En Botánica las coníferas son plantas (árboles o arbustos) fanaerógamas (plantas complejas con partes diferenciadas) gimnospermas (producen semillas expuestas que se agrupan en conos, y de allí su nombre de coníferas) que poseen hojas muy ramificadas, aciculares (parecen agujas) y persistentes; y cuyo tronco es de corteza delgada y esbelto. Las podemos apreciar en muchos lugares de nuestro planeta, aunque son más propias del hemisferio norte. Son los más antiguos de los árboles que se conocen.
Las coníferas son arbustos y árboles con ramas que se presentan en forma cónica y frutos que también tienen una estructura de cono. Estas plantas pertenecen al conjunto de las gimnospermas, que incluye a aquellas especies cuyos carpelos, al no contar con un espacio cerrado que albergue los óvulos, exhiben las semillas al descubierto.
Existen unas seiscientas especies de coníferas en todo el mundo. Estos árboles muchas veces componen un bosque de coníferas, donde predominan los ejemplares con hojas perennes y aciculares.
Los bosques boreales, también llamados taigas, son los bosques de coníferas más usuales. Se encuentran en el hemisferio norte, en países como Rusia y Canadá, y disponen de coníferas como pinos, piceas y abetos. En los lugares con temperaturas más elevadas, los bosques de coníferas suelen presentar especies como las secuoyas, los cedros y los cipreses.
Cuando las coníferas se hallan en regiones muy frías, lo habitual es que crezcan mucho en altura y con forma de pirámide, ya que estas particularidades les permiten desprenderse de la nieve con mayor facilidad. En los climas secos, por su parte, las coníferas más frecuentes son aquellas con hojas aciculares que contribuyen a reducir la evaporación.
Los pinos están entre las coníferas más conocidas. A estos árboles diversas culturas les atribuyen un simbolismo vinculado a la fuerza y a la vitalidad. Esto se debe a que son especies perennes, con la capacidad de crecer y subsistir en ambientes áridos.
Las coníferas más altas, por otra parte, son las secuoyas, que pueden superar los cien metros de altura sin tener en cuenta las raíces. Otra particularidad de las secuoyas es su longevidad: hay ejemplares que viven cerca de 3.000 años.
Son ejemplos de coníferas, de las que pueden contarse quinientas setenta y cinco especies, los pinos, los cipreses, los tejos, las secuoyas, las tuyas, los enebros, los alerces, los cedros, los abetos y las araucarias.
La palabra cono se deriva del latín “conus” y es el equivalente de la piña en los pinos que es en las coníferas su forma reproductiva ya que presenta conos femeninos y masculinos. Los conos femeninos que contienen los óvulos, se producen en la época en que la planta está más fortalecida, lo que sucede en primavera. Estos conos una vez que maduran y adquieren su típico color marrón, están receptivos del polen contenido en los conos masculinos que son de menor tamaño (de la misma u otra planta, que les llega a través del viento para originar las semillas). Los conos en los cipreses se denominan gálbulas, y en los enebros arcéstidas.
Los bosques de coníferas boreales se denominan taigas, y los podemos encontrar en Siberia, en Rusia, en Alaska y en el norte de Europa y de Canadá. El bosque templado de coníferas lo hallamos en el sur chileno, en el sudoeste argentino, en las costas atlánticas y el noreste de Europa, en el Cáucaso, en el sur de Japón, en Nueva Zelanda y Tazmania. Los bosques subtropicales de coníferas pueden hallarse al sur de Brasil, Antillas, India y América central.
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