El sistema solar. El Sistema Solar se formó a partir de una nube de gas y polco (compuesta fundamentalmente por hidrógeno y helio) sometida a un colapso gravitacional hace miles de millones de años.

Gran parte de la masa de esta nube se concentró en el sol, transformándolo en una estrella capaz de provocar en su interior las reacciones nucleares de fusión que le permitirán contar con una fuente de energía propia. Los otros componentes del sistema solar no consiguieron la masa necesaria para desarrollar en su interior este tipo de reacción. Esta nube de polvo inicial se formó, probablemente, a partir de material generado por la explosión de una supernova, ya que, en caso contrario, no se explicaría la presencia de algunos metales pesados, por ejemplo, el uranio, que se encuentran en la Tierra.

En el sistema solar se observan planetas y satélites que giran alrededor del Sol, asteroides, cometas y materia interplanetaria. Es posible dividirlo en dos grandes áreas:

  • El sistema solar interno, que comprende la zona más próxima al Sol
  • El sistema externo, la región más alejada al Sol

El sistema solar interno comprende los planetas:

  1. Mercurio
  2. Venus
  3. La Tierra
  4. Marte

El sistema solar externo:

  1. Júpiter
  2. Saturno
  3. Urano
  4. Neptuno

Más alejado se halla:

  1. Plutón, cuya naturaleza difiere de las de los planetas jovianos.

Por último, a distancia que pueden alcanzar las 100.000 unidades astronómicas equivale a distancia entre la Tierra y el Sol, es decir unos 150 millones de kilómetros), existen millones de cometas sin cola que describen orbita alrededor del Sol.

Los planetas ricos en componentes metálicos y de naturaleza rocosa que se hallan en el sistema solar interno. Por el contrario, los jovianos se ubican en el sistema solar externo y están compuestos fundamentalmente por gases ligeros, por ejemplo, el hidrógeno y el helio. En Urano y Neptuno abundan los gases pesados, como el metano y el amoniaco.

La mayor parte de la masa del sistema solar se concentra en la región externa, que se extiende de 5 a 40 unidades astronómicas del Sol. Por tanto, esta región es más importante que la interna, cuya extensión sólo es de dos unidades astronómicas, y la masa de sus planetas es pequeña si se la compara con la masa total del sistema solar.

No obstante, casi todo el sistema solar es un espacio vacío. Los planetas se mueven separados por enormes distancias, si se las compara con las dimensiones de los mismos. La tierra y los restantes planetas siempre se mueven en un mismo sentido, salvo Venus, que lo hace en sentido contrario, y describe elipses que tienen al Sol en uno de sus focos.

Se estima que el diámetro del sistema solar podría ser del orden del billón de kilómetros o, lo que es lo mismo, algo más de un mes-luz.

Cada uno de los llamados planetas gigantes cuenta con un sistema de satélites; en comparación con ellos la Tierra parece realmente insignificante.

Mercurio

Este planeta fue bautizado por los romanos con el nombre del mensajero de los dioses porque parecía moverse más rápido que cualquier otro.

Es el planeta más próximo al Sol y el más pequeño del sistema solar (algunos de los satélites de Júpiter y Saturno son mayores que Mercurio).

Mercurio es un planeta que no posee satélites y cuya distancia media al Sol es de 0,3 unidades astronómicas.

Las mediciones de las características de su órbita se llevaron a cabo durante el siglo XIX y pusieron de manifiesto determinadas alteraciones en su movimiento. En concreto, se pudo observar que el perihelio de Mercurio se desplaza a una velocidad algo mayor de lo que preveía la teoría newtoniana. Más adelante, esta pequeña anomalía fue explicada se desplaza a una velocidad algo mayor de lo que preveía la teoría newtoniana, más adelante esta pequeña anomalía fue explicada por la teoría general de la relatividad einsteniana, la que supuso una de las más claras confirmaciones de la misma. La orbita de Mercurio esta escasamente inclinada con respecto a la eclíptica y es poco excéntrica. El planeta gira alrededor de su eje durante un periodo de rotación de 58,64 días, lo que supone dos tercios de su periodo de revolución. Es decir, por cada dos vueltas que da en torno al Sol, gira tres veces sobre su propio eje. El diámetro ecuatorial de Mercurio es de 4.880 km y su densidad de 5,43 g/cm3.

El hecho de que su densidad sea bastante mayor que la de la Luna, a pesar de que su composición superficial sea bastante similar a la de esta y ligeramente inferior a la de la Tierra, no carece de importancia, ya que indica que el planeta debe tener un núcleo metálico, por encima del cual se extiende un fino manto de silicatos.

Mercurio no tiene atmósfera, ya que debido a su pequeño tamaño y su proximidad al Sol le resulta imposible retener una capa gaseosa a su alrededor que, en cualquier caso, sería fácilmente arrastrada por el viento. Esta falta de atmósfera hace que las temperaturas en la superficie mercuriana sean muy extremas. Durante el día, al estar tan cerca al Sol, la temperatura asciende hasta los 400 °C mientras que, por la noche, al tener una atmósfera que retenga el calor desciende hasta 180 °C.

Este planeta era uno de los más misteriosos del sistema solar. Su observación desde la Tierra resultaba difícil y sólo concia con alguna seguridad su parámetros físicos y orbitales. Por ejemplo, el aspecto de su superficie o su eventual campo magnético se desconocían por completo. Gracias a la sonada espacial Mariner-10, que llego hasta las proximidades de Mercurio el 29 de marzo de 1974, se pudieron establecer los parámetros externos del planeta, así como la presión y la temperatura superficial. El Mariner-10 detecto así mismo un campo magnético inesperado y puso de manifiesto la sorprendente semejanza de su superficie con la de la Luna.

La superficie de Mercurio, repleta de cráteres parecidos a los lunares, está constituido por silicatos, cuya composición también se asemeja a los de la Luna. No obstante, se observan algunas divergencias entre ambas formaciones superficiales. A diferencia de los lunares, los cráteres de Mercurio están separados por terreno llano. Ello confirma que la fuerza de gravedad de Mercurio es dos veces de la Luna, ya que impide que los fragmentos de rocas resultantes del impacto de un meteorito se expandan tanto como ocurre en nuestro satélite. En Mercurio, los cráteres surgidos de los impactos secundarios tienden a concentrarse en torno de los primarios, existiendo también escarpaduras que prueban una cierta actividad tectónica.

Lo más llamativo de Mercurio es su campo magnético, cuya fuerza equivale sólo a 3 por ciento de la del campo magnético de la Tierra. Se orienta de la misma manera que este y tiene una magnetopausa más próxima a su superficie en la zona que da al Sol, así como una gran cola magnética en la zona opuesta.

Con todo, este planeta sigue planteando interesantes incógnitas. En lo que se refiere a su origen, no es fácil entender como se pudo formar un planeta que posee características interiores similares a las de la Tierra y una superficie muy parecida a la de la Luna.

Venus.

El segundo planeta del sistema solar fue bautizado por los romanos en honor de la diosa de la belleza, probablemente porque se veía desde la Tierra como el astro más luminoso (pese a no tener luz propia).

Así como a Mercurio se le puede considerar, en un cierto sentido, como un astro gemelo de la Luna, Venus se pares mucho a la Tierra en sus características físicas. Está situada a una distancia media del Sol de 0,7 unidades astronómicas, su diámetro ecuatorial es de 12.104 km y su masa y densidad son análogas a las de la Tierra. Venus se mueve en una órbita casi circular alrededor del Sol. Su periodo es de 224 días y tarda 243 días terrestres en dar una vuelta a su alrededor, pero lo hace en dirección opuesta a la de otros planetas del sistema solar interno. Así pues, en Venus, el Sol nace por el oeste y se pone por el este. Como se puede deducir de los datos anteriores, el planeta gira muy lentamente sobre sí mismo, de forma que un día venusiano dura casi ocho meses terrestres (tarda más en dar en dar una vuelta sobre sí mismo que una vuelta sobre sí mismo que una vuelta alrededor del Sol). Al igual que Mercurio, Venus carece de satélites.

Venus es un planeta rodeado una espesa capa de nubes que recubre su atmosfera y que impidió durante mucho tiempo la observación directa de su superficie. Recientemente, las misiones espaciales Pioneer, Magallan y Venera revelaron nuevos datos sobre este planeta, cuya superficie es bastante joven en el aspecto geológico. Da la impresión de no tener más de 300 o 500 millones de años de años. Está formado por grandes llanuras cubierta de ríos de lava y montañas, la más alta de las cuales es el monte Maxwell. Las imágenes de su superficie muestran zonas brillantes que nada tienen que ver con la presencia de agua, por lo que podrían corresponder a zonas con abundancia de metales.

Al final de la década de 1950, los progresos en radioastronomía permitieron establecer una temperatura de 482 °C en la superficie y una presión de alrededor de 160 mG. Las altas temperaturas se deben a que el anhídrido carbónico atmosférica permite el paso de radiaciones solares de onda corta, que calientan el suelo; dado que el suelo devuelve la irradiación, pero sin conseguir atravesar la capa de anhídrido carbónico atmosférico, se forma un calentamiento indirecto al que se denomina efecto invernadero.

La atmósfera de Venus está compuesta por un 96 por ciento de dióxido de carbono, un 3 por ciento de nitrógeno y pequeñas cantidades de dióxido de azufre, monóxido de carbono, vapor de agua, argón, helio y otros gases. Se trata de una atmosfera muy densa, aunque cristalina, y refleja toda la luz procedente del Sol. El hecho de que casi toda la luz solar sea reflejada por las moléculas atmosférica es la principal razón de que resulte tan difícil observar su superficie.

La misión estadunidense Mariner-5 puso de manifiesto que Venus carece de campo magnético.

Marte.

Es el cuarto planeta del sistema solar, también llamado el planeta rojo, y fue bautizado por los romanos en honor al dios de la guerra. Ha sido de los objetivos prioritarios de la exploración planetaria. La extinta Unión Soviética y Estados Unidos enviaron durante años varias sondas hacia el planeta rojo (llamadas Marte y Cosmos, en primer caso, y Mariner y Viking en el segundo) que han trasmitido datos científicos de gran interés.

Marte se encuentra a una distancia media de 1,5 unidades astronómicas del Sol. Su órbita es casi circular, con una excentricidad de 0,093. En el perihelio, la Tierra y Marte distan entre si 55 millones de kilómetros, mientras que en el afelio la distancia entre ambos planetas es de 103 millones.

El diámetro de Marte tiene una extensión de 6.787 kilómetros, alrededor de la mitad del de la Tierra. Su masa es aproximadamente la décima parte de la de nuestro planeta. Tiene una densidad media de3,9 g/cm3, y es junto con la Tierra, el único planeta interior que posee satélites.

Entre las semejanzas que tienen Marte y la Tierra destaca el hecho de que el primero gira sobre sí mismo en un periodo de 24,6 horas, lo que significa que el día marciano es apenas 15 minutos más largos que el terrestre. Además, sobre su superficie se suceden las estaciones, como ocurre en la Tierra, aunque con una duración dos veces mayor, ya que el año de Marte dura el doble que el terrestre (687 días).

La superficie de Marte presenta regiones oscuras de bajo albedo, llamados mares, y que sólo son terrenos en los que apenas se refleja la luz solar.

El hemisferio norte del planeta es geológicamente diferente del hemisferio sur. En este último se observan cráteres que superan a veces los 1.000 km de diámetro. Tanto por la distribución de loa cráteres como por su tamaño se refiere que esta región de Marte tiene, igual que ciertas regiones de la Luna, unos 4.000 millones de años. También característicos de este hemisferio unos extraños canales de origen natural.

El hemisferio norte está constituido por formaciones de origen volcánico, geológicamente más jóvenes que las del hemisferio sur.

En las regiones polares del planeta se observan dos zonas blancas que se han bautizado con el nombre de casquetes polares. Están compuestos sobre todo por anhídrido carbónico y presentan en cada hemisferio su máxima extensión durante el invierno, que disminuye progresivamente a lo largo de la primavera y el verano.

La atmosfera de Marte carece de vapor de agua y está compuesta por un 95.32 por ciento de dióxido de carbono, un 2,7 por ciento de nitrógeno y un 1,6 por ciento de argón, además de pequeñas cantidades de otros gases. La presión atmosférica varía entre 50 y 100 mb en su superficie, extraordinariamente baja sí se la compara con los 1.000 mb de la presión terrestre. La temperatura en la superficie oscila entre los 20 °C durante al día y los 140 °C durante la noche. En la atmosfera marciana existen dos tipos de nubes: la condensación, que se forman al anochecer cuando desciende la temperatura y que están compuestas por cristales de hielo y las nubes de polvo y las nubes de polvo, que se forman durante las tormentas de polvo.

Los satélites de Marte son Phobos y Deimos. Ambos tienen forma irregular y sus respectivas superficies están cubiertas cráteres producidas por los choques con meteoritos. Parecen presentar una composición idéntica, lo que indicaría un origen común.

Júpiter.

Júpiter es el quinto planeta del sistema solar y el más grande de todos. Su masa es superior al doble de la suma de la masa del resto de los planetas y su diámetro es más de diez veces superior al de la Tierra. Las sondas Pioneer necesitaron más de seis meses para atravesar el cinturón de asteroides y alcanzaron las proximidades de Júpiter el 26 de noviembre de 1973. La misión confirmó que este planeta emite casi dos veces más energía que la que recibe del Sol y que posee un formidable campo magnética, 2.000 veces superior al de la Tierra.

Por todo ello se le ha considerado como una estrella a la que le ha faltado masa para que se produjesen en su interior reacciones termonucleares y hubiese, en consecuencia, empezado a brillar con luz propia.

Su distancia al Sol es de 5,2 unidades astronómicas. La órbita de Júpiter es algo más excéntrica que la de la Tierra y tiene un periodo de revolución es de 9 horas, 5º minutos, 30 segundos, lo que revela que Júpiter gira sobre sí mismo a una velocidad vertiginosa. El volumen de Júpiter es mil veces mayor que el de la Tierra y su densidad es baja de 1,3 g/cm3. Su forma está muy achatada por los polos, de tal manera que el diámetro ecuatorial es de 142.800 km, y el polar de 134.000 km. Está cubierta por una extensa capa atmosférica, compuesta fundamentalmente por hidrógeno y helio, junto con pequeñas cantidades de metano, amoniaco, vapor de agua y otros gases, en la que se observa un cierto número de bandas nubosos paralelas al ecuador. Las nubes más claras, o zonas, son regiones de ascenso de gas caliente. Sin embargo, el detalle más llamativo que se observa en Júpiter es la llamada Gran Mancha Roja, una enorme tormenta anticiclónica de 45.000 km de longitud y 13.000 km de ancho. En las zonas boreales se observan auroras similares a las que se producen en las zonas polares de la Tierra. Su origen parece estar en que parte del material expulsado por los volcanes de lo (uno de los satélites) es atrapado por el campo magnético de Júpiter, tras lo cual describe una espiral hasta caer en la atmósfera del planeta.

Júpiter posee 16 satélites. El grupo más interno, según la posición de sus órbitas, lo componen Amaltea, Ío, Europa, Ganimedes y Calixto.

La investigación sobre este planeta prosigue. De hecho, a finales de 1995, la sonda desprendida de la nave Galileo consiguió atravesar la atmósfera de Júpiter y enviar información sobre la misma durante aproximadamente una hora (tiempo que tardó en resultar destruir, debido a las altas temperaturas). Los datos por ello enviados junto al restante recogidos por la nave, que permanecerá en la órbita jupiteriana durante dos años más, sin duda supondrán un valioso avance en el conocimiento de este planeta.

Saturno.

Es el sexto planeta del sistema solar y el segundo más grande. Se puede afirmar que posee unas características semejantes a las de Júpiter. Su radio es de 60.268 km, casi diez veces mayor que el terrestre, y su masa es 95 veces superior a la Tierra. Al igual que Júpiter, Saturno esta circundado por una extensa atmósfera en la que se observan una serie de franjas de distinto color dispuesta en paralelo al ecuador del planeta.

El planeta está situado a una distancia del Sol de 9,5 unidades astronómicas y su periodo de revolución es de 29,45 años. También como Júpiter, tiene un periodo de rotación muy corto, 10 horas 14 minutos, lo que provoca un achatamiento aún mayor que el de Júpiter. Tiene una densidad muy baja de 0,68 g/cm3.

Principales características físicas del sistema solar

Planetas Diámetro ecuatorial Periodo de revolución Periodo de rotación Distancia al Sol
Mercurio Venus Tierra Marte Júpiter Saturno Urano Neptuno Plutón km      12.104 km      12.757 km        6.787 km    142.800 km    120.536 km      51.108 km      49.500 km        2.320 km 88 días 224 días 365,25 días 687 días 11,86 años 29,45 años 84 años 164,8 años 248 años 58,64 días 243 días 23 h 56’ 24 h 6’ 9 h 50’ 10,14 h 11 h* 16,11 h 6 d 9h 0,3 U.A 0,7 U.A. 1 U.A. 1,5 U.A. 5,2 U.A. 9,5 U.A. 19,2 U.A. 30 U.A. 40 U.A.

Sin embargo, la característica más importante de Saturno es su sistema de anillos, que hacen del planeta uno de los objetos más bellos del sistema solar. Con un diámetro de 270.000 km y un grosor de unos de unos 15 km, lo circundan por completo. Los denominados anillos de Saturno son formaciones en las que se distinguen cuatro zonas separadas por regiones oscuras. No se sabe a ciencia cierta de que se componen las partículas que los forman, si bien las últimas observaciones parecen indicar que tienen una elevada proporción de cristales de hielo o nieve. Su origen es oscuro, pero la hipótesis más probable es que se trate de residuos de uno o varios satélites que estaban muy próximo al planeta y fueron destruidos por el impacto de cometas o meteoros.

La atmosfera de Saturno, al igual que la de Júpiter, presentan bandas o zonas, aunque su composición sea algo diferente. Se han detectado grandes cantidades de metano, etano y acetileno.

Saturno cuenta con 18 satélites, casi todos cubiertos por hielo. No obstante, por medio del telescopio espacial Hubble se han observado recientemente cuatro nuevos objetos que podrían ser considerados como nuevos satélites. El gigantesco Titán es el mayor satélite del sistema solar, con un diámetro de 5.800 km.

Urano.

Es el séptimo planeta del sistema solar, con una atmosfera compuesta por un 83 por ciento de hidrógeno un 15 por ciento de helio, un 2 por ciento de metano y pequeñas cantidades de acetileno y otros gases. El metano de la atmosfera absorbe la luz roja y hace que el planeta visto a través del telescopio presente un color verdoso.

Urano se encuentra a una distancia del Sol de 19,2 unidades astronómicas. Su diámetro ecuatorial es de 51.108 km. Posee una masa 18 veces mayor que la Tierra y gira alrededor del Sol con un periodo de revolución de 84 años. Debido a la gran inclinación de su eje de rotación con respecto a la órbita, la duración del día y la noche varía según la época del año. En ocasiones, toda la superficie planetaria experimenta con regularidad las fases del día y de la noche cada 11 horas, mientras que en otras épocas uno de los hemisferios permanece iluminado durante largo tiempo y el otro sumido en la más completa oscuridad.

Al tratarse de un planeta muy alejado del Sol, tiene una temperatura superficial de 210 °C Urano tiene al menos 15 satélites, así como un sistema de nueve anillos.

Neptuno.

Neptuno es el octavo planeta del sistema solar y no se conoce demasiados datos sobre él, debido a su gran alejamiento de la Tierra. Situado a una distancia del Sol 30 unidades astronómicas, su diámetro ecuatorial es de 49.500 km. El periodo de revolución de Neptuno, es decir, el tiempo que tardaría el planeta en recorrer su órbita alrededor del Sol, es de 164,8 años, y el periodo de rotación, o tiempo que tarda en completa un giro sobre su propio eje, es de 16,11 horas la mas de Neptuno e17 veces mayor que la de la Tierra y tiene una densidad relativamente alta, de 1,64 g/cm3. Los dos tercios interiores del planeta están compuestos por rocas fundidas, agua, amoniaco líquido y metano, mientras que el tercio exterior es una mezcla de gases comprimidos, entre los que destacan el hidrógeno, el helio, el vapor de agua y el metano; este último da al planeta el mismo color verdoso que presenta Urano.

Su temperatura atmosférica varía entre los -153 °C y -193 °C. en este planeta se han medido los vientos más fuertes del sistema solar, llegando a alcanzar en ocasiones velocidades de 2.000 km/h.

Neptuno tiene 8 satélites, entre los cuales los dos más importantes son Tritón y Nereida, además de un sistema de cuatro anillos muy débiles.

Plutón.

Es probable que sea el planeta más desconocido para los observadores terrestres, ya que es el más externo de todo el sistema solar. Fue descubierto por Clyde Tombaugh en 1930. Se encuentra a una distancia media del Sol de 40 unidades astronómicas. Tiene un periodo de revolución de 248 años y un periodo de rotación de 6 días y 9 horas. comparado con Urano y Neptuno, Plutón es un planeta pequeño, con un diámetro de 2.320 km.

Posee una delgada atmósfera que contiene metano, y en su superficie puede haber metano helado. Su densidad es mayor que la de Neptuno (2,1 g/cm3), densidad que sugiere una estructura interna en que habría un núcleo constituido por roca parcialmente hidratada, rodeada por una espesa capa de agua helada y por una capa externa de metano de alrededor de 10 km de espesor.

La órbita de Plutón es tan excéntrica que en el perihelio el planeta se encuentra más próximo del Sol que Neptuno.

Plutón posee un satélite al que se ha bautizado con el nombre de Caronte. La órbita de Plutón y su satélite están ligados de tal forma que el hemisferio que se muestra siempre es el mismo (algo similar a lo que ocurre con la Luna, que siempre nos muestra la misma cara, sí bien en el caso de Plutón y Caronte el fenómeno no es mutuo, es decir, también desde Caronte se ve siempre la misma cara de Plutón).

Los cometas.

Los cometas son pequeños objetos compuestos de partículas no volátiles y gases congelados. Sus órbitas son muy excéntricas, hay épocas en que están muy cerca del Sol y luego se alejan, a menudo hasta mucho más allá de la órbita de Plutón. El hombre los conoce desde muy antiguo y se les dio el nombre de cometas por el aspecto que adquieren al acercarse al Sol. Un cometa se compone fundamentalmente de un núcleo central que semeja a una bola de nieve. Al acercarse al Sol, el hielo de los cometas comienza a evaporarse, produciéndose una cabellera alrededor del núcleo y desarrollando una cola brillante, resultado del flujo de los iones y el polvo expulsados de la cabellera, que se extiende en dirección opuesta al Sol a lo largo de varios millones de kilómetros. Normalmente se forman dos colas: la llamada cola de gases y cola de polvo. A veces, la cabellera de un cometa puede alcanzar una longitud superior a los 150.000 km.

Una vez que el cometa comienza a alejarse del Sol, la cola y la cabellera se debilitan hasta casi desaparecer, quedando sólo los materiales que conforman el núcleo.

Algunos cometas no siguen órbitas elípticas, sino parabólicas. Ello hace que, una vez que han pasado cerca del Sol, se alejan de él definitivamente, perdiéndose en el espacio para no volver.

Sobre el nacimiento de los cometas, hay científicos que mantienen que se originaron a partir de la nebulosa solar y otros, por el contrario que afirman que nacieron a partir de nubes interestelares próximas al sistema solar. La segunda de estas hipótesis, propuestas por Jam Oort, es lo más plausible. Según este astrónomo, hay una nube de cometas o, más exactamente, de núcleos de cometas girando alrededor del Sol. El número de componentes de dicha nube se calcula en 200.000 millones.

Debido tal vez a las perturbaciones, provocadas por las estrellas cercanas, algunos de estos núcleos abandonaron estas regiones interestelares y se acercó al Sol, produciéndose el proceso de transformación antes descrito.

El cometa más famoso es el Halley, que debe su nombre a Edmond Halley, el astrónomo que predijo su retorno 1758, dieciséis años después de su muerte. Edmond Halley descubrió que los cometas que habían aparecido en 1531, 1607 y 1682 fueron observados desde posiciones que hacían pensar que se trataba del mismo cometa. Calculando la órbita elíptica del cometa, predijo su reaparición en 1758. La última aparición del cometa Halley se remonta al año 1986 y la sonda espacial Giotto fotografió su núcleo, revelando que se trata de una alargada y oscura cola de hielo de unos 15 km de longitud.

Los asteroides.

Se denominan asteroides a los cuerpos celestes metálicos y rocosos que se mueven en órbitas elípticas alrededor del Sol y cuyo tamaño es demasiado pequeño para ser considerados planetas. La mayoría gira en órbitas situadas en la región del espacio comprendido entre Marte y Júpiter, zona a la que se denomina el cinturón de asteroides. Hoy se conocen con detalle las órbitas de alrededor de dos mil asteroides, aunque se han fotografiado más de treinta mil. No obstante, se supone que el número total de asteroides debe sobrepasar los 50.000. no llegan al 10 por ciento los que tienen un diámetro superior a los 80 km, en tanto que casi todos los demás poseen diámetros muchos más pequeños, que con frecuencia no sobrepasan el kilómetro. A pesar de sus reducidas demenciones existen asteroides, por ejemplo, Ceres, cuyo diámetro ronda los 1.000 km.

Las órbitas elípticas de los asteroides son más alargadas que las de los planetas, pero su figura se aproxima bastante a la circular. Dado que su brillo es muy variable, la figura de los asteroides debe ser irregular, si se exceptúa a Ceres y Palas, los dos mayores, que presentan una forma netamente esférica. Existen algunos asteroides cuyas órbitas presentan características nada habituales. Tal es el caso de Ícaro, que posee la trayectoria más alargada de todas, llegando a situarse en su perihelio más cerca del Sol que el propio Mercurio, otro asteroide, el bautizado como hidalgo, presenta la mayor inclinación conocida con respecto a la eclíptica, y cuando está más alejada del Sol se acerca a la órbita de Saturno, mientras que cuando está más alejado se aproxima a la de Marte. Algunos asteroides atraviesan la órbita de la Tierra: el asteroide Hermes llegó a situarse en 1937 a una distancia de nuestro planeta de sólo 800.000 km, o, lo que es lo mismo dos veces la distancia entre la Tierra y la Luna.

En torno a Júpiter se mueven otras familias de asteroides distintas de las del cinturón y que nunca colisionan con el planeta porque se encuentran a unos 60° de él. Reciben los nombres de grupo Griego y grupo Troyano.

Es probable que los asteroides sean trozos de materia que se condensaron al formarse los planetas y no, como se supuso durante mucho tiempo, restos de un planeta que había explosionando.

Los meteoritos.

Los meteoritos son más pequeños fragmentos de roca, restos de cometas o en general, cualquier otro fragmento de materia que viaje por el espacio y que tenga un tamaño demasiado pequeño como para llamarlo asteroides o cometa. Sus tamaños son muy variados: casi ninguna pesa más de unos pocos miligramos, pero los hay mucho más grandes y pueden llegar a pasar, aunque no sea lo habitual, varios cientos de kilogramos. Al entrar en la atmosfera terrestre, los meteoritos se calientan por la fricción con el aire. La gran cantidad de calor que se desprende los funde o vaporiza, provocando su estallido. La entrada de los meteoritos en la atmósfera terrestre se detecta visualmente por la aparición de una estrella fugaz, una línea resplandeciente que surca los cielos durante escasos segundos. Por regla general los meteoritos se destruyen en las capas más altas de la atmosfera y sólo los de mayor tamaño alcanzan la superficie terrestre.

En ciertas épocas del año se producen lluvias de meteoritos que parecen proceder de un mismo punto porque viajan en la misma órbita. Así sucede cuando la Tierra cruza las orbitas de antiguos cometas.

Según su composición, los meteoritos se dividen en metálicos y rocosos. Los metálicos están compuestos de varios minerales, sobre todo aleaciones de hierro y níquel, aunque también incluyen pequeñas cantidades de germanio y galio. Los meteoritos rocosos se componen de oxígeno, hierro y silicio, y se dividen a su vez en condritos y acondritos. Los condritos contienen partículas llamadas condrulas, pequeñas esferas de un milímetro de diámetro que los acondritos no poseen. Los condritos carbonaceos son los meteoritos más antiguos y en su composición figuran también compuestos hidrocarbonados. La aparición de cristales en las rocas de los meteoritos lleva a pensar que se formaron tras lentos procesos de enfriamiento en el interior de cuerpos con un tamaño bastante grande. El estudio de la composición de un meteorito es interesante a la hora de averiguar su procedencia. En algunos casos se ha comprobado que se habían originado en la Luna o en Marte, pero en general la fuente concreta de la mayoría de los meteoritos es desconocida.

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