– Norte: el río Ancassmayo, prov. de pasto (Colombia)
– Sur: río Maule (Chile)
– Sur-Este: Provincia de Tucumán (Argentina)
– Este: Selva Amazónica
– Oeste: Océano Pacífico
El estado incaico en el siglo XIII, inmediatamente después de fundado el Cuzco, era un pequeño curacazgo en el valle del Huatanay, en pugna permanente con sus vecinos. Su área cubrió apenas la ciudad del Cuzco y algunas tierras circunvecinas (500 km2). Este período corresponde a los gobiernos de Manco Cápac.
Circa, significa año o fecha aproximada, sin fuentes escritas originales).
Los Incas logran crear un reino regional de área mediana en gran parte de los departamentos del Cuzco y de Apurimac (30,000 km2) más o menos similar a otros reinos regionales como el de los collas o Chancas, o los Chimús, etc. Era una confederación de tribus de lengua queshua, que reconocen el liderazgo de los Incas del Cuzco como los jefes o sinchis, pero sin que exista una verdadera estructura estatal compleja. Era una alianza o confederación ligada por lazos sutiles de índole religiosa y mágica. Corresponde a los reinados de Lloque Yupanqui a Wirracocha. La ceramica típica de este período es la denominada killki por los aequeologos (Inca provincial).
La etapa imperial es el periodo de formación súbita de una estructura estatal pan andina de tipo imperial, es el período de expansión violenta de los incas en escasos 94 años, con conquistas rápidas, y absorción de los pueblos sometidos, conversión de un reino regional en un imperio complejo de tipo sudamericano. Época de apogeo del estado y de la cultura inca y de cuzqueñización de todas las etnías del mundo andino. Corresponden a la dinastia de los Hanan Kosokos, especialmente a la triada: Pachacútec, Tupac Yupanqui y Huaina Capac. Arqueológicamente está expresado por la cerámica imperial, en sus tipos A y B, y en un ceramio tipo: el aríbalo.
4. Período del reino de Vilcabamba (1537-1572).
Los incas, vencidos por los españoles en la guerra de reconquista crean un pequeño “estado de refugio” independiente, en los Andes de Vilcabamba, entre los ríos Urubamba y Apurímac, en un área aproximada de 5,000 km2 y subsisten en forma autónoma y paralela al virreinato del Perú por cerca de 35 años, practicando una lucha diplomática y una permanente guerra de guerrillas contra los invasores españoles. Al final son vencidos en 1572, terminando con ellos el estado incaico: Manco Inca, Sayri Túpac, Titu Cusi Yupanqui y Túpac Amaru. La cerámica que corresponde a este período es las denominada Kuichipunco. (Inca colonial).
La capaccuna era la relación de los incas que gobernaron el Imperio, según las crónicas coloniales, es una especie de árbol dinástica o cuadro genealógico. Según las crónicas hubo trece incas. Estos se dividieron en dos dinastías: Los de Urin kosko o del Cuzco Bajo y los del Hanan Kosko o del Cuzco Alto.
A lo largo de su proceso histórico los Incas fueron gobernados por 13 soberanos, ordenados en dos dinastías reinantes que fueron:
Ellos establecieron un sistema de división de tierra con la pertenencia de las partes al Sol, al Inka, y al Estado. Así ellos garantizaron su sistema del seguro social floreciente para ayudar a las personas viejas, huérfanos, viudas o personas infortunadas. Lógicamente la porción más grande de tierras fue consagrada para ser compartida entre las gente vulgar. Así, cada muchacho recién nacido tenía el derecho a un “topos” de tierra del cultivo fecunda y cada muchacha a un medio “topo” (topo o tupu: la medida cambiante basó en el paso humano equivalente a aproximadamente 2700 m²; 0.27 Ha). Todas las tierras eran la propiedad del estado y ellos no podrían heredarse o podrían venderse; así cuando una persona se murió su o sus tierras de labrantío se tomó por otro recién nacido. Es más, ellos establecieron un sedentarismo planeado para toda la población, mientras intentando conseguir un equilibrio del tierra-hombre con el “mitimaes” eso eran las personas o tribus cambiadas de sitio de sus ciudades natales.
Fue el más grande y antiguo imperio desarrollado en el continente americano. Tuvo como sede imperial la ciudad del Cusco. Data del año 1.200 dc. La palabra Tahuantinsuyo proviene de un nombre compuesto por dos vocablos quechuas: Tawa, que significa cuatro, y Suyo, que quiere decir Estado.
El área territorial del imperio fue vastísima. Ocupó más de 3.000.000 de km, teniendo más de 5.000 km (3.107 millas) de costa sobre el océano Pacífico, lo que representa, hoy, el doble del territorio peruano.
Los cuatro suyos o naciones tenían como centro geográfico y político al Cusco, y estaban repartidos al noroeste por el Chinchaysuyo, que va hasta el río Ancashmayo en Pasto (Colombia); al noreste se ubicaba el Antisuyo, en los valles subtropicales, ocupando parte de la selva baja amazónica; al sudoeste el Contisuyo ocupaba parte de la costa peruana hasta el río Maule (Chile); y al sudeste el Collasuyo, que hoy ocupa gran parte de territorio boliviano hasta Tucumán (Argentina).
Todas las tierras pertenecían al Sol, al Inca y al Estado. Estas eran distribuidas de tal forma que cada habitante tenía una parcela de tierra fecunda que trabajar. Los varones recibían al nacer un topo o tupu (2.700 m; 0,27 Ha, 0,67 acres), mientras que las mujeres medio topo. No podían venderlas ni heredarlas, ya que no eran otorgadas en propiedad, sino que pertenecían al Estado; por ello, cuando una persona moría sus tierras eran destinadas a un nuevo habitante.
Una sensación sobrecogedora invade siempre al visitante cuando llega al Cusco. Ello se debe no solo a su paisaje maravilloso, que conjuga un cielo increíblemente azul con nubes blanquísimas y cerros imponentes, sino sobre todo a su historia. A través de sus intrincadas callejuelas o en su imponente plaza de armas es imposible no escuchar todo lo que esta ciudad nos quiere decir. Pocos lugares en el Perú han tenido una vida más intensa. Esta fue la capital sagrada de los Incas y El Dorado de los conquistadores, centro del barroco sudamericano y escenario de la Gran Rebelión en contra del conquistador. No en vano es el tesoro más preciado del Perú.
El período preincaico
Prácticamente todos los asentamientos incas y preíncas del Cusco están situados entre los 3.000 y 3.200 msnm. A diferencia de la mayoría de los sitios arqueológicos que pertenecieron al Formativo (1500 a.C. – 0), el valle del Cusco no registra influencias de la cultura norteña Chavín. Entre los sitios más antiguos del Cusco se encuentra Marcavalle (1000 a.C. a 700 a.C.). A esta le sucedió Chanapata, cultura que se remonta al 700 a.C. La cultura Chanapata se extendió por todo el valle del Cusco y sus pobladores alcanzaron un mayor grado de civilización, pues desarrollaron la agricultura y crianza de animales domésticos.
Hacia el año 750 d.C. aparecieron en el valle los Huari, y con ellos llegó una cultura más desarrollada. En el complejo diseño de sus centros urbanos se advierte la existencia de una sociedad con jerarquías, una religión establecida, planificación, redes de intercambio y el control de una gran población que puede ser movilizada para ejecutar obras de envergadura. Los huari poseen la fama de ser los grandes urbanistas del antiguo Perú. Uno de los mejores ejemplos de la influencia huari en el valle del Cusco es Piquillacta, que en quechua significa «ciudad pulguienta». Como sostienen muchos arqueólogos, la importancia de Piquillacta, además de la perfección del trazo y del sistema de organización que presupone, radica sobre todo en que fue tomada como patrón urbano por los incas.
Pocos lugares en el Perú tienen un aura mágica semejante a la del Cusco incaico. Aun hoy, al recorrer sus calles y divisar esas piedras misteriosamente unidas, sentimos la necesidad de guardar una actitud reverente. Es imposible no percibir el carácter sagrado que tuvo esta ciudad en tiempos de los incas.
Según las leyendas y las crónicas, los incas fueron trece: Manco Cápac, Sinchi Roca, Lloque Yupanqui, Mayta Cápac, Cápac Yupanqui, Inca Roca, Yáhuar Huaca, Huiracocha, Pachacútec, Túpac Yupanqui, Huayna Cápac, Huáscar y Atahualpa. Aparecieron dominando el valle hacia el año 1200 dc y constituyeron el Imperio Inca o Tahuantinsuyo en menos de un siglo. Los españoles describieron a los incas como «Hijos del Sol». Para los habitantes del Imperio Inca o Tahuantinsuyo se trataba de seres divinos que tenían la capacidad de sacralizar todo aquello que los rodeaba.
Cuesta imaginar que los incas hayan logrado organizar el Imperio Inca o Tahuantinsuyo en menos de un siglo. Según cuentan las crónicas, el gran organizador del estado imperial incaico fue el inca Pachacútec, quien decidió expandir sus territorios venciendo a los Chancas. Algunos dudan de que aquel pueblo haya existido y sostienen que el nombre Chanca podría simbolizar más bien a grupos étnicos fronterizos. Lo cierto es que las conquistas comenzaron a partir del año 1430 dc y el Imperio Inca o Tahuantinsuyo se extendió hasta los límites más arriba mencionados.
La sociedad inca
La sociedad Inca se caracterizaba por marcadas jerarquías, que colocaban en la cabeza el poder absoluto del Inca; seguido por la nobleza, también llamada orejones, título que les fue adjudicado por los españoles, dada la deformación de sus lóbulos, originada por llevar pesados ornamentos que los diferenciaban de los demás.
Siguiendo la escala social del imperio, estaban los runas o mitimaes, considerados como gente vulgar, es decir, eran el común de los habitantes del imperio, quienes también tenían tareas obligatorias en las mitas. Finalmente, estaban los yanaconas o yanakunas, que eran los sirvientes de la casa.
Sabemos que el pueblo inca fue estrictamente conquistador. Sus conquistados resultaron unificados no solo bajo una autoridad, sino en una cultura, que dio un cuerpo religioso y conceptual cuya expresión fue la introducción de ritos y costumbres propias del imperio Inca. Para ello, utilizaron diversos mecanismos para conciliar la disparidad cultural. El primero fue la implantación del Runa Simi o quechua como el idioma oficial a lo largo del territorio.
Como segundo paso, establecieron una organización social basada en principios morales de obediencia y modelación de la convivencia. Estos tres principios, que resumían cómo debía vivir un habitante del imperio, fueron las leyes básicas del Imperio Inca o Tahuantinsuyo Ama Súa (no seas ladrón), Ama Llulla (no seas mentiroso) y Ama Kella (no seas perezoso).
Nadie puede discutir la espectacular organización inca, no solo por el manejo del inmenso territorio, sino además por el éxito de la conducta paternalista de la nobleza inca. Pese a que la autoridad en el imperio era unipersonal, es decir, comparable a una monarquía europea de aquellas épocas, la población del imperio nunca pasó hambrunas ni privaciones.
Este equilibrio social actualmente es conceptuado por los estudiosos extranjeros básicamente desde dos enfoques: a partir de un entendimiento de clases o castas sociales a la usanza del medioevo europeo, se lo entiende como un sistema esclavizador o como social-imperialista estudiado a partir de los runas, es decir, desde el entendimiento de las estructuras sociales que impusieron. Por lo mencionado, el Imperio Inca o Tahuantinsuyo merece un título especial entre las sociedades de mayor desarrollo, considerando tanto sus actividades productivas y artísticas, como su planificación social y política, además de su concepción religiosa que propugnaba un equilibrio pleno entre las actividades del ser humano y la naturaleza o el medio ambiente. Y, finalmente, por su sapiencia en incorporar a su cultura y conocimientos todo aquello que era sobresaliente en sus conquistados.
CAPÍTULO 2:
1. UBICACIÓN GEOGRÁFICA
Fue la región andina, debido a la presencia de la cordillera de los Andes, se caracteriza por la diversidad de su ecología: costas desérticas, parajes tropicales, altiplanos secos y fríos que a simple vista parecen uno de los ambientes menos propicios para la vida del hombre. Sin embargo, los hombres que la habitaron han demostrado a lo largo de muchos siglos, ser capaces no sólo de sobrevivir en tales circunstancias, sino también de dominar el medio geográfico y de crear una serie de civilizaciones florecientes. La más famosa de ellas fue el imperio incaico, que ocupó un vasto territorio de América del Sur, que comprende los actuales o partes de los territorios de las Repúblicas de Perú, Ecuador, occidente de Bolivia, norte de Argentina, norte de Chile y el extremo suroccidental de Colombia en la frontera.
2. DISTRIBUCIÓN DEL IMPERIO INCAICO DENTRO DE LOS PRINCIPALES PAÍSES DE SUDAMÉRICA
Los incas en Argentina
Según las fuentes históricas en el territorio de Argentina, entre 1479 y 1535, el imperio incaico conquistó las partes occidentales de la actuales provincias de Catamarca, Tucumán, Salta, Jujuy, La Rioja, San Juan, y el extremo noroeste de Mendoza incorporándolas al Collasuyo.
Algunas investigaciones sugieren la influencia incaica en parte de la Provincia de Santiago del Estero (zona interfluvial en donde está la ciudad de Santiago del Estero), pero la incorporación de esa zona al imperio no ha sido probada. Tradicionalmente se atribuye la conquista al inca Túpac Yupanqui. Los pueblos que entonces habitaban esa región, los omaguacas, los diaguitas (incluidos los calchaquíes), los huarpes y otros, intentaron resistir pero los incas lograron dominarlos, trasladando a sus territorios a los mitimaes o colonos deportados de las tribus de los chichas, que habitaban en lo que es el suroeste del actual territorio boliviano.
Los incas construyeron caminos (el Camino del Inca), centros agrícolas y de producción de tejidos, asentamientos (collcas y tambos), fortalezas (pucarás) y numerosos santuarios en lo alto de las montañas en donde realizaban sacrificios humanos especialmente de jovencitas y de niños tal como lo demuestran las momias de Llullaillaco, utilizando también construcciones preexistentes.
Entre los establecimientos incaicos más importantes en Argentina, se encuentran el Potrero de Payogasta en Salta, la Tambería del Inca en La Rioja, el pucará de Aconquija y el Shincal de Londres, ambos en Catamarca, el pucará de Tilcara en Jujuy y las ruinas de Quilmes en Tucumán, la mayoría de las cuales eran preincaicos y fueron organizados en una red urbana dentro de su imperio, estableciendo en ellos puestos de control militar.
Las provincias (wamanis) incaicas en el actual territorio argentino fueron cinco:
Los incas en Bolivia
En el territorio de Bolivia, luego de que en torno al 1100 a.C. Tiwanaku desapareció, se produjo una lucha entre los diferentes grupos que habitaban la región: aimaras, collas, lupacas y pacajes. Los aimaras establecen un dominio que abarca Arequipa y Puno en el Perú, La Paz y Oruro, que perduró hasta que, en 1438, el Inca Pachacútec derrotó al último soberano colla, Chunqui Cápac, incorporando el altiplano boliviano al imperio incaico, como parte de la provincia del Collasuyo, e imponiendo el quechua como lengua oficial, aunque el aimara se continuó hablando regularmente. Además, el imperio incaico adoptó los estilos arquitectónicos tiwanakotas y otros conocimientos. Posteriormente el Inca Huayna Cápac mandó levantar fortalezas en la frontera oriental para detener el avance de los chiriguanos.
Según una leyenda, los fundadores del imperio incaico, Manco Cápac y Mama Ocllo nacieron de la espuma del lago Titicaca en la Isla del Sol), entre Perú y Bolivia.
En el territorio del Brasil, existen dos caminos que los incas habrían construido, en el noreste desde Quito llegando al actual estado de Roraima en el límite de las Guayanas, que según el investigador chileno Roland Stevenson surge de un mal pronunciamiento del nombre quechua »Guayna» Capac, padre de Huáscar y Atahualpa, y el llamado camino de Peabiru (pea-camino; Biru-Perú) que conecta las costas del Océano Atlántico, en el actual estado de São Paulo, con la ciudad del Cuzco en los Andes por el cual el portugués Aleixo García habría incursionado llevándose metales preciosos del actual Bolivia, antes de la invasión española.
En el territorio de Chile, durante el reinado de Túpac Yupanqui, se produjo la conquista de los diaguitas de los valles transversales del Norte Chico de Chile y de parte de las poblaciones ubicadas en el norte del Pikun Mapu o territorio picunche (subgrupo mapuche septentrional), quienes habitaban el «valle de Chile» (actual valle de Aconcagua), y algunas comarcas ubicadas al sur de él, fijándose así los límites del Imperio inca en una zona que los historiadores y la arqueología reciente extienden convencionalmente en algún lugar entre los ríos Maule y Maipo. De ese modo, ese territorio quedó dividido en dos wamanis o provincias: el de «Coquimbo» en el norte, presidido por Anien, y el de «Chile» en el sur, encabezado por Quilacanta.
En el territorio de Colombia, hacia 1492 el imperio incaico dominó transitoriamente la región habitada por los pueblos aborígenes denominados los pastos y levantaron una fortaleza aún en dos caminos visible, en Males (hoy municipio de Córdoba). Sin embargo, los pastos se refugiaron en la Cordillera Occidental y lograron expulsar a los ocupantes. Los Incas prefirieron entonces avanzar por el piedemonte amazónico, a través del territorio de los cofán, pero finalmente fueron los españoles los que controlaron la región y fueron los Awá quienes lograron preservarse de la dominación en las selvas de la vertiente del Océano Pacífico.
En el territorio de Ecuador, en el siglo XV, los Incas Túpac Yupanqui y Huayna Cápac conquistaron el territorio y lo incorporaron a su imperio.
A mediados del siglo XV la zona fue invadida por las fuerzas del Inca Túpac Yupanqui, quien al mando de un poderoso ejército se encaminó desde el sur para ampliar sus dominios. Al principio la campaña le resultó relativamente fácil pero luego debió enfrentar a los Bracamoros, siendo éste el único pueblo que pudo obligar al Inca a abandonar sus tierras sin poder incorporarlo al imperio.
Cuando el Inca empezó a avanzar sobre los cañaris, fue aún más difícil para ejércitos incaicos, pues éstos los rechazaron luchando con bravura, obligándolos a replegarse hacia tierras de lo que hoy es Saraguro, donde debieron esperar la llegada de refuerzos para poder iniciar la campaña. Esta vez considerando la inmensa superioridad de los Incas, los Cañaris prefirieron pactar y someterse a las condiciones impuestas por estos. Después de esto Túpac Yupanqui fundó la ciudad de Tomebamba, actual ciudad de Cuenca, ciudad donde se discute que pudo haber nacido Huayna Cápac.
El Imperio incaico se originó en el territorio del Perú ocupando la costa, sierra y selva alta del territorio peruano (abarcando aproximadamente la mitad de su actual superficie).
A comienzos del siglo XIII inicia la historia inca desde el Cuzco como capital teniendo a Manco Cápac como fundador. Los Incas tuvieron desde entonces tres expansiones siendo la tercera la mayor pues se desarrolló primero hacia el norte empezando con el centro-oeste de Perú hasta el sur de Colombia, y después hacia el sur empezando con el sur de Perú hasta el centro de Chile. En el siglo XV el Sapa Inca Pachacútec dividió Tawantinsuyo tomando la capital como punto de referencia en cuatro suyos: Chinchaysuyo, Contisuyo, Antisuyo y Collasuyo.
En 1525 se inicia una guerra civil entre Huáscar y Atahualpa por la sucesión al trono, ganando esta disputa Atahualpa, pero quedando el imperio enfrentado e inestable. En estas circunstancias llegan los españoles quienes en Cajamarca capturan sorpresivamente a Atahualpa en una entrevista en 1532.
TERRITORIO DEL IMPERIO INCAICO
División política: Suyos o regiones
Los cronistas afirmaron que el imperio incaico estuvo dividido en cuatro distritos conocidos como suyos (del quechua suyu): Chinchaysuyo, Antisuyo, Collasuyo y Contisuyo. El centro de esta división era el propio Cuzco. Se ha atribuido al inca Pachacútec la creación de este sistema de organización del territorio; sin embargo, sabemos que se trataba de una práctica que antecedió al gobierno de este gran reformador. Antes de consolidarse el dominio incaico en el Cuzco, el espacio en torno de esta ciudad estuvo también dividido en cuatro partes. Las divisiones entonces correspondían a los territorios de los señoríos del área. Cuando Manco Cápac y sus clanes se establecieron en la zona, crearon los cuatro suyus incaicos a partir de esta división.
Un tema que aún es motivo de discusión entre los investigadores es aquel de la extensión y los límites de cada suyu. Como hemos visto, la expansión incaica se inició con Pachacútec, quién conquistó los curacazgos del área cercana al Cuzco: los soras, lucanas y tambos. Otros líderes militares como su hermano Cápac Yupanqui, y posteriormente Túpac Yupanqui y Amaru Túpac, continuaron las conquistas, mientras Pachacútec permanecía en el Cuzco. Por ejemplo, Cápac Yupanqui habría reconocido y visitado en la costa los valles de Chincha y Pisco, mientras que en la sierra central llegaría hasta Jauja. Túpac Inca continuó la conquista del Chinchaysuyu hasta la región de los cañaris (Tumibamba); mientras que Amaru Túpac y otros líderes militares conquistaron el Collasuyu hasta Chincha y el Contisuyo hasta Arequipa. Sin embargo, aún no sabemos si la franja costera entre Ica y Tarapacá fue conquistada en esta época o después, luego de que Túpac Yupanqui asumiera el mando supremo del Estado incaico. Por otro lado durante los tiempos de Túpac Yupanqui la frontera norte se estableció cerca de Quito; mientras que la frontera sur se fijó en el río Maule, 260 km al sur de Santiago de Chile. Durante el gobierno de Huayna Cápac se conquistaron nuevas regiones en el Ecuador y el sur de Colombia (Pasto). Estos son en general los límites conocidos del imperio. El punto menos preciso es el relativo a la región amazónica, donde es difícil precisar los alcances que tuvieron las incursiones incas.
Organización territorial
Cada provincia (wamani) estaba dividida en sayas o partes en las cuales habitaba un número variable de
ayllus. El número de sayas de cada provincia solía basarse en la dualidad, si bien es cierto que algunas provincias llegaron a tener tres sayas, como la de los Huancas.
CAPÍTULO 3:
1. ANTECEDENTES
El imperio de los Incas fue desde el punto de vista político, una monarquía absolutista y teocrática. El poder estaba centralizado en el Inca a quien se le consideraba de origen divino. El derecho de gobernar se tenía por herencia. De esta manera el esquema de la organización política fue así.
El gran elemento de unificación fue la lengua, todos los pueblos conquistados tenían que aprender y practicar el quechua o Runa Simi porque era la lengua oficial del Tahuantinsuyo, Para ello los incas enviaban a profesores que enseñaban y vigilaban la práctica del quechua.
Otro elemento de unificación fue la religión. Obligatoriamente todos los pueblos rendían culto al dios Sol, sin que por ello dejaran de adorar a sus propios dioses.
–El inca
–El auqui (príncipe heredero)
–El consejo imperial
–El apunchic (gobernador regional)
–El Tucuy ricuy o Ticui ricoj
–El curaca
EL INCA
Era el soberano del Tahuantinsuyo que reunía en su persona tanto el poder político como el religioso era llamado Sapainca. Su poder no tenía restricciones, sus órdenes se cumplían con la mayor celeridad sin que nadie las objetara, pese a este absolutismo la mayoría de los Incas gobernaron en beneficio popular aplicando los principios de reciprocidad y redistribución características de la sociedad incaica. El inca residía en Cusco en una palacio construido especialmente para ser habitado por él, ya que el cusco era la cuna de los incas se convirtió en capital incaica y desde allí gobernó ayudado por los muchos funcionarios incaicos que viajaban de norte a sur del imperio enviándole información al inca para una buena administración ,esta administración fue eficiente gracias a los mensajeros andinos «Los chasquis» era unos verdaderos maratonistas eran educados desde niños para ser los mejores atletas del imperio y así ayudar a su administración
Aunque según estudios recientes de María Rostworowski existía una dualidad en el mundo andino. Ya que el imperio incaico se encontraba en un mundo nuevo, y no podía ser regido por normas Europas como quisieron hacerlo los cronistas españoles.
La dualidad andina se entiende como la imagen de alguien reflejada en un espejo, la oposición, la parte contraria, pero a la vez complementaria del individuo (que en principio es varón o masculino). A partir de ella es que surgen la tripartición y cuatripartición en el aspecto político, religioso y geográfico.
En el aspecto político, la dualidad se percibe en el concepto de diarquía. Ello se distingue por ejemplo en el mito fundacional de los hermanos hallar (mitad varones y mitad mujeres) y son dos los hermanos que llegan al Cusco – Ayar Auca y Ayar Manco- con las dos esposas que lleva Manco – Mama Huaco como arquetipo de mujer libre y guerrera y Mama Ocllo, la mujer hogareña. Se manifiesta también en la división del Cusco en Hanan y Hurin (según los cronistas el Cusco estaba dividido por ceques o líneas rituales en cuatro grandes parcialidades. Respecto al gobierno, se sabe que eran dos los incas que dirigían el Cusco: el Sapa Inca o jefe hanan y El Willac Umu Inca o jefe del hurin.
EL AUQUI
Es el título que poseía el príncipe heredero en el Imperio Incaico o Tahuantinsuyo. De manera genérica, se denominaban auquis a todos los hijos varones del Inca; sin embargo, el título específico recaía en uno solo de ellos, cuya elección se basaba en criterios distintos a los del mundo oriental (se tomaba más en cuenta su capacidad, antes que su calidad de primogénito o de hijo legítimo). Por extensión, se denominan auquis a los espíritus que rodean al Apu o supremo protector de una comunidad, todos los cuales habitan en las montañas, de acuerdo a la mitología inca.
Era hijo del Inca y de la Coya (esposa principal), aunque no siempre el hijo mayor, sino el que demostraba más capacidad, tanto en las funciones de gobierno como en el arte de la guerra. La elección podía recaer también en uno de los hijos del Inca tenido en alguna de sus esposas secundarias, para lo cual se realizaba una ceremonia de legitimación, durante la cual la Coya sentaba en su regazo al príncipe y le acomodaba los cabellos, convirtiéndolo así en su hijo adoptivo.
Como príncipe heredero, ocupaba el primer lugar de una Panaca y en algunos casos participó en el co-reinado del Tahuantinsuyo junto a su padre. Como símbolo de recibir esta función de corregente, se le ceñía una borla amarilla. Ello servía no solo para entrenarlo en las cuestiones de Estado, sino también para consolidar sus derechos de ser reconocido como Inca a la muerte de su padre, ya que se ponía en evidencia sus virtudes y defectos. Es el caso del inca Viracocha y de su hijo Urco, y el del inca Pachacútec con sus hijos Amaru y Túpac Yupanqui. Urco, por ejemplo, demostró cobardía al huir de la invasión chanca y fue desplazado por su hermano Pachacútec; Amaru no llegó a reinar por su debilidad de carácter, dejando la posta a su hermano menor Túpac Yupanqui.
Túpac Yupanqui fue precisamente el primer Auqui que ejerció de corregente y asumió como Inca tras la muerte de su padre (época imperial)
Los hermanos del Auqui que no llegaban a ser incas, se les llamaba Pihui Churi.
Solo tras concluir las exequias del difunto Inca, el Auqui recién podía ceñir la mascapaicha roja, insignia del poder imperial, convirtiéndose así en el nuevo Inca.
4. EL CONSEJO IMPERIAL
El Tahuantinsuyo Camachic o Consejo Imperial, era el máximo organismo político del Imperio incaico, cuya función era asesorar al Inca o soberano. Estaba integrado por los cuatro suyuyuc o gobernadores de las cuatro provincias (suyos), así como por otros funcionarios de alto rango. Algunos autores lo denominan el Consejo de los Apokuna o de los Suyuyuc Apu. Su sede era el [Cuzco], la capital del imperio. Modernos historiadores consideran que la idea de un «consejo imperial» incaico fue esbozada por los cronistas de la colonia, siguiendo las pautas de las monarquías del Viejo Mundo.
Los cuatro gobernadores incaicos de las provincias del imperio o suyos (Suyuyuc o Suyuyuc Apu). Estos solían ser dos nobles de los Hanan Cuzco y dos de los Hurín Cuzco. Si bien eran siempre parientes cercanos del Inca, se los seleccionaba de entre los más capacitados para ejercer tal alta función.
Doce consejeros, más directamente vinculados a los suyos del Imperio. Esta cifra se repartía de acuerdo a la importancia de cada uno de los suyos. Así, el Chinchaysuyo y el Collasuyo, por ser las más extensos, tenían cada uno cuatro representantes; y el resto de los suyos, el Contisuyo y el Antisuyo, por ser menores, solo dos cada uno.
Algunos autores mencionan también al Huíllac Umu o sumo sacerdote y al Apukispay o general del ejército imperial.
Asesoraba al Inca en los asuntos importantes.
Contribuía poderosamente en la concepción de las leyes y en la formulación del plan de gobierno.
EL APUNCHIC
Era el nombre con que se designaba al gobernador de una gran provincia (huamani) en el imperio incaico. Algunos cronistas lo equiparan con el cargo hispano de virrey.
Atribuciones
Llamados virreyes o gobernadores por diversos cronistas, estaban al frente de los huamanis o provincias en que se subdividían cada uno de los llamados cuatro suyos. Guaman Poma de Ayala lo denomina Cápac Apo («Gran jefe»). Bernabé Cobo lo confunde con el tucuirícuc (funcionario especial que ejercía de inspector imperial de una determinada circunscripción); pero acierta al mencionar a las sedes gubernamentales del Chinchaysuyo: Quito, Latacunga, Tumibamba, Cajamarca, Jauja, Pachacámac, Chincha y Vilcashuamán.
El Apunchic tenía atribuciones políticas, pero mayormente militares. Residía en un palacete de piedra, coincidiendo por lo general con alguna fortaleza, ya que tenía mando de tropas y poder para acrecentarlas. Su tarea principal era precisamente mantener el orden y por ello son mencionados generalmente como guerreros. También asumían funciones judiciales y de recojo de impuestos. Al parecer, tenía como subordinados al Yacucamayoc o superintendente de canales; el Hatun Ñan Camayoc o superintendente de caminos; y el Chaca Camayoc o superintendente de puentes.
Tenía el privilegio de viajar en litera una vez al año al Cuzco, para asistir a la fiesta del Inti Raymi, ocasión que aprovechaba para presentar al Inca y su Consejo Imperial (Tahuantinsuyo Camachic) un informe general de su actuación.
El tucuirícuc, tucuiricuy o tocricoc (el que todo lo ve), era un funcionario especial de alto rango, bajo el imperio incaico. Era enviado por el Inca a las provincias para observar el cumplimiento de los mandatos imperiales. Tenía la facultad de imponer castigos a los funcionarios que se hubieran portado con negligencia o abuso; incluso, en casos extremos, podía tomar el gobierno de la provincia. Era una especie de «gobernador volante».
El tucuirícuc era elegido por el Inca de entre los hombres más sabios y justicieros de la nobleza. No era un cargo perpetuo ni hereditario. Entre sus privilegios, se contaba el poder viajar en hamaca.
Su radio de acción era inmenso, llegando incluso hasta 50 leguas. Se sabe, por ejemplo, que el tucuíricuc de Vilcashuamán (actual departamento de Ayacucho) ejercía desde Uramarca hasta Acos, junto al valle de Jauja (actual departamento de Junín). A los sitios donde no podía llegar, enviaba a sus delegados (michos).
Cada año viajaba secretamente por su territorio y se presentaba en forma sorpresiva por cualquier lugar. Para observar todo tranquilamente, no se daban a conocer hasta que lo consideraban necesario. Entonces mostraban el hilo de la mascapaicha (borla imperial) que el Inca les había entregado como señal de la gran autoridad que les daba.
Supervisaba la labor de los funcionarios que tenían a su cargo las divisiones administrativas, es decir a los huno-camayocs, huaranga-camayocs, pachaca-camayocs y chunca-camayocs, en lo concerniente al cumplimiento de las ordenanzas religiosas, el movimiento de los mitimaes, la distribución de tierras entre los hatunrunas (plebeyos), la producción y las necesidades generales, el aprovisionamiento de los tambos, el reclutamiento de hombres para la guerra, la selección de mujeres para los acllahuasis. Recogía los tributos para remitirlos al Cuzco, la capital imperial. Asumía el papel de juez (taripa-camayoc), atendiendo quejas y demandas, e imponiendo penas a los que se habían portado con negligencia o abuso, aunque fueran altos funcionarios. Podía incluso aplicar la pena de muerte en casos especiales. Adoptaba el papel de autoridad casamentera o «repartidor de mujeres» (huarmicoco), es decir, celebraba los matrimonios. Visitaba las obras públicas y recomendaba las medidas pertinentes para determinados trabajos. En situaciones graves, como guerras y rebeliones, podía destituir al curaca y asumir el mando. Al regresar al Cuzco presentaba al Inca un minucioso informe.
El curaca era el jefe político y administrativo del ayllu. Después de la invasión del Perú por parte de Francisco Pizarro y sus compañeros, los hispanohablantes le empezaron a conocerle con la voz taína de cacique, que denota autoridad. «Curaca» deriva de la voz quechua kuraq (el de mayor edad/ hijo primogénito) que significa el primero o el mayor entre todos los de su colectividad natalicia.
Originariamente debió ser el más anciano, sabio y gobernaba de manera paternalista; pero como su autoridad la podía heredar a un hijo que denotaba especial capacidad, es obvio que el criterio de la edad no fue siempre seguido. Los incas, a su vez, nombraron curacas para reemplazar a los que hubiesen demostrado resistencia tenaz contra su dominación. Entre sus funciones se hallaban:
Debido a su autoridad, tenían derecho a poseer tierras y ganado de carácter privado, y acceso a pastos de la comunidad. Disponía del trabajo de mitayos, cuyo servicio lo canalizaba en su propio beneficio. El curaca, por lo tanto, podía exigir prestaciones personales, pero no se apropiaba de bienes en especie, salvo de los mercaderes. Asimismo, vivía en una casa amplia con servidumbre de ambos sexos. Tenía varias esposas, provenientes de su mismo ayllu o de pueblos vecinos, y a veces incluso, cedidas como favor especial, por el propio Sapa Inca.
El curaca, sin embargo, no actuaba solo, compartía su poder con un yanapaque o segunda persona, como lo conocieron los españoles. Éste generalmente era un pariente cercano, o usualmente su hermano, quien lo reemplazaba cuando se enfermaba, envejecía, estaba incapacitado físicamente o se ausentaba. El símbolo supremo de su autoridad era la tiana (quechua: tiyana, ‘asiento’) o dúho, un asiento de madera, piedra o metal, de apenas 20 cm de altura aproximadamente, objeto del cual tomaban posesión el día de su asunción al mando.
1. ANTECEDENTES
La sociedad Inca, fue y rígida. Existieron grandes diferencias entre las clases sociales, siendo estas diferencias respetadas por todos los habitantes del Imperio. Las clases jerarquizadas formaban una pirámide donde el Inca, con todo el poder, se encontraba en la cúspide, mientras que el pueblo, que era la gran mayoría, constituía su base social. La organización social incaica estaba constituida dela siguiente manera:
2. EL INCA
El Inca o Sapa Inca era el supremo emperador del Tahuantinsuyo; los cronistas cuentan que también era llamado Intipchurin, es decir «hijo del Sol». La capac cuna o lista oficial de gobernantes incas está conformada por 13 soberanos, desde la fundación del Cusco (1250) hasta la captura de Atahualpa (1532).
A decir del etnohistoriador Waldemar Espinoza, la palabra Inca proviene del puquina «Enca» que significa principio generador de vida o modelo original de todas las cosas. «Sapan» es palabra quechua que significa grande. Entonces el Sapa Inca se traduce como «el gran principio vital» de todo lo existente en el mundo. El cronista Huamán Poma de Ayala señala que también se le llamaba Capac Apu Inca, que significa «poderoso señor que origina las cosas».
En efecto, el Sapa Inca era objeto de culto, pues oficiaba de intermediario entre el Hanan Pacha -el mundo de los dioses- y el Kay Pacha –el mundo de los hombres. Los cronistas coinciden en mencionar que conversaba y negociaba favores con los huacas o dioses del cosmos andino. De igual forma, se sabe que participaba en las principales fiestas y ritos religiosas del Cusco como el Inti Raymi en junio y el Cápac Raymi, en diciembre.
Los primeros cinco gobernantes vivieron en el Inticancha o templo del Sol, pero desde Inca Roca en adelante cada Sapa Inca se mandó construir hermosos palacios de piedras finamente talladas. Gozaba del boato, banquetes e incomparable poder. Usaba ropas muy finas bordadas de tokapus por expertas acllas, conocidas como «las doncellas del Sol». Sus principales símbolos de autoridad eran la mascaypacha o borla imperial y el sunturpaucar o cetro emplumado. Se sentaba en un ushno o trono de oro, llevaba el cabello muy corto, usaba las tulumpis que eran discos de oro colgados en cada oreja.
Solo hablaba con nobles o personas de alto rango político y social. Y los que accedían a él debían acercarse descalzos y con una carga en la espalda, sin mirarlo de frente jamás.
Al trasladarse era llevado en andas de oro cargado solo por expertos de las etnias soras, lucanas y parinacochas del actual departamento de Ayacucho.
El Sapa Inca podía tener varias esposas. Pero solo una ostentaba el rango de coya, la mujer principal. Podía elegir de coya a una de sus hermanas, pero algunos como Sinchi Roca y Pachacútec contrajeron matrimonio con hijas de reinos cercanos del Cusco por motivos de alianza política permanente. También se casaban con mujeres de las panacas o ayllus reales y con princesas de otras etnias, estableciendo relaciones de parentesco y reciprocidad con todos los reinos y señoríos anexados al Imperio.
Especialmente en la etapa imperial, el Sapa Inca ejercía un gobierno muy centralista y, según muchos cronistas, de carácter absoluto. Los suyuyuc, tocricuts y tucuy ricocs dependían directamente de sus designios. Además era el centro ordenador de las reciprocidades y director supremo de la redistribución en el mundo andino. Sobretodo controlaba la repartición de los bienes de más alto valor y prestigio: acllas o doncellas, yanaconas o siervos, ropa de lana de vicuña, maíz, coca y adornos de mullu (conchas del Ecuador).
EL AUQUI
El auqui era el hijo del Sapa Inca elegido como sucesor en el gobierno imperial. Generalmente era un hijo del Sapa Inca con la coya, su esposa principal. Al ser designado recibía como distintivo una mascaipacha amarilla, la cual cambiaba por una de color rojo cuando era proclamado Sapa Inca.
El hatun auqui aprendía de su padre todo lo referente al gobierno y gradualmente asumía mayores responsabilidades. Esta especie de co-reinado fue implantada por Pachacútec para adiestrar a su hijo Túpac Yupanqui.
PANACAS REALES
Las Panacas eran linajes de los descendientes directos de un inca reinante, excluyendo el sucesor y conservaban la momia del inca fallecido, al igual que sus memorias, quipus, cantares y pinturas en recuerdo del finado de generación en generación.
Estas Panacas reales formaban la élite cuzqueña. Tuvieron un rol en la política del incanato y sus alianzas y enemistades fueron cruciales para la historia de la capital inca. Se dice que hubo otras Panacas, que tuvieron un papel importante en épocas anteriores. Una nota curiosa acerca de las Panacas, es que si se le añaden las Panacas tradicionales, se obtiene un total de 8 Panacas por cada dinastía, el cual es un número frecuente en la organización andina de los ayllus por ser un múltiplo de la dualidad y de la cuadruplicación.
HURIN CUZCO | |
PANACA | INCA |
Chima panaca | Manco Cápac |
Raura panaca | Sinchi Roca |
Awayni panaca | Lloque Yupanqui |
Usca panaca | Mayta Cápac |
Apu panaca | Cápac Yupanqui |
HANAN CUZCO | |
PANACA | INCA |
Wikak’iraw panaca | Inca Roca |
Awkaylli panaca | Yáhuar Huácac |
Suqsu panaca | Viracocha Inca |
Hatun ayllu | Pachacútec |
Cápac ayllu | Túpac Yupanqui |
Tumipampa panaca | Huayna Cápac |
LA NOBLEZA
Todos los familiares del Inca eran parte de este grupo social. Usaban unos aretes enormes como símbolo de poder, por eso se les llamaba orejones. Todos ellos ayudaban de alguna manera en la administración y organización del Estado cusqueño. Esta clase se dividía en dos: de sangre y de privilegio.
Constituida por la coya, hijos legítimos, hermanos y descendientes por una sola línea imperial y solar. Constituían la panaca, que era la familia de cada inca, formaba un ayllu real. El único hijo del inca que no formaba parte de la panaca, era su heredero, que era el próximo monarca, porque cuando llegara a serlo formaría su propia panaca. La nobleza imperial constituía toda una verdadera aristocracia y tenía en sus manos todas las funciones estatales y todos los privilegios.
También había nobles de privilegio, quienes alcanzaban esta posición porque habían hecho favores al Inca y por eso, ocupaban cargos importantes en el Tahuantinsuyo.
Por ejemplo:
Experto en manejo de los quipus y de cuentas (quipucamayoc).
EL PUEBLO
El Ayllu
El ayllu fue la base y el núcleo de la organización social del imperio Incaico. Era una agrupación de familias que se consideraba descendiente de un lejano antepasado común o totem.
El imperio inca se organizaba en ayllus que tenían a su cargo una extensión de tierra que les servía para alimentarse. Los miembros del ayllu trabajaban su tierra, pero también tenían la obligación de trabajar la tierra del estado para que se pudieran alimentar los gobernantes, los nobles, el ejército, los artistas (entre ellos los artesanos que trabajaban la piedra y las mujeres que tejían para el imperio), los ancianos y los enfermos que no podían alimentarse ellos mismos por sus cargos o su indisponibilidad.
El estado también guardaba comida en caso de que un ayllu tuviera una emergencia que no les permitiera trabajar su tierra (por inundaciones, terremotos o enfermedad de gran parte del ayllu).
Los miembros de cada ayllu también debían utilizar parte de su tiempo para trabajar la tierra que se apartaba para los dioses y los líderes religiosos.
Aparte del trabajo ya mencionado, cada ayllu debía proveer hombres para hacer obras públicas como construir caminos, puentes y edificios públicos. A este trabajo se le denominaba la mita.
El ayllu estaba conformado por:
Vínculos del Ayllu
Los miembros del ayllu se consideraban unidos por los siguientes vínculos:
Existieron algunos sectores o grupos que gozaron de una situación de excepción en la sociedad incaica, como el sacerdocio y las accllas.
El Sacerdocio: En el Tahuantinsuyo, el sacerdote era un hombre que tenía que estar dotado de cierta investidura y espíritu, que sólo poseían determinados seres y tenía que pertenecer a la nobleza cusqueña. Al inicio del imperio, el jefe de la Iglesia fue el mismo inca, quien reunía en sí el poder político, militar y religioso; así pasó a ser jefe de la Iglesia un hermano o tío de él, que era el sumo sacerdote o willac huma «cabeza que habla», que era muchas veces tan poderoso o aún más poderoso que el Inca, porque cuando éste moría, las insignias pasaban al supremo sacerdote, quien las imponía al nuevo Inca.
Las Acllas: Aclla quiere decir «escogida» o seleccionada. Eran las mujeres escogidas, cuando niñas, por su belleza; las reclutaban por todo el imperio y se les recogía en las acllahuasis. Existieron dos clases de acllas: Las que estaban dedicados exclusivamente al culto (auxiliares del sacerdocio) y las que eran escogidas para ser mujeres del Inca y los nobles. La preparación que recibían fue distinta. Mientras que a las primeras las preparaban en las prácticas del culto, las segundas debían ser iniciadas para desempeñar como buenas madres de familia: cocinar, tejer, crianza de animales, cerámica, etc., una aclla salía de la clase popular al ingresar en el acllahuasi ascendía de categoría social.
En el Tahuantinsuyo todo era regido por normas y leyes; no estaban compilados en forma escrita en un código, eran más bien un derecho impuesto por la costumbre; por lo que eran claras, precisas y poco numerosas. Cada uno sabía lo que debía y lo que no debía hacer.
Algunas de las normas de conducta en el Imperio de los Incas, constituyeron máximas cardinales de la moral incaica y se convirtieron en una forma de salud común.
AMA SUA No seas ladrón.
AMA LLULLA No seas mentiroso
AMA KELLA No seas perezoso
La conducta moral reposaba en estos tres principios, es decir, la honradez, la veracidad y el trabajo; constituían la base y el patrón de toda la legislación en el orden jurídico y moral de los incas.
La no observancia de estos principios no solamente constituía una falta, sino un delito.
Los Incas, como era su política con los pueblos conquistados, toleraron que siguieran vigentes algunas normas de conducta y costumbres jurídicos de dichos pueblos, al mismo tiempo impusieron el derecho imperial cusqueño.
CONTROL DE LA POBLACIÓN
El incario extendió su dominio bajo distintas etnias. El mestizaje era casi nulo. Se calcula que la población total del imperio fue de entre 16 a 18 millones, dependiendo las fuentes.
SISTEMA DECIMAL | NÚMERO DE FAMILIAS |
Pisca | 5 familias |
Chunca | 10 familias |
Pisca Chunca | 50 familias |
Pachaca | 100 familias |
Pisca Pachaca | 500 familias |
Guaranca | 1000 familias |
Pisca Guaranca | 5000 familias |
Huni | 10000 familias |
SISTEMA DE TRABAJO DEL IMPERIO INCAICO
El trabajo representó la principal actividad del Imperio incaico y presentó las siguientes formas: mita, chunga, minca y ayni.
La mita
Era un sistema de trabajo a favor del Estado, donde se movilizaban multitudes de indígenas a trabajar por turno de tres meses en labores de construcción de caminos, puentes, fortalezas, centros administrativos, templos, acueductos, explotación de minas, etc. Existía una mita para servicios especiales como las labores de cargueros del Sapa Inca, músicos, chasquis y danzantes, los obligados a cumplir esta labor eran los adultos hombres casados, pero no las mujeres, comprendían entre los 18 y 50 años.
Era el trabajo realizado en beneficio del pueblo inca por las mujeres en caso de desastres naturales. Este es similar a la denominada Defensa Civil actual y consistía en curar, ayudar, mantener a los heridos de los desastres naturales tanto como intentar salvar a los que se ven en peligro durante el mismo desastre.
Es el trabajo que se realizaba en obras a favor del ayllu y del Sol (Inti), una especie de trabajo comunal en forma gratuita y por turno, era una forma de beneficio para el Estado, donde concurrían muchas familias portando sus propias herramientas, comidas y bebidas. Las familias participaban en la construcción de locales, canales de riego, así como la ayuda en la chacra de las personas incapacitadas huérfanos y ancianos. Cuando el ayllu convocaba al trabajo de la minca, nadie se negaba, pero las personas que no asistían al trabajo eran expulsadas del ayllu y perdían su derecho a la tierra.
Era un sistema de trabajo de reciprocidad familiar entre los miembros del ayllu, destinado a trabajos agrícolas y a las construcciones de casas. El ayni consistía en la ayuda de trabajos que hacía un grupo de personas a miembros de una familia, con la condición que esta correspondiera de igual forma cuando ellos la necesitaran, como dicen: «hoy por ti, mañana por mí» y en retribución se servían comidas y bebidas durante los días que se realicen el trabajo. Esta tradición continúa en muchas comunidades campesinas del Perú, ayudándose en las labores de cocina, pastoreo y construcción de viviendas.
2. AGRICULTURA EN EL IMPERIO INCAICO
Al ser los Andes una sociedad predominantemente agrícola, los incas supieron aprovechar al máximo el suelo, venciendo las adversidades que les ofrecía el accidentado terreno andino y las inclemencias del clima. La adaptación de técnicas agrícolas que ya se empleaban con anterioridad en distintas partes, permitió a los incas organizar la producción de diversos productos, tanto de la costa, sierra y selva, para poder redistribuirlos a pueblos que no tenían acceso a otras regiones. Los logros tecnológicos, alcanzados a nivel agrícola, no hubieran sido posibles sin la fuerza de trabajo que se encontraba a disposición del Inca, así como la red vial que permitía almacenar adecuadamente los recursos ya cosechados y repartirlos por todo su territorio.
Los antiguos peruanos del Cuzco para realizar sus labores agrícolas utilizaron, como no tenían yunta por la falta de animales, el arado de tracción humana que denominaban la tajlla o chaquitajlla, que es un palo puntiagudo, con una punta un tanto encorvada, que a veces era de piedra o de metal. Antes de su terminal tenía esta herramienta otro palo transversal, el agricultor apoyaba su pie para hundirlo en la tierra y luego hacer el surco. Las herramientas manuales incas empleadas en la agricultura no han podido ser superadas, sobre todo cuando se trata de trabajar en las laderas andinas o en ámbitos limitados como los andenes.
Fertilizantes
La importancia de la agricultura llevó a los indígenas a buscar fertilizantes para sus cultivos. La información que poseemos sobre abonos procede de la costa y manifiesta el aprovechamiento de recursos naturales renovables. Los principales abonos empleados son nombrados por los cronistas y fueron usados sobre todo para la producción de maíz lo cual confirmaría la sugerencia de murra acerca de la prioridad de este cultivo. Un primer abono consistía en enterrar junto con los granos, pequeños peces como sardinas o anchovetas. Una representación de este sistema estaba pintada en los muros de uno de los santuarios de Pachacámac donde figuraba una planta de maíz germinando de unos pececitos. El segundo abono usado era el estiércol de las aves marinas que por millares anidan en las islas del litoral. El recurso llamado guano se formaba por las deyecciones de las aves y los costeños tenían por costumbre extraer el guano de las islas. El tercer recurso renovable provenía del mantillo de hojas caídas de los algarrobos y guarangos utilizadas para mejorar los suelos.
Los incas tuvieron una especial preocupación por encontrar formas para mejorar las condiciones del suelo para la agricultura. La variedad del clima y del territorio difícil, los llevaron a buscar soluciones diversas, y fueron muchas las formas que encontraron para hacer frente al problema. Entre las medidas más conocidas se encuentran la construcción de andenes, que durante el gobierno incaico se le dio una gran importancia. Aunque demandaban movilizar grandes cantidades de mano de obra, que el estado inca podía realizar con relativa facilidad. Los andenes son terrazas agrícolas artificiales que sirven para obtener tierra útil para la siembra en las escarpadas laderas andinas. Permitían aprovechar mejor el agua, tanto en lluvia como en regadío, haciéndola circular a través de los canales que comunicaban sus diversos niveles, con esta medida evitaban al mismo tiempo la erosión hidráulica del suelo. Los andenes no sólo servían para el cultivo del maíz, sino para el cultivo de diferentes productos agrícolas, y aún para diferentes usos: para sembríos, para evitar la erosión, para el lavado de la sal mineral, etc.
Los conocimientos hidráulicos -canales y bocatomas-, permitieron la irrigación y el cultivo, especialmente del maíz. El litoral peruano se caracteriza por sus dilatados desiertos cortados por ríos que bajan por las serranías y cuyos caudales permiten el surgimiento de la agricultura. Los costeños fueron los mayores ingenieros hidráulicos pues se perfeccionaron y lograron métodos bastante sofisticados de irrigación, sobre todo los mochicas y más tarde los chimú. En el Cuzco se canalizaron los dos riachuelos que atraviesan la ciudad, empedrando sus cauces y estableciendo puentes peatonales. Un ejemplo de la tecnología serrana es Cumbemayo, en Cajamarca, canal tallado en la piedra. La importancia de las obras hidráulicas se manifiesta en los numerosos mitos que cuentan los orígenes de dichas obras.
Junto con la ganadería, la agricultura representó la base de la economía inca. Las poblaciones que habitaron el área andina lograron domesticar y aclimatar una gran variedad de productos a diversas condiciones, sacando provecho de terrenos considerados difíciles para la producción agrícola. El principal producto que cultivaron era la papa, con la cual preparaban diferentes tipos de chuño; también otros tubérculos como la mashua, el olluco y la oca. El maíz era considerado un recurso de tipo suntuario que otorgaba prestigio y era cultivado con fines burocráticos, militares y ceremoniales. En la costa cultivaron el camote, frijol, etc.
La distribución de las tierras se dio de la siguiente forma:
a) Las tierras del Sol: Eran las tierras que servían para el culto, eran administradas por los sumos sacerdotes, proporcionando insumos para las bebidas, comidas que se preparaban en las festividades religiosas.
b) Las tierras del inca: Eran las tierras que eran destinadas al inca ,la nobleza imperial, el ejército y los funcionarios del imperio.
c) Tierras del pueblo: Eran las tierras eran trabajadas por los ayllus, toda la población recibía su parcela de tierra de acuerdo a los integrantes de la familia, con lo cual se alimentaban, era su sustento de vida.
Los Tambos: Eran grandes reservorios de alimentos provenientes de la tierra del sol y del inca, eran las despensas del imperio, en época de escasez.
ADMINISTRACIÓN INCAICA
LA RECIPROCIDAD EN EL IMPERIO INCA
En el Imperio Incaico la reciprocidad era un sistema organizativo socio-económico que regulaba la prestación de servicios de diferentes índoles, se utilizaba y servía como engranaje de la producción y distribución de bienes. Se basaba en un ordenamiento de relaciones entre los miembros de la comunidad, en la cual no existía el uso de dinero.
La reciprocidad actuó como eslabón entre los diversos modelos de organizaciones económicas presentes en el amplio territorio andino. Mediante este funcionó una economía sin el uso de la moneda.
De la mano de este sistema se estableció el parentesco como una de las bases de las relaciones económicas: las personas tenían la obligación de ayudar a sus parientes, es decir, todos aquellos que pertenecían a su Ayllu, y también el derecho a exigir de ellos ayuda en caso de que sea necesario. Con esto se generaba un compromiso de solidaridad en tareas agrícolas, de construcción, etc. Mientras durase la ayuda o trabajo el beneficiado debía alimentar a sus ayudantes, debido a esto se habla de redistribución. Fue además mediante la reciprocidad que la población se aseguraba la ayuda y protección de las autoridades o Curacas, e incluso del Inca en momentos de necesidad.
Cabe destacar además que, si el Inca deseaba agradar y congraciarse con sus vecinos debía mostrarse generoso con ellos, es decir, darle mujeres, ropa, objetos preciosos, coca, entre otros. De cierta manera los Incas estaban obligados a poseer una gran cantidad de suministros para realizar regalos, era esencial para él contar con reservar para dar a cambio de los cuales recibiría la fuerza de trabajo indispensable.
El arraigo de este concepto durante el Tahuantinsuyo fue tan grande que no lo veían como un intercambio de favores sino como una responsabilidad con los miembros de su Ayllu y en contadas ocasiones con Ayllus vecinas. Al ser el Ayllu la estructura básica económica el Inca forzaba lazos con los Curacas, dándoles en matrimonio a sus hijas o en algunos casos incluso casándose con las hijas de los Curacas más importantes. En cierta medida el Sapa Inca estaba emparentado con todo su imperio, por lo cual se le consideraba como un Curaca máximo, esto último es señalado para entender la reciprocidad simétrica y la asimétrica: la primera se daba entre miembros de la misma Ayllu con base en el concepto «hoy por ti, mañana por mí», es decir, una ayuda mutua en construcción de vivencias y el trabajo agrícola, mientras que la reciprocidad asimétrica se daba de los miembros de la Ayllu con el Sapa Inca a cambio de la recaudación de excedentes, es decir, el Inca brindaba al Curaca la seguridad externa y la asistencia en caso de desgracias y el Curaca le entregaba la ayuda de su Ayllu para las labores de construcción de obras comunales, tales como: puentes, caminos, etc.
Debido a las enormes proporciones del estado Inca, hacía falta lugares donde pudiesen congregarse los jefes étnicos vecinos a renovar sus alianzas de reciprocidad con el Sapa Inca por lo que se construyeron grandes plazas en las ciudades para estos rituales.
Sin duda la reciprocidad fue una de las bases fundamentales del desarrollo del Imperio Incaico, valor y responsabilidad que marco una forma de relaciones muy pocas veces vista.
2. LA REDISTRIBUCIÓN DEL IMPERIO INCA
La redistribución suponía el reconocimiento, por parte de los campesinos, de los diferentes niveles de autoridad que existían en la sociedad. Los ayllus entregaban los tributos a los curacas, y los bienes tributados se acumulaban en depósitos reales que estaban en aldeas, caminos y ciudades.
Cuando algunos pueblos del Imperio no podían satisfacer sus necesidades básicas porque las regiones en las que vivían habían sido afectadas por malas cosechas u otras catástrofes, el Estado incaico redistribuía una parte de los alimentos, materias primas y productos manufacturados almacenados.
También utilizaba los bienes acumulados para costear los gastos de las constantes expediciones militares, y para premiar los servicios realizados por algunos funcionarios, generalmente nobles.
3. CAMINOS DEL INCA (QAPAQ ÑAN)
Los incas se destacaron por sus obras de ingeniería y sobre todo por la red caminera. Había dos caminos principales de norte a sur, uno a lo largo de la costa y otro que atraviesa las tierras altas. Estaban cruzados por caminos transversales y caminos secundarios que unían todas las aldeas y pueblos. La carretera principal partía de Tumbes, pasaba a Arequipa y a Chile. La vía de comunicación más larga partía desde Colombia, seguía hasta Cuzco, proseguía hasta Ayavire donde se bifurcaba en dos ramales que rodeaba el lago Titicaca, seguía hacia el sureste hasta Tucumán, Argentina. De allí partía un ramal que llegaba hasta Coquimbo, Chile, siguiendo de allí hasta la actual Santiago. Otro ramal desembocaba en el actual valle mendocino de Uspallata. A este lugar los incas trasladaron poblaciones de cantidad de mitimaes. Se tiene como cierto que la construcción de las actuales acequias se debe a la influencia incaica. Estas carreteras estaban pavimentadas con losa de piedra y medían entre 4,5 y 6 metros, son una altura de 1 y 2 metros. En la zona costera, las carreteras eran rectas y donde era imposible hacerlas.
Un territorio tan extenso como lo fue el Tahuantinsuyo, necesitaba unir, en todo momento, sus diversas áreas y ello lo entendieron muy bien los gobernantes incas que dispusieron la construcción de caminos tomando como base los caminos ya construidos por culturas andinas anteriores a los incas por ejemplo los Moche, los Wari, los Tiahuanaco y los Chimú que abarcaron grandes extensiones y por eso debieron tener redes camineras eficientes.
Los principales caminos de los incas fueron dos: los caminos de la Sierra y los de la Costa que iban en forma paralela, estos eran los pilares viales de las comunicaciones incas y eran unidos de manera transversal para comunicar a las regiones andina.
1. Camino a la sierra partiendo del Cuzco, pasaba por Huancavelica, Ayacucho, Huánuco, Cajamarca y llegaba a Quito, prolongándose hasta Pasto Colombia este camino tenía entre 6 a 8 metros de ancho, era totalmente empedrado y había sido delineado de lo más recto posible. Es debido a esto que las cuestas eran salvadas mediante graderías y los ríos eran atravesados por puentes. De trecho en trecho, había tambos para abastecer a todos los funcionarios del estado que se encontraban en viaje
2. El camino de la costa, también partía desde le Cuzco y bajaba hacia la costa a la altura de Nazca, y de allí se prolongaba por el antiguo territorio de la cultura Paracas, Chincha, Pachacámac, Rímac, hasta Tumbes llegando también a la ciudad de Quito. Recorría candentes arenales y al llegar a los valles era rodeado de tapias y árboles que daban sombra al viajero. Acequias de agua fresca. Los caminos costeños eran marcados por palos de guarango. En estos caminos incas existía mucha información para el viajero, por ejemplo, indicaciones distancia y direcciones, ubicaciones de posadas en los caminos, etc.
Estos caminos fueron conservados por la población adyacente a la red vial inca, el curaca o jefe de ayllu organizaba las labores de mantenimiento, después de la conquista se dejó al libre albedrio de las poblaciones o ayllus el mantenimiento vial inca.
Diversos tipos de puentes permitían cruzar los ríos. En la sierra los había de troncos de árboles cuando las distancias no eran grandes y los que se hicieron famosos por su ingenio fueron los que los españoles llamaron «de criznejas». Estos puentes se apoyaban sobre dos grandes estribos de piedras con fuertes y sólidos cimientos y entre cada estribo atravesaban cuatro o seis gruesas vigas que amarraban el puente colgante. Las maromas se tejían de ramas delgadas como mimbre, trenzando de tres en tres a otras más gruesas e iban aumentando las ramas hasta alcanzar un diámetro de unos cincuenta centímetros. Una referencia de 1534 describe uno de dichos puentes como sigue «Hay muy grandes y poderosos ríos sobre los cuales hay puentes hechos de gruesas cuerdas y entre una y otra hay cuerdas delgadas y menudas; y de estos puentes hay dos por donde pasaban los señores y dos por donde pasaba el común popular.»
Existen varios tipos de puentes en el Tahuantinsuyo:
Puentes colgantes: utilizados cuando el rio era ancho, consistía en gruesos cables de agave o maguey, que se extendían de un lado a otro y que se encontraban atados a gruesas rocas y como lechos utilizaron troncos unidos fuertemente.
Puentes de piedra: Eran construidos cuando el rio era angosto, y solo bastaba con colocar una piedra gigantesca de una orilla a otra de tal manera que permitiera el tráfico de personas en su parte superior.
Oroyas: Eran usados cuando los ríos eran anchos, donde era dificultoso el uso de puentes colgantes, en este caso con gruesos cables de maguey extendidos de una orilla a la otra, a través de la cual se deslizaba un recipiente a manera de canasta, donde se encontraba el viajante que era halado de una orilla por un Hatun runa dedicado a esa labor de transportador.
También existían otro tipo de comunicación el náutico en el sur. En el desaguadero cerca del lago Titicaca, había un famoso puente que consistía en una hilera de balsas de totora acomodadas lado a lado con una gruesa capa de eneas añadidas y arregladas sobre las embarcaciones.
Los españoles hicieron famosos sus relatos sobre los tambos o mesones situados cada cierto trecho a lo largo de las rutas. Es posible que los tambos existieran en tiempos anteriores en las rutas que conducían a los lugares de peregrinación para albergar a los romeros. Posiblemente también se usaron en época de Wari y Chimú. Los había de diversas categorías y dimensiones según su importancia.
EL CHASQUI
Era el mensajero personal del Inca, que utilizaba un sistema de postas para entregar mensajes u objetos.
Los chasquis eran jóvenes diestros y preparados físicamente desde temprana edad, y recorrían a través de un sistema de postas (tambos), los extensos caminos construidos por el estado Inca, pues de ellos pudiera depender una orden de suspensión de una acción bélica a tiempo o llegaran los refuerzos a una batalla. Eran hijos de curacas, gente de confianza.
Llevaba siempre un pututu, trompeta de caracol, para anunciar su llegada y alertar a su relevo; por armas portaba una porra y una huaraca, un quipu, donde traía la información, un atado a la espalda, donde conducía objetos y encomiendas, una vara, y en la cabeza, un penacho de plumas blancas a modo de identificador visual. Dicen que un caracol de Colombia llegaba vivo al inca, en el Cuzco.
Además, el chasqui se convirtió en el receptor del saber ancestral, recibido de parte de los hamawt’a (sabios ancianos), para ser entregado a un nuevo relevo, y así transmitir los conocimientos en forma hermética, a fin de preservar los principios esenciales de la cultura andina ante el avasallamiento de la civilización occidental.
Los españoles que invadieron el ya fraccionado territorio de los incas, desde 1532, quedaron tan impresionados con la eficiencia del sistema de chasquis que los corredores se mantuvieron en el Virreinato del Perú. Pedro Cieza De León, cronista español, habría escrito: también servían de espías al imperio a la nobleza para tener estrategias bélicas de batalla contra los otros pueblos y culturas de la América latina en los tiempos precolombinos.
Era tal la importancia que se le daba al servicio de correos que quienes iban a ser destinados para ser chasquis eran entrenados desde niños para que pudieran realizar su oficio a la perfección. Debían conocer perfectamente cada uno de los caminos y sus atajos y eran diestros nadadores; También eran capaces de realizar sus labores durante las noches si esto fuese necesario.
LOS TAMBOS
Eran los albergues y también funcionaban centros de acopio de alimentos, lana, leña u otros materiales básicos para la supervivencia. De este modo, en épocas de penurias climáticas o desastres naturales, los tambos alimentaban y proveían de algunos materiales para la supervivencia a las aldeas más cercanas a la redonda. Era una especie de seguro catastrófico que la administración inca había creado para su gente. Los tambos se repartían en los caminos, cada 20 o 30 kilómetros (una jornada de camino a pie). Podía servir para albergar a emisarios (chasqui), gobernadores o incluso al Inca, cuando éste recorría de punta a punta su territorio. No se tienen noticias de que hayan albergado también a hombres comunes y corrientes.
En el Imperio Inca, la agricultura era el objetivo principal a fin de asegurar el bienestar general de la población que nunca sufrió de penurias alimenticias.A distancias correspondientes a un día de viaje había otros albergues, estos eran más sencillos, y en las ciudades, sobre el camino, se encontraban otros, grandes y elegantes: eran los Tambos Reales, dotados de lujoso mobiliario en previsión de posibles visitas del emperador. Cada Tambo estaba provisto de un almacén con alimentos y equipo necesario y era administrado por funcionarios de la localidad.
Ubicación
El Imperio inca estuvo comunicado por muchos caminos principales y secundarios, que unieron de manera eficaz los pueblos del antiguo Perú. El diseño de estos caminos (de más de 30 000 km) fue de gran calidad y profesionalismo, a pesar de las grandes dificultades geográficas (Cordillera de los andes).
El Cusco fue el centro de esta red vial y en él confluyeron la mayor parte de los caminos, pues la capital de los incas era el ombligo del mundo y todo debía partir y culminar en ella.
Es aquí donde encontramos las posadas han sido utilizadas universalmente como lugares donde se ofrecía servicio temporal a los viajeros en las rutas comerciales o en los caminos de peregrinaje. En los Andes peruanos estos lugares se llamaban «Tambos» y fueron las sociedades andinas las que los planificaron y edificaron de la manera más compleja y ordenada a diferencia de las sociedades de aquella época.
EL EJÉRCITO INCAICO
El Ejército inca era el cuerpo militar que aseguró la expansión y consolidación del Imperio Incaico.
Dicho ejército era multiétnico y estaba encargado de defender la soberanía de sus tierras, extenderlas y sofocar rebeliones. A menudo era también usado para intereses políticos como las ejecuciones o golpes de Estado.
A medida que la soberanía inca crecía en tamaño y población, el ejército lo hacía de la misma forma. Las mayores concentraciones de guerreros incas en las épocas de esplendor del imperio llegaron a componer unos 200 000 soldados en un solo ejército (época de Huayna Cácap). El militarismo que tenía la monarquía inca hacía de la pertenencia a éste, un importante cargo. A los soldados se les brindaba alimentación, vestimenta y una ayuda estatal en reemplazos para su familia en lo que respectaba a la actividad agraria que el levado debería estar cumpliendo, de tal manera que ser guerrero permanente no era un mal cargo y hasta inclusive ocupaba su propio espacio en la pirámide político-social.
Cuando volvían de una campaña exitosa a Cusco, niños y mujeres los recibían como héroes y se hacía una ceremonia en honor a ellos. La ceremonia que se daba en la Plaza de armas del Cusco consistía en exhibir el botín y pisotear a los prisioneros como un símbolo de la victoria.
La religión estuvo constantemente presente en todos los ámbitos de las labores incaicas. En las leyendas de formación del imperio incaico, se percibe una marcada diferencia sexual entre hombre y mujer. Eran politeístas (es decir creían en varios dioses), destacando el culto al «Dios del Sol (Inti)».
COSMOVICIÓN
Según la mitología incaica, existían tres mundos diferentes, los cuales habían sido creados por el dios incaico Viracocha (también conocido como Wiracocha o Huiracocha). La división se hacía de la siguiente manera:
1. Hanan Pacha (mundo de arriba, celestial o supraterrenal): era mundo celestial y sólo las personas justas podían entrar en ella, cruzando un puente hecho de pelo. En la tradición andina se definió al Hanan Pacha como el mundo superior donde habitaban los dioses como Viracocha, Inti, Mama Quilla, Pachacamac, Mama Cocha, etc. Era representado por el cóndor, ave ancestral de los Andes.
2. Kay Pacha (mundo del presente y de aquí): en la cosmovisión andina, Kay Pacha es el nombre del mundo terrenal, donde habitan los seres humanos y pasan sus vidas. Representado por el puma, animal de a pie, del mundo terrestre.
3. Uku Pacha (mundo de abajo o mundo de los muertos): en la mitología andina, Uku Pacha era el mundo de abajo o mundo de los muertos, de los niños no nacidos y todo lo que estaba debajo de la superficie de la tierra o del mar. Las fuentes, cuevas u otras de las aberturas de la superficie terrestre eran considerados líneas de comunicación entre el Uku Pacha y el Kay Pacha. Representado por la serpiente, animal rastrero y de las profundidades.
TEMPLOS
Pascaumati Templo del Sol (Coricancha), en Cuzco.
Templo de la Luna.
Templo de Pachacamac (destruido).
Templo de Urpi Huachac.
Plaza de los peregrinos.
Templo de Zuma.
FESTIVIDADES
DIOSES INCAICOS
Dioses mayores
Viracocha: Su nombre completo a fin de recalcar su calidad de ser supremo, es: Apu Qun Tiqsi Wiraqucha (Apu Kon Titi Viracocha). Era considerado como el esplendor originario o El Señor, Maestro del Mundo. En realidad fue la primera divinidad de los antiguos peruanos, tanto los habitantes de Caral, Chavin, Huari y especialmente los Tiahuanacos, que provenían del Lago Titicaca. Surgió de las aguas, creó el cielo y la tierra. El culto al dios supuso un concepto de lo abstracto y de lo intelectual, y estaba destinado solo a la nobleza. Huiracocha, al igual que otros dioses, fue un dios nómada y tenía un compañero alado, el Pájaro Inti, una especie de pájaro mago, sabedor de la actualidad y del futuro. Este pájaro mago, no es otro que el Corikente de las tradiciones orales, el picaflor de oro, mensajero de los dioses, cuyas plumas servían para la mascaipacha o corona imperial del Inca. Huiracocha es representado con dos varas, que al parecer eran realmente estólicas (propulsalanzas) o warakas (hondas gigantes andinas)
Inti: Era el dios sol y dios supremo, el cual ejercía la soberanía de la actualidad en el plano divino (Hanan Pacha). Igualmente era hijo del dios sol del mundo antiguo (Ñaupapacha) y reinaba sobre el ser humano en el mundo actual (Kaypacha). Inti era la divinidad popular más importante del imperio incaico siendo adorado en varios santuarios. Se le entregaban ofrendas de oro, plata y ganado, así como las llamadas Vírgenes del Sol. También se le hacían ofrendas humanas en el mes de los Capac hucha, la cual muchas veces consistía en reos de muerte, como dios más importante.
Mama Quilla: Era la madre luna y esposa de Inti. Madre del firmamento, de ella se tenía una estatua en el Templo del Sol, en el que una Orden de Sacerdotisas le rendía culto. Los antiguos moche a diferencia de los incas, consideraban a la Luna la deidad principal.
Pacha Mama: Llamada también Madre Tierra ya que era la encargada de propiciar la fertilidad en los campos. Se le tributaban ofrendas o pagos.
Pachacámac: Era una reedición de Viracocha, el cual era venerado en la Costa Central del imperio incaico. Era conocido como el dios de los temblores, y su culto hizo un aparente sincretismo con el actual Señor de los Milagros, el cual tiene rasgos de este antiguo dios pagano según la historiadora María Rostworowski.
Mama Sara: Era la Madre Maíz o del alimento, la más importante de las conopas (representaciones religiosas) de los alimentos junto con la coca y papa.
Mama Cocha: Madre del Mar, a quien se le rendía culto para calmar las aguas bravas y para la buena pesca. Era la madre que representaba todo lo que era femenino.
Dioses menores
Aparte del gran Huiracocha y su corte terrenal de Amauta, o sabios y primeros sacerdotes y administradores, el segundo cordón de clérigos, la nobleza militar y los Ayllus o gremios, regidos hasta en su más mínimo movimiento por la ley del Inca, el pueblo llano tenía su panteón con otros dioses menores, a los que -tal vez- le resultaba más sencillo y cercano dirigirse en busca de favores y soluciones.
La estrella rizada o de la mañana acompañaba al Sol, al igual que Illapa, dios del trueno y la batalla, como la imagen de la estrella de oro, la de la tarde, Venus o Chasca, hacía su guardia junto a la Luna, y Chuychú, el bello arco iris estaba por debajo de ambos grandes dioses. El arco iris fue luego elevado a dios de los nobles debido a que representaba la belleza que estaba reservada para los nobles
Las constelaciones de la copa de la coca (Kukaa Manka) era una constelación que cuidaba de las hierbas mágicas, como la constelación de la copa de maíz (Sara Manca) lo hacía con los alimentos vegetales, y la del jaguar (Chinchay) se encargaba de los felinos. El Wasikamayuq era el dios tutelar del hogar, mientras que el Qhaxra-kamayuq se esforzaba por evitar que los ladrones entraran en esa misma casa, y los Auquis asumían la vigilancia de cada poblado. Había también un dios de las tormentas y otro dios del granizo; tras Pacha Mama, la diosa de la Tierra, estaban Apu katikil y Pikiru, como dioses tutelares de los gemelos; la serpiente Hurkaway era la divinidad de lo que estaba bajo tierra, mientras que el ávidoSupay reinaba en el mundo de los muertos y no cesaba de reclamar más y más víctimas para su causa, lo que hizo que los españoles le dieran el nombre de diablo, aunque tenía cualidades benignas y malignas.
También estaba el dios Wakon o Kon, un hermano de Pachacamac expulsado por éste y que se llevó con él, al ser forzado a irse, la lluvia y dejó a la franja costera del Perú seca para siempre, un dios maligno y devorador de niños, de risa cruel y habilidad para rodar por las montañas; otros hermanos, Temenduare y Arikuté, dieron origen al diluvio con sus querellas conjurando a un temible monstruo de cientos de patas de agua.
En total y según algunas tradiciones orales El primer sol del mundo o tierra antigua (Ñaupa pacha) fue Viracocha, que creó su corte y tuvo 4 hijos: Kon o Wakon dios de las sequías, Mallko (Temenduare?) dios de la ley, Vichama (Arikute?) dios de la guerra y la venganza y Pachacamac, quienes regentaron sucesivamente el mundo actual destruyéndolo sucesivamente. Estos guardan relación con los 4 hermanos del mito de los hermanos Ayar, uno de los mitos de la creación del imperio incaico. Pachakamac a su vez tuvo de hijos al sol y la luna del mundo actual o Kay Pacha. Pachakamac se autoexilió al mar desde donde domina los terremotos, dejando el mundo en mando a su hijo Inti o sol del mundo actual.
Existen otras «huacas» o dioses, como Catequil, poderoso dios oráculo. Huallallo Carhuincho, dios de fuego con rasgos malignos; Wari, dios gigante de la guerra referido a la cultura del mismo nombre; Amaru, la serpiente mitológica divina, entre muchos otros nombrados en sin número de tradiciones orales recopiladas recientemente por aficionados como Toro Montalvo y los miembros de la asociación Dragones de sur.
ARQUITECTURA
La arquitectura incaica se caracteriza por la sencillez de sus formas, su solidez, su simetría y por buscar que sus construcciones armonicen el paisaje. A diferencia de sociedades costeñas como la chimú, los incas utilizaron una decoración bastante sobria. El principal material utilizado fue la piedra. En las construcciones más simples era colocada sin tallar, no así en las más complejas e importantes. Los constructores incaicos desarrollaron técnicas para levantar muros enormes, verdaderos mosaicos formados por bloques de piedra tallada que encajaban perfectamente, sin que entre ellos pudiera pasar ni un alfiler. Muchas veces esos bloques eran tan grandes que resulta difícil imaginar su colocación, las mejores muestras de esta habilidad se encuentran en la zona del Cuzco. Se sabe que los mejores talladores de piedra eran collas, provenientes del Altiplano y que muchos de ellos fueron llevados al Cuzco para servir al estado.
Kanchas
Kallankas
Ushnu
Tambos
El Acllahuasi
Centros administrativos provinciales
Conforme se iba expandiendo el imperio, se fueron construyendo centros provinciales desde los cuales se administraban las diferentes regiones conquistadas. La planificación estatal implicaba el uso de maquetas de barro en las que se representaba desde valles enteros hasta un edificio, antes de empezar a construirlo. En la costa, la piedra usualmente era sustituida por el tapial o el adobe.
Tambo Colorado
Huánuco Pampa
Tomebamba
Cajamarca
Quito
Construcciones de carácter religioso
Vilcashuamán
Coricancha
Construcciones militares y conmemorativas
Inca Huasi
Sacsayhuaman
Arquitectura de élite
Ollantaytambo u Ollantaytampu
Písaq
Machu Picchu
CERÁMICA
La cerámica incaica es distinta de los estilos que predominaron en la zona centroandina en la época pre-Tahuantinsuyo. El estilo inca se caracteriza por su producción en masa, habiéndose encontrado evidencias del empleo de una gran cantidad de moldes que permitieron difundir una producción sumamente estandarizada. Sus colores se caracterizan por el uso intensivo de diferentes tonos de marrón y sepia, además del rojo, negro, blanco, anaranjado y morado, que producían una gama relativamente variada de combinaciones. Se aprecia en la alfarería incaica la predilección por los diseños geométricos, predominando los rombos, barras, círculos, bandas y triángulos. Las formas típicas son el aríbalo y los queros, aunque estos últimos existieron desde el Horizonte Medio y fueron confeccionados también en madera y metal. El Estado incaico estableció distintos tipos de relaciones con los ceramistas locales y aprovechó de diferentes maneras sus técnicas y estilos alfareros. Se movilizaron vasijas de estilo local y se las hizo circular por todo el territorio, fusionándose de esta manera las diferentes técnicas existentes.
TEXTILERÍA
El arte textil incaico se caracteriza por sus tejidos con diseños geométricos o tocapus y por la fineza de su técnica. Los incas destacaron por sus tapices y sus estupendos mantos de plumas, también de diseños geométricos. Tuvieron un extraordinario sentido de la simetría, reflejado mediante la repetición de figuras estilizadas dispuestas de una manera sumamente ordenada. Para los incas la importancia de los textiles fue religiosa, social y política. Ellos expresaban su cosmovisión, su sentido del espacio y de sus divisiones. Eran símbolos de nivel social. Los famosos ponchos dameros, blancos con negro y rojos al centro se destinaban sólo a los orejones o generales allegados al Inca. Se dice que los diseños geométricos, que aparecen en algunos tejidos, servían también para identificar a los incas y sus familias. Desde la visión política los textiles representaban tesoros intercambiables, así como productos tributables que cohesionaban al imperio.
ESCULTURA
Los trabajos realizados en piedra constituyen el otro gran conjunto de realizaciones incaicas que merece la pena destacar. Suele limitarse a representaciones zoomorfas de auquénidos, llamas, vicuñas y alpacas, y fitomorfas, mazorcas de maíz, que son conocidas como conopas y a numerosos cuencos y recipientes llamados popularmente morteros. Entroncados en las tradiciones artísticas andinas, los incas supieron imprimir un carácter propio y original a sus obras que se basó en una simplificación de las formas por medio de volúmenes geométricos sencillos y una esquematización de los motivos decorativos muy próxima a una concepción estética geometrizante y cubista. El arte incaico se caracterizó por la sobriedad, la geometría y la síntesis, tendiendo más a lo práctico y funcional que a lo formal.
PINTURA
La pintura como expresión estética se manifestó en murales y mantos. Bonavía señala la diferencia entre paredes pintadas de uno o varios colores y los murales con diseños o motivos representando escenas diversas.
Los murales pintados se aplicaban sobre paredes enlucidas con barro empleando pintura al templo, técnica diferente a utilizada para las pinturas rupestres. Hacia el Horizonte Temprano, la pintura era aplicada directamente sobre la pared enlucida, mientras que durante el Período Intermedio Temprano’ se cubría el muro enlucido con pintura blanca para luego aplicarle el dibujo deseado. Otro medio usado en la misma época consistía en trazar motivos incisos sobre el barro húmedo para luego rellenarlo con pintura.
En la época moche se usó pinturas murales y de alto relieve de barro como los descubiertos en la Huaca de la Luna y en la Huaca del Brujo, en departamento de La Libertad, a unos 5 km al sur de Trujillo.
La técnica y el uso de mantos pintados sobre telas de algodón llano era costumbre de toda la costa, con mayor énfasis en el norte. Todavía por los años de 1570 a 1577 existían artistas especializados en el arte de pintar mantos que ejercían su oficio trasladándose de un lugar u otro. En aquel tiempo estos artesanos pedían licencia ante el oidor para usar de su arte e ir libremente por los valles sin ser estorbados.
En los museos y colecciones privadas se pueden apreciar estos mantos, empleados quizá para cubrir paredes desnudas o servir de vestimenta a los señores importantes.
Otro renglón dentro del arte pictórico fue la realización de una suerte de mapas pintados que representaban un lugar o una región. El cronista Betanzos cuenta que después de la derrota de los chancas infligida por el príncipe Cusi Yupanqui, los dignatarios cuzqueños se presentaron ante él para ofrecerle la borla y lo encontraron pintando los cambios que pensaba introducir en el Cuzco.
Esta noticia no sería suficiente para confirmar tal práctica si no fuese apoyada por otra referencia la afirmación en el juicio sostenido por las etnias de Canta y de Chaclla en 1558 – 1570. Uno de los litigantes presentó allí ante la Real Audiencia de los Reyes los dibujos de su valle indicando sus reclamos territoriales, mientras los segundos exhibieron una maqueta de barro de todo el valle. Sarmiento de Gamboa decía que al conquistar un valle se hacía una maqueta y se le presentaba al Inca, quién delante de los encargados de ejecutar los cambios se informaba de sus deseos.
ARTE PLUMARIO
Las prendas de plumería manifiestan un gusto estético por el color y se usaron en mantas camisas, abanicos y sombrillas para preservar del sol a los personajes conducidos en andas. Los brillantes tonos de las plumas empleadas señalan un origen selvático con lo cual concluimos que debió existir un trueque a lo largo y ancho del país entre la selva, la sierra y la costa.
El cronista Santa Cruz Pachacuti cuenta que para los grandes acontecimientos, como el matrimonio de Huayna Cápac con su hermana el día que recibió la borla o mascaipacha insignia del poder, se recubrieron los techos de paja de los palacios y los templos del Cuzco con las más vistosas mantas confeccionadas con plumas multicolores. El espectáculo debió ser magnífico y sobrecogedor pues los brillantes colores de las techumbres contrarrestaban con la sobriedad de las piedras y las cenefas de oro de los muros palaciegos.
ORFEBRERÍA Y METALURGIA
El área andina de Perú, Bolivia y Ecuador fue la cuna de la metalurgia a nivel sudamericano y surgió sin ninguna influencia proveniente del Viejo Mundo.
Existieron dos centros metalúrgicos uno en la zona del altiplano peruano – boliviano y otro en la costa norte en la región Mochica-Lambayeque. De estos dos lugares se difundieron los conocimientos al sur, hacia Chile y Argentina, y al norte, a Colombia y Panamá para llegar posteriormente a las costas occidentales de México.
La metalurgia en los Andes tiene una gran antigüedad y sus artífices lograron las más variadas técnicas y aleaciones.
En toda la costa existieron expertos plateros y durante al apogeo incaico sus gobernantes establecieron mitimaes en el Cuzco para la producción de objetos suntuarios. Diversos documentos nombran a estos grupos provenientes del Chimú, Pachacámac, Ica y Chincha. Es probable que sus obras siguiesen los gustos estéticos incaicos. Sabemos del establecimiento en Zurite, cerca del Cuzco de unos yanas plateros de Huayna Cápac, provenientes de Huancavilca (actual Ecuador) que residían en tierras del soberano y cuya obligación era fabricar objetos para el Inca.
La numerosa presencia en el Cuzco de plateros indígenas fue aprovechada posteriormente por los oidores, corregidores y encomenderos para la confección de vajillas personales de oro y plata, burlando la obligación del quinto del rey. Por ese motivo, son escasas las piezas de plata del siglo XVI en el Perú que tengan punzones.
Para la creación de armamento se utilizaba cobre y aleaciones de esta; como el bronce, sobre todo para la elaboración de cuchillos ceremoniales y hachas para la nobleza, también se cree que utilizaron platino y hierro aunque sólo para la elaboración de pequeños ornamentos.
Los incas contaron con varios instrumentos musicales de viento y percusión entre los que se encuentran: la quena, la tinya o Wankar, el calabacín, la zampoña y la baqueta. La música desempeñaba un papel importante en distintas ocasiones. Se sabe que había música amorosa, guerrera, fúnebre y agrícola. La música incaica se componía de cinco notas musicales.
Una característica fue la ejecución de música durante las labores agrícolas en tierras del Estado, con lo cual convertían las duras faenas del campo en amenas reuniones.
Los instrumentos musicales empleados en las manifestaciones corporales eran diversos según las danzas a interpretar, los integrantes, las regiones o los motivos de las celebraciones.
Las flautas eran uno de los instrumentos más populares. Las quenas por lo general, eran confeccionadas con huesos humanos mientras que otras flautas eran de arcilla, plata o, las más comunes, de carrizos.
Entre ellas destacan los sikus de caña y de cada instrumento está dividido en dos mitades con tonos complementarios y tocados por un par de instrumentos. Para formar una melodía es necesario que ambos instrumentos toquen alternadamente cuando les corresponde y además en forma simultánea con los demás registros.
Las antaras o flautas de Pan eran hechas de cerámica de nueve tubos acodados, las de carrizos se mantenían unidas por finas soguillas.
En cuanto a las trompetas halladas en las tumbas de la costa, pertenecían a uno de los tributos de los señores yungas. Con frecuencia se encuentran quebradas ya que su destrucción forma parte del ritual funerario.
El caracol marino o Strombus se representó desde la época de Chavín de Huantar y en quechua se le dice huayllaquepa. La voz pututu con el cual se le llama actualmente proviene del Caribe y fue traída por los españoles a la par que las palabras maíz, chicha y ají, entre otras. Es una adaptación de fututo por no existir en el quechua la letra «f».
Un instrumento musical básico fue el tambor. Éste podía ser de diversos tamaños y sonidos, y se utilizaba para marcar el ritmo en las danzas y bailes colectivos. Los había pequeños, ilustrados por Guaman Poma, que eran tocados por mujeres; grandes, que eran confeccionados con piel de puma u otorongo y llamados poma tinya y finalmente, los runa tinya, confeccionados con piel humana.
El compás se marcaba también con cascabeles de plata o racimos de semillas que se ataban a las piernas de los danzantes. En la cultura moche, los grandes señores o los dioses usaban atados a sus cinturas grandes sonajas de oro, como las del Señor de Sipán.
Entre los grupos campesinos y en ciertas festividades o celebraciones soplaban en las cabezas secas de venados como si fuesen flautas y marcaban con ellas los pasos de los danzantes.
LITERATURA Y LENGUA
El Imperio incaico era un estado multicultural y plurilingüístico, que englobaba algunas de las regiones de altísima diversidad cultural y lingüística como son el norte de Perú, Ecuador y en menor medida el este de Bolivia. Algunas lenguas fueron ampliamente usadas junto con las lenguas quechuas. Entre las lenguas más importantes destacan algunas que estuvieron asociadas a reinos preincaicos de importancia. Una lista no extensiva de lenguas regionalmente importantes es:
En la región de los Andes Centrales florecieron, a lo largo de 2000 años, numerosas sociedades indígenas unificadas en el siglo XV por los incas. El imperio incaico era inmenso. Se extendía desde el sur de Colombia hasta la región de las actuales ciudades de Santiago de Chile y Mendoza y, en sentido este – oeste, desde la selva amazónica hasta la costa del Pacifico. A pesar de su enorme superficie, se encontraba muy bien comunicado por 10 000 Km de caminos. El imperio incaico reunía bajo una administración y una lengua común, el quechua, a varios millones de personas que pertenecían a diferentes pueblos. La capital del imperio se estableció en la ciudad de Cuzco, donde residían el rey y los funcionarios. Desde allí, los funcionarios planificaban la construcción de puentes y caminos para facilitar las comunicaciones, controlaban el trabajo de los pueblos sometidos en las tierras y las minas, decidían la realización de obras de riego para aumentar el área cultivable y dirigían la guerra.
Los incas se hallaban establecidos en la región del valle de Cuzco, en el actual Perú. Alrededor del año 1200 iniciaron los primeros intentos de expansión sobre otros pueblos. Este proceso se aceleró durante el siglo XV. Algunos pueblos fueron derrotados; otros, en cambio, se aliaron con los agresores. Ellos eran poderosos, sabios, y valientes; conquistaron gran parte de sud-américa, extendiendo sus cultura y enseñanzas que perduran hasta hoy en día; sus conocimientos agrícolas sobre los cultivos, la fecha de la siembra y la utilización del agua, se siguen usando por nuestros paisanos. Nadie puede negar su habilidad en la construcción de fortalezas, ciudadelas, recintos sagrados; el arte, la pintura, la orfebrería, el dominio del oro y la plata para la creación de joyas y representaciones hermosas.
Quien podría olvidarse que fueron ellos los que realizaron las trepanaciones craneanas; que emplearon la hoja de coca como analgésico natural; que realizaron textiles con colores naturales; que domesticaron al cuy, vicuña, llama, para que hoy en día nos sirva de medio de carga y transporte.
Agradezcamos y sintámonos orgulloso de pertenecer a la raza INCA, ya que gracias a ella el mundo puede comer la papa, el chuño, la quinua, la quiwicha, y el maíz.
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