I viaje de Pizarro

 

I viaje de Pizarro. El conquistador Francisco Pizarro, natural de Trujillo de Extremadura. Hacia 1523, el conquistador extremeño Francisco Pizarro radicaba en Panamá, ciudad de la que llegó a ser alcalde en 1522. Pizarro era un vecino más o menos acomodado, como todos los residentes españoles en Panamá. Empezó a entenderse con su más cercano amigo, el capitán Diego de Almagro, sobre la posibilidad de organizar una expedición hacia el tan mentado Birú. Ambos eran rudos y curtidos soldados con experiencia en la conquista de Tierra Firme. La sociedad se concretó en 1524, sumándose un tercer socio, el cura Hernando de Luque, quien debía aportar el dinero necesario para la empresa. Se repartieron las responsabilidades de la expedición: Pizarro la comandaría, Almagro se encargaría del abastecimiento militar y de alimentos y Luque se encargaría de las finanzas y de la provisión de ayuda. Se convino en que todas las utilidades se dividirían en tres partes iguales para cada socio o sus herederos, y que ninguno tendría más ventaja que otro. El análisis histórico se inclina a creer que Pizarro poseía una fortuna modesta, porque para emprender la aventura, él y Almagro tuvieron que asociarse con un cura influyente, Hernando de Luque, que a la sazón era párroco de Panamá. Villanueva habla de un cuarto «socio oculto»: el licenciado Gaspar de Espinosa, que no quiso figurar públicamente, pero que fue el verdadero financista de las expediciones, usando como testaferro a Luque. Ello debió ser así, por cuanto nunca uno sólo de los socios decidía de manera unilateral las acciones. Sólo posteriormente, iniciada ya la conquista física del Perú, Pizarro tomaría decisiones de campaña o sobre acciones militares y administrativas, prerrogativas de su cargo de gobernador de Nueva Castilla, concedido por la corona española a través de la Capitulación de Toledo, firmada en 1529.

Francisco Pizarro

Nacido en Trujillo, Extremadura, España, probablemente en 1471; muerto en Lima, Perú, el 26 de Junio de 1541. Era el hijo ilegítimo de Gonzalo Pizarro y Francisca González, quienes pusieron poca atención a su educación y él creció sin aprender a leer o escribir. Su padre era un capitán de infantería y había peleado en las guerras Napolitanas con el Gran Capitán Gonzalo de Córdoba. Entusiasmado por los relatos de las hazañas de sus compatriotas en América, Pizarro zarpó de España con Alonso de Ojeda, en la expedición de éste a Urabá, donde Ojeda fundó la ciudad de San Sebastián, y la dejó al cuidado de Pizarro cuando él regresó al barco por provisiones. Habiendo las penalidades y el clima enflaquecido las tropas de sus compañeros, Pizarro se embarcó hacia el puerto de Cartagena. Allí se unió a la flota de Martín Fernández de Enciso, y más tarde se adhirió a la expedición de Núñez de Balboa, a quien acompañó en su viaje a través del Istmo de Panamá para descubrir el Océano Pacífico (29 de Septiembre, 1513). Cuando Balboa fue decapitado por su sucesor, Pedrarias Dávila, Pizarro siguió los éxitos de éste hasta 1515 cuando Dávila lo envió a negociar con los nativos a lo largo de la costa Pacífica. Cuando la capital fue transferida a Panamá ayudó a Pedrarias a subyugar las tribus guerreras de Veraguas, y en 1520 acompañó a Espinosa en su expedición dentro del territorio del Cacique Urraca, situado en la actual República de Costa Rica. En 1522 los relatos de las proezas de Hernán Cortés, y el regreso de Pascual de Anda Goya de su expedición a la parte sur de Panamá, inflamaron su entusiasmo. Con la aprobación de Pedrarias formó junto con Diego de Almagro, un aventurero que estaba en ese tiempo en Panamá, y Hernando de Luque, un clérigo Español, una compañía para conquistar las tierras situadas al sur de Panamá. Su proyecto parecía tan absolutamente inalcanzable que la gente de Panamá los llamó la “compañía de lunáticos”. Habiendo reunido los fondos necesarios, Pizarro se colocó a la cabeza de la expedición; a Almagro le fue confiado el equipamiento y aprovisionamiento de los barcos; y Luque se mantendría a la zaga para cuidar sus mutuos intereses y conservar el favor de Pedrarias de tal manera que continuara respaldando la empresa. El 13 de septiembre de 1524 se inició en Panamá el primer viaje de las tres expediciones que tendrían como objetivo la exploración y la conquista de los territorios en los cuales abundaban las riquezas según sus informes obtenidos de distintos curacas. Este viaje conquistador se inició con unos 80 hombres y 40 caballos. Diego de Almagro no se embarcó con el primer grupo en el cual iba Francisco Pizarro, ya que Almagro se encargó de reclutar más hombres y suministrar alimentos adicionales y unirse a Pizarro más tarde. El gobernador de Panamá, Pedro Arias Dávila, al principio había aprobado el viaje de exploración a la América del Sur. La primera expedición de Pizarro, sin embargo, resultado ser un fracaso ya que en su viaje navegaron hacia el sur de la costa del Pacífico, alcanzando no más lejos que las costas de Colombia antes de sucumbir a las dificultades como mal tiempo, la falta de alimentos y escaramuzas con nativos hostiles: uno de los cuales le causó con una flecha la pérdida de un ojo a Almagro.

 

De Panamá se dirigieron a las islas Perlas, luego desembarcaron en Puerto Piñas, avanzaron por la costa colombiana hasta que llegaron a un punto que llamaron Puerto de Hambre, porque se acabaron las provisiones, y el barco “San Cristóbal” no aparecía para socorrerlos. Entonces Pizarro envío a Gil de Montenegro con el “Santiago” para recoger alimentos en las islas Perlas. Durante 47 días esperó el capitán en Puerto de Hambre. Cuando llegó Montenegro ya habían muerto más de 30 expedicionarios por la falta de comida.

A comienzos de 1525 se reanudó el viaje y llegaron al Fortín del Cacique de las Piedras, donde los españoles fueron recibidos con una lluvia de piedras y lanzas, que dejaron varios heridos, entre ellos el mismo Francisco Pizarro. Dejando 5 desaparecidos, los sobrevivientes se reembarcaron y emprendieron el retorno hasta Chochama, al sudeste de Panamá. Mientras tanto, Almagro ya estaba en camino con 50 hombres a bordo del “San Cristóbal”, y para su mala fortuna desembarcó en el Fortín de Cacique de las Piedras. Los indígenas los atacaron con fiereza. En el combate una flecha le cayó en un ojo a Diego de Almagro, quien por poco es capturado por los nativos. Un negro esclavo logró rescatarlo, pero el manchego quedó tuerto para siempre. Almagro mandó incendiar el fortín rebelde, que desde entonces es recordado como Pueblo Quemado. Almagro buscó a Pizarro hasta el río San Juan, en los manglares colombianos. Al no encontrarlo regresó hasta las islas Perlas. Aquí se enteró que su compañero estaba en Chochama. Al reencontrarse se abrazaron y prometieron intentarlo de nuevo, pase lo que pase. Los nombres que otorgaron los españoles a los lugares de desembarco de su ruta como Puerto deseado, Puerto del hambre y Puerto quemado confirman las penurias que tuvieran que soportar los exploradores españoles durante sus travesías. Una vez alcanzada la desembocadura del río San Juan, Pizarro eligió finalizar su primera expedición y volver a Panamá.

 

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