El numero de las tropas que Escipión llevo a África difiere según los autores, el propio Livio prefiere no mojarse y nos confiesa que el no da ninguna por su parte pero que los autores a los que ha consultado dan cifras que oscilan entre los 12.000 y 35.000 hombres, por mi parte es mas lógico pensar en una cifra alta, quizás esos 35.000 soldados, no creo que sea para menos el atacar el corazón de las posesiones enemigas, también se hizo el general romano con un buen arsenal de armas de sitio, no dejando nada a la improvisación.
La flota de guerra y transporte se concentro en Lilibaeum y el mando de la misma le fue entregado al mejor colaborador y amigo de Escipión, Cayo Lelio. El pretor M. Pomponio se encargo del embarque de los suministros para el ejercito ( se dispusieron raciones y agua potable para los siguientes 45 días), tras concluir el embarque de tropas y abastecimientos Escipión reunió en tierra a todos los pilotos, capitanes y a dos soldados de cada barco a los que dio instrucciones precisas de como se tendría que llevar a cabo la travesía. Dispuso el general que tanto el como su hermano (Lucio Escipión) se harían cargo del ala derecha de la formación naval con 20 barcos de guerra, en el centro, los barcos de transporte (unos 400), el ala izquierda seria comandada por el jefe de la flota C. Lelio y Catón (que por aquel entonces era cuestor). Los barcos de guerra llevarían una luz, los de carga dos y el barco insignia tres, la flota se dirigiría hacia el sur, el punto o la zona de desembarco elegida fue la de Emporio, la rica zona situada, eso si, muy al sur del corazón de las posesiones cartaginesas, pero al mismo tiempo cerca de la zona en la que se movía su amigo y aliado Massinisa, esperaba ademas Escipión que conquistaría la región antes que desde Carthago pudiesen llegar refuerzos. Tras comentar y darles todas estas instrucciones envío a todos de vuelta a sus naves. Al amanecer del día siguiente, desde la costa, el espectáculo de la flota debía ser soberbio, decenas de miles de personas se disponían a despedir la escuadra, estaban allí las legiones que quedaban en la isla, la población de la ciudad y alrededores y las legaciones que de toda Sicilia habían acudido a despedir al prestigioso general romano. Escipión, desde su barco insignia, arengo a la flota y, tras realizar los debidos sacrificios rituales, dio la orden de partida, poco a poco la flota se fue perdiendo en el horizonte impulsada por un fuerte viento, la campaña que pondría fin a la II Guerra Púnica había comenzado.
Es extraño ver como, tras escoger y planificar el desembarco en la zona de Emporio, Escipión decide de buenas a primeras y parece ser que llevandose por los augurios o la suerte cambiar totalmente el diseño estratégico de la campaña y dejarse caer en el área mas poblada del territorio púnico, a pocos kilómetros de la capital enemiga y rodeado de poderosas ciudades hostiles. El único punto a su favor es, sin duda, la cercanía de su base de suministros, Lilybaeum, que queda ahora a solo dos o tres días de navegación. No obstante la jugada es sin duda arriesgada, y posiblemente se equivoco, pues pocos meses después se encontraría empantanado en el asedio a la ciudad aliada a Carthago, Utica, y con poderosos ejércitos enemigos maniobrando a su alrededor.
La flota romana, ya en alta mar, se encontró enseguida con una densa niebla que desoriento a los pilotos, poco falto para que algunos barcos no se embistiesen entre si. La niebla duro hasta la noche y al día siguiente, y de nuevo al atardecer, la misma niebla envolvió de nuevo a la escuadra. Al amanecer del tercer día de navegación la niebla se disipo y un fuerte viento empujo a los barcos hacia la costa de África, divisaban ya entonces la misma, era el cabo Bon. Escipión ordeno largar las velas y dejarse empujar hacia otro lugar de la costa, la flota viro hacia el norte y en linea recta fue empujada hasta un saliente mas de la costa púnica, era el cabo (llamado por los romanos promontorium) Pulchrum, el augurio le pareció favorable ( Pulchrum quiere decir bello o afortunado) y decidió desembarcar sus fuerzas en aquel lugar.
La población púnica, tras divisar la inmensa flota y posteriormente la multitud de los desembarcados, emprendió la huida hacia la capital y las restantes ciudades de la zona, una turbamulta de soldados, hombres, mujeres y niños atestaron los caminos, unidos a largas columnas de ganado que se arreaba fuera de las tierras que pronto serian campo de batalla. En la capital, conmocionada por la noticia, se dispusieron confusamente para la defensa, se reforzaron las guardias en toda la metrópoli y se envió un contingente de 500 jinetes a hostigar y espiar a las fuerzas enemigas. Por aquel entonces no se disponía en África de ningún ejercito realmente competente, ademas, se decía, el único general de prestigio a mano, Asdrúbal Giscón, ya había sido derrotado antes por Escipión en Hispania, no obstante se recurrió a el y se le pidió que asumiera el mando de las operaciones.
Mientras tanto, los romanos, una vez desembarcados, avanzaron hacia Utica, elegida por Escipión como primer objetivo de la campaña. En primer lugar se enfrento a la caballería cartaginesa que les vigilaba, disperso al contingente enemigo y entre otros cayo el propio Hannón, su comandante (hay dos Hannón en esta historia, no confundirse) , como fruto de la primera operación de castigo contra el territorio enemigo se capturaron 8.000 hombres entre ciudadanos y esclavos (habitantes de la región que no habían tenido tiempo, o no habían querido, retirarse), se tomo una rica ciudad por el camino y todo ello, riquezas y prisioneros, se embarco en parte de la flota que se envió de vuelta a Sicilia. El suceso mas importante del momento es la aparición de Massinisa, quien llega un día al campamento de Escipión con sus fuerzas, el numero de sus tropas, imprescindibles en un futuro no muy lejano, oscila según los autores, para unos 200 jinetes, para otros, los mas, unos 2.000.
Las fuerzas romanas avanzaron ahora hasta los alrededores de la ciudad de Utica seguidos de cerca por la flota romana, que por la costa, seguía los pasos del ejercito de tierra.
EL EJERCITO CARTAGINÉS
No existía ningún ejercito como tal en el momento en que los romanos desembarcan en el norte de África Las antiguas guarniciones de soldados profesionales han sido ya empleadas en las guerras de Sicilia o enviadas a los diferentes frentes de la guerra. Lo único, mas alla de un núcleo de tropas profesionales, con lo que los cartagineses pueden contar es con movilizar las milicias ciudadanas y apoyarse en la alianza de Sifax, volcando así un ingente ejercito sobre el reducido, pero profesional, ejercito romano. Finalmente, tras la derrota de este heterogéneo ejercito, solo quedara llamar a las ultimas fuerzas profesionales con las que cuentan los cartagineses, los ejércitos de Aníbal y Magón Barca.
El ejercito de Escipión llega ante la poderosa polis púnica. Se abre ahora ante el romano la posibilidad de realizar un ataque sobre la única fuerza cartaginesa de cobertura que existe en el área, una fuerza de unos 4.000 jinetes reunidos por Hannón para hostigar las lineas romanas, erróneamente el oficial púnico las ha acuartelado en la ciudad de Salaeca, de esta forma, en vez de permanecer en campo abierto se encierra entre unas murallas. Escipión, que se da cuenta del error cometido por su adversario, cree conveniente aplastar este contingente antes de atacar Utica. Envía ahora por delante a Massinisa y sus fuerzas hasta las puertas de la ciudad de Salaeca, el numida llamara la atención del cartaginés y le atraerá hacia una emboscada. Así ocurrirá, los cartagineses responderán a la provocación del rebelde y poco a poco irán desplegando desordenadamente su caballería contra el débil enemigo, Massinisa combate en tanto y cuanto solo encuentra ante el jinetes desorganizados, pero cuando el general enemigo logra organizar sus destacamentos y ataca decididamente debe replegarse. Escipión, que espera detrás de unas lomas con su caballería, espera el momento en que Massinisa, en su retirada, les atraiga al lugar de la celada, y así ocurrirá, atraídos en su persecución al lugar en donde se encuentran las fuerzas del general romano los cartagineses son machacados. Hannón y unos 1.000 jinetes son rodeados y muertos, los demás se dispersan y perseguidos por los romanos y sus aliados son capturados unos 2.000 mas, aunque propiamente cartagineses no mas de 200, pertenecientes algunos de ellos a importantes familias de Carthago. Libre ahora de la oposición enemiga, dejo una guarnición en la ciudad y durante una larga semana precedió a devastar los campos del enemigo en una vasta extensión consiguiendo así reunir un ingente botín. De vuelta al campamento embarco todos los prisioneros y bienes saqueados en la flota de Sicilia y fue así remitida a Lylibaeum (la flota que le servia de cordón umbilical con Sicilia y que le proveía de todo tipo de abastecimientos).
Escipión volcó ahora todos sus recursos sobre la ciudad sitiada, se procede a un férreo cerco y asedio de la misma, las fuerzas de marina, mediante el uso de una torre de asalto construida sobre dos quinquirremes y que, provista de catapultas, lanzaba todo tipo de proyectiles sobre las murallas enemigas, atacan un sector de la muralla y las de tierra otro, apoyados también por catapultas y todo tipo de material de asedio que son emplazados en una loma que domina la ciudad, los asaltos son
repetidamente rechazados, destruyendo los cartagineses la torre construida sobre las quinquirremes. No carece de nada Escipión, pues posee todo tipo de armas de asedio y soldados voluntariosos, sin embargo, y pese a que se intenta todo lo que esta escrito, por ejemplo golpeando sus murallas con arietes, arrancando mediante largos ganchos las protecciones de cuero que hacían mas alta la muralla y protegían a sus defensores, fracasa ante la decidida defensa presentada por los uticenses, que no cejaban y golpeaban repetidamente a las fuerzas de asalto romanas desde las mismas murallas o en numerosas salidas en las que destruían las armas de asedio enemigas. Este precioso tiempo que el general romano pierde ante la ciudad cartaginesa es empleado por sus enemigos para organizar sus fuerzas.
Asdrúbal Giscón, nombrado general en jefe (no existia en la ciudad otro con su experiencia, por lo que se vieron obligados a entregarle el mando), procede rápidamente a realizar una leva por la que levanta unas fuerzas de 30.000 infantes y 2.000 jinetes que acampa fuera de las murallas de Carthago, sin embargo, espera todavía el apoyo del ejercito de Sifax al que se ha mandado llamar y rogar que acuda a la defensa de África. Cuando por fin llega su contestación, y finalmente su ejercito, Asdrúbal levanta el campamento y avanzan sobre el enemigo. Sifax cuenta con unos 50.000 infantes y 10.000 jinetes, entre ambos alinean unas fuerzas sobre el papel irresistibles, se acampa así entre Utica y Carthago, posiblemente al otro lado del río Bagradas, cada ejercito en su propio campamento. La llegada de las fuerzas enemigas obligaron a Escipión a abandonar el asedio que hacia ya 40 días mantenía sobre la ciudad púnica, se aproximaba el invierno, por lo que procedió a dejar de lado las operaciones y se volcó en las obras de defensa del campamento en donde se dispondría a invernar. Eligió establecerse en una lengua de tierra que se abría hacia el mar no lejos de Utica. Se fortifico mediante una empalizada que cerro la parte de su perímetro que daba al continente, en el terreno así acotado estableció a las legiones y a la flota, que varada en las playas que daban al norte, dando a Útica De esta manera las fuerzas contendientes se recogieron en la estación invernal y así concluyen las operaciones en este año del 204 a.C.
Se hacia realmente complicado tomar una ciudad de cierto tamaño si esta decidia realmente resistir al asaltante. La proliferacion de la artilleria defensiva a estas alturas de la historia era espectacular. Pocas ciudades de entidad pordran ser tomadas ya en un asalto frontal, todo gracias a esta serie de artilugios que aterrorizaban al atacante y, cuando menos, le obligaban a tomar una serie de medidas solo al alcance de ejercitos con una organizacion soberbia. En la II guerra punica ninguna gran ciudad fue tomada en combate, solo la traicion o la sorpresa mas absoluta permitio al asaltante llegar a lo alto de las murallas de Capua, Carthago Nova, Siracusa y otras, ante las cuales cualquier ataque frontal habia fracasado lamentablemente.
La llegada del invierno del 202 a.C. hizo que los dos ejércitos contendientes se estableciesen en campamentos suspendiendo las hostilidades a gran escala. Ahora los romanos se reabastecieron recibiendo de Sicilia e Italia grandes cantidades de grano, que sumada a la conseguida en los territorios enemigos circundantes, les permitieron sobrellevar el invierno sin contratiempos. Todos los demas suministros solicitados por Escipiòn parece que se entregaron también sin mayores dificultades, como por ejemplo las cerca de 1.200 togas y 12.000 túnicas pedidas para la tropa. A la llegada de la primavera, de nuevo fueron enviadas al África, al campamento de Escipiòn, gran cantidad de abastecimientos de todo tipo, desde Hispania, Cerdeña y sobre todo Sicilia, se volcaban las autoridades en satisfacer todas las necesidades del ejercito expedicionario.Los cartagineses, entre tanto, preparaban la flota y enviaban legados a Hispania y Liguria para reclutar allí mercenarios, buscaban no obstante los mejores, los hispanos celtíberos, finalmente consiguieron su propósito reclutando a cerca de 4.000 infantes, infantería pesada, que se dispusieron a enviar a África dado que las lineas de comunicación marítima se encontraban mas bien expeditas entre Hispania y las ciudades cartaginesas situadas al norte de Carthago.
El comienzo, o mas bien , la continuación de la campaña, no se hizo esperar, Escipiòn, que había mantenido el bloqueo de Utica, daba cara ahora a los ejércitos enemigos acampados confiadamente a pocos kilómetros de sus fortificaciones. Los cartagineses se preparaban para las operaciones (por Polibio sabemos que pretendían bloquear al ejercito romano por tierra y mar hasta hacerle perecer), aunque bien es cierto que mas indolentemente, habían recibido por fin cierto numero de mercenarios galos y ligures de refuerzo que esperaban y la flota púnica había sido preparada ya para el enfrentamiento con la misión de atacar las lineas de comunicación de Escipiòn con Sicilia, si bien tarde, si al menos parecía que daban por fin el necesario paso del enfrentamiento naval. Por tierra, Escipiòn, posiblemente gracias a una tregua previa, renovó el intento de llegar a un acuerdo don el poderoso rey numida Sifax, mediante el uso de legados Escipiòn se comunicaba con el rey africano, pronto pudo apercibirse el romano que las condiciones exigidas por el numida no eran, para el, aceptables. Sifax ofrecía al romano que los cartagineses quedarían con África evacuando Italia mientras que Roma mantendría sus actuales conquistas, pese a que las conversaciones perdieron pronto el interés para el romano, decidió mantenerlas (2)e incluso alargarlas, dando esperanzas de una solución negociada, al apercibirse que sus legados le proveían de una interesante información acerca de las condiciones del campamento enemigo, parece que toscamente construido, principalmente a base de cabañas anárquicamente distribuidas y con materiales altamente inflamables. Decidió Escipiòn proseguir las negociaciones y al final, junto con sus legados, y haciendo de servidores o esclavos de estos, enviaba a centuriones de primera clase de probado valor y prudencia para que, mientras los legados parlamentaban con el rey numida y sus validos, ellos, dejandose ir por el campamento enemigo, observasen la disposición de las puertas, guardias y demás, se informasen de la distribución de las tropas, donde acampaban los púnicos y donde los numidas, que distancia habían entre ambos campamentos etc. Durante varios días se sucedieron los contactos entre romanos y numidas, hasta que, llegado un día determinado, los romanos exhortaron a Sifax a hablar con Asdrùbal y decidir ya la postura que se disponían a adoptar, aprovechando entonces que el rey salió a entrevistarse con Asdrùbal a su campamento, los espías romanos recorrieron mas detenidamente las posiciones numidas de tal forma que, cuando regresaron los legados al campamento romano con la respuesta púnica, Escipiòn ya tenia toda la información que necesitaba para el ataque que proyectaba. Asdrùbal Giscòn había cambiado o anexado algunos nuevos artículos al tratado (la impaciencia romana por firmar el tratado la había interpretado como debilidad y se quería aprovechar de ello), cosa que le vino como anillo al dedo a Escipiòn para rechazarlo y sin mas contemplaciones dar por acabada la tregua.
COMIENZO DE LAS OPERACIONES
Tras botar las naves y disponer su ejercito para regresar a Utica a proseguir el asedio, ocupo con 2.000 hombres la colina que domina la ciudad púnica y desde donde se habían lanzado los ataques mas serios contra las murallas de la ciudad. El propósito de este movimiento era, por un lado, no dar pistas sobre sus intenciones reales, simulando que podía proseguir el asedio en regla de la ciudad, y por otro, proteger su flanco ya que cuando avanzase contra Asdrùbal y Sifax, el campamento quedaría mal guarnecido y a expensas de cualquier ataque que se hiciese desde la ciudad, los 2.000 hombres situados en la colina amenazaban así a cualquier contingente púnico que pudiese salir de Utica para dirigirse hacia las posiciones romanas. Dividió entonces sus tropas en tres columnas: la primera, la caballería al mando de Massinisa, fue enviada mas alla del campamento de Sifax, cubriendo la retirada de las gentes de Sifax, el segundo grupo, al frente del cual se encontraba Lelio, atacaría directamente el campamento del numida, el tercer grupo, el del propio Escipiòn, acecharía fuera del campamento púnico hasta que encontrase la oportunidad de actuar. El avance nocturno hasta las posiciones del enemigo se hizo sin contratiempos y de esta forma, cuando cada uno llego a sus posiciones pudo comenzar el ataque. De repente, cientos de soldados portando teas encendidas se acercaron a las empalizadas del enemigo y las lanzaron al otro lado de la misma, el campamento numida, construido todo el sin cuidado y en pleno desorden, y compuesto principalmente de tiendas o parasoles hechos a base del ramaje que se había recogido de los alrededores. El fuego no tardo en prender con fuerza y en poco tiempo el caos se apodero del campamento, parece ser nadie sospechaba todavía lo ocurrido, todos lo atribuían algún accidente y por ello se limitaban tan solo a alejarse de las llamas descuidadamente, muchos salieron así en tromba del campamento a campo abierto, otros murieron sin remisión entre el gran fuego que se formo en el interior de la empalizada o aplastados por sus compañeros al confluir en su huida por las puertas gran cantidad de soldados al mismo tiempo. Los mas, sin embargo, fueron los que cayeron en manos de los romanos que esperaban fuera del campamento. Los cartagineses, entre tanto, que vieron a lo lejos el resplandor del gran incendio que se había desatado en el campamento numida, en principio también pensaron que se debía a algún echo fortuito, por ello los unos, que acudieron en ayuda de sus aliados, y los otros, que salieron del campamento a contemplar el trágico espectáculo, cayeron en manos de las tropas del propio Escipiòn que acechaban en la oscuridad de la noche, al momento entre los cartagineses cundió el pánico que soldados romanos aprovecharon para irrumpir en el campamento enemigo y prender también fuego en el mismo, fue un completo desastre para los cartagineses, Asdrùbal, que dio al instante todo por perdido (al ver la catástrofe que se avecinaba y la imposibilidad de organizar, en medio del caos, cualquier defensa efectiva) escapo del campamento con parte de la caballería sin detenerse por un camino, en aquella fatídica noche, desbordado de hombres y animales desperdigados y puestos en fuga. Peor fue la suerte de las tropas de Sifax, la caballería de Masinissa dio fácil cuenta de la mayor parte de los numidas que huían de su campamento y fueron pocos los que consiguieron quedar sanos y salvos lejos del alcance de sus enemigos. Asdrùbal se recogió en una localidad cercana, en donde trato de reorganizar y recoger a los supervivientes, sin embargo, las tropas romanas avanzaban con decisión y, atemorizado, levanto de nuevo el campamento para retirarse ya sin descanso hasta la propia capital.
Tras la humillante derrota, los aliados se dispersaron, Sifax reorganizaría a sus fuerzas no lejos de allí, y Asdrùbal resolvió dirigirse rápidamente a Carthago no fuese a ser que, con las noticias de la derrota, los partidarios de la paz empujasen al senado a adoptar alguna resolución contraria al mantenimiento de las hostilidades.
Tras serenar los ánimos, en el senado de Carthago, se discutieron en aquel entonces tres posibilidades o salidas a la actual crisis: la primera, entablar conversaciones de paz, defendida por Hannòn y los suyos, la segunda, llamar a Aníbal a Italia junto con sus tropas veteranas, y la tercera,reponer por sus propios medios el ejercito en África y proseguir la guerra.
El resultado del debate estaba claro, la preponderancia del clan barcida unida a la influencia de Asdrùbal Giscòn y los suyos llevaron a adoptar la tercera de las resoluciones, se reorganizarían las tropas y se volvería al combate, ademas se contaba con el refuerzo de miles de mercenarios celtíberos, lo mejor de esa nación, infantería pesada. Se realizo una nueva leva tanto en la ciudad como en los campos, mientras tanto, Sifax, exhortado por su esposa Sofonisbe, trataba también de restablecer sus fuerzas y se reorganizaba en la medida de sus posibilidades y, habiendo regresado a su reino, había emprendido a su vez una enérgica leva de jóvenes e inexpertos reclutas a los que armo con armas y caballos. Los romanos, entre tanto, retomaban con energía el asedio de Utica al saber que los cartagineses preparaban un nuevo ejercito de campaña.
El tiempo que perdió Escipiòn ante Utica fue aprovechado por Asdrùbal para reorganizar y reforzar a base de levas las fuerzas cartaginesas, saliendo de Carthago con su ejercito (como se vera mas adelante de ínfima calidad), recogió a mitad de camino a 4.000 mercenarios celtíberos recién llegados de Hispania y se dirigía al encuentro de Sifax, que acampaba entonces en un territorio denominado Las grandes llanuras, lejos, en principio, del radio de acción del ejercito romano.
LA BATALLA DE LAS GRANDES LLANURAS
No fue este un choque con mucha historia, por un lado, los cartagineses alineaban un heterogéneo ejercito compuesto en su mayoría por reclutas provenientes de una enérgica leva ciudadana, por otro, los numidas de Sifax, que había perdido lo mejor de sus fuerzas en el choque nocturno junto al Bagradas, tan solo confiaba en el núcleo de sus fuerzas de caballería, siendo, en general, también provenientes de una precipitada leva en sus territorios, de esta forma las únicas fuerzas realmente competentes eran los 4.000 celtíberos que formaban parte del ejercito púnico y sobre los que recaerá todo el protagonismo de la batalla. El numero de las fuerzas enfrentadas es siempre difícil de evaluar, probablemente los romanos no serian mas de 20.000 hombres e incluso menos, hay que contar con las tropas que tenia que dejar en su base de operaciones (Castra Cornelia) y que en realidad deducía acertadamente que sus enemigos carecían de una capacidad de combate medianamente seria.
Guerreros celtíberos
Una vez desplegadas las diferentes unidades, los cartagineses enfrentaron a los celtíberos contra el frente romano mientras ellos y los numidas los flanqueaban cubriendo así los lados de esta formación y al mismo tiempo los de todo el frente de batalla. Las fuerzas romanas, alineadas como era ya habitual, avanzaron al ataque al tiempo que Masinissa con su caballería se enfrentaba directamente al flanco defendido por los cartagineses y la caballería italiana al de los numidas de Sifax. Los cartagineses y sus aliados africanos no aguantaron si quiera el choque con la formación romana, ya que de inmediato cundió el pánico entre sus lineas y el salvese quien pueda se apodero de todos los combatientes. Por suerte para ellos, mientras todo el frente se deshacía, los celtíberos, a sabiendas de que no tenían la menor oportunidad de huir en esta tierra extranjera (a la que habían llegado tan solo para combatir a los romanos) y que ademas, probablemente, su prestigio y honor les impelía a cumplir con su deber, sostuvieron un desigual combate contra la mayor parte del ejercito romano deteniendo el avance de este y dando así oportunidad de escapar con éxito a la mayor parte de las fuerzas cartaginesas y aliadas, sin embargo, y pese al heroico comportamiento de los celtíberos, no pudieron evitar ser rodeados por los flancos, tras lo que su fin no tardo en llegar siendo casi todos ellos exterminados. Lastima de guerreros que, sin duda, habrían servido de gran utilidad a Aníbal Barca en las largas jornadas que quedaban por llegar.
Tropas romanas, hastati y velites.
Tras la derrota Asdrùbal decidió exiliarse y no sin razón, pues al llegar la noticia de la severa derrota a Carthago fue acusado y condenado, aunque en ausencia, a muerte. Asdrùbal se retiro, seguramente a sus propiedades, donde se dedico a reorganizar sus fuerzas reclutando y armando por su cuenta a desertores, esclavos, delincuentes mas las tropas que había traído consigo desde el campo de batalla, llegara así a reunir a unos dos o tres mil jinetes y 500 infantes que mantendrá a base de saquear los territorios circundantes. En Carthago el mando del ejercito recayó ahora en un Hannòn, hijo de Bomìlcar, ahora que Asdrùbal había sido puesto fuera de la ley.
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