Cultura Caral

Cultura Caral. En Caral destacan 7 grandes pirámides rodeadas de otras varias pequeñas, sumando 32 montículos en total. Sus constructores organizaron esta ciudad en 2 sectores: uno alto (al norte) y otro bajo (al sur). Un antiguo cause seco divide a ambas partes. En el sector alto se ubican 6 pirámides principales rodeando un espacio vacío. En el sector bajo destaca la Pirámide del Anfiteatro y varios edificios menores alineados con ésta. La zona residencial es un conjunto de casas donde habitaron los pobladores de Caral. Dichos conjuntos de casas están formados por muchas habitaciones interconectadas entre sí. Sus muros son muy angosto y están hechos con cañas entrelazadas recubiertas con barro (técnica llamada quincha). En algunas de estas habitaciones se han encontrado evidencias de que fueron usadas como talleres para la producción artesanal (Shady 2004). En el territorio andino hubo, como en otras partes el mundo una amplia variedad de adaptaciones culturales, pero a distancias relativamente próximas. Esta sociedades, que habitan áreas geográficas disímiles, siguieron diferentes trayectorias en sus modos de vida, sus culturas y desarrollo sociopolítico. El temprano desarrollo de la cultura Supe se debió a la creciente complejización de los sistemas sociales que se consolidaron en las varias regiones del área norcentral del actual Perú, entre los valles costeños ubicados entre los ríos Chancay y Santa, en la zona serrana del Callejón de Huaylas y en las vertientes orientales, en las cuencas del Marañón y el Huallaga. Todas estas sociedades habían alcanzado excedentes productivos y un nivel de orgnización que les permitía cierta especialización laboral, la construcción de edificios públicos y su participación en redes de

 

intercambio interregional.
Sectores
Sector Alto Pirámide Mayor, Pirámide Menor, Pirámide de la Cantera, Pirámide de la Galería, Pirámide de la Huanca, Pirámide Antigua.
Sector Bajo Pirámide del Anfiteatro, Templo del Altar Circular, Templo de la Banqueta.
Zona Residencial

En cada una de las muchas pirámides de Caral se llevaron a cabo diferentes actividades cumpliendo cada una de ellas un papel diferente en el orden social y religiosos de sus habitantes. La Pirámide Mayor se ubica en el Sector Alto de Caral. Consta de un volumen piramidal escalonado (pirámide) y una plaza circular adosada a su fachada. Una larga escalera de 9 metros de ancho asciende hasta alcanzar los 28 metros de altura, en la cima de la pirámide, uniendo a los dos anteriores elementos (pirámide + plaza circular), principales componentes de esta edificación. En la cumbre, siguiendo el rumbo marcado por la escalera recibe al visitante el Atrio, pequeño recinto que sirve de antesala. Ascendiendo un poco más está el Recinto Principal. Se ubica en la parte más elevada, es el fin del recorrido iniciado en la Plaza Circular, seguido por el asenso por la escalera pasando a través del Atrio y finalmente llegando aquí, al Recinto Principal que tiene sus paredes adornadas con pequeños nichos que por la forma en que están ubicados parecen formar una secuencia de rostros. Otros recintos menores se ubican a los lados del Atrio y el Recinto Principal, como el Altar del Fuego Sagrado, típico elemento arquitectónico de Caral formado por una habitación pequeña sobre cuyo suelo se ha perforado un pequeño pozo donde se han incinerado pequeños objetos como ofrendas. La Pirámide Mayor debió ser el principal edificio del Sector Alto y por tanto par del Templo del Anfiteatro, principal edificio del Sector Bajo. En la cima de la Pirámide de la Galería se construyó un pasaje interior (como si fuera una galería subterránea) pintado de blanco y adornada con 7 nichos. Es tan pequeña que solo cabe una persona, por lo que la ceremonia aquí realizada debió ser individual. A un costado de la misma se pueden observar estructuras residenciales asociadas a este edificio donde posiblemente vivieron los funcionarios o sacerdotes al servicio de este templo. Estas estructuras residenciales también tenían pequeños altares para el fuego sagrado. La Pirámide de la Huanca lleva ese nombre pues está alineada con una huanca (piedra larga hincada en el suelo) y seguramente su función debió ser astronómica. Una línea imaginaria ordena en una misma trayectoria la huanca con el atrio en la cima de la pirámide pasando por el medio de la escalera principal que conduce del nivel suelo a la cima de la pirámide. La Pirámide del Anfiteatro es la estructura más importante del Sector Bajo de Caral y como tal es considerada como la contraparte o par de la Pirámide Mayor, con quien comparte la característica de tener una plaza circular. Esta pirámide es una plataforma más bien pequeña y de poca altura sobre la cual se han construido varios recintos y está completamente rodeada por una muralla que separa una amplia zona vacía a su alrededor. Se le adosa una monumental plaza circular, que en uno de sus lados tiene una sucesión de pequeñas plataformas a modo de graderías, semejante a un anfiteatro (de allí el nombre) y delante de ésta una plataforma rectangular. Esta pirámide tuvo una fuerte actividad ceremonial, pues enterrado en el piso de la plaza circular se halló como ofrenda 32 flautas finamente trabajadas y bellamente decoradas. Además, dentro del perímetro de la muralla que bordea la pirámide está uno de los principales Altar del Fuego Sagrado (Shady 2003). Una pequeña pirámide es muy importante, es el Templo del Altar Circular pues tiene un altar del fuego sagrado cuya base tiene la mencionada forma. Para llegar hasta este altar se tiene que subir a la cima del templo y por un acceso lateral llegar hasta el altar. Era un lugar de acceso muy restringido al que podían ingresar pocas personas.

 

Pirámide Largo Ancho Altura
Pirámide Mayor 153,52 m 109,42 m 28,00 m
Pirámide de la Cantera 78,00 m 56,00 m 13,40 m
Pirámide Menor 45,80 m 37,00 m 7,50 m
Pirámide de la Galería 110,00 m 80,00 m 17,00 m
Pirámide de la Huanca 55,00 m 55,00 m 12,00 m
Pirámide del Anfiteatro 155,00 m 81,00 m 11,00 m
Pirámide del Altar Circular 42,60 m 28,00 m 4,00 m

La Ciudad Sagrada de Caral empezó a ser construida hace cinco mil años por la sociedad de Supe, durante el denominado Período Arcaico Tardío de los Andes Centrales (3000 – 1800 años a. C.). Fue ocupada aproximadamente por mil años. La sociedad de Supe, que en dicha época alcanzó un nivel de desarrollo estatal, construyó veinte asentamientos urbanos en los primeros 44 km del valle de Supe.

El valle de Supe está ubicado en el centro del área norcentral del Perú, en las vertientes occidentales por donde discurre el río del mismo nombre desde sus nacientes hasta su desembocadura en el Océano Pacífico, luego de recorrer aproximadamente 92 kilómetros; constituyéndose así en el núcleo del área de influencia, junto con el distrito de Huaura. En el área norcentral del Perú se dieron las condiciones sociales propicias para el cambio a una forma de vida civilizada, tanto en las poblaciones de la costa cuanto en las de la sierra y de la selva andina. La interacción interregional entre las sociedades de esta área hizo posible que, en conjunto, aprovecharan la producción y las experiencias logradas por ellas en las diferentes regiones y zonas ecológicas de uno de los territorios más diversos del planeta. Sin embargo, el intercambio enriqueció a la sociedad de Supe y fomentó su adelanto científico y tecnológico.

Valles Interconectados

Los nueve valles occidentales del área norcentral están geográficamente conectados entre sí a través de la meseta altoandina, donde nacen sus respectivos ríos. La misma meseta los vincula también con el Callejón de Huaylas y, hacia el oriente, con las cuencas del Marañón y del Huallaga, puertas de ingreso a la Amazonía. Alrededor de los 3000 años a.C., las sociedades costeñas del área norcentral lograron avances significativos, estimuladas en parte por la riqueza de recursos de la región: un mar rico en peces y moluscos y valles fértiles con ríos que acarreaban nutrientes. Coadyuvó a ello la tradicional comunicación interregional entre los pobladores del área. Además de la permanencia en la región y la adquisición de experiencias de vida compartidas, ya sea por confrontación o por integración, las comunidades costeñas incorporaron nuevos conocimientos tecnológicos: canales de riego y campos de cultivo y las redes de pesca. Innovaciones que aumentaron la productividad, fomentaron la especialización ocupacional y el intercambio de productos. Se crearon así las condiciones necesarias para el desarrollo civilizatorio. Entre estas sociedades coetáneas del área norcentral, la de Supe logró sintetizar distintas experiencias adaptativas y aprovechó en su beneficio el excedente productivo de las poblaciones del área. La cuantiosa inversión de trabajo en obras monumentales y su permanente remodelación había sido sustentada por la producción de las poblaciones de los otros valles que el Estado prístino captó. Entre todas las sociedades del área norcentral del Perú, la que alcanzó el mayor desarrollo durante la época de los orígenes de la civilización fue la del valle de Supe, pues solo en los primeros 44 Km de esta pequeña cuenca hubo 20 asentamientos urbanos con edificios públicos monumentales. Los 20 asentamientos del valle de Supe varían en extensión y en la complejidad de sus componentes arquitectónicos; pero todos ellos presentan edificios públicos piramidales, plazas circulares, conjuntos residenciales y viviendas de élite. Comparten, asimismo, características en el diseño del asentamiento, el estilo y las técnicas constructivas.

Los componentes arquitectónicos fueron construidos de piedra, barro y material orgánico. En los recintos se encuentran estatuillas, recipientes de mate y piedra, textiles de algodón, alimentos incinerados, entre otros. Los asentamientos fueron edificados en número similar en ambas márgenes del río: 10 en la margen derecha y 10 en la margen izquierda, distribución que respondería a un patrón de organización social dual.

La primera civilización del Perú y América se formó entre los 3000 y 2500 años a.C. en el valle de Supe, sobre la base de un conjunto de comunidades ubicadas en asentamientos urbanos. Este modelo de organización influyó en el desarrollo de futuras civilizaciones; entrelas principales podemos mencionar a las sociedades que construyeron Huaca La Florida, Garagay en el Rímac, Cerro Sechín, Pampa de Llamas-Moxeque en el valle de Casma. Posteriormente, el modelo se repitió en distintas zonas del territorio andino: Chavín, Moche, Lima, Nasca, Tiahuanaco, Wari, Chincha, Ichma, Chimu y finalmente la Inca, última civilización del Perú prehispánico, 4400 años después de Caral. El poblamiento del territorio peruano se produjo hace, aproximadamente, 12000 años. Los primeros habitantes se dedicaron a actividades básicas de subsistencia, como la caza, pesca y recolección de los diversos recursos naturales, que encontraban en los variados parajes de la costa, sierra y selva de los Andes centrales. Así lo testimonian las evidencias arqueológicas de Paiján, en la costa o de Lauricocha, Junín y Toquepala, en la sierra. Alrededor de los 8000 años ya se habían conformado pequeñas agrupaciones humanas sedentarias, algunas de las cuales ya incluían el cultivo de plantas entre sus actividades de subsistencia. Se ha identificado a grupos de cazadoresrecolectores en las zonas altoandinas; de horticultorescazadores, en los valles de la sierra y de pescadoresrecolectores, de pescados y moluscos en las playas, en las lomas y con prácticas de horticultura.

Ver esquema
Estas poblaciones, además de poseer modos de vida y culturas distintivos, tuvieron diferentes ritmos de desarrollo. Las evidencias recuperadas en Caral y otros asentamientos del valle de Supe, como Áspero, Miraya, Lurihuasi y Chupacigarro, así como Vichama en el valle de Huaura, han cambiado la historia del Perú, al mostrar que hace 5000 años, en el área norcentral, se formó una civilización de una antigüedad comparable a las del Viejo Continente. Posteriormente, el desarrollo de la civilización andina se manifiesta también en la región norte, en Lambayeque, donde la población construyó el asentamiento denominado El Ventarrón. En este último lugar, hace 4000 años, los pobladores diseñaron y erigieron edificios de barro, ornados con pintura mural y motivos que – según Ignacio Alva – reflejan los recursos aprovechados en ese tiempo. Con las evidencias de este sitio se identifica un estilo y tradición local, frente a las otras tradiciones culturales del Arcaico Tardío, como Kotosh y Caral. Por ese tiempo, la civilización se extendió, también, al área central-sur, como lo evidencian sitios como Bandurria o Chuquitanta. En las otras áreas del Perú y de América, que estaban igualmente pobladas, sus habitantes mostraban un estadio menor de desarrollo.

2.LA CIVILIZACIÓN CARAL

Culturas más antiguas Hace 5 millones de años que los seres humanos iniciaron el poblamiento del planeta, pero sólo 6 mil años atrás empezaron a costruir centros urbanos y a integrar redes de interacción a largas distancias. Seis sociedades en todo el mundo pudieron cambiar sus modos de vida y generar las condiciones que hicieron posible la civilización, el Estado y la formación de las ciudades: Mesopotamia, Egipto, India, Perú, China y Mesoamérica.Es importante conocer cada una de estas civilizaciones porque ellas influyeron en el desenvolvimiento de otras poblaciones contemporáneas y tuvieron un rol fundamental en el desarrollo de las sociedades que las sucedieron en el tiempo. Pero a diferencia de las civilizaciones del viejo mundo, que mantuvieron entre ellas un sistema de interacción e intercambio de bienes y conocimientos que les permitió aprovechar de las experiencias del conjunto, en el Perú el proceso se dio en total aislamiento, pues Caral se adelantó en, por lo menos, 1500 años a Mesoamérica, el otro foco civilizatorio del Nuevo Continente.3.Ubicación de la civilizacion CaralEl sitio arqueológico de Caral se encuentra en el departamento de Lima, provincia de Barranca, distrito de Supe, en el valle medio del río Supe, en la costa norcentral del Perú, a 350 m sobre el nivel mar. Está ubicado en una terraza aluvial, en la margen izquierda del río. El clima es templado, el río lleva agua sólo en los meses de verano, aunque en la zona hay afloramientos de agua por la poca profundidad de la napa freática. La ciudad de Caral fue construida por una de las más importantes civilizaciones del planeta, creada por el trabajo organizado de sus pobladores en un territorio de configuraciones geográficas contrastadas.

Primeros Estudios en Caral

El primero que llamó la atención sobre Caral fue el estadounidense Paul Kosok, quien visitó el lugar junto con el arqueólogo estadounidense Richard Schaedel en 1949. En su informe, publicado en el libro Life, Land and Water in Ancient Peru, en 1965, mencionó que Chupicigarro (como se le conocía a Caral entonces) debía ser muy antiguo, pero no pudo mostrar cuánto. En 1975 el arquitecto peruano Carlos Williams hizo un registro de la mayoría de los sitios arqueológicos en el valle de Supe, entre los cuales registró a Chupicigarro, a partir del cual hizo algunas observaciones sobre el desarrollo de la arquitectura en los Andes, que presentó en el artículo A Scheme for the Early Monumental Architecture of the Central Coast of Peru, publicado en 1985 en el libro Early Ceremonial Architecture in the Andes. El arqueólogo francés Frederic Engel visitó el lugar en 1979, levantando un plano y excavando en el mismo. En su libro De las Begonias al Maíz, publicado en 1987, Engel afirmó que Chupacigarro (como aún se conocía a Caral) pudo haber sido construido antes de la aparición de la cerámica en los Andes (1800 aC), pero sus afirmaciones no fueron aceptadas por los arqueólogos andinos. Caral es la ciudad más antigua del Perú (más de 5000 años desde el presente) y sede de la primera civilización andina que forjó las bases de una organización social propia y singular, que junto a Mesopotamia, Egipto, india, China y Mesoamérica son los focos originarios de cultura en el mundo.

Vista panorámica de tres de las pirámides del Sector Alto tomada desde la cima de la Pirámide Mayor
Ser constructores de colosales edificios con forma de pirámide distingue a la gente de Caral de los demás pueblos de su tiempo en los andes. La pirámide en los andes es un edificio de grandes proporciones usado por los curacas (gobernantes) como el centro de sus actividades, ya sean religiosas, políticas o económicas. Era el símbolo y centro del poder. Allí se realizaron las ceremonias que garantizarían el orden establecido en fechas señaladas por un calendario ceremonial que emulaba el ritmo de la naturaleza. Las pirámides de Caral son las más antiguas encontradas hasta la fecha en los Andes: datan de hace 5000 años (3000 a.C. aproximadamente). Construir estructuras de este tipo necesitó de un alto grado de tecnología y organización social para afrontar los problemas de su construcción y el elevado gasto de materiales y energía.

Mapa de ubicación.
Esta antigua ciudad de pirámides fue levantada en la margen izquierda del río Supe sobre una gran terraza que está a 350 metros sobre el nivel del mar. Este sitio ocupa un área de alrededor de 65 hectáreas. El valle de Supe es una estrecha quebrada fértil que en éste lugar tiene un ancho máximo de 1.5 kilómetros y alberga a lo largo de su recorrido un gran número de otros sitios con pirámides contemporáneos con Caral como: Era de Pando, Lurinhuasi, Miraya, Allpacoto, Aspero, Chupacigarro, entre otros.

Hasta antes de las investigaciones arqueológicas en Caral se consideraba que en los inicios de la civilización andina los antiguos peruanos se organizaron en pequeñas aldeas dedicados a la recolección de tubérculos o mariscos y la caza en pequeña escala. Se consideraba, también, que en los momentos previos a la aparición de la cerámica (1800 a.C.) aparecieron las primeras pirámides y templos, como La Galgada o Kotosh, respectivamente, y que los grandes conjuntos de monumentales pirámides corresponden al período siguiente: Inicial (1800 a.C. a 800 a.C.). Sin embargo todo esto cambió, pues los trabajos e investigaciones realizadas desde 1994 por el Proyecto Especial Arqueológico Caral – Supe (PEACS) dirigidos por la Dr. Ruth Shady han demostrado, con fechados en base al método de datación del carbono 14, que en tiempos tan remotos como hace 5000 años (3000 a.C.) Caral era una vibrante ciudad de monumentales pirámides.

Vista frontal de la Pirámide Menor.
La Dra. Shady y los miembros del PEACS realizaron entre 1994 y 1995 una prospección en el valle de Supe, identificando sitios arqueológicos considerados muy antiguos, determinando sus características, parecidos y diferencias. Fue entonces que eligen a Caral como punto de inicio basados en la ausencia de restos de cerámica en superficie, la diversidad arquitectónica del sitio, el orden aparente en que están ubicadas las pirámides y la monumentalidad de dichas estructuras. En 1996 se iniciaron las excavaciones que no han parado hasta la actualidad (año 2006). Más aún, han elaborado un «Plan Maestro», documento que da los lineamientos necesarios para convertir el valle de Supe y su patrimonio cultural monumental en un eje de desarrollo socioeconómico integral y sostenible en la región costera nor-central del Perú (Shady 2004).Caral, cuna de la civilización andina

Se ha planteado sobre Caral que fue cede de una comunidad formada por varios linajes y dirigida por las cabezas o representantes de dichos linajes (Shady, Dolorier y Casas 2000) en donde uno de ellos sería el «principal» (¿Curaca?) y los otros sus contrapartes. Los Curacas de estos linajes conducirían y organizarían la vida de los habitantes de las diversas ciudades y pueblos contemporáneos a Caral como Aspero, Allpacoto, Miraya, Kotosh y La Galgada entre otros. Todos ellos compartían una misma tradición y formaron una amplia y bien organizada red de reciprocidad e intercambio (Shady, Dolorier y Casas 2000). Caral debió ser la cabeza de toda esta red.

Escalinata en el Templo del Altar Circular.
Lo que los mantuvo unidos fue la religión, que se usó como medio de cohesión y coerción (Shady 2004). La religión en esa época fue la política del estado para el control de la población (Shady 2004), de la producción de bienes y su circulación. Ello está representado en los grandes monumentos de carácter religioso (las pirámides) con sus plazas, atrios y altares del fuego sagrado en donde se llevaron a cabo las diferentes festividades del calendario ceremonial, símbolo de su identidad cultural (Shady 2004). Las periódicas reuniones y actividades conjuntas como la renovación de las pirámides permitían el reconocimiento del poder y fortalecían la identidad cultural (Shady 2004). Todo lo anterior es la base de la civilización andina y están presentes en Caral como los exponentes más antiguos de las principales instituciones peruanas de la época prehispánica, como la reciprocidad (sistema de intercambio y circulación de bienes y servicios), el calendario ceremonial (ligado a la producción, el cultivo y la pesca) o la construcción y renovación de los templos, entre las más destacadas. <bLos Conjuntos Residenciales

Son grupos de pequeñas construcciones de un solo piso ubicados tanto en el Sector Alto como en el Sector Bajo y sirvieron como viviendas de las personas que trabajaron para las actividades de las pirámides o incluso como viviendas de los propios sacerdotes o gobernantes de la ciudad. Son de forma cuadrangular y dimensiones variadas, oscilando entre los 49 metros cuadrados y los 80 metros cuadrados. Una «residencia» está formada por un conjunto de recintos interconectados entre sí. Las residencias tienen una entrada principal orientada al norte y otra «trasera» que comunica con patios o espacios abiertos. Algunos de los cuartos tienen banquetas o pequeñas plataformas (Shady 2003).

 

Vista de un Conjunto Residencial
Uno de los Conjuntos Residenciales más grandes es el llamado Sector Residencial A o Mayor. Se ubica sobre una explanada en el Sector Alto, justo encima del cause seco que divide la Ciudad. Fue construida usando postes de guarango o sauce con emparrillados de caña recubiertos con una capa de barro gris. Las paredes estuvieron pintadas con capas sucesivas de color blanco, gris claro, beige, rojo y amarillo claro (Shady 1997). Las residencias fueron construidas de forma independiente unas de otras pero a causa de continuas remodelaciones varias de ellas terminaron fusionadas en un solo conjunto. Por sus características y hallazgos reportados de esta área los arqueólogos consideran que este Conjunto Residencial estuvo habitado por familias integrantes de elite caralina (Shady 1997).

Reconstrucción tridimencional computarizada de dos conjuntos residenciales asociados a la Pirámide de la Cantera.
Técnicas y materiales constructivos

Las pirámides de Caral están construidas como plataformas superpuesta para ganar altura. En la cima estuvieron los lugares más importantes y privados donde concurrían pocas personas, en la parte baja la plaza, lugar de grandes multitudes. Una escalera une ambas partes. Para construir estas plataformas se usaron muros de contención de piedra unidas con barro que alternan piedras grandes largas con otras más pequeñas. Para la obtención de las piedras se usaron canteras próximas a Caral. El interior se rellenó con piedras y barro contenidas en redes tejidas de fibras vegetales llamadas shicras. Fue la técnica más usada en su época. Se construyeron, principalmente, tres tipos de muros: estructurales, de contención y fachadas. A lo largo de su longa vida las pirámides fueron remodeladas muchas veces, para ello enterraban el edificio antiguo y construían otro similar sobre el precedente (Shady 1997).

Muros de contención de una plataforma en la Pirámide del Anfiteatro.
Los Alteres del Fuego Sagrado

Para los curacas de Caral poder predecir el clima y entender los indicadores que la naturaleza ofrece para su comprensión (como el movimiento de los astros, por ejemplo) era importante pues les permitiría planificar la producción (como el cultivo y la pesca) y de ese modo asegurar la subsistencia. Poder predecir el comportamiento de la naturaleza no depende de la adivinación o la suerte, sino de poder entender las señales que ella misma nos ofrece. Entender esas señales era «hablar» con las huacas. En Caral existe un lugar muy especial donde se entabló esta comunicación: el «Altar del Fuego Sagrado». Los arqueólogos en Caral han encontrado varios de estos altares, ubicados no solo en las pirámides más importantes, sino también en edificios pequeños, como la Pirámide del Altar Circular. El «Altar del Fuego Sagrado» es una pequeña habitación de forma circular o rectangular con un único ingreso en cuyo interior hay un pequeño pozo (al centro, en el piso) donde en especiales ceremonias se incineraron pequeñas ofrenda. Un conducto de ventilación corre por debajo del piso y conecta el exterior del recinto con el interior del pozo alimentando de oxigeno la flama producto de dicha incineración. Es común que el piso de este ambiente presente dos niveles, uno más alto, que corre pegado a los muros y otro nivel más bajo, al centro, donde se ubica el pozo de las incineraciones. Algunos altares del fuego sagrado están asociados a otros pequeños recintos que sirven de ambientes auxiliares y en algunos casos todo el conjunto está rodeado por un muro perimétrico que lo aísla del entorno y restringe su comunicación con el exterior a través de un solo ingreso. En los siglos posteriores a la construcción de estos altares en Caral surgieron en varias zonas de los andes peruanos muchos otros sitios que compartieron la tradición de los «Altares del Fuego Sagrado», como Huaricoto, Shillacoto, La Galgada, Piruro y principalmente: Kotosh. Fue en este último sitio donde en 1958 la misión arqueológica de la Universidad de Tokio encabezada por el Dr. Seiichi Izumi excava por primera vez una de estas estructuras y la presenta como el principal elemento distintivo de una cultura muy antigua en los andes que llamaron «Tradición Mito». Décadas después, la Dra. Ruth Shady y su equipo excavan aquí, en Caral. Uno de los primeros hallazgos que les llamó poderosamente la atención fue descubrir la presencia de una estructura similar a la ya muy conocida estructura de Kotosh, nombrada por ellos de aquí en adelante como Altar del Fuego Sagrado.

Altar del Fuego Sagrado en el conjunto residencial asociado a la Pirámide de la Galería.
Uno de los principales es el Altar del Fuego Sagrado en la Pirámide del Anfiteatro. Se ubica al interior del muro perimétrico de esta pirámide pero en una zona periférica, aislada del conjunto principal de estructuras de esta edificación y del resto de la ciudad. El recinto principal es una pequeña estructura de planta circular de un solo ingreso y piso a doble nivel. Al centro, un pozo para incineraciones. Este «Altar Circular» estuvo contenido dentro de otro recinto cuadrangular más grande, dándole la privacidad que un ambiente sagrado necesita. A la pequeña habitación circular del fogón sólo tendría permiso (y espacio) para acceder una persona, la encargada de realizar las incineraciones como parte de una ceremonia de tributo o pago por algún favor solicitado a los dioses. Debajo del pozo se ha reportado el hallazgo de dos conductos de ventilación, uno orientado con rumbo norte y el otro con rumbo sur. Al interior del primero se halló ceniza blanca, probablemente producto de la quema de conchas (valvas de moluscos o caracoles marinos) y huesos de pescado. Al interior del segundo (el de rumbo sur) se halló ceniza de origen orgánico animal, probablemente mates, semillas o huesos (Shady, Dolorier y Casas 2000). Este Altar del Fuego Sagrado fue construido con muros de piedras unidas con argamasa de barro y enlucidos con una gruesa capa, también de barro. Las paredes y el piso estuvieron pintados y como parte del cuidado recibido fueron periódicamente repintados (Shady, Dolorier y Casas 2000). El Templo Mayor, la contraparte en el sector alto del Templo del Anfiteatro (sector bajo) también tiene un Altar del Fuego Sagrado. Este se ubica en la cumbre de la pirámide, en el sector Este del Atrio sobre una plataforma de 90 centímetros de alto construida a propósito para soportar dicho altar. Su forma es cuadrangular (2,80 metros por lado) y su altura promedia los 1,70 metros. Los muros son de 40 centímetros de ancho y presentan, en su cara interna y externa, una capa de 4 milímetros de barro muy fino como enlucido sobre el cual se aplicó al menos 15 capas de pintura blanca-plomiza. Para las caras exteriores se ha reportado capas de pinturas blanca-plomiza-crema y roja. El piso presenta el clásico diseño de doble nivel y estuvo protegido por una esterilla tejida con fibra vegetal. Por debajo de éste piso corre un conducto de ventilación que lleva oxígeno al pozo, ubicado en el nivel bajo del piso al centro del recinto. Un angosto vano de 35 centímetros de ancho en la pared sur es la única vía de ingreso o salida (Shady, Machacuay y López 2003). Este Altar del Fuego Sagrado fue incluido dentro del diseño del Templo Mayor en sus últimas fases de remodelación. En forma y diseño es similar y contemporáneo en el tiempo a los altares de los sitios arqueológicos de La Galgada y Kotosh (alrededor del 2000 a.C.). Es muy probable, según los reportes publicados, que las ceremonias realizadas en este altar incluyeran la incineración (en el pozo ya mencionado) de conchas de moluscos marinos, vegetales y telas de algodón, que son representantes de los principales productos consumidos y producidos aquí en Caral. Sobre el piso del altar se menciona el hallazgo de valvas (enteras y fragmentadas) de moluscos como el «Choro» (Choromythilus sp.) y la «Macha» (Mesodesma donacium), huesos de pescado, como la «Sardina» (Sardinops Sagax) y la «Anchoveta» (Engraulis ringens), así como semillas y restos de otros vegetales (Shady, Machacuay y López 2003). Los Altares del Fuego Sagrado son uno de los elementos que distinguen a Caral y su civilización (junto a la pirámide, la plaza circular y la escalera que une ambas) y se les pueden encontrar en casi todas las estructuras de esta ciudad. No sólo están presentes en las grandes construcciones (como los dos ejemplos anteriormente tratados), también están en pequeñas pirámides, como el llamado Templo del Altar Circular. También se han reportado la presencia de dichos altares inclusive en pequeñas estructuras consideradas como domésticas.

Las Plazas Circulares

Otro importante lugar de encuentro ceremonial donde debieron participar grandes cantidades de personas fueron las plazas circulares, que son grandes espacios amurallados con dicha forma. En Caral existen 2: delante de la pirámide Mayor (en el sector alto) y en la Pirámide del Anfiteatro (en el sector Bajo). A la plaza circular se accede del exterior por una escalera que llega a la parte alta del muro con dicha forma que las rodea y baja al interior de la plaza por otra escalera gemela. Frente a ella, en el lado opuesto de la plaza, otra escalera similar conduce a la parte alta del muro (nuevamente) donde se inicia la «escalinata principal» (escalera) que lleva a la cima de la pirámide.

Vista de la Plaza Circular de la Pirámide Mayor. Foto tomada desde la cima de la pirámide.
Las festividades y ceremonias celebradas en esta especie de anfiteatro (plaza circular) usaron de la música para expresarse. Enterrados en un sector de la plaza circular de la Pirámide del Anfiteatro se reporta el hallazgo como ofrenda de 32 flautas decoradas con bellos diseños. Dichas flautas se tocan por un único orificio central y están decoradas con diseños de monos, serpientes y cóndores (Shady 2003). Las plazas circulares construidas en la parte frontal de las pirámides fueron una tradición arquitectónica que por largo tiempo se usó en esta región.

Reconstrucción tridimencional computarizada de la Pirámide del Anfiteatro.
Recursos marinos

Hace 7000 años las poblaciones del litoral de Supe aprovechaban los abundantes recursos del mar, lo que les permitió asegurar su subsistencia y vivir en grupos sociales, bajo un sistema igualitario.

Alrededor de los 5000 años al presente, las aldeas de pescadores, distribuidas en forma dispersa por las playas y las colinas, experimentaron un cambio en su sistema de organización social; se inició un proceso interno de diferenciación social y la población se trasladó a asentamientos nucleados. Los pueblos costeros tuvieron diestros navegantes desde los albores de la civilización. El mar fue utilizado como una vía de comunicación importante y primigenia de las sociedades andinas. La implementación de una tecnología especializada para el aprovechamiento del recurso marino promovió la interacción y el desarrollo de la civilización Caral.

Caleta Vidal

El intercambio de productos, al principio local, se insertó en una esfera de articulación interregional. Las poblaciones de los asentamientos que se encontraban en el valle de Supe, como Caral, requerían recursos marinos para su sustento, en tanto las poblaciones del litoral, como Áspero y Vichama, buscaban acceder a los productos agrícolas del valle y otros bienes, que se traían de la sierra y la selva.

La Bahía de Áspero. Cambios Climáticos y de Medio Ambiente
Las recientes investigaciones, que vienen evaluando la geomorfología del litoral de Áspero, en relación con los datos arqueológicos y geológicos, están evidenciando para determinados períodos un paisaje muy distinto al contemporáneo. Hace 5000 años el mar estuvo a más de 2 km hacia el Este, con respecto a la línea actual de la playa. Según este planteamiento, la ciudad de Áspero fue construida frente a una bahía, donde el recurso marino era abundante, para la pesca y recolecta de moluscos. Este escenario paisajístico sugiere que Áspero fue uno de los puertos más importantes del área norcentral durante el Arcaico Tardío (3000 a 1800 a.C.).

Planificación Urbana y Monumentalidad

Los antiguos pobladores seleccionaron los terrenos desérticos del valle para ubicar sus asentamientos urbanos. Caral se encuentra en una amplia terraza aluvial, que mide 1,1 km en el lado más ancho, y se halla rodeada por cerros. Como cualquier otra ciudad, Caral estuvo en constante transformación. Se calcula que funcionó no menos de 1000 años y que tuvo, en su apogeo, aproximadamente 3000 habitantes. En algunas estructuras se han encontrado evidencias de actividades de enterramiento ritual. La ciudad habría sido concebida como un calendario. Cada edificio público fue construido en relación con cierta deidad y posición astral. En ellos se realizaban actividades multifuncionales en determinadas fechas festivas del calendario anual.

Edificios Públicos Piramidales

La religión, importante componente de la cosmovisión prehispánica, se hace evidente en la construcción de los edificios piramidales. Estos tienen distintos tamaños y los espacios ceremoniales están presididos por fogones. En ellos se realizaron funciones políticas, administrativas y laborales, combinadas con ceremonias y ritos religiosos. Asimismo, estos edificios tuvieron funciones simbólicas, pues expresaban contenidos y sirvieron para la identificación cultural y cohesión social.

Observatorio

En la zona sureste de la ciudad, en un espacio desértico, bordeado por los cerros, se ha identificado un complejo laboratorio astronómico. Se trazaron líneas que establecen horizontes, se construyeron geoglifos y observatorios subterráneos; así como un camino de 12 m de ancho.

Residencias

Se encuentran viviendas anexas a los edificios monumentales multifuncionales, que poseen finos acabados y amplios espacios. Adicionalmente, han sido identificados tres conjuntos residenciales o “barrios”:

  • El Conjunto Residencial Mayor, ubicado en la mitad alta, frente a la Gran Plaza Central.
  • El Conjunto Residencial Menor, ubicado en la mitad baja, frente a varios edificios públicos.
  • El Sector Residencial de la Periferia, ubicado en la zona noroeste de la ciudad, que colinda con el valle.

Caral hoy

Como hace 5000 años Caral es de gran importancia en la historia del Perú, como centro de investigaciones permanentes, creadores de ciencia y cultura y como polo de desarrollo que impulsará a su región hacia el desarrollo económico y social.

Festival turístico y cultural organizado por el PEACS con la participación de la población local en Caral.

Cronología

Caral tuvo una larga vida de al menos mil años entre el 3000 a.C. y el 1800 a.C. (Shady 2004) y durante esa longa existencia sus edificios pasaron por varias remodelaciones. Los arqueólogos del PEACS han dividido su historia en 6 períodos (Shady 2004):

Período Remoto Caral Está fechado antes de 3000 a.C. y corresponde al tiempo anterior a la construcción de Caral cuando grupos familiares se asentaron en el valle de Supe adecuando terrenos para el cultivo aprovechando zonas de humedales.

Período Antiguo Caral (2900 a.C. a 2600 a.C.) Se funda Caral y otros asentamientos en la parte central del valle de Supe. Se construyen grandes edificios con espacios abiertos como plazas.

Período Medio Inicial Caral (2600 a.C a 2400 a.C.) Se reestructura el diseño de Caral y se remodelan sus pirámides agregándoles más volumen. Se construyen las Plazas Circulares. Se forma un gobierno estatal.

Período Medio Caral (2400 a.C. a 2200 a.C.) Nuevas ampliaciones y remodelaciones en las pirámides y demás estructuras. Se construyen grandes plataformas y plazas.

Período Medio Tardío Caral (2200 a.C. a 2100 a.C.) Más remodelaciones en los edificios públicos. Se construyen plazas inscritas en plataformas rectangulares. El sitio arqueológico de Era de Pando crece en prestigio y surge como posible nuevo polo de desarrollo del valle de Supe.

Período Tardío Caral (2100 a.C. a 1800 a.C.) Los edificios son remodelados usando piedras más pequeñas que en períodos anteriores, quizá por una reducción en la disponibilidad de mano de obra. Algunas estructuras de la ciudad son enterradas. La ciudad es abandonada. En el tiempo que Caral vivía sus últimos momentos ya habían surgido en la costa norte, nor-central y central del Perú nuevos polos de desarrollo que continuaron con algunas de las añejas tradiciones caralinas, como la construcción de pirámides y el uso de plazas circulares.

Los Conjuntos Residenciales

Son grupos de pequeñas construcciones de un solo piso ubicados tanto en el Sector Alto como en el Sector Bajo y sirvieron como viviendas de las personas que trabajaron para las actividades de las pirámides o incluso como viviendas de los propios sacerdotes o gobernantes de la ciudad. Son de forma cuadrangular y dimensiones variadas, oscilando entre los 49 metros cuadrados y los 80 metros cuadrados. Una «residencia» está formada por un conjunto de recintos interconectados entre sí. Las residencias tienen una entrada principal orientada al norte y otra «trasera» que comunica con patios o espacios abiertos. Algunos de los cuartos tienen banquetas o pequeñas plataformas (Shady 2003).

Vista de un Conjunto Residencial. Uno de los Conjuntos Residenciales más grandes es el llamado Sector Residencial A o Mayor. Se ubica sobre una explanada en el Sector Alto, justo encima del cause seco que divide la Ciudad. Fue construida usando postes de guarango o sauce con emparrillados de caña recubiertos con una capa de barro gris. Las paredes estuvieron pintadas con capas sucesivas de color blanco, gris claro, beige, rojo y amarillo claro (Shady 1997). Las residencias fueron construidas de forma independiente unas de otras pero a causa de continuas remodelaciones varias de ellas terminaron fusionadas en un solo conjunto. Por sus características y hallazgos reportados de esta área los arqueólogos consideran que este Conjunto Residencial estuvo habitado por familias integrantes de elite caralina (Shady 1997).

Reconstrucción tridimencional computarizada de dos conjuntos residenciales asociados a la Pirámide de la Cantera.

Técnicas y materiales constructivos

Las pirámides de Caral están construidas como plataformas superpuesta para ganar altura. En la cima estuvieron los lugares más importantes y privados donde concurrían pocas personas, en la parte baja la plaza, lugar de grandes multitudes. Una escalera une ambas partes.

Vista de la Pirámide de la Huanca. Se observa la superposición de muros de contención que forman las plataformas. El muro de la derecha es una remodelación del muro de la izquierda. Para construir estas plataformas se usaron muros de contención de piedra unidas con barro que alternan piedras grandes largas con otras más pequeñas. Para la obtención de las piedras se usaron canteras próximas a Caral. El interior se rellenó con piedras y barro contenidas en redes tejidas de fibras vegetales llamadas shicras. Fue la técnica más usada en su época. Se construyeron, principalmente, tres tipos de muros: estructurales, de contención y fachadas. A lo largo de su longa vida las pirámides fueron remodeladas muchas veces, para ello enterraban el edificio antiguo y construían otro similar sobre el precedente (Shady 1997).

Muros de contención de una plataforma en la Pirámide del Anfiteatro.

Los Alteres del Fuego Sagrado

Para los curacas de Caral poder predecir el clima y entender los indicadores que la naturaleza ofrece para su comprensión (como el movimiento de los astros, por ejemplo) era importante pues les permitiría planificar la producción (como el cultivo y la pesca) y de ese modo asegurar la subsistencia. Poder predecir el comportamiento de la naturaleza no depende de la adivinación o la suerte, sino de poder entender las señales que ella misma nos ofrece. Entender esas señales era «hablar» con las huacas. En Caral existe un lugar muy especial donde se entabló esta comunicación: el «Altar del Fuego Sagrado».

Vista del Altar del Fuego Sagrado del Templo del Anfiteatro. Los arqueólogos en Caral han encontrado varios de estos altares, ubicados no solo en las pirámides más importantes, sino también en edificios pequeños, como la Pirámide del Altar Circular. El «Altar del Fuego Sagrado» es una pequeña habitación de forma circular o rectangular con un único ingreso en cuyo interior hay un pequeño pozo (al centro, en el piso) donde en especiales ceremonias se incineraron pequeñas ofrenda. Un conducto de ventilación corre por debajo del piso y conecta el exterior del recinto con el interior del pozo alimentando de oxigeno la flama producto de dicha incineración. Es común que el piso de este ambiente presente dos niveles, uno más alto, que corre pegado a los muros y otro nivel más bajo, al centro, donde se ubica el pozo de las incineraciones. Algunos altares del fuego sagrado están asociados a otros pequeños recintos que sirven de ambientes auxiliares y en algunos casos todo el conjunto está rodeado por un muro perimétrico que lo aísla del entorno y restringe su comunicación con el exterior a través de un solo ingreso.

Reconstrucción tridimencional computarizada del Altar del Fuego Sagrado del Templo del Anfiteatro. En los siglos posteriores a la construcción de estos altares en Caral surgieron en varias zonas de los andes peruanos muchos otros sitios que compartieron la tradición de los «Altares del Fuego Sagrado», como Huaricoto, Shillacoto, La Galgada, Piruro y principalmente: Kotosh. Fue en este último sitio donde en 1958 la misión arqueológica de la Universidad de Tokio encabezada por el Dr. Seiichi Izumi excava por primera vez una de estas estructuras y la presenta como el principal elemento distintivo de una cultura muy antigua en los andes que llamaron «Tradición Mito». Décadas después, la Dra. Ruth Shady y su equipo excavan aquí, en Caral. Uno de los primeros hallazgos que les llamó poderosamente la atención fue descubrir la presencia de una estructura similar a la ya muy conocida estructura de Kotosh, nombrada por ellos de aquí en adelante como Altar del Fuego Sagrado.

Altar del Fuego Sagrado en el conjunto residencial asociado a la Pirámide de la Galería. Uno de los principales es el Altar del Fuego Sagrado en la Pirámide del Anfiteatro. Se ubica al interior del muro perimétrico de esta pirámide pero en una zona periférica, aislada del conjunto principal de estructuras de esta edificación y del resto de la ciudad. El recinto principal es una pequeña estructura de planta circular de un solo ingreso y piso a doble nivel. Al centro, un pozo para incineraciones. Este «Altar Circular» estuvo contenido dentro de otro recinto cuadrangular más grande, dándole la privacidad que un ambiente sagrado necesita. A la pequeña habitación circular del fogón sólo tendría permiso (y espacio) para acceder una persona, la encargada de realizar las incineraciones como parte de una ceremonia de tributo o pago por algún favor solicitado a los dioses. Debajo del pozo se ha reportado el hallazgo de dos conductos de ventilación, uno orientado con rumbo norte y el otro con rumbo sur. Al interior del primero se halló ceniza blanca, probablemente producto de la quema de conchas (valvas de moluscos o caracoles marinos) y huesos de pescado. Al interior del segundo (el de rumbo sur) se halló ceniza de origen orgánico animal, probablemente mates, semillas o huesos (Shady, Dolorier y Casas 2000).

Altar Circular del Fuego Sagrado en el Templo del Altar Circular. Este Altar del Fuego Sagrado fue construido con muros de piedras unidas con argamasa de barro y enlucidos con una gruesa capa, también de barro. Las paredes y el piso estuvieron pintados y como parte del cuidado recibido fueron periódicamente repintados (Shady, Dolorier y Casas 2000). El Templo Mayor, la contraparte en el sector alto del Templo del Anfiteatro (sector bajo) también tiene un Altar del Fuego Sagrado. Este se ubica en la cumbre de la pirámide, en el sector Este del Atrio sobre una plataforma de 90 centímetros de alto construida a propósito para soportar dicho altar. Su forma es cuadrangular (2,80 metros por lado) y su altura promedia los 1,70 metros. Los muros son de 40 centímetros de ancho y presentan, en su cara interna y externa, una capa de 4 milímetros de barro muy fino como enlucido sobre el cual se aplicó al menos 15 capas de pintura blanca-plomiza. Para las caras exteriores se ha reportado capas de pinturas blanca-plomiza-crema y roja. El piso presenta el clásico diseño de doble nivel y estuvo protegido por una esterilla tejida con fibra vegetal. Por debajo de éste piso corre un conducto de ventilación que lleva oxígeno al pozo, ubicado en el nivel bajo del piso al centro del recinto. Un angosto vano de 35 centímetros de ancho en la pared sur es la única vía de ingreso o salida (Shady, Machacuay y López 2003).

Reconstrucción tridimencional computarizada del Templo del Altar Circular. Este Altar del Fuego Sagrado fue incluido dentro del diseño del Templo Mayor en sus últimas fases de remodelación. En forma y diseño es similar y contemporáneo en el tiempo a los altares de los sitios arqueológicos de La Galgada y Kotosh (alrededor del 2000 a.C.). Es muy probable, según los reportes publicados, que las ceremonias realizadas en este altar incluyeran la incineración (en el pozo ya mencionado) de conchas de moluscos marinos, vegetales y telas de algodón, que son representantes de los principales productos consumidos y producidos aquí en Caral. Sobre el piso del altar se menciona el hallazgo de valvas (enteras y fragmentadas) de moluscos como el «Choro» (Choromythilus sp.) y la «Macha» (Mesodesma donacium), huesos de pescado, como la «Sardina» (Sardinops Sagax) y la «Anchoveta» (Engraulis ringens), así como semillas y restos de otros vegetales (Shady, Machacuay y López 2003). Los Altares del Fuego Sagrado son uno de los elementos que distinguen a Caral y su civilización (junto a la pirámide, la plaza circular y la escalera que une ambas) y se les pueden encontrar en casi todas las estructuras de esta ciudad. No sólo están presentes en las grandes construcciones (como los dos ejemplos anteriormente tratados), también están en pequeñas pirámides, como el llamado Templo del Altar Circular. También se han reportado la presencia de dichos altares inclusive en pequeñas estructuras consideradas como domésticas.

Las Plazas Circulares

Otro importante lugar de encuentro ceremonial donde debieron participar grandes cantidades de personas fueron las plazas circulares, que son grandes espacios amurallados con dicha forma. En Caral existen 2: delante de la pirámide Mayor (en el sector alto) y en la Pirámide del Anfiteatro (en el sector Bajo). A la plaza circular se accede del exterior por una escalera que llega a la parte alta del muro con dicha forma que las rodea y baja al interior de la plaza por otra escalera gemela. Frente a ella, en el lado opuesto de la plaza, otra escalera similar conduce a la parte alta del muro (nuevamente) donde se inicia la «escalinata principal» (escalera) que lleva a la cima de la pirámide.

Vista de la Plaza Circular de la Pirámide Mayor. Foto tomada desde la cima de la pirámide. Las festividades y ceremonias celebradas en esta especie de anfiteatro (plaza circular) usaron de la música para expresarse. Enterrados en un sector de la plaza circular de la Pirámide del Anfiteatro se reporta el hallazgo como ofrenda de 32 flautas decoradas con bellos diseños. Dichas flautas se tocan por un único orificio central y están decoradas con diseños de monos, serpientes y cóndores (Shady 2003). Las plazas circulares construidas en la parte frontal de las pirámides fueron una tradición arquitectónica que por largo tiempo se usó en esta región.

Reconstrucción tridimencional computarizada de la Pirámide del Anfiteatro..

Vista de la Plaza Circular de la Pirámide del Anfiteatro.

Música Ancestral: las Flautas y Trompetas

La música ha sido, desde los albores de la civilización andina, parte fundamental del ceremonial y la religiosidad. Prueba de ello es el hallazgo de 32 flautas depositadas como ofrendas bajo el piso de la plaza circular en la Pirámide del Anfiteatro (Shady 2004). Fueron colocadas sobre una piedra cortada acompañadas por un canto rodado a un lado y al otro por una figurina humano de barro crudo sin rostro que se deshacía al tacto, todo cubierto por más piedras cortadas (Shady 2004). Se les ha clasificado como «flautas tubulares horizontales o traversas», pues son tubos delgados con un orificio central de forma ovalada que sirve de embocadura. Sólo en dos casos dicha abertura es rectangular. En el fondo de la embocadura un triángulo hecho de arcilla cruda sirve de tabique regulador que distribuye el aire entrante hacia ambos extremos. Fueron elaboradas usando huesos de ala de pelícano, cubito para las mas delgadas y cortas y húmero para las más grandes y anchas (Shady, Leyva y otros 2003). Las flautas están decoradas con representaciones de monos, aves, serpientes y figuras humanas. Algunas no presentan ningún tipo de decoración.

Flautas encontradas en Caral. Foto tomada de internet. En otro sector de la misma Pirámide del Anfiteatro fue hallado otro conjunto de 38 instrumentos de vientos, posiblemente cornetas hechas con hueso de camélido o venado. Estas no tienen embocadura sobre el tubo y su superficie está decorada con canales horizontales (Shady 2003).

Diseños realizados sobre algunas de las flautas.

El Ojo de Dios

De los muchos objetos recuperados por los arqueólogos en Caral, uno de ellos es singular por su forma y significado. Se le ha llamado «el ojo de dios». Lo forma una armazón de carricillos o palitos colocados en forma de cruz o equis sobre la que se ha tejido una cobertura con hilo de algodón de varios colores a modo de espiral, partiendo de la unión de la intersección de los palitos. El aspecto final es con forma de rombo o rectángulo.

Arriba izquierda: «Ojo de Dios» contemporáneo de la nación Ashaninka de la amazonia peruana. Arriba derecha: Los encontrados en Caral (tomado de «Caral, La Civilización más Antigua de América»). Abajo: Dibujo esquemático de los artefactos publicada en el Boletín de Museo de Arqueología y Antropología de la UNMSM (año 4, nº 4, 2001). La importancia y significado de estos objetos en la vida de los pretéritos caralinos se relaciona con la concepción del mundo y el papel que cumplían algunas personas con trabajos especializados (como la de astrónomos) dentro de esa sociedad. Los «ojos de dios» fueron hallados como ofrendas en rellenos usados para remodelar construcciones en un conjunto residencial del Sector Bajo (Shady 2004). Objetos similares, pero no tan antiguos como los de Caral, se han encontrado en la bahía de Paracas asociadas a tumbas del período precerámico, en Huaca San Marcos, pirámide de la cultura Lima y en tumbas en el valle de Chancay. Cabe resaltar que la tradición de los «ojos de dios» no se ha perdido y aún supervive en algunas tribus amazónicas como los Shipibos, quienes las confeccionan para venderlas a los turistas (Shady 2004).

Economía y producción

Caral debe su éxito y crecimiento al ser el centro de una amplia red de intercambio y reciprocidad que se extendía por la costa, la sierra e inclusive la selva. El principal cultivo en Caral fue el algodón (Gossypium barbadense), el que usaron para elaborar ropa y redes de pesca y para intercambiar por productos de otras regiones. Por ejemplo, lo intercambiaron por grandes cantidades de pescado (sobre todo anchoveta) con las poblaciones del litoral (como con la huaca de Aspero, por ejemplo). Su amplia red de intercambio les permitió a los Caralinos obtener el «mullu», molusco bivalvo que habita solo en las aguas calientes del Océano Pacífico, desde California hasta Ecuador. Fue muy usada como símbolo de riqueza y en ceremonias para la predicción climática (Shady 2000). Diversas fuentes para la obtención de recursos tuvieron los caralinos en las proximidades de su ciudad. Terrenos pantanosos en la margen del río donde crecen bosques de caña brava, carrizo y «cola de caballo» que usaron como material para construir los muros de estructuras pequeñas como los conjuntos residenciales. Lagunas cercanas de donde cosecharon totora y junco con los que elaboraban canastas y esteras. Bosques de guarango y algarrobo de donde obtuvieron la madera para ser usada como combustible o como postes en la construcción de casas. Los desiertos próximos donde crece en abundancia la «achupalla» (Cardo de loma) usada como alimento y combustible. El río Supe, donde abundan los peces y camarones y finalmente el valle, fértil y pródigo lo usaron para el cultivo del zapallo, fríjol, camote, pacay y guayaba (Shady 2000).

Caral fue el centro de una amplia red de intercambio de productos.. El mar y sus frutos fueron una de las principales fuentes de alimentación de la población caralina. Sin embargo la ciudad de Caral se encuentra a más de 23 kilómetros tierra adentro lejos del litoral. Una apreciable distancia, tomando en cuenta que el abastecimiento de productos marinos debió ser diario. En la costa se han podido encontrar algunos sitios contemporáneos con Caral, como Aspero, con quienes mantuvieron estrechas relaciones de reciprocidad e intercambio (Shady 2003). El mar frente a las costas del valle de Supe es rico y productivo en especies aptas para el consumo humano. Los Curacas (gobernantes) de Aspero debieron mantener un lazo de intercambio y reciprocidad con los de Caral, pues en el primero se puede encontrar redes y tejidos de algodón provenientes del valle y en Caral restos de los productos preferidos por ellos: anchoveta, sardina, choro y macha. Hay que mencionar que la variedad de productos marinos hallados en Aspero es mucho más grande y por tanto sólo usaron para el intercambio los productos más solicitados. Es de destacar que no se ha reportado el hallazgo en Caral de redes o cualquier otro implemento de pesca (Bearez y Miranda 2003), reafirmando el hecho que los productos marinos hallados en Caral provinieron por intercambio y no como labor propia de los pobladores de Caral.

Organización Social y Política

El prestigio del sistema social de las poblaciones de Caral y su área de influencia lo convirtió en modelo y trascendió más allá de su espacio y tiempo; marcó al proceso cultural en el mundo andino hasta el imperio Inca, último Estado prehispánico, formado 4400 años después.

La organización social y política de Caral se caracterizó por:

  • La división del trabajo, una mayoría dedicada a la producción de alimentos y los especialistas encargados de la conducción política y religiosa de la población, así como de la producción de conocimientos y su aplicación.
  • Una distribución desigual de la productividad económica, en relación con el ordenamiento jerarquizado de los estratos sociales.
  • La organización centralizada de la población, distribuida en asentamientos urbanos, conducidos por autoridades políticas.

Ayllus

Grupos de familias emparentadas, que trabajaban una misma porción de tierras en el valle y pertenecían a un determinado asentamiento o pachaca. Tuvieron sus autoridades de linaje y su edificio público propio, sede de actividades multifuncionales, políticas, religiosas, económicas y administrativas. Trabajaban para su propio sustento, ya sea en la agricultura o en la pesca, y daban a los “principales” parte de los bienes que producían. Además, de prestar servicios en las tierras asignadas a los dioses, participaron en las construcciones para la renovación de los templos.

Curacas y principales

Cada asentamiento o pachaca estaba representado por una autoridad o curaca, además de los “principales” de sus ayllus. Estas autoridades retornaban servicios a los principales e integrantes de sus ayllus prediciendo y asegurándoles determinadas condiciones naturales y sociales. Fueron los conductores de las actividades agrarias, económicas, religiosas y constructivas.

Pachacas

Los pobladores del valle de Supe estuvieron organizados en centros urbanos de diverso tamaño y complejidad, mantenidos por una economía autosuficiente, y conducidos en lo político y administrativo por sus propias autoridades, los curacas. Tenían sus dioses y prácticas religiosas, en los que sustentaban su identidad. Estaban integrados por vínculos económicos (la tierra y el agua), religiosos y culturales (dioses y ancestros) reforzados en ceremonias públicas colectivas, de periódica realización.

Sayas

Los asentamientos del valle de Supe estuvieron distribuidos en cada margen del río, en número similar, según el patrón dual de la cosmovisión de la sociedad de Supe. Cada saya (mitad) estaba integrada por un número de pachacas (asentamientos), tanto en la margen izquierda como en la derecha.

Icho huari y Allauca huari

Cada parcialidad o saya estuvo bajo la autoridad del icho Huari y del Allauca Huari, la primera o la segunda persona, como refieren los cronistas.

Huno

Por encima de las autoridades de ambas parcialidades estaba el curaca del valle, que era el Huno o Uno. Este mandaba sobre las autoridades de las parcialidades, de las pachacas y ayllus, en un sistema jerarquizado; representaba la unificación de la cuenca y la nacionalidad de sus pobladores; conducía el gobierno del Estado y residía en la ciudad capital. La presencia de edificios públicos con plaza circular hundida en casi todos los asentamientos urbanos estaría relacionada con determinadas funciones públicas, de reconocimiento al Estado. El poder político del curaca principal mantuvo, sin embargo, descentralizadas las funciones de la pachaca, ya sea en lo político, económico o ideológico: cada una tenía sus propios señores, especialistas, agricultores y servidores. Al curaca principal le bastaba el cumplimiento de la tributación, en bienes y, sobre todo, en prestación de servicios. Su influencia y prestigio se habrían extendido al área norcentral durante este período.

La ciencia y su aplicación

La aplicación práctica de los conocimientos producidos por los especialistas mejoró las condiciones de vida de la sociedad de Caral. Desarrollaron una serie de tecnologías sustentadas en la investigación científica. Utilizaron conocimientos de aritmética y geometría en el diseño y ejecución arquitectónica, los estudios astronómicos en la medición del tiempo y la predicción del clima; y un sistema codificado en el registro de la información.

Sistema de Registro

En el Edificio Piramidal La Galería se recuperó una compleja ofrenda enrejada, que tenía entre sus componentes un quipu de antigüedad milenaria. Su uso en tiempos de Caral testimonia un registro codificado que antecede a los del Imperio Inca. A este hallazgo singular se suman seis representaciones pictóricas de otros ejemplares de quipus realizados sobre tres bloques líticos que formaron parte de dos plataformas de la esquina noreste del Edificio Piramidal Menor de Caral. Estos habrían sido dibujados por personas vinculadas, por parentesco o servicio, a los funcionarios encargados de este edificio menor, quienes conocían los instrumentos de registro, ya sea por manipulación o porque los vieron usándolos a los funcionarios del monumento.

Astronomia

Uno de los campos de investigación estuvo vinculado con la astronomía, aplicada a la elaboración de los calendarios anual y de mediano y largo plazo, relacionados con la celebración de festividades y otras actividades económicas, religiosas y cívicas. Este conocimiento fue aplicado, también, a la orientación de los edificios públicos. Al lado de los geoglifos y líneas, distribuidos en las llanuras desérticas, enmarcadas por cerros, se han hallado piedras talladas dispersas; un recinto subterráneo que estuvo techado, a modo de un laboratorio espacial, y un sendero o camino de 12 metros de ancho.

El Geoglifo de Chupacigarro

Ubicado en el vecino asentamiento de Chupacigarro, a 1 kilómetro de la Ciudad Sagrada de Caral; está trazado con piedras angulares. Representa la conocida cabeza de perfil de estilo Sechín (valle de Casma); la cara se orienta hacia el Este y muestra el ojo cerrado, la boca abierta y el cabello batido por el aire o la sangre que fluía de la cabeza. Su ubicación en un lugar destacado, en medio de la pampa, entre dos alineamientos de piedras, sugiere un tratamiento social especial, en directa vinculación con observaciones astronómicas y actos religiosos.

Medicina

El conocimiento médico está evidenciado en la presencia recurrente de plantas conocidas por sus propiedades curativas; muchas de ellas fueron enterradas en contextos de ofrendas. Son numerosos los paquetes doblados de tallos y hojas de sauce (Salix humboldtiana), dejados en diversos contextos, y dentro de hoyos. Los habitantes de la zona los usan para atenuar los dolores de cabeza. Es interesante recordar que el principio activo de la Aspirina es el ácido acetilsalicílico, cuya versión natural se extrae del sauce.

Idiología

Todas las actividades emprendidas por los habitantes de Caral estaban, de una u otra forma, asociadas con ceremonias y ritos. Se reunían periódicamente en las plazas y los salones ceremoniales con fogones de los edificios públicos y viviendas, quemaban ofrendas, colocaban objetos en las hornacinas y enterraban cabellos, fragmentos de cuarzo y otros valores apreciados por ellos.

Modo de entender el mundo

La sociedad de Caral tuvo una cosmovisión del mundo en armonía con la preservación del medio geográfico y sus recursos, así como, también, con el orden observado en el espacio sideral. Teniendo en cuenta esas dimensiones, el ser humano ubicó su verdadera condición, de ser parte de la naturaleza y del universo.

Ideología

Todas las acciones de la vida social, en la política, religión, economía, ciencia, etc., estaban relacionadas entre sí. Los líderes religiosos eran, a la vez, líderes políticos especializados en astronomía o medicina, entre otros campos. Los señores eran los mediadores entre el grupo social que representaban, y el poder sobrenatural de los ancestros y dioses. La religión era el instrumento de gran efectividad para la cohesión pero también la coerción de la población; aseguraba el poder político, la jerarquía y el orden social. La sociedad participaba en las ceremonias calendarizadas por las autoridades y trabajaba para servir a sus dioses y a las autoridades, que los representaban ante ellos.

Mitos, ceremonias, ritos y ofrendas

Parafernalia religiosa Los encargados de las ceremonias utilizaron materiales y objetos a los que dieron significados simbólicos, según el tipo de celebración. Usaron cuarzos, flautas, figuras modeladas, moluscos, anchovetas y textiles quemados, artefactos de piedra, hueso, madera, junto con mechones de cabello humano. También han sido encontrados objetos en forma de inhaladores, elaborados con huesos de camélidos, y contenedores de conchas de caracol de selva (Megalobulimus spp.). Asimismo, se han hallado ofrendas compuestas por numerosos caracoles de loma (Scutalus proteus), que viven en parajes desérticos, en asociación con el cactus San Pedro (Trichocereus pachanoi), conocido por sus propiedades alucinógenas y por ser consumido tradicionalmente durante los rituales religiosos.

Ofrendas

Gran parte del material arqueológico recuperado ha sido encontrado en contextos de ofrendas. Es recurrente el hallazgo de conglomerados de vegetales, fragmentos de cuarzo, choros y alimentos, acomodados, enterrados y muchas veces quemados.

Ofrendas Enrejadas

Se trata de complejas ofrendas, consistentes en ejes florales de cabuya amarrados entre sí a modo de una litera. Están asociadas con numerosos y diversos componentes: minerales, como cuarzos, vegetales, plumas, fibras, algodón, así como diversos objetos manufacturados. Ellas revelan un profundo contenido simbólico.

Recurso Marino El Litoral de la Civilización Caral

Hace 7000 años las poblaciones del litoral de Supe aprovechaban los abundantes recursos del mar, lo que les permitió asegurar su subsistencia y vivir en grupos sociales, bajo un sistema igualitario.

Alrededor de los 5000 años al presente, las aldeas de pescadores, distribuidas en forma dispersa por las playas y las colinas, experimentaron un cambio en su sistema de organización social; se inició un proceso interno de diferenciación social y la población se trasladó a asentamientos nucleados.

Los pueblos costeros tuvieron diestros navegantes desde los albores de la civilización. El mar fue utilizado como una vía de comunicación importante y primigenia de las sociedades andinas. La implementación de una tecnología especializada para el aprovechamiento del recurso marino promovió la interacción y el desarrollo de la civilización Caral.

El intercambio de productos, al principio local, se insertó en una esfera de articulación interregional. Las poblaciones de los asentamientos que se encontraban en el valle de Supe, como Caral, requerían recursos marinos para su sustento, en tanto las poblaciones del litoral, como Áspero y Vichama, buscaban acceder a los productos agrícolas del valle y otros bienes, que se traían de la sierra y la selva.

La Bahía de Áspero. Cambios Climáticos y de Medio Ambiente

Las recientes investigaciones, que vienen evaluando la geomorfología del litoral de Áspero, en relación con los datos arqueológicos y geológicos, están evidenciando para determinados períodos un paisaje muy distinto al contemporáneo. Hace 5000 años el mar estuvo a más de 2 km hacia el Este, con respecto a la línea actual de la playa.

Según este planteamiento, la ciudad de Áspero fue construida frente a una bahía, donde el recurso marino era abundante, para la pesca y recolecta de moluscos. Este escenario paisajístico sugiere que Áspero fue uno de los puertos más importantes del área norcentral durante el Arcaico Tardío (3000 a 1800 a.C.).

La Zona Capital de Caral y su Importancia

En el valle medio inferior de Supe se concentró el mayor número de asentamientos urbanos: 8 de un total de 20; ellos muestran mayor extensión, volumen constructivo y complejidad arquitectónica que los otros del área norcentral.

Se hace evidente que, en esta parte del valle, estuvo el centro de prestigio social e irradiación cultural más destacado de la época.

La zona se encuentra encerrada por la configuración de la cordillera; hacia el oeste, a la altura del actual kilómetro 14,4, los cerros de ambos lados del valle se cierran formando una garganta. Lo mismo ocurre hacia el Este, a la altura del actual kilómetro 24,4, cerca del centro poblado de Las Minas. En estos 10 kilómetros de largo se conforma una sección del valle o “bolsón fértil”, bien definido y de fácil control.

Durante el tiempo de lluvias en la sierra, desde noviembre hasta abril, los agricultores regaban sus campos de cultivo con las copiosas aguas del río; el resto del año, con el agua de manantiales o puquios, distribuida también por medio de canales.

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