Formación de la Tierra. La Tierra y Sistema Solar se forma a partir de una nube de gas y polvo tras la desaparición de una estrella más masiva que el Sol hace 8.000 millones de años. Aquella estrella acabó sus días como supernova: una explosión que la hizo más brillante que todas las estrellas de la Galaxia juntas. De sus restos, tiempo después, se formó el Sol y toda su cohorte de planetas y otros cuerpos menores, como planetoides, asteroides y cometas. La Tierra, al igual que el resto de los planetas, se formó por agregación de planetesimales, pequeños cuerpos que poblaban el recién nacido Sistema Solar.
Formación de la Tierra. Colisión de Theia
Bautizado con el nombre de Theia o Tea, en honor a la madre de la diosa griega lunar Selene, este protoplaneta es el protagonista de la mayor colisión sufrida por nuestro planeta en toda su historia. Tras ella una densa nube de roca y polvo quedó orbitando alrededor de la Tierra. Poco a poco, a partir de un proceso de acreción, esos restos acabaron dando forma a lo que hoy conocemos como la Luna. Aunque se debe señalar que, a pesar de ser la teoría dominante para explicar el origen de nuestro satélite, existen varios interrogantes que todavía están sin responder.
Formación de la Tierra. Rápida rotación
La Tierra aún se encontraba en fase de afianzamiento planetario: se empieza a formar la corteza terrestre y la rotación se va ralentizando.
Formación de la Tierra. Tectónica de placas
La Tierra es joven y pasa por momentos violentos y dramáticos. Al tiempo que estabiliza su marcha alrededor del Sol se forma el núcleo del planeta y, en consecuencia, se genera el campo magnético, que va a jugar un papel importante en la evolución de la vida (de hecho, diversos animales como las palomas o los tiburones blancos son sensibles a él y lo usan para desplazarse). El manto terrestre, la capa fluida que se encuentra entre el núcleo y la corteza, también se va asentado. Aparece un movimiento de convección: las rocas frías se hunden en el manto mientras que las calientes, menos densas, ascienden. Del mismo modo, las partes más frías de la corteza terrestre son arrastradas hacia el manto superior más cálido, que daña y debilita la corteza circundante. El proceso se repite una y otra vez, hasta que las áreas más débiles de la corteza acaban formando los límites de las placas. Al final, hace 3.000 millones de años, apareció el sistema de placas tectónicas que hoy conocemos.
Formación de la Tierra. El Gran Bombardeo
Innumerables asteroides chocan de manera frecuente contra los planetas del sistema solar interior. En este periodo, que comienza hace 4.100 millones de años y termina en torno a 3.800 años, es el causante de la mayoría de los cráteres que vemos en la Luna y en Mercurio y explica por qué se enfrió tan lentamente nuestro planeta, al igual de por qué desapareció su corteza primitiva. El suceso fue impresionante: se estima que debieron formarse en nuestro planeta más de 20.000 cráteres de más de 20 km de diámetro, 40 de más de 1.000 km y varios de más de 5.000 km de diámetro.
Comienza el Arcaico
Imaginémonos hace 4.000 millones de años de pie sobre el barro que ha quedado al bajar la marea. Hemos tenido suerte; la mayor parte de la superficie terrestre es un océano de aguas hirvientes, sin continentes.
Altos conos volcánicos arrojan gran cantidad de gases a una atmósfera densa e irrespirable; una nube de cenizas y vapores proveniente de la lava incandescente que cae a un mar poco profundo. La brillante luz del Sol, y sus letales rayos ultravioletas, inundan la Tierra.
Por las noches, los meteoritos cruzan los cielos y de vez en cuando alguno cae provocando inmensos tsunamis. Los acantilados son azotados incesantemente por el batir de las olas arrastradas por los fuertes vientos.
Tierra adentro, vemos montículos de lava negra cuya superficie está cubierta de escombros. Estamos rodeados de una extensión plana de fango gris. Por todos lados hay charcas, poco profundas y muy salinas. Quizá en esas charcas surgieron las primeras formas de vida.
O quizá fue en ciertos lugares del fondo de los océanos, donde la lava del interior se escapa por una grieta en la fina corteza oceánica mientras el agua penetra por las fisuras. En alguno de esos dos lugares, o en ambos, se produjo ese pequeño “milagro”: el paso de la materia inanimada a la vida.
Aparecen los océanos El agua que vemos a nuestro alrededor proviene de dos fuentes. La primera fue la continua «desgasificación» del interior de la Tierra, que duró 100 millones de años: el vapor de agua y otros gases escaparon de las rocas fundidas de la Tierra. Entonces se formaron las primeras nubes y cuando la superficie de la Tierra se enfrió por debajo del punto de ebullición del agua, la lluvia comenzó a caer y continuó cayendo durante siglos. La segunda fuente de agua fueron los cometas, esas «bolas de nieve sucia» que viajan por el Sistema Solar. Se estima que entre el 30 y el 50% de toda el agua que vemos hoy en la Tierra tiene un origen cometario, extraterrestre. Este es el momento en que el bombardeo se hace más intenso, que esterilizó la Tierra, impidiendo el desarrollo de la vida
Formación de la Tierra. La molécula de la vida
Aparecen las primeras moléculas capaces de copiarse a sí mismas. Son la antesala de la vida. Mientras, más del 90% del planeta es un inmenso océano verde, debido a la elevada cantidad de hierro disuelto. La atmósfera es tan densa que aplastaría a un ser humano. El calor es abrasador, por encima de los 90º C
Formación de la Tierra. La vida evoluciona
Muchas cosas suceden en estos primeros momentos de la vida en la Tierra. El primer ancestro común (LUCA) desaparece y se produce la primera separación en el árbol de la vida: bacterias y arqueas. Estas últimas son un grupo de organismos unicelulares que, al igual que las bacterias, no poseen un núcleo diferenciado donde guardan su código genético. En la actualidad las arqueas son especialmente numerosas en los océanos, y las que forman parte del plancton podrían ser uno de los grupos de organismos más abundantes del planeta. Por esta época se cree que apareció la fotosíntesis, el proceso por el cual los seres vivos sintetizan azúcares a partir del dióxido de carbono -usando la luz del Sol como fuente de energía-, y liberando oxígeno como producto de desecho.
Formación de la Tierra. Aparece el granito
Aparentemente la corteza original de la Tierra era delgada y compuesta por basalto y komatita (una roca volcánica formada a partir de lava extremadamente caliente que proviene de un manto terrestre caliente). Después la corteza evolucionó para convertirse en granito, que formará el embrión de los continentes.
Formación de la Tierra. Proterozoico
La actividad fotosintética que comenzó en el Arcaico se encuentra en su máxima expresión, y va transformando la Tierra en un planeta con oxígeno en la atmósfera y los océanos, lo que va a marcar de forma radical la evolución de la vida en la Tierra.
A lo largo de los 2.000 millones de años que dura el Proterozoico, los continentes evolucionan y se fragmentan. De la escasa información que se ha podido recoger de las rocas más antiguas se sabe que el primer continente del que tenemos prueba directa a través de sus rocas, bautizado con el nombre de Ur y que apareció en el Arcaico, siguió creciendo absorbiendo lo que hoy es Zimbabue, norte de la India, y parte de Australia Occidental.
El continente Ártica -que comprendía parte de Canadá, Groenlandia y Siberia- también acreta más masas continentales y forma un continente aún mayor llamado Nena, y un tercer continente, Atlántica, se formó hace 2.000 millones de años (26 de julio).
Hace 1.800 millones de años (11 de agosto) estos tres continentes y otras masas continentales se unen para formar el primer supercontinente, Columbia, que después se rompe para volver a reunirse hace 1.000 millones de años (13 de octubre) en otro supercontinente, Rodinia, que se rompe 300 millones más tarde. El Proterozoico termina con la formación de otro supercontinente, Pannotia.
La temperatura media de la Tierra era un poco más fría que en el Arcaico, unos 40 ºC. Esta bajó rápidamente hasta que se produjo una gran glaciación que comenzó hace 2.400 millones de años (24 de junio), provocada posiblemente por la actividad fotosintética de las primeras cianobacterias. Esto significó el comienzo de una serie de glaciaciones globales a lo largo de todo este periodo, que terminó regresando a las temperaturas preglaciaciones.
Formación de la Tierra. La Gran Contaminación
Hablar de vida es hablar de oxígeno. Salvo en lugares tan extraños y, a la vez, tan comunes como nuestro intestino, las barricas de fermentación del vino o los géiseres de Yellowstone, allí donde vive apaciblemente el oso Yogui, los organismos terrestres necesitan del oxígeno para vivir.
En principio, buscar las huellas de la vida es seguirle la pista al oxígeno. Una búsqueda que comienza mirando más en detalle nuestros puentes y nuestras acerías. Porque el hierro con el que hacemos puentes y barcos proviene de una época muy remota, entre hace 3.500 y 2.500 millones de años. Entonces no había oxígeno en la atmósfera, pero sí había bacterias en el mar y en pequeñas charcas que lo producían. ¿Dónde iba a parar ese oxígeno?
Reaccionaba con las grandes cantidades de hierro que había en los océanos, formando enormes acúmulos de óxido de hierro en el fondo marino: son las formaciones de hierro bandeado. Es de estos lugares donde sacamos el hierro que necesitamos para construir nuestra civilización. Pero llegó el día en que no quedó más hierro que oxidar en los océanos y el oxígeno escapó a la atmósfera, produciéndose la primera gran contaminación de la historia del planeta.
Todos aquellos seres vivos que no supieron adaptarse a la nueva atmósfera creada con el producto de deshecho de las cianobacterias, desaparecieron o tuvieron que ocultarse en lugares donde no les alcanzara el oxígeno. Pero la consecuencia más importante es que el oxígeno oxidó el metano atmosférico -que es un gas invernadero- provocando la glaciación Huroniana, que congeló todo el planeta y duró unos 400 millones de años.
LA EVOLUCIÓN
La evolución es el proceso en el cual se originó nuestro planeta, se formaron las condiciones para que surgiera la vida y nació la humanidad.
De nuestra evolución, una de las seguramente muchas combinaciones distintas, podemos describir cómo se desarrolló y algunos mecanismos que actúan en ella.
Pero de la misma manera que en la escala del tiempo se escapa de nuestra compresión lo que pueden significar «cinco mil millones de años», la perfecta combinación de los elementos que actúan e interaccionan entre sí, su origen, desarrollo y futuro de nuestra evolución es algo que nos desborda.
La gran incapacidad de nuestra mente para entender la evolución radica en que por mucho que estemos viendo la realidad no podemos explicarla ya que en ella interviene una mente infinitamente superior a la nuestra.
Esto da como resultado que el mismo estudio y observación de lo creado
nos proporcione no sólo un mayor conocimiento de los elementos y leyes que
intervienen en el universo, sino que además estimula el desarrollo y capacidad
de nuestra mente y con ella de nuestra consciencia.
Lo que si podemos determinar y observar es que todo el universo, la energía, la
materia, está en continuo movimiento evolucionando en armonía impulsado por el
espíritu creador que lo habita y que es la esencia de todas las cosas.
Este espíritu creador, Conciencia, pensamiento, idea, Amor, es una fuerza consciente que hace que se expandan los universos, crea la materia y la Vida y a su vez participando en la esencia de esa misma creación impulsa la materia hacia el espíritu.
Así la evolución de la materia tiene diferentes direcciones interconectadas entre sí. Una dirección estaría marcada por la expansión de la materia creando el espacio.
Otra en el Tiempo creando una mayor complejidad y la diversidad de la
materia en sus diferentes manifestaciones.
Y otra «inmaterial» que lleva de nuevo a la individualidad, a la autoconciencia
y al espíritu.
Esta evolución «inmaterial» o espiritual como las demás direcciones está en el mismo instante de la creación, surge con la misma materia en movimiento y se sustenta en ella.
Vale la pena recordar y reflexionar sobre algo que es evidente. Nuestra evolución no es el único proceso evolutivo de este Universo. Todo nuestro Universo está en continua evolución generando infinitas evoluciones. O lo que es lo mismo, nuestro sistema Solar y la Tierra no es el fin último de la evolución de la materia. Y reflexionando un poco más nos damos cuenta que obviamente este Universo material tampoco es la única realidad.
La evolución espiritual establece el puente entre todas las dimensiones surgidas en este Universo y las realidades que están más allá de la materia.
Otro punto importante en la evolución es la Libertad.
Así, aunque todo lo creado es perfecto y posee dentro de sí el patrón de lo que es y será, también dentro de cada forma creada existe la posibilidad de elegir y muchas posibles combinaciones. Por ello en la evolución existe una gran diversidad. Así experimentando, adaptándose y cometiendo errores, todo se transforma o se llena de vida.
Toda la creación es pues una continua evolución buscando cada vez mayor perfección, complejidad y diversidad, pero también en cada uno de sus instantes o etapas evolutivas es perfecta en sí misma.