El Romanticismo

El Romanticismo

El Romanticismo es un movimiento cultural originado en Alemania y en el Reino Unido a finales del siglo xviii como una reacción revolucionaria contra el racionalismo de la Ilustración y el Neoclasicismo, confiriendo prioridad a los sentimientos. Su característica fundamental es la ruptura con la tradición clasicista basada en un conjunto de reglas estereotipadas. La libertad auténtica es su búsqueda constante, por eso su rasgo revolucionario es incuestionable. Debido a que el Romanticismo es una manera de sentir y concebir la naturaleza, la vida y al hombre mismo que se presenta de manera distinta y particular en cada país donde se desarrolla, incluso dentro de una misma nación, se manifiestan distintas tendencias proyectándose también en todas las artes. Se desarrolló en la primera mitad del siglo xix, extendiéndose desde Inglaterra y Alemania hasta llegar a otros países. Su vertiente literaria se fragmentaría posteriormente en diversas corrientes, como el parnasianismo, el simbolismo, el decadentismo o el prerrafaelismo, reunidas en la denominación general de posromanticismo, del cual derivó el llamado modernismo hispanoamericano. Tuvo fundamentales aportes en los campos de la literatura, la pintura y la música. Posteriormente, una de las corrientes vanguardistas del siglo xx, el surrealismo, llevó al extremo los postulados románticos de la exaltación del yo.

Etimología

Si bien está clara la relación etimológica entre romántico y el término francés para novela roman, no toda la crítica se pone de acuerdo. En todo caso parece que la primera aparición documentada del término se debe a James Boswell a mediados del siglo xviii, y aparece en forma adjetiva, esto es, romantic o romántico. En su libro de viaje de 1768 An Account of Corsica el término aparece cuatro veces: para calificar la vista de la ciudad de Corti desde el monasterio de los Franciscanos, para describir un agreste valle en el que se asentó la orden de la Iglesia griega de San Basilio, al nombrar el sonido de un instrumento de cuerda parecido a la cítara y en la mención al retiro de Jean-Jacques Rousseau en Ginebra.1 Este término hace referencia a lo inefable, aquello que no se puede expresar con palabras. Así, en un principio, se entendería que un sentimiento romántico es aquel que requiere de un roman para ser expresado. El texto de Boswell se tradujo a varias lenguas, llegando a alcanzar especial fuerza en alemán, con la difusión de romantisch, en oposición a klassisch. Según René Wellek el término sirvió en principio para denominar una forma genérica de pensar y sentir, sólo en 1819, con Friedrich Bouterwek se emplea Romantiker como denominación de la escuela literaria. La difusión del término es irregular por países; en 1815 en España podemos encontrar romancesco junto a romántico, estabilizándose el segundo ya en 1918.

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El caminante sobre el mar de nubes (1818), de Caspar David Friedrich.
Otro origen del término muy señalado es el que relaciona «romántico» con la expresión «in lingua romana» que alude a las lenguas romances distinguiéndolas de la antigüedad clásica representada por el latín. Se trataría por tanto de un giro hacia la lengua propia y vernácula como representante de la propia cultura. Igualmente surge con este término una oposición entre «romántico» y «clásico» en función de la lengua que prefirieran y, por añadidura, asociada también al gusto creador de unos y otros. Características[editar]

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Saturno devorando a un hijo, una de las Pinturas negras de Goya, realizada durante el Trienio Liberal (1820-1823), y que, bajo una capa mitológica, alude a la famosa frase de Vergniaud poco antes de ser guillotinado: «La Revolución devora a sus propios hijos».
El Romanticismo es una reacción contra el espíritu racional y crítico de la Ilustración y el Clasicismo, y favorecía, ante todo: La conciencia del Yo como entidad autónoma y, frente a la universalidad de la razón dieciochesca, dotada de capacidades variables e individuales como la fantasía y el sentimiento. La primacía del Genio creador de un Universo propio, el poeta como demiurgo. Valoración de lo diferente frente a lo común, lo que lleva una fuerte tendencia nacionalista. El liberalismo frente al despotismo ilustrado. La originalidad frente a la tradición clasicista y la adecuación a los cánones. Cada hombre debe mostrar lo que le hace único. La creatividad frente a la imitación de lo antiguo hacia los dioses de Atenas. La nostalgia de paraísos perdidos (de la infancia o de una nación). La obra imperfecta, inacabada y abierta frente a la obra perfecta, concluida y cerrada. Es propio de este movimiento un gran aprecio de lo personal, un subjetivismo e individualismo absoluto, un culto al yo fundamental y al carácter nacional o Volksgeist, frente a la universalidad y sociabilidad de la Ilustración en el siglo xviii; en ese sentido los héroes románticos son, con frecuencia, prototipos de rebeldía (Don Juan, el pirata, Prometeo) y los autores románticos quebrantan cualquier normativa o tradición cultural que ahogue su libertad, como por ejemplo las tres unidades aristotélicas (acción, tiempo y lugar) y la de estilo (mezclando prosa y verso y utilizando polimetría en el teatro), o revolucionando la métrica y volviendo a rimas más libres y populares como la asonante. Igualmente, una renovación de temas y ambientes, y, por contraste al Siglo de las Luces (Ilustración), prefieren los ambientes nocturnos y luctuosos, los lugares sórdidos y ruinosos (siniestrismo); venerando y buscando tanto las historias fantásticas como la superstición. Un aspecto del influjo del nuevo espíritu romántico y su cultivo de lo diferencial es el auge que tomaron el estudio de la literatura popular (romances o baladas anónimas, cuentos tradicionales, coplas, refranes) y de las literaturas en lenguas regionales durante este periodo: la gaélica, la escocesa, la provenzal, la bretona, la catalana, la gallega, la vasca… Este auge de lo nacional y del nacionalismo fue una reacción a la cultura francesa del siglo xvii, de espíritu clásico y universalista, difundida por toda Europa mediante Napoleón. El Romanticismo también renovó y enriqueció el limitado lenguaje y estilo del Neoclasicismo, dando entrada a lo exótico y lo extravagante, buscando nuevas combinaciones métricas y flexibilizando las antiguas o buscando en culturas bárbaras y exóticas o en la Edad Media, en vez de en Grecia o Roma, su inspiración. Frente a la afirmación de lo racional, irrumpió la exaltación de lo instintivo y sentimental. «La belleza es verdad». También representó el deseo de libertad del individuo, de las pasiones y de los instintos que presenta el «yo», subjetivismo e imposición del sentimiento sobre la razón. En consonancia con lo anterior, y frente a los neoclásicos, se produjo una mayor valoración de todo lo relacionado con la Edad Media, frente a otras épocas históricas. El estilo vital de los autores románticos despreciaba el materialismo burgués y preconizaba el amor libre y el liberalismo en política, aunque hubo también un Romanticismo reaccionario, representado por Chateaubriand, que preconizaba la vuelta a los valores cristianos de la Edad Media. En Alemania, la deriva reaccionaria, que incluía una invitación a regresar a la Edad Media, también se dejó sentir en la obra de algunos de sus máximos inspiradores teóricos, como los hermanos August Wilhelm y Friedrich Schlegel, aunque su paroxismo se encontraría en el opúsculo La cristiandad o Europa (1799) de Novalis, tal como prontamente advirtió el poeta post-romántico Heinrich Heine en La escuela romántica (1836). El idealismo extremo y exagerado que se buscaba en todo el Romanticismo encontraba con frecuencia un violento choque con la realidad miserable y materialista, lo que causaba con frecuencia que el romántico acabara con su propia vida mediante el suicidio. La mayoría de los románticos murieron jóvenes. Los románticos amaban la naturaleza frente a la civilización como símbolo de todo lo verdadero y genuino.

Lugares de reunión

Los lugares donde se reunían los románticos eran muy diversos. Fuera de las redacciones de las revistas románticas, existían determinadas tertulias, como por ejemplo El Parnasillo en Madrid, o, en París, El Arsenal, del cual, si hemos de creer a Alphonse de Lamartine, «era la gloria Víctor Hugo y el encanto Charles Nodier» (Las Noches, de Alfred de Musset, precedida del estudio de dicho poeta por A. Lamartine. Madrid: Biblioteca Universal, 1898). En este cenáculo reuníanse entre otros Alfred de Musset, Alfred de Vigny, Boulanger, Deschamps, Emile y Antoine Sainte-Beuve, etc. También los rusos tuvieron su cenáculo: la Sociedad del Arzamas.

Literatura del romanticismo

Goethe en la campiña romana (1786), por Johann Heinrich Wilhelm Tischbein. En la prosa, incluso el género didáctico pareció renovarse con la aparición del cuadro o artículo de costumbres. La prevalencia del individuo hace que empiecen a ponerse de moda las autobiografías, como las Memorias de ultratumba de François René de Chateaubriand. También surgió el género de la novela histórica y la novela gótica o de terror, así como la leyenda, y se prestó atención a géneros medievales como la balada y el romance. Empiezan a escribirse novelas de aventuras y folletines o novelas por entregas. El teatro fue el gran vehículo de comunicación de la expresión romántica, era el género más popular y a través de él se canalizaron sus anhelos de libertad y de sentimiento nacional. La poesía trató de liberarse de las preceptivas neoclásicas, y prefirió cantar los aspectos marginados de las convenciones sociales. De forma diferente a la Ilustración dieciochesca, que había destacado en los géneros didácticos, el Romanticismo sobresalió sobre todo en los géneros lírico y dramático; en este se crearon géneros nuevos como el melólogo o el drama romántico que mezcla prosa y verso y no respeta las unidades aristotélicas.

Romanticismo musical

Ludwig van Beethoven (1820), por Joseph Karl Stieler. Comenzó en Alemania, partiendo de Beethoven y siendo seguido por Carl Maria von Weber en 1786 y Félix Mendelssohn. Es un estilo musical imaginativo y novelesco. Este movimiento afectó a todas las artes y se desarrolló sobre todo en Francia y Alemania. La estética del Romanticismo se basa en el sentimiento y la emoción. En el Romanticismo se cree que la música «pinta» los sentimientos de una manera sobrehumana, que revela al hombre un reino desconocido que nada tiene que ver con el mundo de los sentimientos que le rodea. El estilo romántico es el que desarrolla la música programática y el cromatismo de una forma predominante. Se da a lo largo de todo el siglo xix, aunque al principio del siglo xx se ingresa en el impresionismo.

Pintura romántica

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El término romántico, fue adaptado a las artes plásticas a principios del siglo XIX. Podríamos diferenciar tres etapas del Romanticismo en la pintura:

Prerromanticismo: 1770-1820

Este período, aunque arranca con el Rococó, se desarrolla en paralelo con el Neoclasicismo; es por ello que, las primeras pinturas románticas muestren características de estos dos movimientos, aunque los temas a tratar sean de carácter romántico: la finalidad de estas pinturas es la representación de los sentimientos sobre la razón exaltando lo misterioso, representando así fantasmas o cementerios. Los pintores más conocidos de esta época son:

Inglaterra: es uno de los países precursores del movimiento y, en cuanto a la pintura romántica inglesa, cabe destacar a Thomas Girtin y su contribución en la acuarela.

Alemania: es otro de los países precursores del romanticismo y uno de los principales embajadores de la pintura romántica alemana es Caspar David Friedrich y su famosa pintura El caminante sobre el mar de nubes

Francia: en cuanto a los pintores románticos franceses, podemos mencionar a Antoine-Jean Gros, padre del romanticismo francés.

España: por último, dentro de los pintores españoles de la época, podemos hablar de Francisco de Goya, uno de los pintores más potentes y visionarios capaz de fabricar lienzos en diferentes técnicas.

Apogeo de la expresión romántica en pintura: 1820-1850

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La libertad guiando al pueblo, de Delacroix, 1830, Museo del Louvre. Obra en la que el pintor canta a la Revolución de 1830. Es el momento de mayor plenitud de la pintura romántica, la cual, junto con el inicio del nuevo siglo, tuvo nuevos cambios donde comenzaron a imponerse temas relacionados con la historia moderna y una nueva concepción del paisaje. En cuanto a los pintores de la época encontramos a:

Francia: este país se convierte en el precursor del movimiento, dejando de lado a Inglaterra y Alemania, que, entre sus pintores, es necesario mencionar a Eugène Delacroix y su majestuosa obra La Libertad guiando al pueblo.

Inglaterra: los pintores ingleses de esta época, donde encontramos a J.M.W. Turner o John Constable, se caracteriza por su paisajismo.

Alemania: en Alemania se mezclaron el romanticismo y el realismo dando a conocer así a pintores como Carl Spitzweg

España: como en las primeros años del romanticismo, el pintor español de esta segunda etapa por excelencia es Goya Otros países como Estados Unidos, Polonia y Rusia también tuvieron grandes artistas en esta etapa romántica como Thomas Cole, Aleksander Orłowski y Alexander Andreyevich Ivanov.

Posromanticismo: 1850-1870

El Romanticismo empezó a decaer y, poco a poco, el manierismo fue introduciéndose no solo en las artes plásticas, si no en todas las expresiones artísticas. En esta época, cabe destacar a pintores como el español Eugenio Lucas Velázquez o el suizo Antoine Wiertz.

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