Fernando de Torres y Portugal
Fernando de Torres y Portugal. Político y administrador español, VII virrey del Perú (1585-1590), nacido en Jaén en fecha desconocida; se ignoran, asimismo, la fecha y el lugar de su defunción.
Fueron sus padres Bernardino de Torres y Portugal, descendiente de los reyes de Portugal, e Inés Manrique. Sus servicios personales en la corte imperial le valieron el título de conde de Villar Don Pardo en 1576. Se desempeñó en los cargos de alférez mayor de Jaén y de asistente en Sevilla. Fue nombrado virrey del Perú el 31 de marzo de 1584. Zarpó de Sanlúcar a fines de ese mismo año, desembarcó en Paita el 11 de junio y se dirigió por tierra a Lima, a la que entró bajo palio el 21 de noviembre de 1585. Le correspondió llevar a cabo el juicio de residencia de su antecesor fallecido, Martín Enríquez, y publicar el juicio de residencia del virrey Toledo. Bajo su mandato se remitieron a España 4.903.937 pesos a la Corona, fruto del aumento de la producción en las minas de plata de Potosí. A ello contribuyeron tanto la reforma del sistema de la mita, que cumplían forzosamente alrededor de 14.000 indios, como el incremento de la producción de mercurio en Huancavelica. También ayudó a este aumento el descubrimiento en la misma provincia de nuevas minas de azogue como la de Correa de Silva y de Juan García de la Vega. Menos éxito tuvo el virrey en su intento de introducir en Potosí el método del hierro para el beneficio de la plata, por lo que se continuó con el uso del azogue. Se descubrieron las minas de plata de Cajatambo, las Salinas o Aullagas y Vilcabamba. El virrey ordenó el empadronamiento de los indios yanaconas del Cuzco para que pagasen el tributo. Bajo este mismo justificante económico, se mandó empadronar en Lima a los negros mulatos y otras castas. Restableció la ordenanza del virrey Toledo de que los indios cuyo oficio era labrar la plata de los corregidores, sacerdotes y encomenderos, residiesen exclusivamente en las ciudades y trabajaran bajo la fiscalización de veedores. Una de sus medidas más polémicas fue incautar las cajas de censos de indios, decisión que perjudicó económicamente a la Iglesia y provocó las protestas del arzobispo de Lima. El virrey justificó su acción argumentando que se trataba de destinar tales recursos para fortalecer la Armada del Sur y artillar los puertos para enfrentar los ataques de los corsarios ingleses. Uno de éstos, Tomas Cavendish, a fines de 1586 cruzó con tres naves y 123 hombres el estrecho de Magallanes y asoló los puertos de Coquimbo y Concepción, en el sur chileno, así como Paita y Huarmey, al norte del Perú, antes de proseguir su rumbo hacia Guatemala y México. Otra de las medidas más protestadas que impulsó este gobernante fue la supresión en 1586 de los dos alcaldes ordinarios de Lima y su reemplazo por un corregidor. Esta situación se iba a prolongar sólo hasta el fin de su mandato. Bajo su autoridad se ordenó el traslado de la población indígena que vivía en el arrabal limeño de San Lázaro a la parroquia de Santiago del Cercado, barrio construido exclusivamente para ellos. En cuanto al patronato real, destaca la fundación del monasterio de Santa Clara en Trujillo y del monasterio de frailes franciscanos en la villa de Oropesa, cercana a Huancavelica. Se mandó instituir en la Universidad de San Marcos una cátedra de lengua quechua a cargo del sacerdote Balboa con la finalidad de que en el mismo estudiaran los futuros doctrineros de indios. Esta medida fue complementada por una real orden que prohibía a cualquier sacerdote beneficiarse de una doctrina sin haber aprobado antes el curso de quechua. Fueron vanos los intentos de este gobernante de introducir el pago del diezmo en las tierras cultivadas por los indios. La declarada enemistad entre el virrey y el inquisidor Antonio Gutiérrez de Ulloa hicieron tensas las relaciones entre ambas instituciones; este último llegó a excomulgar al virrey. Dicha sanción fue suprimida al poco tiempo, pero la Corona recriminó a Torres Portugal el consentir que los inquisidores ocuparan un lugar preferente al del virrey en el auto de fe del 30 de noviembre de 1587 en el que fue quemado un luterano de origen flamenco. En el aspecto urbanístico, se mandó reedificar las casas reales de Lima arruinadas por el terremoto de 1586, tarea que se encomendó a Pedro Fajardo. Alegando problemas de salud, el virrey renunció a su cargo a fines de 1589 y entregó el poder a su sucesor, el marqués de Cañete. Tras retirarse un tiempo al pueblo limeño de la Magdalena, zarpó hacia España el 2 de mayo de 1590.
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