El infarto de miocardio es una patología que se caracteriza por la muerte de una porción del músculo cardíaco que se produce cuando se obstruye completamente una arteria coronaria.
En las circunstancias en las que se produce la obstrucción el aporte sanguíneo se suprime. Si el músculo cardiaco carece de oxígeno durante demasiado tiempo, el tejido de esa zona muere y no se regenera.
Según explica Rosa María Lidón, presidenta de la sección de Cardiopatía Isquémica y Cuidados Agudos Cardiovasculares de la Sociedad Española de Cardiología (SEC), esta patología se manifiesta cuando las personas alcanzan la media edad y afecta tanto a hombres como a mujeres. “En las mujeres la enfermedad se manifiesta unos diez años más tarde que en los hombres por lo cual, el mito que hay de que a las mujeres no les afecta la cardiopatía isquémica es mentira”, aclara a CuidatePlus. Esto se debe a que la situación hormonal de la mujer menstruante hace que esté más protegida contra el riesgo de padecer un infarto de miocardio.
El mito de que el infarto no afecta a las mujeres es mentira.
Los resultados del registro Recalcar, un informe que realiza la SEC con datos de los pacientes a partir de los informes de alta de los hospitales de toda España, señalan que en la actualidad se producen unos 52.000 infartos al año hospitalizados. Esta cifra se ha reducido ligeramente en los últimos años y en la actualidad está estabilizada.
“Hay que tener en cuenta que existen pacientes con infarto que se mueren antes de llegar al hospital, por lo que nos encontramos con un porcentaje de pacientes importante que no están contabilizados dentro de estos 52.000 casos”, matiza Lidón.
La principal causa del infarto de miocardio es la obstrucción de las arterias coronarias. Para que el corazón funcione correctamente la sangre debe circular a través de las arterias coronarias. Sin embargo, estas arterias pueden estrecharse dificultando la circulación.
Si el corazón se expone a un sobreesfuerzo pueden aparecer trastornos y formar un coágulo que, a su vez, puede tapar una arteria semiobstruida. Esta obstrucción, interrumpe el suministro de sangre a las fibras del músculo cardiaco. Al dejar de recibir sangre estas fibras mueren de forma irreversible. El infarto de miocardio ocurre cuando un coágulo de sangre (trombosis coronaria) obstruye una arteria estrechada. Normalmente el infarto de miocardio no sucede de forma repentina. Puede llegar causado por la aterosclerosis, un proceso prologado que estrecha los vasos coronarios.
Existen factores que pueden acelerar que las arterias se deterioren y propiciar que se obstruyan, tal y como señala Lidón, quien destaca el tabaco, el colesterol, la diabetes y la hipertensión como algunos de los factores de riesgo cardiovascular que obligan al corazón a trabajar en peores condiciones.
En la actualidad han aumentado los infartos de miocardio en jóvenes en España y, según Lidón, este aumento está ligado al consumo de drogas. “Hemos comprobado que la mayoría de los infartos que se producen en edades jóvenes se relacionan directamente con el consumo de cocaína. Además, no hace falta que sean grandes consumos”, afirma. “Cuando vemos un infarto por debajo de los 40 años siempre miramos si hay cocaína en el organismo”.
Evalúa tus síntomas
La descripción clásica del infarto es un dolor opresivo en el centro del pecho irradiado a brazos (sobre todo el izquierdo), cuello y espalda. “Esto es una sensación subjetiva del paciente. En algunos el dolor a veces se transforma en opresión; en otros, en malestar”, señala la especialista. “Debido a estas diferencias subjetivas, los sanitarios tienen la obligación de que, ante todo malestar que ocurra de cintura para arriba y que está afectando al paciente, realizar un electrocardiograma que revelará si el corazón está sufriendo”.
Los síntomas habituales son:
El riesgo de padecer un infarto puede evitarse siguiendo algunas pautas de vida saludable:
La prueba más sencilla, evidente y eficaz durante el dolor para diagnosticar el infarto agudo de miocardio es el electrocardiograma. Sin embargo, si por ejemplo el paciente tiene una crisis de angina y consulta al médico entre dolor y dolor, el electrocardiograma puede ser normal. En esas circunstancias, Lidón especifica que los especialistas pueden realizar otras pruebas, como la de esfuerzo, para ver si cuando someten al corazón a un esfuerzo se producen alteraciones en el electrocardiograma.
Las principales pruebas diagnósticas que se realizan son:
Es la prueba fundamental para diagnosticar el infarto agudo que, además, permite analizar su evolución. Durante el electrocardiograma se mantiene monitorizado en todo momento al paciente.
La prueba revela una representación gráfica de las fuerzas eléctricas que trabajan sobre el corazón. Durante el ciclo cardiaco de bombeo y llenado, un patrón de pulsos eléctricos cambiantes refleja exactamente la acción del corazón. Esta prueba es indolora y suele realizarse con el paciente estirado y tranquilo, excepto cuando se hace durante una prueba de esfuerzo.
El electrocardiograma sólo detecta alteraciones en el momento en que se produce el dolor. Con posterioridad, se emplea únicamente para confirmar o descartar si se ha producido daño en el corazón.
A través de un análisis de sangre se puede detectar el aumento de la actividad sérica de determinadas enzimas que se liberan dentro del torrente sanguíneo a causa de la necrosis que se produce durante el infarto.
Para dar este dato con seguridad, los valores enzimáticos se toman por series durante los tres primeros días. Los valores máximos de estas enzimas presentan una correlación discreta con la extensión de la necrosis, aunque también se deben tener en cuenta otros factores que influyen en su grado de actividad. En definitiva, se trata de un cálculo de valores complejo.
Por otra parte, también se obtienen parámetros interesantes para el pronóstico, como el nivel de colesterol, los niveles de glucosa (la diabetes aumenta el riesgo de cardiopatia) y de hormonas tiroideas (un tiroides hiperactivo puede producir alteraciones cardiacas).
Se puede hacer sobre una bicicleta estática o una cinta rodante. En la prueba el especialista colocará electrodos en el cuerpo del paciente, para registrar de forma continua el electrocardiograma, y un manguito de tensión.
Mientras el paciente pedalea o anda por la cinta rodante, el médico que supervisa la prueba observará los cambios de tensión arterial, pulso y trazado del electrocardiograma. La prueba se completa en media hora y se e abandona si aparecen cambios que sugieran enfermedad en los parámetros observados o si el paciente no la tolera físicamente, por agotamiento o por dificultad para respirar.
Estos estudios están asociados a la prueba de esfuerzo y consisten en el análisis del corazón con isótopos. Durante el ejercicio sobre la bicicleta o sobre la cinta rodante se inyecta una pequeña dosis de isótopo radiactivo en la vena. Mientras, un dispositivo especial registra una serie de imágenes de las localizaciones del isótopo en el corazón (las áreas oscuras indican las partes donde no llega bien el flujo de sangre).
El punto negativo de esta prueba es que los isótopos no dan información sobre la arteria bloqueada en concreto. Existen diferentes modalidades de exploración isotópica: la escintigrafía, que aumenta la sensibilidad y la especificidad de la prueba de esfuerzo en varones; la ventriculografía, que permite determinar con gran rapidez los volúmenes ventriculares y detectar zonas de movilidad anormal a causa de la isquemia, muy útiles de cara al pronóstico; y la gammagrafía, que puede detectar defectos en la expansión o contracción de la pared del corazón, señal de que las arterias no transportan la suficiente cantidad de sangre oxigenada a la zona.
Es la técnica más adecuada para determinar la posible presencia y extensión de cardiopatía isquémica.
La coronariografía permite determinar la localización y grado de obstrucción de las lesiones arteriales coronarias que puedan haberse producido. No puede realizarse cuando el paciente presenta trastornos de coagulación, insuficiencia cardiaca o disfunción ventricular.
En el instante en que el paciente tenga la sospecha de que presenta algunos de los síntomas ya descritos debe avisar inmediatamente a los servicios de emergencias y posteriormente pueden tomar una aspirina (tiene un efecto antiplaquetario que inhibe la formación de coágulos en las arterias). “Uno de los problemas derivados del infarto es que se produzca una arritmia maligna y que el paciente fallezca”, explica Lidón. “Si está delante el servicio sanitario, las consecuencias pueden ser menores porque pueden activar el protocolo de actuación ante un infarto”.
Según la especialista, el electrocardiograma marcará el tipo de tratamiento. Así, si se produce un infarto con elevación del ST, los médicos activarán todos los mecanismos para intentar abrir esa arteria lo antes posible. “En caso de que el infarto no tenga elevación del ST, el médico tendrá que estudiar cómo está la anatomía coronaria, la capacidad de bombeo del corazón, decidir si conviene realizar una coronariografía y actuar en consecuencia, ya sea a través del mismo catéter o indicando una cirugía”, señala Lidón.
La especialista insiste en que tanto si los especialistas realizan un intervencionismo percutáneo coronario, como si hacen una cirugía es necesario que el paciente siga un tratamiento médico de por vida. “Estos tratamientos están indicados para facilitar la cicatrización, disminuir el trabajo del corazón para que pueda funcionar adecuadamente y evitar que se produzcan nuevos infartos”, especifica. “Nuestro objetivo es controlar todos los factores de riesgo cardiovasculares para evitar que la enfermedad coronaria continúe progresando y, si progresa, que lo haga lo más lentamente posible.
En el hospital, los pacientes pueden recibir distintos tipos de tratamientos:
Otros tratamientos:
La mejora de la enfermedad está supeditada a la obesidad que también repercute negativamente en otras, como la hipertensión arterial y la diabetes.
“La obesidad es uno de los problemas más importantes que hay en la actualidad. El aumento de la incidencia ya se ve tanto en los grupos de edades infantiles, como en los juveniles y en los adultos. Esta patología aumenta la tensión arterial, la diabetes, los índices de colesterol y, por sí misma es un factor de riesgo. A pesar de que con todos los tratamientos vamos mejorando el pronóstico de vida del infarto, factores como la diabetes provocan que se produzcan los infartos a edades más tempranas”, señala Lidón.
La especialista especifica que el pronóstico de la enfermedad es que el conocimiento sobre la misma está aumentando aunque siga matando sin que en muchos de los casos los médicos puedan hacer nada. “Ha perdido parte de la extrema gravedad que tenía antes. Sin embargo tenemos un reto: todavía hay un porcentaje elevado de pacientes que se mueren antes de llegar al hospital y, este porcentaje aumentará con los factores de riesgo que no se controlan”.
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