de ser cuestionada, como lo hizo el posibilismo con el determinismo, con el surgimiento del neopositivismo. Se vuelve a insistir en la unidad de la ciencia, en la objetividad y la neutralidad científicas, con lenguaje y métodos comunes, enfatizando de nuevo la explicación en la búsqueda de leyes generales que conduzcan al desiderátum de la ciencia: la predicción (Capel y Arteaga, 1982). Con el aditamento de técnicas estadísticas y matemáticas se llegó a la revolución cuantitativa, la cual daría paso a lo que se etiquetaría como la geografía teórica (Bunge1966: VII) o la nueva geografía (Claval1979). La geografía se dejó abrumar de tal manera, sobre todo en el mundo anglosajón, por esta corriente que, algunos de sus principales exponentes llegaron a especular que los historiadores de la geografía en un futuro considerarían los años 60 como la década de la extravagancia matemática (Haggett et al., 1977).

No obstante, ello permitió el desarrollo de una posición que ha sido denominada probabilismo, la cual permite un compromiso entre ambientalismo y posibilismo, al considerar patrones alternativos de conducta en localidades o ambientes particulares (Haggett, 2001). El uso de modelos probabilísticos se asocia a cambios en la ciencia física, con la introducción de la teoría cuántica de Max Planck (1858-1947), en 1900, el principio de indeterminación o incertidumbre de Werner Heisenberg (1901-1976), en 1927, y la incorporación contemporánea de la probabilidad estadística (Haggett et al., 1977). A ello habría que añadir la formulación de la teoría de la relatividad por Albert Einstein (1879-1955), entre 1905 y 1915.

Se volvió a privilegiar el enfoque nomotético, según el cual existe un orden establecido que genera similitudes en la organización del espacio geográfico y que se deben buscar verdades universales, patrones comunes, y no rasgos particulares o regionales. La finalidad última de la geografía es la construcción de modelos y la formulación de leyes y teorías espaciales, para poder equipararse al mismo nivel que las otras ciencias. La geografía deja de ser concebida como una ciencia regional y pasa a ser considerada como una disciplina espacial, localizacional, distribucional, dando así lugar al nacimiento de la tradición espacial. El método deductivo, que va de lo general a lo particular, se considera el más apropiado.

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Por otra parte, no se admite la vieja división entre geografía física y humana, ya que todos los fenómenos (naturales o culturales) que tienen presencia en la superficie terrestre, pueden ser estudiados con las mismas técnicas de análisis localizacional, y las teorías resultantes son aplicables por igual. Se acogen al principio de unicidad de la ciencia.

Nuevamente, la dialéctica académica habría de suscitar reacciones enfrentadas al enfoque espacial. A partir de los años 70, surge una posición que ha sido denominada tradición humanista o humanística, que destaca los aspectos humanos (valores, objetivos, propósitos) y ha sido considerada como antropocéntrica (Capel, 1981). Se procura una geografía cualitativa, que sustituya el paradigma cuantitativo y que además sustituya el enfoque objetivo, abstracto, mecanicista y determinista del hombre (Op. cit., 1981). Esta visión de la geografía como una ciencia fundamentalmente humana, tiene sus antecedentes desde mediados del siglo XX, dada la necesidad que vislumbraron algunos geógrafos de aplicar los conocimientos geográficos para la resolución de problemas acuciantes de la humanidad.

En efecto, mientras la geografía como ciencia académica, se ha debatido en disquisiciones epistemológicas sobre su área de estudio (ambiental, regional, espacial, humanista), algunos geógrafos europeos, sobre todo después de la II Guerra Mundial (1939-1945), se preocuparon por su participación social como profesionales de la geografía. Entonces la geografía, además de arte, ciencia o disciplina educativa, pasó a ser reputada como profesión. Gran Bretaña, Francia, la Unión Soviética y Polonia, fueron pioneras de esta concepción.

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El surgimiento de técnicas de planificación urbana y regional, los problemas de uso inadecuado de la tierra, la necesidad de ordenación del territorio, la utilización óptima de los recursos naturales, todo ello, condujo a una nueva concepción del papel social del geógrafo. Surgieron conceptos como el de geografía aplicada o el de geografía activa (Phlipponneau, 1960).

El primer concepto se refiere a la aplicación del conocimiento y habilidades geográficas para la solución o resolución de problemas dentro de la sociedad (Johnston et al., 2000). El objeto de la geografía activa por su parte, es el de percibir las tendencias y las perspectivas de evolución a corto plazo, de medir en intensidad y en proyección espacial las relaciones entre las tendencias de desarrollo y sus antagonistas, de definir y evaluar la eficacia de los refrenamientos y los obstáculos (George et al., 1964). La geografía deja de ser concebida como una ciencia de síntesis regional, que desemboca al inmovilismo, para ser vista como una disciplina cambiante, dinámica, activa, aplicada. Mientras que la geografía aplicada se integra a una política y a decisiones sin posibilidades de crítica, la geografía activa es un balance de desastres, éxitos y potencialidades (George, 1970).

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El británico L. Dudley Stamp (1898-1966), es el principal propulsor del concepto de geografía aplicada, aclarando que no consistía en una nueva especialidad, sino en la aplicación de los métodos geográficos de levantamiento y análisis en aras de entender, interpretar y solucionar algunos de los grandes problemas mundiales (Stamp1963), como la presión demográfica sobre la tierra, la disparidad del desarrollo entre países, las precarias condiciones de vida en áreas subdesarrolladas y la falta de planificación urbana y regional. En el campo de la geomorfología aplicada no podemos dejar de mencionar a Jean Tricart (1920-2003), fundador en 1956 del Centro de Geografía Aplicada en la Universidad Louis-Pasteur de Estrasburgo.

La geografía aplicada involucra hacer reconocimiento de campo, recolección sistemática y objetiva de hechos, para su análisis y posterior estudio cartográfico (Johnston et al., 2000). Concibe a la geografía como una disciplina empírica y utilitaria.

Ello reforzó puntos de convergencia con otras ciencias sociales, incrementó el interés por el impacto del espacio sobre el desarrollo económico y estimuló una forma de geografía aplicada en la cual el foco es muy claramente sobre la identificación, análisis y solución de los problemas de desarrollo en un contexto espacial y temporal (Odre y Lee1974).

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El geógrafo empezó a ser considerado como un especialista en planificación regional y en organización territorial, y la geografía devino para muchos en un oficio o profesión más que una ciencia. El geógrafo pasó a ser considerado como un consultor profesional con experticia en áreas tales como: fotointerpretación y sensores remotos, sistemas de información geográfica (SIG), catastro, problemas ambientales (catástrofes, vulnerabilidad y riesgo ambientales). Incluso los departamentos y escuelas de geografía universitarios empezaron a fungir, en ocasiones, como centros de investigación y consultoría profesional, con la finalidad fundamental de obtener financiamiento para sus actividades (Johnston et al., 2000: 31). La geografía comenzó a ser considerada, en los países con economías de mercado, como una profesión liberal y como un negocio lucrativo.

TRADICIONES Y CORRIENTES EN GEOGRAFÍA

Después de la anterior síntesis de la evolución de la geografía, se considera que se pueden distinguir, al menos, cuatro tradiciones con múltiples corrientes geográficas:

Tradición regional: Surge en la edad antigua, con los primeros intentos de indagación geográfica, a partir del momento en que la curiosidad del ser humano lo llevó a recorrer regiones distintas y lejanas a su sitio de residencia. Implica la descripción y narración de las peculiaridades de otras áreas y su delimitación espacial, dando nacimiento a las regiones geográficas. Se asocia a viajeros y exploradores, y tiene su fundamento en el trabajo de campo. Es empírica, requiere de la observación directa, y se basa en el método inductivo. Inicialmente tuvo un carácter corográfico y descriptivo. Privilegia el enfoque idiográfico, que resalta el carácter único y excepcional de cada región. La elaboración de monografías regionales constituyó su fundamento esencial.

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Dentro de esta tradición podemos reconocer tres corrientes:

Diferenciación regional: Se considera la corriente ortodoxa de la geografía (Hawthorne, 1939), y postula que el papel del geógrafo es la delimitación espacial que resalte las similitudes, diferencias y vínculos intra e interregionales. La cartografía, que permite diferenciar las regiones determinadas por el geógrafo, es su base esencial. No se limita a la descripción de las diferencias regionales, sino a la explicación que las sustenta mediante el análisis de las combinaciones de los elementos geográficos que las definen. El estudio de casos es su método primordial para la elaboración de monografías regionales. Estudia lo particular, y sólo en caso de que en numerosos estudios surjan patrones comunes, se arriesga a proponer principios generales. Concibe a la geografía de manera integral, que primero analiza los elementos físico naturales y humanos para llegar a una síntesis final.

Paisajismo: Constituye una variante de la anterior, que se particulariza porque asume que la geografía es el estudio de la sucesión de los paisajes terrestres, de cómo éstos evolucionan en el tiempo histórico y se producen modificaciones en el escenario geográfico. Su consideración de la dimensión temporal es importante. Los paisajes geográficos son las formas como se perciben visualmente las regiones geográficas y que evidencian cómo los paisajes naturales (creados sin la intervención humana) se transforman a través del tiempo en paisajes culturales (aquellos que son producto de la acción del ser humano).

Ordenación territorial: Es una consideración de la geografía como una ciencia aplicada y como una técnica administrativa, que procura -conjuntamente con otras disciplinas- la ocupación racional del territorio, mediante la aplicación de normativas (planes de ordenación y reglamentos de uso) que permitan o prohíban unos determinados usos de la tierra, buscando un desarrollo socioeconómico y equilibrado de las regiones, la mejora de la calidad de vida, la gestión responsable de los recursos naturales, la protección del medio ambiente, y por último, la utilización racional del territorio.

Tradición ambiental: Define a la geografía como una ciencia que estudia las relaciones entre el ser humano y su ambiente, denominada por alguna tradición hombre-tierra. Se desarrolla en el siglo XIX cuando, dado el predominio de los ambientes naturales, aún poco intervenidos por la acción de los seres humanos, se solía apreciar una dependencia ambiental de estos últimos. Ha compartido con la tradición regional el favoritismo de la mayoría de los geógrafos de los siglos XIX y principio del XX. Se pueden reconocer tres corrientes bien definidas:

Determinismo ambiental: Asociada a los criterios mecanicista, en física, y evolucionista, en biología, considera que la acción y obras del ser humano están inevitablemente determinados por factores ambientales (relieve, clima, suelos, hidrografía, fauna y flora, etc.). Acepta una relación de causa a efecto, según la cual, conocido el tipo de ambiente geográfico se pueden inferir las características de los grupos sociales. La conducta, la organización social, los procesos sociales y hasta el destino histórico se consideran dependientes del ambiente físico-natural (Pititín A. Sorokin en 1928, citado en Berry et al., 1976). Su principal exponente fue Friedrich Ratzel en Alemania, donde tuvo muchos seguidores, al igual que en el mundo anglosajón. La idea básica de esta corriente la expresó en 1906 William Morris Davis, quien afirmó: Cualquier expresión tiene calidad geográfica si contiene…alguna relación entre un elemento de control inorgánico y uno de respuesta orgánica (citado en Berry et al., 1976).

LA GEOGRAFÍA COMO CIENCIA

Se concibe a la sociedad como un organismo que sobrevive ajustándose al medio ambiente, por lo que su evolución está determinada ambientalmente de antemano. La geografía se considera como una ciencia causalista, sujeta a rígidas leyes de causa a efecto, lo cual genera una conducta de estímulo respuesta en el ser humano.

Posibilismo: Surge en Francia a principios del siglo XX, y se convertiría en el estandarte de la llamada escuela regional francesa, fundada por Paul Vidal de La Blache. Emerge como una reacción a la inflexibilidad de las tesis deterministas, y considera que -siendo la geografía una ciencia ambiental- la relación entre el ser humano y su medio ambiente obedece a una interrelación recíproca, que procura un equilibrio que dependerá del grado de hostilidad ambiental y del desarrollo tecnológico, material y cultural de la sociedad. La naturaleza y el grupo social se amoldan a través del tiempo, en una amalgama compleja (Wrigley, 1965), que conforma una región única, con personalidad propia, y que genera en sus habitantes un género de vida particular. En ocasiones se impone más el ambiente; en otras, la acción humana. En resumen, es una relación que ofrece una variedad de posibilidades, que además son cambiantes a través del tiempo. El equilibrio hombre-tierra da lugar a la posibilidad de delimitar regiones geográficas características, que apoyan la idea de que la geografía por su carácter ambiental es definitivamente una ciencia de síntesis regional. Por ello se asocia y es la base de la tradición regional, rescatada por la escuela francesa a principios del siglo XX.

Ecologismo: Es una respuesta a la polémica determinismo posibilismo que ocupó a los geógrafos hasta mediados del siglo XX, y que resultaría a la postre bastante estéril y poco fructífera. Ve a la geografía como una ciencia ecológica, que adopta el concepto de ecosistema introducido por A. Tansley en 1935 (Stoddart, 1967), el cual habría de convertirse en el paradigma geográfico de inspiración biológica de mayor relevancia en la disciplina (Stoddart, 1967). Con esta corriente, los geógrafos incorporan el uso de la teoría general de sistemas formulada por Ludwig von Bertalanffy en los años 1950, sobre todo con la introducción del concepto de ecosistemas humanos, categoría referida a la interconexión recíproca de los sistemas sociales y los ecosistemas (plantas, animales y ambientes inanimados) (cf. Siso, 1977).

LA GEOGRAFÍA COMO CIENCIA

Tal vez se podría referir como antecedente a esta postura, el surgimiento en la Universidad de Chicago de una escuela ambiental liderada por el geógrafo H. H. Barrows a principios del siglo XX, de acuerdo con la cual, la geografía pasó a ser concebida como el estudio de la ecología humana o de la morfología social (Dickinson, 1964: XV).

Tradición espacial: En parte como una reacción a la filosofía historicista, que fundamentó a la tradición regional, y en parte por la incorporación de técnicas estadísticas y matemáticas en geografía (revolución cuantitativa), emerge la óptica de la geografía como una ciencia espacial.

Análisis localizacional: Privilegia como centro del análisis geográfico el estudio de la localización. Se incorporan métodos y técnicas de otras disciplinas, lo cual permite un fructífero intercambio multidisciplinario. Se adopta el método deductivo, se introduce el uso de hipótesis y se considera a la geografía como una ciencia que procura la elaboración de leyes y la formulación de teorías espaciales. Se idealiza un espacio geográfico, donde se pueden cuantificar distancias, flujos e interacciones, y elaborar modelos geográfico-espaciales de gran poder explicativo. El enfoque de estudio es nomotético, de acuerdo al cual existe un patrón subyacente en la organización espacial de los hechos geográficos y la tendencia es hacia la búsqueda de similitudes y verdades universales.

LA GEOGRAFÍA COMO CIENCIA

La geografía pasa a ser una ciencia que busca el desarrollo racional de leyes y teorías que procuran explicar y predecir la localización y distribución espacial de todos los fenómenos que ocurren sobre la superficie terrestre, sean éstos de carácter natural (relieve, clima, suelos, plantas, animales) o cultural (asentamientos humanos, cultivos, industrias, vías de comunicación, medios de transporte). Se tiende hacia la unicidad de la ciencia, y a la desaparición de la división tradicional entre una geografía física y otra humana.

Organización espacial: Se trata de una derivación utilitaria y aplicada de la anterior, que pretende la utilización de los métodos y técnicas localizacionales para la formulación y ejecución de planes que permitan un uso óptimo de los espacios geográficos. Se plantea la participación en grupos de trabajos multidisciplinarios, en los cuales el aporte del geógrafo es el análisis espacial de los fenómenos ambientales, sociales o económicos estudiados por otros profesionales. Se trata indudablemente de una faceta de la disciplina que busca superar los aportes más bien locales de la geografía regional aplicada.

Tradición humanista: En parte como crítica a la corriente localizacional, a su interés de reducir todo esquemáticamente a modelos de un mundo idealizado y a teorías con fundamento matemático, surge esta tradición (Siso, 1981). Se le denomina así dado su carácter antropocéntrico, ya que considera que la geografía estudia el comportamiento, ambiental y espacial, del ser humano. Toma en cuenta los ambientes de subjetividad los seres humanos, y la forma antropocéntrica de organizar su espacio geográfico. Se fundamenta en los conceptos psicológicos de percepción ambiental espacial, ya que considera que las preferencias y actitudes humanas son producto de una carga de valores (culturales, sociales, económicos, políticos, religiosos) que genera ideas preconcebidas y prejuicios que varían según la edad, el grado de instrucción y los gustos individuales y grupales. Igualmente se basa en el método hermenéutico de las ciencias humanas y en la filosofía fenomenológica. Se distinguen cuatro corrientes, de las cuales las últimas dos son aún emergentes y están en proceso de difusión:

Comportamentalismo: Denominada también corriente behaviorista o conductual, considera posible una geografía analítica, sin teorías, concentrada en el comportamiento humano (Sanguin, 1980). Sus fundamentos se sustentan en una filosofía existencialista, la fenomenología, que considera que el ser humano actúa sobre la base subjetiva de lo que él percibe que es (de acuerdo con sus valores) y no de acuerdo con el sentido positivista, objetivo, de lo qué es (en un sentido empírico) o lo que debe ser (en un sentido normativo). La fenomenología es una filosofía existencial que admite como válidos, para ganar conocimiento geográfico, a los intentos introspectivos e intuitivos (Haggett2001), y se basa en una concepción subjetiva de la ciencia, en contraposición con la objetividad omnipresente en los enfoques positivistas. La base cultural de las sociedades y los individuos que la conforman se traduce en imágenes mentales formadas a partir del mundo real, las cuales son afectadas por un complejo sistema de filtros sensoriales y un cúmulo de factores culturales, sociales, económicos y psicológicos, que dejan en la memoria humana una imagen residual, a partir de la cual y mediante un código específico de comunicaciones, se elabora un modelo simplificado de la realidad (Wettstein et al., Comp., 1965: 

LA GEOGRAFÍA COMO CIENCIA

En materia de cartografía trabajan con mapas mentales, en los cuales la distancia puede medirse en tiempo cronológico (horas, minutos y segundos) o en costos económicos (valor monetario de cubrir la distancia), en lugar de dimensión física (kilómetros). Igualmente, estos mapas no recogen detalladamente todos los espacios y lugares, sino aquellos conocidos o recorridos cotidianamente por los individuos.

Radicalismo: Propone que la Geografía se considere como una ciencia crítica y subjetiva, que debe cumplir un papel de compromiso social y contribuir con una mayor justicia y equidad social en el espacio (Siso, 1982: 5). En lugar de estudiar detalladamente las características sintéticas de una región o formular leyes y teorías de gran envergadura, con clasificaciones taxonómicas, axiomas e hipótesis, proponen que se estudien y busquen soluciones a problemas acuciantes como la pobreza crítica y la marginalidad, el escaso bienestar social en amplios grupos sociales, la exclusión territorial, la especulación en los usos y valores de la tierra, la falta de participación de los grupos sociales marginados en las políticas del sector público, etc. Pretende que la geografía sea una ciencia cualitativa y subjetiva, que enfrente la ideología prevaleciente de los grupos e instituciones gobernantes de la sociedad (Marsden, 1976), en lugar de darle tanta preeminencia a lo cuantitativo y objetivo, lo cual pretende que el geógrafo sea un científico neutro y apolítico. Esta corriente ha agrupado estudiosos que buscan aplicar, a veces dogmáticamente, la ideología marxista a los fenómenos geográfico-espaciales, cuyos trabajos se difunden en revistas alternativas (Antipode, en Norteamérica, Heródoto, en Francia, Roter Globus en Alemania y Geo Crítica en España), las cuales buscan antagonizar con las publicaciones periódicas y oficiales, de las instituciones geográficas tradicionales (Soler y Mattson, 1979).

LA GEOGRAFÍA COMO CIENCIA

Estructuralismo: Tomando principios derivados de la lingüística, algunos autores francófonos consideran a la geografía como un lenguaje, como una semiología de la organización del espacio (Rémi y Nicolas, 1991: 537). El alfabeto de los geógrafos está constituido por los coremas término incorporado por el geógrafo francés Roger Brunet a principios de los años 1980, los cuales corresponden a estructuras elementales del espacio que se representan a través de un modelo gráfico, y permiten representar los diferentes procesos principales transformadores del espacio, haciendo emerger los nodos, los fenómenos de difusión, los polos de atracción o de repulsión, las redes, las jerarquías, las disimetrías, la isotropía, etc. La cartografía es la herramienta fundamental de expresión geográfica y en los mapas y planos el geógrafo reproduce signos pictóricos y geométricos (coremas) que representan hechos geográficos (líneas para ríos carreteras y fronteras; círculos para centros poblados; áreas para regiones; flechas para flujos; curvas para isolíneas y gradientes, etc.). Esto además se apoya en una convención de colores y tramas para cada elemento geográfico.

Postmodernismo: Surge como un rechazo a la corriente comporta mentalista y al positivismo lógico, asociada a una doctrina que confronta la existencia misma de una realidad objetiva común entre los agentes humanos y que sostiene la creencia de que el mundo tangible es complejo, enigmático e imposible de modelar (Fik, 2000).

Rechazan con escepticismo todas las teorías previas y todas las tendencias, considerándolas contingentes y parciales (Haggett, 2000), al igual que al conocimiento científico, al cual consideran pura ficción, como una mera construcción social que no difiere de otras formas de conocimiento como los cuentos de hadas y canciones de cuna (Demeritt, 1996).

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Propulsan el pluralismo, incluyendo perspectivas postestructuralistas y postcolonialistas, y el desarrollo de una geografía feminista (Ley, tomado de Johnston et al., 2000). Esta última explora las relaciones de género y la opresión de la mujer en la sociedad (Pratt; tomado de Johnston et al., 2000) y cataloga a la disciplina como machista, excluyente y discriminatoria.

El siguiente cuadro resume las especificidades de las tradiciones en materia de objetivos, contenidos y método:

LAS ESPECIALIDADES GEOGRÁFICAS

La complejidad de la ciencia geográfica se evidencia si consideramos su multiplicidad de especialidades. No en balde, en una publicación de 2007, el filósofo interdisciplinario Edgar Morin la califica como una ciencia multidimensional (citado en Boadas, 2008).

El siguiente esquema, en principio, pretende resumir las más importantes ramas y subramas de la disciplina en el campo sistemático:

LA GEOGRAFÍA COMO CIENCIA

Cada una de estas especialidades puede hacerse más específica. En el campo de la geomorfología se podría considerar a la geomorfología fluvial, glacial o litoral, por ejemplo. Y dentro de la geografía económica se puede hacer especialización en sectores económicos (geografía agrícola, industrial, del comercio y los servicios, del mercado, del consumo, de los recursos naturales) o de actividades particulares (geografía del transporte y las comunicaciones, de la energía, del turismo y el ocio, de la recreación, de la religión). Igualmente existen publicaciones sobre productos o servicios específicos: del hierro y el acero, del petróleo, de los servicios portuarios, etc.

Hay que tomar en cuenta la existencia de geografía por tópicos específicos, como geografía médica, militar, de la vulnerabilidad y el riesgo, de la pobreza, del subdesarrollo. O referencias ecológicas o zonales, como geografía de tierras áridas, de los trópicos, de las regiones polares.

LA GEOGRAFÍA COMO CIENCIA

Además, hay que considerar especializaciones que, sin pertenecer exclusivamente a la disciplina, son practicadas por geógrafos, como la filosofía y epistemología de la geografía o la historia de la geografía.

Hay también especialidades en la dimensión corológica o regional, si tiene desde geografías de los continentes (América, Asia, Oceanía, etc.), de países y regiones político-administrativas (estados, municipios, distritos), de regiones específicas (cuencas hidrográficas, áreas metropolitanas), de centros poblados (metrópolis, ciudades, pueblos), de formas de relieve (cadenas montañosas, llanuras o planicies, valles).

LA GEOGRAFÍA COMO CIENCIA

O inclusive hay estudios que combinan una categoría sistemática, con una regional y otra histórica (geografía agrícola de los llanos de Venezuela en el siglo XIX, por ejemplo). Algunos autores utilizan combinaciones como geoeconomía, geo demografía, ecología de los paisajes, geopolítica, todas asociadas de alguna forma a la geografía. Tal atomización de conocimientos, ha hecho dudar a algunos de la existencia de una sola disciplina, sino más bien de varias geografías. Se insiste, sin embargo, en la unicidad de la disciplina por razones epistemológicas y metodológicas.

Y todo ello sin mencionar técnicas asociadas al quehacer geográfico, como la cartografía, la interpretación de fotografías aéreas (fotointerpretación), el análisis y digitalización de imágenes satelitales, el trabajo de campo, la aplicación específica de técnicas cuantitativas (estadísticas y matemáticas), el uso y aplicación de sistemas de información geográfica.

La Geografía es la ciencia que tiene por objeto el estudio de la Tierra y de los fenómenos y hechos que se producen en su superficie.

El estudio de la Tierra y los fenómenos de superficie se realizan: observando y analizándolos para comprenderlos; describiéndolos, es decir precisando cómo son o cuáles son sus características;

localizándolos, es decir ubicándolos en el espacio geográfico y precisando el área que ocupan; explicándolos, es decir analizando sus causas y efectos y relacionándolos entre sí y con la población.

  • Fenómenos geográficos son aquellos que ocurren por sí solos en la naturaleza, como los eclipses, la sucesión de los días y de las noches, las estaciones, la actividad volcánica, los movimientos sísmicos, las sequías, las heladas, las lluvias, etc.
  • Hechos geográficos son las obras realizadas por el hombre sobre la superficie terrestre a través del tiempo, como las represas, canales, centrales hidroeléctricas; los puertos y aeropuertos; los caminos y ferrocarriles; las actividades económicas en general, etc.
  • Los fenómenos y hechos geográficos conforman el paisaje. Por eso se dice también que la Geografía es la ciencia del paisaje.

LA GEOGRAFÍA COMO CIENCIA

La importancia de su estudio

La Geografía es una ciencia que tiene en la enseñanza un gran valor formativo, pues mediante ella formamos la conciencia geográfica de nuestra población que se expresa en el conocimiento reflexivo de la realidad nacional.

Un pueblo con conciencia geográfica tiene un conocimiento reflexivo de su país, y, utilizando su experiencia, se identifica y participa en la solución de sus problemas que los siente como propios. Las personas que conocen al Perú y a sus problemas se convierten en agentes activos que actúan para solucionarlos; vale decir, en agentes activos del desarrollo nacional.

Para resolver los problemas de un país o una nación es preciso conocerlos primero e identificarse con ellos. Se ama lo que se conoce, lo que se siente, lo que llevamos dentro de nosotros. Se ama a la Patria. No se puede amar lo que no conocemos. No se pueden resolver los problemas de un país si no los conocemos.

ara resolver los problemas nacionales hay que conocer al Perú, en forma reflexiva y no memorista. Ese conocimiento nos da la Geografía del Perú.

Conociendo nuestra Patria, estaremos capacitados para contribuir a su desarrollo.

LA GEOGRAFÍA COMO CIENCIA

Todos los estudios que se realizan en el país o en el mundo, sean humanos, económicos o políticos, requieren el conocimiento previo de la realidad nacional. Ese conocimiento real y reflexivo, nos da la Geografía como ciencia del espacio geográfico donde vivimos.

División de la geografía

Para comprender mejor el campo de acción de la Geografía, analicemos las diferentes áreas que abarca su estudio, recalcando que éstas son muy amplias.

La Geografía General se divide en las siguientes áreas de estudio:

Geografía astronómica

Aquella que tiene por objeto el estudio de la Tierra considerada como un astro y sus relaciones con los demás cuerpos celestes del universo:

  • planetas
  • estrellas
  • cometas
  • galaxias
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