La Erosión

La Eroción. Llamamos «erosión» a una serie de procesos naturales de naturaleza física y química que desgastan y destruyen los suelos y rocas de la corteza de un planeta, en este caso, de la Tierra.

La erosión terrestre es el resultado de la acción combinada de varios factores, como la temperatura, los gases, el agua, el viento, la gravedad y la vida vegetal y animal. En algunas regiones predomina alguno de estos factores, como el viento en las zonas áridas.

También, y mucho más en los últimos tiempos, se produce una erosión acelerada como el resultado de la acción humana, cuyos efectos se perciben en un periodo de tiempo mucho menor. Sin la intervención humana, estas pérdidas de suelo debidas a la erosión se verían compensadas por la formación de nuevos suelos en la mayor parte de la Tierra.

La meteorización

La corteza terrestre sufrió numerosas alteraciones causadas por las fuerzas internas del planeta, por lo que se rompió y se formó de nuevo. Una gran parte de estos procesos continua actuando.

La meteorización

La corteza terrestre sufrió numerosas alteraciones causadas por las fuerzas internas del planeta, por lo que se rompió y se formó de nuevo. Una gran parte de estos procesos continua actuando.

Pero desde que existe la atmósfera hay otros agentes que han contribuido a transformarla lentamente hasta tener el aspecto que ahora nos presenta. Todos estos procesos se denominan «meteorización» o, genéricamente, «erosión» y los agentes causantes (agentes geológicos externos) pueden ser de tipo físico (mecánico), químico y biológico.

La meteorización produce fragmentos de rocas y minerales, así como otros productos residuales y solubles, que pueden ser transportados y depositados a otros niveles, lo que deja nuevas superficies expuestas a la meteorización.

Erosión mecánica

La meteorización mecánica es la disgregación física de las rocas en fragmentos, a causa de los cambios de temperatura, humedad y actividad biológica.

Temperatura Al calentarse las rocas y minerales se producen diferencias de tensión en su estructura. Los materiales oscuros absorben más calor que los claros y están expuestos. Las altas variaciones de temperatura entre el día y la noche imprimen a las rocas fuertes contracciones y dilataciones, que provocan fisuras y, con el tiempo, su fragmentación.

Agua: El agua líquida influye en la meteorización mecánica de las rocas, y aún más cuando se trata de hielo. En pocas horas el hielo puede abrir fisuras en las rocas y exponerlas a una acción acelerada de otros agentes. Las rocas de las capas más superficiales de la corteza terrestre, presentan grietas o fisuras. Cuando el agua de lluvia o procedente de los deshielos penetra en el interior de estas grietas y la temperatura desciende por debajo de los 0 grados, se expande. Si la roca es muy porosa, su disgregación puede llegar a tener consistencia granular.

Actividad biológica: Cuando las rocas ya presentan fisuras pueden ser colonizadas por las raíces de los árboles, que imprimen presión conforme crecen y aumentan de volumen. La presión ejercida por las raíces no es comparable a la del hielo, pero puede ser suficiente para generar rotura y desprendimiento de rocas, que quedan así expuestas a la acción otros agentes.

La meteorización química

La meteorización química es el conjunto de los procesos llevados a cabo por medio del agua o por los agentes gaseosos de la atmósfera como el oxígeno y el dióxido de carbono.

Las rocas se disgregan más fácilmente gracias a este tipo de meteorización, ya que los granos de minerales pierden adherencia y se disuelven o desprenden mejor ante la acción de los agentes físicos.

Disolución: Consiste en la incorporación de las moléculas de un cuerpo sólido a un disolvente como es el agua. Mediante este sistema se disuelven muchas rocas sedimentarias compuestas por las sales que quedaron al evaporarse el agua que las contenía en solución.

Hidratación: Es el proceso por el cual el agua se combina químicamente con un compuesto. Cuando las moléculas de agua se introducen a través de las redes cristalinas de las rocas se produce una presión que causa un aumento de volumen, que en algunos casos puede llegar al 50%. Cuando estos materiales transformados se secan se produce el efecto contrario, se genera una contracción y se resquebrajan.

Oxidación: La oxidación se produce por la acción del oxígeno, generalmente cuando es liberado en el agua. En la oxidación existe una reducción simultánea, ya que la sustancia oxidante se reduce al adueñarse de los electrones que pierde la que se oxida. Los sustratos rocosos de tonalidades rojizas, ocres o parduzcas, tan abundantes, se producen por la oxidación del hierro contenido en las rocas.

Hidrólisis: Es la descomposición química de una sustancia por el agua, que a su vez también se descompone. En este proceso el agua se transforma en iones que pueden reaccionar con determinados minerales, a los cuales rompen sus redes cristalinas. Este es el proceso que ha originado la mayoria de materiales arcillosos que conocemos.

Carbonatación: Consiste en la capacidad del dióxido de carbono para actuar por si mismo, o para disolverse en el agua y formar ácido carbónico en pequeñas cantidades. El agua carbonatada reacciona con rocas cuyos minerales predominantes sean calcio, magnesio, sodio o potasio, dando lugar a los carbonatos y bicarbonatos.

Acción biológica: Los componentes minerales de las rocas pueden ser descompuestos por la acción de sustancias liberadas por organismos vivos, tales como ácidos nítricos, amoniacos y dióxido de carbono, que potencian la acción erosionadora del agua.

Tipos de suelos

Gracias a la erosión y a la actividad de los seres vivos, la porción externa de la corteza rocosa terrestre, su superficie, se convierte en aquello que conocemos como «suelos».

Sin el suelo sería imposible la existencia de plantas superiores y, sin ellas, ni nosotros ni el resto de los animales podríamos vivir.

A pesar de que forma una capa muy delgada, es esencial para la vida en tierra firme. Cada región del planeta tiene unos suelos que la caracterizan, según el tipo de roca de la que se ha formado y los agentes que lo han modificado.

Formación del suelo

El suelo procede de la interacción entre la atmósfera, y biosfera. Se forma a parir de la descomposición de la roca madre, por factores climáticos y la acción de los seres vivos. Esto implica que el suelo tiene una parte mineral y otra biológica, lo que le permite ser el sustento de multitud de especies vegetales y animales.

La descomposición de la roca madre puede deberse a factores físicos y mecánicos, o por alteración, o descomposición química. En este proceso se forman unos elementos muy pequeños que conforman el suelo, los coloides y los iones. Dependiendo del porcentaje de coloides e iones, y de su origen, el suelo tendrá unas determinadas características.

La materia orgánica procede, fundamentalmente, de la vegetación que coloniza la roca madre. La descomposición de estos aportes forma el humus bruto. A estos restos vegetales se añaden los procedentes de la descomposición de los aportes de la fauna, aunque en su proporción total es de menor importancia.

La descomposición de la materia orgánica aporta al suelo diferentes minerales y gases: amoniaco, nitratos, fosfatos, … Estos son elementos esenciales para el metabolismo de los seres vivos y conforman la reserva trófica del suelo para las plantas, además de garantizar su estabilidad.

Clasificación de los suelos

El suelo se clasifica según su textura: fina o gruesa, y por su estructura: floculada, agregada o dispersa, lo que define su porosidad que permite una mayor o menor circulación del agua, y por lo tanto la existencia de vegetales que necesitan concentraciones más o menos elevadas de agua o de gases.

El suelo también se puede clasificar por sus características químicas, por su poder de absorción de coloides y por su grado de acidez (pH), que permite la existencia de una vegetación más o menos necesitada de ciertos compuestos.

Los suelos no evolucionados son suelos brutos, muy próximos a la roca madre y apenas tienen aporte de materia orgánica. Son resultado de fenómenos erosivos o de la acumulación reciente de aportes aluviales. De este tipo son los suelos polares y los desiertos, tanto de roca como de arena, así como las playas.

Los suelos poco evolucionados dependen en gran medida de la naturaleza de la roca madre. Existen tres tipos básicos: ránker, rendzina y los suelos de estepa. Los suelos ránker son más o menos ácidos, como los suelos de tundra y los alpinos. Los suelos rendzina se forman sobre una roca madre carbonatada, como la caliza, suelen ser fruto de la erosión y son suelos básicos. Los suelos de estepa se desarrollan en climas continentales y mediterráneo subárido. El aporte de materia orgánica es muy alto. Según sea la aridez del clima pueden ser desde castaños hasta rojos.

En los suelos evolucionados encontramos todo tipo de humus, y cierta independencia de la roca madre. Hay una gran variadad y entre ellos se incluyen los suelos de bosques templados, los de regiones con gran abundancia de precipitaciones, los de climas templados y el suelo rojo mediterráneo. En general, si el clima es propicio y el lugar accesible, la mayoria de estos suelos están hoy ocupados por explotaciones agrícolas.

La erosión fluvial

Las aguas continentales son un agente erosivo de primera magnitud. En forma de rios que discurren sobre la superficie, o de corrientes subterráneas, el agua desgasta los materiales que hay por donde pasa y arrastra los restos en dirección al mar, dejándolos depositados en diversos lugares, formando nuevos suelos y, en definitiva, modelando el paisaje.

El agua crea cascadas, gruras, desfiladeros, meandros y deltas. En ocasiones inunda determinadas regiones, más o menos amplias, del territorio. La vida se ha desarrollado de forma más prolífera, desde siempre, en los márgenes de los rios.

La acción erosiva de los rios

La erosión debida a las aguas corrientes sigue las mismas etapas en que se divide de forma natural el curso de un rio. Hay una primera etapa en que la erosión mecánica provocada por el agua y los materiales que arrastra es muy intensa en el curso alto del rio. En la segunda etapa, de transporte, la erosión mecánica sigue activa pero empieza a actuar la erosión química. Esta tiene lugar en el curso medio. Finalmente, en el curso bajo predomina la sedimentación de los materiales transportados, la acción mecánica se reduce muchísimo y prácticamente sólo actua la erosión química.

La acción erosiva de un rio se debe a la energía del agua. Es capaz de arrancar trozos de roca que, al ser arrastrados por la corriente, actuan como un martillo sobre el cauce del rio, desprendiendo nuevos fragmentos. Como el cauce no es regular, se suelen producir remolinos que arrastran arenas y gravas, puliendo el fondo del rio y creando cavidades.

Otras veces, la pendiente elevada hace el agua forme saltos, cascadas o cataratas, algunas de las cuales llegan hasta los 1000 metros de altura. La zona de salto retrocede gradualmente aguas arriba a medida que se desgasta. En otros casos, cuando el curso se encuentra con grandes obstáculos, el agua «busca» las zonas más frágines, las desgasta y forma desfiladeros o cañones.

En terrenos calcáreos es frecuente la aparición de cuevas subterráneas causadas por la erosión química del agua, que transforma el carbonato insoluble en bicarbonato soluble y, después, lo disuelve.

Inundaciones

Durante las temporadas de lluvias intensas o cuando se produce el deshielo, el caudal de un rio puede aumentar tanto que no quepa dentro de su cauce. Entonces el agua se desborda por las riberas. Este fenómeno se produce a veces de forma gradual, pero otras lo hace de forma violenta, provocando una gran erosión en todo el territorio.

Meandros

El resultado de la erosión consiste en materiales más o menos finos que el agua arrastra a lo largo del curso del rio. En el curso medio empiezan a depositarse cuando la fuerza de la corriente no es capaz de mantener estas partículas en suspensión.

Pero la fuerza erosiva actua después sobre estos depósitos y los desgasta más por la zona en que la velocidad del agua es mayor, mientras deposita nuevos materiales donde es más débil. El resultado final son unos depósitos de forma sinuosa que llamamos meandros. Con el tiempo y las crecidas, el rio puede volver a abrirse paso en línea recta, dejando en sus márgenes lagunas en forma de media luna que, con el tiempo, suelen secarse.

Los Deltas

El final del proceso erosivo fluvial tiene lugar en la desembocadura del rio, aunque en algunos casos la fuerza de la corriente es capaz de seguir erosionando el fondo de la plataforma continental y formar un valle submarino.

En muchos casos, sobre todo en grandes rios con mucha erosión, los materiales más finos se depositan en la desembocadura formando un delta.. Los deltas son, pues, terrenos sedimentarios extensos en los cuales hay un equilibrio constante entre la fuerza destructiva de la corriente y el depósito de nuevos materiales.

La erosión eólica

Comparado con el agua, el viento resulta un agente erosivo menos intenso, pero en las regiones secas adquiere una importancia muy especial. En estas zonas áridas el viento ha formado los desiertos, que constituyen una superficie muy extensa a lo largo y ancho de la Tierra.El viento constante forma estructuras tan conocidas como las dunas, pero también produce otras formas muy particulares y, a veces, espectaculares, en las rocas de las regiones donde actua con mayor intensidad.

La acción erosiva del viento

El viento, por sí mismo, no tiene suficiente fuerza para producir efectos de meteorización. Lo que sí puede hacer es transportar partículas que, cuando chocan con el terreno, lo van desgastando. Este tipo de erosión suele ser lento y, para que se produzca, el territorio debe estar desnudo, ya que la vegetación disminuye o anula el efecto.

La erosión eólica se produce, pues, en zonas áridas, como los desiertos y la alta montaña. Estos tienen además otra característica imprescindible: las grandes diferencias de temperaturas. Esto hace que la roca se rompa y la erosión eólica pueda actuar con mayor eficacia.

La corrosión es la abrasión sufrida por las rocas al ser friccionadas por los impactos de las partículas arenosas que son transportadas por el viento. Cuando estas partículas golpean las rocas sufren a su vez una transformación, tomando un aspecto redondeado. Cuando el viento pierde fuerza va depositando los materiales transportados de forma gradual, lo que habitualmente da lugar a la acumulación de partículas de similar tamaño y peso.

Desierto Continente   Lugar Superficie (km2)
Sahara África Mitad septentrional 9.100.000
Libia África NE del Sahara 1.680.000
Australiano Australia Región central 1.550.000
Arábigo Asia Península Arábiga 1.300.000
Gobi Asia Centro 1.040.000
Sonora América México 310.000
Kalahari África Botswana 260.000
Thar Ásia India-Pakistan 260.000
Atacama América Chile 180.000
Namibia África Namibia 162.000
Desiertos de la Tierra

Desiertos y dunas

Generalmente se llama desierto a un área cuya precipitación media anual es inferior a 250 mm y donde, en la mayoría de los casos, la evaporación excede a la precipitación como resultado de una temperatura media alta. Debido a la falta de humedad en el suelo y en la atmósfera, los rayos del Sol inciden con fuerza. Las temperaturas durante el día pueden alcanzar los 55 °C a la sombra; durante la noche, el suelo del desierto irradia el calor a la atmósfera y las temperaturas pueden descender hasta el punto de congelación.

Las dunan son como montaña de arena que se forman en los desiertos, aunque también lo hacen en el borde de los lagos y del mar, donde los vientos son fuertes y tienden a soplar en una sola dirección. Los campos de dunas se extienden a lo largo de miles de kilómetros cuadrados en los desiertos del norte de África, en la península Arábiga y en Asia central.

El viento, al mover los granos de arena, causa el crecimiento en altura de las dunas, así como su traslado. Una duna en crecimiento puede desplazarse hasta 30 m por año. La cara que opone al viento es siempre más larga y menos empinada que la cara contraria.

Los depósitos de dunas antiguas que quedan enterrados se transforman en arenisca, la cual presenta una estratificación asimétrica, llamada estratificación cruzada, que revela la dirección del viento que la originó.

La erosión glacial

 

Los glaciares son agentes erosivos de gran importancia que, en el pasado, modelaron una buena parte de los paisajes que ahora conocemos en latitudes medias y altas de todo el planeta.

Las enormes masas de hielo desplazándose lentamente por efecto de la gravedad llevan a término una tarea de desgaste implacable sobre los terrenos en que se deslizan, que se puede observar fácilmente en aquellas regiones donde los glaciares han desaparecido. El hielo es capaz de cortar o arrancar enormes rocas que otros agentes erosivos no podrían.

Partes de un glaciar

A medida que un glaciar desciende por un valle o avanza a través de una amplia zona, en el caso de las grandes extensiones de hielo, va modelando el terreno. Desplaza las rocas que encuentra a su paso y el hielo rompe y arrastra las subyacentes. Las rocas inmersas en el fondo del glaciar actúan como partículas abrasivas, al lijar y pulir la piedra del lecho sobre el que se desplaza.

En la cabecera del valle de un glaciar, las paredes quedan erosionadas con una forma semicircular denominada circo glaciar. La erosión progresiva y simultánea de estas paredes en distintos lados de una montaña puede dar lugar a lo que se conoce como un cuerno (horn) o pico piramidal. Los valles por los que ha pasado un glaciar tienen forma de U en vez de la forma de V, típica de la erosión de los valles fluviales.

Con frecuencia, el valle glaciar está excavado tan profundamente que las bocas o desembocaduras de los valles tributarios quedan a un nivel superior con respecto al fondo del canal glaciar, originando los llamados valles colgados. Los fiordos son valles glaciares parcialmente inundados por el mar.

Aludes

Una forma de erosión distinta de los glaciares, pero también provocada por la acumulación de agua en estado sólido, son los aludes. Un alud es el desprendimiento de grandes masas de hielo y nieve que desciende desde las cumbres hacia los valles. A su paso, un alud arrastra la vegetación, dejando una estela de terreno desnudo donde puede actuar más fácilmente la erosión.

Los aludes se producen cuando se acumula mucha nieve en una zona de pendiente elevada, especialmente cuando se deposita sobre otra capa de consistencia distinta que le pueda servir como superficie de deslizamiento, quedando en un equilibrio inestable.

El desencadenante del alud puede tener origen diverso. Se puede producir de forma espontánea cuando el propio peso de una capa supera la fuerza de rozamiento que la mantenía en reposo. También se producen aludes en la época del deshielo, al disminuir la fuerza de fijación. Incluso por el paso de esquiadores o por vibraciones de cualquier tipo.

Una pequeña masa de nieve inicia el descenso. Al apoyar su peso sobre otra hace que también se desprenda. Así, a medida que desciende se van incorporando nuevas masas hasta que puede llegar a adquirir un gran volumen. Es, por tanto una de las pocas formas de erosión que actuan de forma violenta, en poco tiempo.

Erosión marina

Erosión marina

 

La costa es la zona limítrofe entre la tierra firme y el mar. Se encuentra constantemente sometida a la acción erosiva del agua, por lo cual adquiere formas muy diversas, dependiendo del tipo de terreno y de la actividad de las olas, mareas y corrientes marinas.

Tiene acantilados y playas, deltas y estuarios, y, a veces, aparece recortada en antiguos valles inundados. Las corrientes marinas se llevan parte del material erosionado hacia el mar en unos lugares y lo deposita, desgastado, en otros. Así se forma un acantilado en un lugar y una playa en otro.

Acantilados y playas

Las costas acantiladas son aquellas que terminan abruptamente en la línea de la costa. Por debajo del acantilado en sí mismo, de fuerte pendiente o vertical, están el punto de inflexión, justo encima de la línea de costa, y la plataforma suavemente inclinada hacia el mar, que puede ser arenosa o de cantos o rocosa.

La acción del oleaje y las corrientes marinas arranca material rocoso, lo acumula al pie del acantilado y forma un depósito que, al principio, queda bajo el agua pero después puede emerger formando una pequeña playa. La acción de las mareas también es importante, ya que durante un tiempo introduce agua entre las rocas, reblandeciéndolas, y durante el resto del dia las deja a la intemperie para que actuen los agentes atmosféricos. Además, proporciona varios niveles de actuación de las olas.

El material aportado al océano por los ríos y retrabajado por la erosión del oleaje es distribuido a lo largo de las costas, donde forman playas, o transportado por corriente marinas hacia la plataforma continental y las parte más profundas del océano.

Las playas son la expansión del balance entre la erosión marina producida por las olas, mareas y corrientes marinas y los aportes suministrados por la propia erosión marina desde otras zonas y por los ríos. Los agentes del modelado costero son las olas, las corrientes y las mareas.

Formas del litoral

Además del propio relieve de la plataforma continental, las diferencias en las formas de erosión marina hacen que las formas litorales sean muy variadas.

Cabos: Son partes de la costa que se adentran de forma aguda en el mar.

Golfos: Un golfo es una penetración de grandes dimensiones del mar en la costa formando una curva. En cada extremo suele tener un cabo.

Bahías: Una bahía es como un golfo de dimensiones más reducidas y, en general, más abierto.

Ensenadas: Se llama así a una bahía o un entrante de mar reducido y protegido.

Calas: Una cala es una ensenada estrecha y de paredes escarpadas.

Albuferas: Cuando una bahía queda convertida en un lago, al ser cerrada su unión con el resto del mar por un cordón litoral, se forma una albufera.

Estuarios: Es la zona de la desembocadura de un rio en la que penetra la erosión del mar.

Deltas: La zona amplia de la desembocadura de un rio donde se depositan sedimentos por encima del nivel del agua. Estos materiales pueden proceder de la erosión fluvial, marina o de ambas.

Rías: Son las zonas de antiguos valles fluviales inundada por aguas marinas. La costa adquiere una morfologia que puede llegar a ser muy abrupta.

Fiordos: Es como una ría, excepto que en este caso el valle ocupado por las aguas marinas es de origen glaciar. Dado que los valles glaciares tienen forma de U, las paredes de los fiordos suelen ser muy inclinadas o verticales.

Erosión biológica

También los seres vivos modifican el paisaje, a veces, de forma lenta y casi imperceptible y, otras, de forma rápida y violenta. Las plantas superiores, que tenen raíces, ejercen una labor intensa se excavación mecánica del sustrato, en busca de agua. Pero, aunque menos visible, también es importante la erosión provocada por pequeños vegetales y organismos, como los líquenes.

Tambien erosionan los animales. Pequeños invertebrados, como los gusanos, airean el terreno y permiten la entrada de agua en la roca madre. Existen microorganismos cuyas secreciones atacan químicamente las piedras. Por último, los animales superiores pueden excavar y erosionar de muy distintas maneras.

La acción de los vegetales

Las plantas superiores, que tienen raíces, ejercen una labor intensa de excavación mecánica del suelo, en busca del agua que necesitan para su subsistencia. Algunas de estas raíces son capaces de atravesar sustratos de rocas blandas o, incluso, romper otras más duras.

Pero, aunque menos visible, el trabajo de otros vegetales y organismos, como los líquenes, es quizás todavía más importante, hasta el punto que se les considera los verdaderos indicadores o pioneros de la formación de los suelos. En efecto, los líquenes actuan sobre las rocas desnudas, empiezan su descomposición y permiten que otros organismos mayores continuen la tarea.

La acción de los animales

Pequeños invertebrados como los gusanos y algunos insectos airean el suelo, pero también contribuyen al proceso de meteorización de la roca madre al permitir la entrada de aire y agua, así como de microorganismos productores de secreciones que reaccionan químicamente con la roca, transformándola y erosionándola.

La labor que llevan a cabo los animales es, en general, complementaria de la que realizan otros agentes erosivos en las etapas primarias del proceso de meteorización. Sin embargo, tiene una especialísima importancia en la formación de los suelos.

Los animales ejercen una erosión mecánica con la escavación o construcción de nidos y madrigueras, así como por el paso de grandes manadas por las mismas sendas. También ejercen un control sobre la población vegetal de la que se alimentan. Finalmente, producen secreciones y excreciones de materiales que tienen un alto poder corrosivo y pueden descomponer las rocas, facilitando la acción de otros agentes.

El impacto humano en el medio

Todos los organismos alteran, en cierta medida, el entorno en el que viven, modelando el paisaje. El ser humano no es una excepció, al contrario. Posee una elevada capacidad de alteración gracias a sus progresivos avances técnicos.

Los paisajes surgidos por la influencia humana ocupan una extensión cada vez mayor de la superfície del planeta. Básicamente, la erosión humana se puede clasificar en dos tipos: de explotación (tierras agrícolas, forestales, minas, … ) y de construcción (ciudades, vías de comunicación, … ). En los últimos años, además, las actividades industriales no sólo alteran la superfície de la Tierra, sino que están poniendo en peligro la supervivencia del planeta.

Sin la intervención humana, las pérdidas de suelo debidas a la erosión probablemente se verían compensadas por la formación de nuevos suelos en la mayor parte de la Tierra.

En terreno sin alterar, los suelos están protegidos por el manto vegetal. Cuando la lluvia cae sobre una superficie cubierta por hierba u hojas, parte de la humedad se evapora antes de que el agua llegue a introducirse en la tierra. Los árboles y la hierba hacen de cortavientos y el entramado de las raíces ayuda a mantener los suelos en el lugar, frente a la acción de la lluvia y el viento.

La agricultura y la explotación forestal, la urbanización, la instalación de industrias y la construcción de carreteras destruyen parcial o totalmente el dosel protector de la vegetación, acelerando la erosión de determinados tipos de suelos. Ésta es menos intensa en zonas con cultivos como el trigo, que cubren uniformemente el terreno, que en zonas con cultivos como el maíz o el tabaco, que crecen en surcos.

El exceso de pastoreo, que a la larga puede transformar la pradera en desierto, y las prácticas agrícolas poco cuidadosas, han tenido efectos desastrosos en determinadas regiones del mundo.

Algunos historiadores piensan que la erosión del suelo ha sido un factor determinante en el conjunto de causas que han provocado algunos desplazamientos de población, debidos a la sequía, y en la decadencia de algunas civilizaciones. Las ruinas de pueblos y ciudades encontradas en regiones áridas, como los desiertos de Mesopotamia, indican que hubo un momento en el que la agricultura fue una actividad generalizada por toda la zona.

 

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