Imperio Asiria
Fe una de las principales naciones de la historia mesopotámica. Si el máximo esplendor del Estado asirio corresponde a la primera mitad del milenio I a.C.(Imperio neoasirio), sus orígenes se remontan a fines del milenio III a.C.
El núcleo geográfico originario del pueblo asirio estaba constituido por dos áreas. Por un lado, incluía el denominado triángulo de Asiria, entre el alto Zab y el Tigris, con Nínive como centro principal. Y por otro, más al sur, se hallaba la ciudad de Assur, que daba nombre a los propios asirios. El triángulo de Asiria era una región abierta, intensamente poblada, muy rica desde un punto de vista agrícola y con un importante y antiguo urbanismo.
Etapas del Imperio Asirio
Existieron 3 etapas en el Impero Asirio, las cuales fueron el Imperio Antiguo Asirio, el Imperio Medio Asirio y el Imperio NeoAsirio.
El Imperio Antiguo Asirio
Los asirios nos han dejado una importante lista real que recoge los nombres de los reyes desde los orígenes más o menos legendarios hasta la época neoasiria (siglo VIII a.C.). Según esta lista, encabezada por el mítico Tudiya, que habría que remontar a finales del milenio III a.C., los primeros 17 reyes de Asiria vivían en tiendas, lo cual significa que el Estado asirio habría tenido un origen tribal y nómada. De las dos secuencias siguientes de reyes, una recoge los monarcas efectivos de Assur, mientras que la otra sería una lista legitimadora de la ascensión al trono del usurpador Shamshi-Adad I, primer gran rey del país. Parece, en efecto, que toda esta primera parte de la lista busca legitimar esta ascensión, pues los orígenes tribales casan bien con el propio Shamshi-Adad, pero tienen poco que ver con lo que nos dicen las fuentes arqueológicas sobre los comienzos del Estado asirio, que nos hablan de una región fuertemente urbanizada y de economía agrícola y comercial.
Shamshi-Adad I
Shamshi-Adad I (1812-1780 a.C.), contemporáneo de Hammurabi de Babilonia, llevó por vez primera a los asirios más allá de su núcleo de origen. Consiguió someter toda la alta Mesopotamia, anexionando ciudades tan significativas como Mari, y firmó un tratado de paz con Babilonia, que le reconoció sus dominios. Shamshi-Adad organizó administrativa, política y militarmente sus nuevos territorios, construyendo el primer Estado territorial asirio; es la época que conocemos como Imperio antiguo asirio. A su muerte, sin embargo, el Imperio se deshizo; sus hijos no pudieron conservar la integridad del Estado que habían heredado y no consiguieron hacer frente a la presión de los hurritas. Asiria desapareció temporalmente de la historia y su territorio quedó bajo control directo de los hurritas del Imperio de Mitanni. Sus reyes no fueron más que sombras, de las que muy poco nos dice la lista real, que en más de una ocasión se hace eco de los oscuros orígenes de los monarcas y a los que califica de hijos de nadie. Esta situación se prolongó durante 4 siglos.
El Imperio Medio Asirio
El Imperio medio asirio comenzó con Assur-uballit I (1363-1328 a.C.), que consiguió sustraerse de la tutela mitannia, y, dando la vuelta a la situación, impuso momentáneamente en el trono mitannio a un filoasirio. Mitanni, ahora en decadencia, acabó cayendo en la órbita del Imperio hitita. Assur-uballit controló Asiria hasta la Alta Mesopotamia central y los territorios más orientales de Mitanni. Consciente de su renovado poder, se hizo llamar Rey de la totalidad, y estableció relaciones diplomáticas directas con el Egipto de Amenhotep IV, provocando la airada protesta de Burna-buriash de Babilonia, quien consideraba a los asirios como vasallos suyos. Ante la evidencia de la nueva potencia asiria, sin embargo, Burna-buriash acabó reconociendo el rango de Assur-uballit, y la reconciliación se selló con una boda: el hijo del babilonio se casó con la hija del asirio. Pero el descendiente de este matrimonio fue asesinado por la facción antiasiria de Babilonia, por lo que Assur-uballit intervino directamente en la ciudad, atacándola con dureza, e impuso en su trono al pequeño Kurigalzu, hijo a su vez del príncipe asesinado. La actuación de éste no favoreció los intereses de los asirios, y los sucesores inmediatos de Assur-uballit tuvieron que luchar contra él para llevar su frontera meridional algo más al sur. alejándola de Assur.
Sucesores de Assur-uballit I
Adad-nirari I (1305-1274 a.C.) reanudó la expansión de Asiria por su salida natural, que era la Alta Mesopotamia, y consiguió doblegar al rey mitannio y convertirle en tributario de Asiria, pasando este reino de la órbita hitita a la asiria. También Adad-nirari se tituló Rey de la totalidad, pero con mayor legitimidad, pues este título había estado relacionado siempre con el control de la Alta Mesopotamia. Adad-nirari tuvo que combatir a las poblaciones de la meseta iránica, y durante su reinado se produjeron en Siria importantes incursiones de los suteos y los ajlamu, precedentes de los árameos, destinados en el futuro a transformar por completo el panorama histórico del Próximo Oriente.
Con Salmanassar I (1273-1244 a.C.), vencedor de Shattuara II de Mitanni, el territorio de esta antigua potencia quedó definitivamente incorporado al Imperio asirio. El reino de Mitanni desapareció así de la historia. Un funcionario central asirio gobernó la región momentáneamente, hasta que fue dividida en varios distritos, cada uno con su gobernador, que residía en un palacio de nueva construcción. Se realizaron deportaciones de población, se colonizaron los nuevos territorios agrícolas, y en las ciudades la población local fue sustituida por otra asiria, encargada de dirigir la vida social y económica, y la frontera occidental de Asiria quedó en el Éufrates, ahora límite directo entre los imperios asirio e hitita.
Apogeo del Imperio Medio Asirio
La guerra, como actividad económica de primera magnitud, con sus botines, imposiciones de tributos, colonizaciones y deportaciones, que pronto acabaría convirtiéndose en rasgo distintivo del poder asirio, fue ampliamente practicada también por el sucesor de Salmanassar, Tukulti-Ninurta I (1243-1207 a.C.), con quien el Imperio medio asirio llegó a su apogeo.
Tukulti-Ninurta actuó en tres frentes. En los Zagros y el alto Tigris, justo por encima de la campiña asiria, intervino con fines defensivos y económicos (se trataba de una región rica en madera, necesaria para la construcción, y en cobre y caballos, base del armamento y del ejército. Por el oeste, la situación fue de equilibrio forzoso, pues ni los hititas ni los asirios consiguieron controlar unilateralmente la región situada entre el alto Éufrates y el alto Tigris, temiéndose unos a otros, recíprocamente. De modo que los contrastes se produjeron sobre todo en el terreno económico y comercial. Por último, por el frente babilónico la balanza se decantó claramente en favor de Tukulti-Ninurta. En efecto, ante un avance territorial del rey babilonio Kashtiliash IV, violando un tratado suscrito en tiempos de Adad-nirari I, Tukulti-Ninurta intervino, venció y capturó en batalla al rey babilonio, a quien llevó prisionero a Assur, y tras conquistar la propia Babilonia, derribó sus murallas y templos, y desterró al dios Marduk y a parte de la población, sometiendo toda la Baja Mesopotamia hasta el golfo Pérsico.
De este modo, el soberano asirio pudo proclamarse Rey del país de Assur, Rey del universo, Rey de las cuatro regiones, Rey de reyes, Rey del país de Karduniash (Babilonia) y Rey de Sumer y de Akkad. Tras su victoria babilónica, Tukulti-Ninurta se dedicó esencialmente a la actividad edilicia. Restauró templos y palacios en Assur y, sobre todo, construyó en Kar-Tukulti-Ninurta la primera capital artificial de la historia asiria, situada cerca de Assur, en la otra orilla del Tigris. Tal vez se deba este hecho a conflictos entre el rey y las familias nobles de Assur, descontentas del talante autoritario y personalista de aquél. Las tensiones internas, las presiones de pueblos exteriores como los elamitas, el esfuerzo económico y laboral que supuso la construcción de la nueva capital y la reacción babilónica, que no se hizo esperar, provocaron un levantamiento contra el rey que acabó con su vida. Babilonia se independizó, y los sucesores de Tukulli-Ninurta, reyes mediocres, consiguieron mantener de momento el resto del Imperio gracias, más que a sus capacidades personales, a la grave crisis que se cernía en general sobre el Próximo Oriente.
Crisis y Recuperación, Tiglat-Pileser I
El vacío de poder que se abrió en Asiria al morir Tukulti-Ninurta fue aprovechado por los suteos y los ajlamu pre-arameos para penetrar y establecerse en amplias zonas de la alta Mesopotamia, y por los elamitas para avanzar por la franja situada al pie de los Zagros. La situación se enderezó algo con Assur-resh-ishi (1132-1115 a.C.), que reforzó ciudades estratégicas como Arbela, en el frente de los Zagros, y Apku, en el frente altomesopotámico; frenó a los suteos y a los ajlamu, y sometió a los primeros a tributación; rechazó a los elamitas y disputó los valles medios del Tigris y el Éufrates a los babilonios de Nabucodonosor I, que se vio obligado a reconsiderar sus ambiciones territoriales. Sacó además provecho de las campañas de éste contra Elam, que fue vencido definitivamente. Assur-resh-ishi se tituló Vengador del País de Assur, y se dedicó a restaurar templos y palacios en diversas ciudades de su reino.
Su sucesor fue Tiglat-pileser I (1114-1076 a.C.), en cuyo reinado Asiría alcanzó uno de sus momentos de máximo esplendor. Al advenimiento de Tiglat-pileser, el panorama internacional había cambiado sustancialmente. El Imperio hitita había dejado de existir, arrastrado por las invasiones de los Pueblos del Mar, y en su lugar habían quedado pequeños reinos, resultado de su desintegración: los reinos neohititas. El rey asirio luchó contra algunos de éstos, como el de Mushki o Frigia, y contra otros pequeños Estados noroccidentales, como el armenio país de Nairi, al que impuso un tributo anual en calderos de bronce y caballos.
También se enfrentó a los pueblos que los anales llaman ajlamu de la tierra de Armaya, es decir a las gentes que a partir de entonces serían conocidas como árameos, del nombre de su tierra de procedencia, y que estaban destinadas a causar una de las transformaciones más profundas de la historia del Próximo Oriente. Las fuentes asirias los llaman, enemigos del dios Assur, y aseguran que Tiglat-pileser los rechazó 28 veces en 14 años, lo cual demuestra su imparable capacidad de infiltración a pesar de ser vencidos en las batallas.
La finalidad del rey asirio era asegurar las comunicaciones entre Asiria y la región del Éufrates. Cuando éstas estuvieron garantizadas. Tiglat-pileser I, dio el paso estratégico y simbólico de cruzar el Éufrates, frontera natural de su Imperio, y de adentrarse por vez primera en territorio ajeno, territorio ex hitita. Cerró un acuerdo comercial pacífico con el reino neohitita de Karkemish e impuso una tributación anual a otros reinos neohititas y a las principales ciudades fenicias. Por el oeste, su ámbito de influencia directa se extendía ahora, hasta el mismo Mediterráneo.
Por el sureste. Tiglat-pileser I intervino directamente en Babilonia, que desde los tiempos de Nabucodonosor había ido perdiendo fuerza y posiciones, y tomó las ciudades babilonias más septentrionales (Dur-Kurigalzu, Opis y Sippar), así como la misma capital. Pero se trataba más de una acción de prestigio y de demostración de fuerza que de una verdadera conquista, y el rey regresó a Asiria sin anexionar Babilonia a su Imperio, contentándose con el significado político de la campaña.
Tiglat-pileser continuó la labor constructora de sus predecesores, y restauró y amplió templos y palacios. Sus mismos anales no son sino la inscripción fundacional del templo de Anu y Adad en Assur. Una de las finalidades de sus expediciones militares a los montes del noreste fue. igual que en el pasado, obtener madera para esas construcciones. En el campo legislativo, el reinado de Tiglat-pileser produjo un importante código de leyes y una compilación de los edictos reales promulgados desde Assur-uballit hasta el propio Tiglat-pileser. Y en el terreno literario, en esta época se creó la primera biblioteca asiria, con el material conseguido por los reyes conquistadores medioasirios a lo largo de sus campanas.
Caida del Imperio Medio Asirio
Tras la muerte de Tiglat-pileser, Asiria entró en un período de crisis aun más grave que el anterior (1076-934 a.C.). En realidad, perdió el control directo de todas las regiones que los reyes del Imperio medio habían ido conquistando, manteniendo a duras penas, y más nominalmente que otra cosa, el dominio sobre la Alta Mesopotamia. Los epígonos de Tiglat-pileser, de nuevo personajes de mediocre actuación, no pudieron contener el avance cada vez más decidido de los arameos, y acabaron replegándose en el territorio asirio originario.
En Babilonia, también sumida en una crisis , consiguieron penetrar y asentarse diversas tribus caldeas, parientes de las arameas, y pronto más poderosas que los mismos reyes babilonios. Las fuentes, que enmudecen casi por completo en esta época, acentúan la sensación de oscuridad y decadencia. La recuperación de Asiria no llegaría hasta fines del siglo I a.C., cuando una realeza renovada dio origen al Imperio neoasirio, destinado a alcanzar las más altas cotas de poder y de esplendor.