Segundo viaje de Pizarro

Segundo viaje de Pizarro

Segundo viaje de Pizarro. Dos años después de la primera infructuosa expedición, Pizarro, Almagro y Luque comenzaron los arreglos para una segunda expedición con el permiso del gobernador de Panamá , Pedro Arias Dávila quien también preparaba una expedición hacia la región de la actual Nicaragua, era reacio a permitir otra expedición, habiendo ya perdido la confianza en el resultado de las expediciones de Pizarro. Los tres asociados, sin embargo, finalmente ganaron la confianza y su autorización para emprender una segunda expedición. Durante el transcurso de la segunda expedición el cargo de gobernador fue asumido por Pedro de los Ríos, quien tomó posesión del cargo en julio de 1526 y había manifestado su aprobación inicial de las expediciones de Pizarro (que sería más tarde colaborador de Pizarro en tierras del imperio Inca). En agosto del 1526, después de que todos los preparativos estaban listos, Pizarro dejó Panamá con dos barcos con 160 hombres y varios caballos, llegando hasta el río San Juan, Colombia. Poco después de llegar los españoles se separaron en dos grupos; el primero al mando de Pizarro que exploraría ese territorio nuevo y a menudo peligroso frente a las costas pantanosas de colombia. Luego Pizarro avanzó con su expedición hacia la bahía de San Mateo y al río Santiago, a fines de julio de 1527, y luego llevó a sus hombres que se hallaban descontentos a la isla del Gallo, mientras el segundo grupo al mando de Almagro fue enviado a Panamá para recoger refuerzos y provisiones.

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  • -Retorno de Almagro a Panama y descontento en el grupo expedicionario
  • -LOS TRECE DE LA ISLA DEL GALLO

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En una de las naves al mando de Almagro, los soldados descontentos, enviaron a la esposa del gobernador de Panamá un ovillo grande de algodón en cuyo seno iba una denuncia escrita, que terminaba con un texto que decía:

«A Señor Gobernador miradlo bien por entero allá va el recogedor y aquí queda el carnicero»

Enterado del documento el gobernador de Panamá, Pedro de los Ríos, envió dos barcos a recoger a la fuerza a los expedicionarios, los mismos que llegaron a la Isla del Gallo a fines de setiembre de 1527. Al mando de ellos venía el capitán Juan Tafur, a recoger a todos los hombres. Entonces Pizarro, viendo a punto de fracasar su empresa, asumió un gesto heroico, desenvainó su espada, trazó una raya en la arena de la playa y les dijo a sus hombres: «Por este lado se va a Panamá a ser pobres, por éste al Perú a ser ricos, escoja el que fuere buen castellano lo que más bien le estuviere». Sólo trece hombres atravesaron la raya siguiendo a Pizarro, los célebres «Trece del Gallo».

  • «Trece de la isla del Gallo», fueron:
  1. Nicolás de Ribera, el viejo
  2. Pedro de Halcón
  3. Alonso Briceño
  4. Pedro de Candía
  5. Antón de Carrión
  6. Francisco de Cuéllar
  7. García de Jarén
  8. Alonso de Molina
  9. Cristóbal de Peralta
  10. Domingo de Soraluce
  11. Juan de la Torre
  12. Martín de Paz
  13. Gonzalo Martín de Trujillo (que falleció poco después en la isla Gorgona, por lo que su puesto fue ocupado por el piloto Bartolomé Ruiz).

Sobre la escena que se vivió en la Isla del Gallo, luego que Juan Tafur le trasmitiera a Pizarro la orden del gobernador Pedro de los Ríos, cuenta el historiador José Antonio del Busto: Los demás soldados se embarcaron con Tafur rumbo a Panamá, y éste trasladó a Pizarro y a su pequeñísima hueste a la Isla Gorgona. Bartoleme Ruiz encuentra y captura a indios comerciantes en los mares incas

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El Piloto mayor de Pizarro, Bartolomé Ruiz, continuó navegando hacia el sur y, después de cruzar la línea ecuatorial, hallo varias balsas con nativos de Tumbes que para sorpresa de los exploradores hispanos, estos llevaban cargas de textiles, objetos de cerámica y algunas piezas de oro, plata y esmeraldas fueron. Estos hallazgos reforzaron y sirvieron para captar más interés de los conquistadores en la empresa para encontrar mas oro y riquezas. Los nativos hallados fueron llevados a bordo del barco de Bartolomé Ruiz para servir más tarde como intérpretes y guías. Luego los españoles comandados por el piloto Bartolomé Ruiz embarcaron rumbo al norte del Río San Juan, a su llegada encontraron a Pizarro y sus hombres agotados por las graves dificultades que habían enfrentado al explorar ese nuevo territorio. Pronto Almagro también se embarco del puerto de Panamá con su barco cargado de suministros y refuerzos considerables de al menos 80 hombres reclutados que habían llegado a Panamá de España con el mismo espíritu expedicionario que ellos.

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Luego de estar Pizarro y sus hombres cerca de seis meses en la isla Gorgona, en los cuales muchos de sus hombres murieron por picaduras de serpientes. Por ello bautizó la isla como Gorgona. En marzo de 1528, volvió el piloto Ruiz a la isla para recoger a Pizarro con excelentes noticias y junto con los nuevos refuerzos de Almagro habían animado Pizarro y sus cansados seguidores. A continuación, decidieron regresar al territorio ya explorado por Ruiz y, después de un viaje difícil debido a los fuertes vientos y corrientes, alcanzaron Atacames en la costa ecuatoriana. Aquí se encontraron con una gran población nativa recientemente puesta bajo el dominio de Inca. Por desgracia para los conquistadores, el espíritu Guerrero de la gente que habían encontrado era desafiante y muy peligrosa debido al numero de ellos así que los españoles no decidieron entrar en la tierra. De esta manera alcanzaron finalmente la costa del actual territorio peruano al llegar por primera vez a Tumbes.Pedro de Candia, artillero y miembro del grupo de los trece del Gallo fue quien llegó y visitó Tumbes , luego Pizarro llamaría a esa ciudad Nueva Andalucia. La descripción que hizo de este poblado y de sus riquezas, incitaron el avance hacia el sur, hasta la desembocadura del río Santa. Luego de este reconocimiento, y ante los anhelados indicios de riquezas recién descubiertos sobre el Tahuantinsuyo o imperio Inca que había dejado de ser un sueño y un mito, la expedición decidió regresar a Panamá para preparar el viaje definitivo de conquista. Pizarro viajaría a España para firmar un acuerdo con los reyes de España, la llamada Capitulacion de Toledo , que permitiría el inicio del Tercer Viaje de Pizarro y la Invación del Perú por los ambiciosos invasores españoles al mando de Pizarro y sus hermanos. Pizarro y los Trece de la Fama esperaron cinco meses por los refuerzos, los cuales llegaron de Panamá enviados por Diego de Almagro y Hernando de Luque, al mando de Bartolomé Ruiz. El navío encontró a Pizarro y los suyos en la isla Gorgona, (situada más al norte de la isla del Gallo), hambriento y acosado por los indios. Ese mismo día, Pizarro ordenó zarpar hacia el sur, dejando en la Gorgona a tres de los “Trece” que se hallaban enfermos: Cristóbal de Peralta, Gonzalo Martín de Trujillo y Martín de Paz. Estos quedaron al cuidado de unos indios de servicio. El tesón indoblegable de Pizarro daría sus frutos. Los expedicionarios llegaron hasta las playas de Tumbes (extremo norte del actual Perú), la primera ciudad incaica que divisaban. Allí, un orejón o noble inca se les acercó en una balsa, siendo recibido cortésmente por Pizarro. El noble invitó a Pizarro a que desembarcase para que visitara a Chilimasa, el cacique tallán de la ciudad de Tumbes, que era tributario del Imperio Inca. Pizarro ordenó a Alonso de Molina que desembarcara con un esclavo negro y llevara como obsequios para el cacique un par de puercos y unas gallinas, todo lo cual causó gran impresión entre los indígenas. Luego fue enviado el griego Pedro de Candía, para que con su arcabuz demostrara a los indios el poder de las armas españolas. Los indios acogieron hospitalariamente a Candía, dejándole que visitara los principales edificios de la ciudad: el Templo del Sol, el Acllahuasi o casa de las escogidas y la Pucara o fortaleza, donde el griego apreció los ricos ornamentos de oro y plata. Luego, sobre un paño Candía trazó el plano de la ciudad, y posteriormente escribió una relación, hoy pérdida. De vuelta donde sus compañeros, relató su experiencia, afirmando que Tumbes era una gran ciudad construida a base de piedra, todo lo cual causó asombro y alentó más a continuar en la empresa conquistadora. Pizarro ordenó continuar la exploración más hacia el sur, recorriendo las costas de los actuales departamentos peruanos de Piura, Lambayeque y La Libertad, hasta la desembocadura del río Santa. En algún punto de la costa piurana (posiblemente en Sechura), se entrevistó con la cacica lugareña, de la etnia de los tallanes, a la que los españoles dieron el nombre de Capullana, por la forma de su vestido. Durante el banquete con el que le agasajó la Capullana, Pizarro aprovechó para tomar posesión del lugar a nombre de la Corona de Castilla. Ya en viaje de retorno a Panamá, Pizarro recaló nuevamente en Tumbes, donde el soldado Alonso de Molina obtuvo permiso para quedarse entre los indios, confiado en las muestras de hospitalidad que daban estos. Ya anteriormente, otros españoles habían optado también por quedarse entre los indios: Bocanegra, que desertó en algún punto de la costa del actual departamento de La Libertad; y Ginés, que se quedó en Paita (costa de Piura). Los tres españoles, Molina, Bocanegra y Ginés, se reunieron probablemente en Tumbes, con la idea de reunirse con Pizarro cuando éste regresase en su tercer viaje. Pizarro continuó su viaje de retorno a Panamá; al pasar por la isla Gorgona, recogió a los tres expedicionarios que había dejado recuperándose de sus males, pero se enteró de que uno de ellos, Gonzalo Martín de Trujillo, había fallecido. Arribó finalmente a Panamá, con la seguridad de haber descubierto un opulento imperio, cuya riqueza y alta civilización lo atestiguaban los mismos nobles indígenas, que iban vestidos con primorosos y coloridos ropajes, y que llevaban adornos de oro y plata labrados con exquisita técnica. Ya no se trataba pues, de tribus primitivas, como la que había vistos en las agrestes costas de las actuales Colombia y Ecuador. Ante la negativa del gobernador De los Ríos de otorgar permiso para un nuevo viaje, los socios acordaron gestionar este permiso ante la misma corte. Por tal motivo, a comienzos de 1528, Pizarro marchó a España para exponer el asunto directamente ante el rey Carlos I de España. Esta decisión la tomaron de mutuo acuerdo los tres socios, debido a que Pizarro, pese a ser iletrado, tenía porte y fluidez de palabra. Almagro no quiso acompañar a Pizarro, ya que creía que su falta de modales y el hecho de ser tuerto podrían de alguna manera afectar negativamente al éxito de las negociaciones, decisión de la que se arrepentiría posteriormente.

Capitulación de Toledo

Grabado que representa al conquistador español Francisco Pizarro exponiendo ante el rey Carlos I de España las pruebas del descubrimiento del fabuloso Imperio de los incas. Pizarro salió de Panamá en septiembre de 1528, cruzó el istmo y llegó a Nombre de Dios, en donde se embarcó rumbo a España. Le acompañaban el griego Pedro de Candía y el vasco Domingo de Soraluce, así como algunos indígenas tallanes de Tumbes; llevaba también consigo camélidos sudamericanos, primorosos tejidos de lana, objetos de oro y plata y otras cosas que había recogido en sus viajes, para mostrarlas al soberano español, como pruebas del descubrimiento del imperio de los incas. Después de una travesía sin contratiempos, Pizarro arribó a Sevilla en marzo de 1529. No bien desembarcó, fue apresado por una demanda de deudas que le entabló el bachiller Martín Fernández de Enciso, por un asunto que se remontaba a los primeros trabajos de Pizarro en Tierra Firme. Sin embargo, el rey Carlos I ordenó que lo pusieran inmediatamente en libertad. Pizarro, junto con sus acompañantes, partió hacia Toledo para entrevistarse con el monarca. Se dice también que su pariente, el conquistador Hernán Cortés, ya prestigiado por la conquista de México, lo ayudó a vincularse con la Corte. Pizarro fue recibido por Carlos I en Toledo, pero éste monarca, que estaba a punto de partir a las Cortes de Monzón, dejó el asunto a manos del Consejo de Indias. Fue así como Francisco Pizarro terminó negociando con el Consejo de Indias, presidido entonces por el conde de Osorno, García Fernández Manrique. Tanto Pizarro como el griego Candía expusieron ante los consejeros sus razones para que el rey diera la autorización para la conquista y población de la provincia del Perú; Candía exhibió su paño donde había dibujado el plano de la ciudad de Tumbes. Terminada la larga negociación, los consejeros redactaron las cláusulas del contrato entre la Corona y Pizarro, que la historia conoce como la Capitulación de Toledo. Ante la ausencia del rey Carlos I, la reina consorte Isabel de Portugal firmó el documento el 26 de julio de1529. Estos fueron los principales acuerdos de esta Capitulación:

  • Se autorizó a Francisco Pizarro el descubrimiento y conquista de toda la provincia del Perú o Nueva Castilla, situada desde el pueblo de Tempulla o Santiago (actual Ecuador) hasta 200 leguas al sur, terminando en el pueblo de Chincha (actual Perú).
  • Se dio a Pizarro los títulos de Gobernador y Capitán General de la provincia del Perú, así como los de Alguacil Mayor y Adelantado, todos ellos de por vida, con un sueldo anual de 725.000 maravedíes.
  • A Diego de Almagro se le concedió la gobernación de la fortaleza que debía elevarse en Tumbes, así como el título de hidalgo, con un salario de 5.000 maravedíes al año y con una ayuda de gastos de 200.000 maravedíes.
  • Hernando de Luque recibió el Obispado de Tumbes y el título de “Protector de los Indios”, con 1000 ducados de sueldo al año.
  • A los Trece de la Isla del Gallo se los elevó a la categoría de hidalgos de solar conocido, y a los que ya lo eran, se les concedió el título de “Caballeros de la Espuela Dorada”.
  • Bartolomé Ruiz fue nombrado “Piloto Mayor de la Mar del Sur”, con 75.000 maravedíes de salario anual.
  • Pedro de Candía fue nombrado “Artillero Mayor del Perú” y Regidor de Tumbes.
  • Pizarro debía salir a los seis meses a partir de la fecha del documento, y desde Panamá tenía otros seis meses para seguir a las tierras del Perú. Se le autorizaba a llevar 150 peninsulares, 100 que podían reclutar en América, así como 50 esclavos negros, oficiales de la Real Hacienda, eclesiásticos y religiosos.

Como se puede ver, el gran beneficiado por esta Capitulación fue Francisco Pizarro, en desmedro de sus socios Almagro y Luque.

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