Juan Antonio Pezet Rodríguez fue presidente de la República entre 1863 y 1865. Hijo del médico patriota José Pezet y Monel y de María del Rosario Rodríguez Piedra. Nació el 13 de julio de 1809, siendo bautizado en la parroquia de Santa Ana (1810). Desde muy joven abrazó la causa patriota, por ello interrumpió sus estudios en el convictorio de San Carlos, abandonó la casa paterna y se enroló en el ejército de San Martín en Huaura (1821). Integró la Legión Peruana e intervino en las batallas de Torata y Moquegua durante la primera expedición a intermedios (1823). Fue ascendido a teniente luego de participar en la batalla de Zepita. Presenció las batallas de Junín y Ayacucho (1824), y siguió a Antonio José de Sucre en su marcha por el Alto Perú para crear posteriormente la república de Bolivia. Fiel al presidente Luis José de Orbegoso, lo acompañó en su expedición al sur y participó en la batalla de Huaylacucho contra Bermúdez presenciando, luego, el famoso “abrazo de Maquinhuayo” que puso fin a la guerra civil entre Orbegoso y Bermúdez (1834). Por todos estos servicios, Pezet fue ascendido a coronel (1835), pero al establecerse la Confederación Perú-Boliviana se retiró del servicio. Luego de la derrota y muerte del presidente Agustín Gamarra en Ingavi (1841) fue llamado nuevamente al servicio y destinado a la Segunda División del ejército del sur como jefe de estado mayor. Culminada la guerra con Bolivia, y habiéndose firmado el tratado de Puno (1842), secundó el levantamiento de Francisco de Vidal; sin embargo, tras oponerse al avance de Manuel Ignacio de Vivanco, terminó secundando al Director Supremo (1843). Vivanco le encomendó la inspectoría general del ejército, la prefectura del departamento de La Libertad y, finalmente, la jefatura de estado mayor en la batalla de Carmen Alto. Vencido Vivanco por Ramón Castilla, Pezet fue herido y tomado prisionero (17 de julio de 1844). Durante el primer gobierno de Castilla fue inspector general de la Guardia Nacional (1846); posteriormente el régimen de José Rufino Echenique lo nombró general en jefe del ejército que se organizó en el sur y defendió ese gobierno hasta la batalla de La Palma (5 de enero de 1855), que significó el triunfo de la revolución liberal encabezada por Castilla. Desterrado primero a Chile y alejado de cualquier responsabilidad militar, fue llamado por Castilla para ocupar el ministerio de Guerra (1859), actuando como jefe de estado mayor en la campaña efectuada contra Ecuador (1859-1860). Como miembro del gabinete formó dos veces parte del poder Ejecutivo e instaló el congreso reformador de ese año. Elegido primer vicepresidente (1862), el mal estado de su salud lo obligó a pedir licencia y trasladarse a Europa, dirigiéndose a los balnearios medicinales de Vichy (España), con el propósito de restablecerse.
Se encontraba en París cuando le sorprendió la muerte del presidente Miguel de San Román (3 de abril de 1863), cuyo período tuvo que completar. Durante su administración adquirió para la armada el monitor “Huáscar”, las fragatas “América” y “Apurímac”, la corbeta “Unión”, la fragata “Independencia”, los buques de guerra “Callao” y “Colón”, y los poderosos cañones Amstrong y Blakeley. Lo más saltante de su gobierno fue el inicio del conflicto con España (1864), bajo el pretexto de que el Perú no había pagado la llamada “deuda de la independencia” contemplada en la capitulación de Ayacucho (1824). El conflicto se precipitó luego de un incidente en la hacienda norteña de “Talambo”, donde murió un trabajador de origen vasco. El problema, que no pasaba de ser un caso policial, fue exagerado por el espía español Eusebio de Salazar y Mazarredo, quien obligó a una expedición científica española, comandada por Luis Hernández Pinzón, a capturar las islas guaneras de Chincha (15 de abril de 1864). Esto originó varias manifestaciones callejeras y los periódicos respaldaron la opinión pública de vengar el ultraje inferido. El presidente Pezet, temeroso de un enfrentamiento bélico con los españoles, prefirió la negociación diplomática firmándose el humillante tratado Vivanco-Pareja (27 de enero de 1865), en nada favorable al Perú. El sentimiento revolucionario se exaltó por todo el país y desde Arequipa triunfó el movimiento del coronel Mariano Ignacio Prado (7 de noviembre de 1865), siendo enviado Pezet al exilio.
Radicado en la ciudad inglesa de Richmond, Pezet movió desde allí sus influencias para acelerar la salida de las unidades navales que había adquirido el Perú bajo su gobierno, en particular el monitor “Huáscar” y la fragata “Independencia”. Volvió en 1871 y se mantuvo alejado de la política en su casona de Chorrillos, donde murió poco antes de la declaratoria de guerra de Chile contra el Perú (24 de marzo de 1879).
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