El Tabaco
El tabaco. La planta del tabaco se cultiva en todos los continentes en climas cálidos, pero es oriunda de la América tropical. Pertenece a la familia de las solanáceas. Sus distintas especies difieren por la forma y por el tamaño de las hojas. Se trata de una planta anual, con un tallo de 0.50m y 3m de altura, que tiene numerosas ramas de las que salen hojas grandes lanceoladas, que se emplean para fabricar cigarrillos, tabaco en rama o rapé. La planta de tabaco tiene grandes hojas viscosas y flores rojas, verdes o azuladas según la variedad, las cuales tienen forma de embudo, que se abre en su parte superior en una estrella de cinco puntas.
Todas las partes de la planta del tabaco tiene un olor fuerte acre, desagradable, que para los fumadores es agradabilísimo, pero después de su fermentación.
Además la planta contiene diversos principios activos, entre los cuales se halla la nicotina, sustancia venenosa que se encuentra en dosis mínima y que obra más como narcótico que como veneno.
Su cultivo.
El cultivo del tabaco no es fácil, pues requiere de algunos cuidados y de una técnica de recolección especial. El cultivo y la fabricación están sujetas a las leyes que varían en cada país. Se limita el cultivo a ciertas regiones autorizadas y adecuadas por su clima.
Las hojas llegan a las fabricas envueltas de forma especial; luego estos paquetes son abiertas y se hace una primera selección, separando las hojas según su calidad. Luego se envuelven y se sacuden, para que se desprenda la arena y el polvo pegada en ellas.
Se procede después a rociar las hojas con sal común y a prepararlas para la desecación. La sal impide la fermentación pútrica y aleja los insectos. Luego se sigue un procedimiento especial para machacar las hojas de tabaco y quitarle las nervaduras más gruesas.
Todas las variedades de tabaco proceden de dos o tres especies originarias de América, diferenciándose por el tamaño, espesor y color de la hoja de acuerdo con las diversas condiciones del clima y del terreno en que se cultiva.
Historia del tabaco
La humanidad fumó desde tiempos muy remotos, pero necesariamente tabaco.
Herodoto, Plutarco, Pomponeo y Plinio ya nos hablaban de unos hombres que fumaban una hierba rara. Según la historia, cuando Cristóbal Colón y su gente exploraban las tierras de Santo Domingo, notaron que había algunos indígenas que tenían en la boca una especie de tiza encendida, de la cual aspiraban el humo.
El embajador de Francia, Juan Nicot, era un apasionado de la botánica, y consiguió unas semillas y la sembró en el jardín de su residencia. Creyendo que podía tener virtudes terapéuticas, empezó a estudiar sus aplicaciones, y en poco tiempo todo Europa conocía el poder la nueva planta para curar jaquecas, llagas gota y hasta mordeduras de perros.
Pero, si por un lado los hombres de ciencia veían en esta planta un importante medicamento, la gente empezó con la costumbre de fumar. Poco a poco el uso del tabaco empezó a difundirse. Aún reconociendo el perjuicio que causaba a la salud, los hombres no supieron ni quisieron resistir a la tentación de fumar, como sigue sucediendo hasta hoy en día.
Fabricación de los cigarros.
Para confeccionar los cigarros puros, se enrolla con los dedos los restos de las hojas en sentido longitudinal; después se comprime y se reviste con una envoltura consistente en una hoja convenientemente cortada. Con un poco de pegamento se pega el extremo de la envoltura al cuerpo del cigarro, que no debe demasiado apretado para que se fume mejor.
Para fabricar los cigarrillos se enrollan hojitas de papel engomado en torno a moldes de madera colocadas sobre un recipiente de madera hueca, que sirve para mantener firmes los cigarrillos. El conjunto se coloca en el interior de una matriz hueca; se quita el molde y se prensa el tabaco. La operación se realiza por diversos procedimientos muy rápidos y prácticos.
Para preparar el tabaco en polvo se debe procurar, ante todo, favorecer su fermentación. Las hojas se mojan en agua caliente, se trituran minuciosamente con maquinas especiales, y luego se procede a su fermentación. Para ello se forman masas de tabaco y en el centro se practica un orificio en el que se introduce un termómetro. Al cabo de diez o quince semanas, la temperatura del tabaco sube a 70 u 80 grados y se desprende de él gran cantidad carbonato amoniaco y carbonato de nicotina y desaparece todo el acido del tabaco. Luego se machaca el tabaco y se le reduce a polvo; se le cierne para separar las diversas parte reducidas a diferente grados de finura, tras lo cual hay que mojarlo con agua salada y ponerlo a fermentar nuevamente con agua salada y ponerlo a fermentar nuevamente en capsulas a unos cuanta grados, por espacio de siete u ocho meses; esta fermentación hace que se desarrolle todo el aroma del tabaco, que ya esta listo para que lo empaqueten.
Algunas variedades
De todas las clases de tabaco, diferenciadas según su preparación, el Burley es el que más se elabora en EE.UU., y se usa tanto para cigarros como para pipa. El rubio que se cultiva y elabora en Virginia es el tipo más importante para cigarrillos en América, y se exporta en enorme cantidades.
La diferencia entre rubio y negro depende del sistema de preparación y no de variedades. El tabaco de cuba es el más famoso del mundo por su aroma; con el se hacen los más finos puros.