Los alanos

Los alanos

Los alanos.  (Llamados también alauni o halani), eran un pueblo un indoeuropeo pero de familia irania. Por tanto, de lengua distinta a la de suevos y vándalos, y emparentado con los escitas. Eran pueblos de la estepa, al norte del mar Negro. Como todos los habitantes de la zona, se movían a caballo y su economía se basaba en la cría de ganado.

En el siglo I constituían una de las ramas principales de la confederación sármata. Se cree que los alanos estaban emparentados con los sármatas y los hunos. Su origen no está claro. Unos apuntan a las estepas de Centro-Asia, mientras otros los hacen proceder del Norte del Irán. Se trataba de un pueblo nómada en el más amplio sentido de la palabra, y además sometidos a la presión de otros pueblos.

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Sarmatas emigrando en la región baja del río Don siglo I DC, los alanos formaban parte de la confederación sármata: 1 noble alano empuñando un arco, se observa la tamga o marca en la grupa del caballo, también se observa las crines cortadas en almenas; 2 joven guerrero sármata con lanza; al fondo los carromatos moviéndose en la estepa. Autor Gerry Embleton para Osprey

Su ejército era muy similar al de los sármatas, se basaba principalmente en la caballería, eran unos excelentes jinetes, empleaban el arco tipo escita y la lanza de acometida, y como protección usaban cota de escamas. Su principal desventaja frente a los hunos es que su arco era menos potente. También usaron infantería que eran arqueros a pie e infantería ligera, que se usaban en apoyo a la caballería.

Aparición en la Historia

Los alanos aparecen por primera vez en los escritos romanos en el siglo I y fueron descritos más tarde como gentes belicosas especializados en la cría de caballos. Atacaban con frecuencia el Imperio Parto y las provincias romanas del Cáucaso. En una inscripción del rey parto Vologeses se puede leer que luchó contra Kuluk, rey de los alanos, en el 11º año de su reinado.

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Sármatas de las estepas del Ponto siglos I y II. 1 mujer sármata noble; 2 lancero sármata o alano; 3 prisioneros getos o dacios que probablemente serían vendidos como esclavos en la ciudad griega de Tanais. Autor Gerry Embleton para Osprey

Esta inscripción está respaldada por el historiador judío contemporáneo, Flavio Josefo (37-94), que escribe en su Guerra de los Judíos (libro 7, capítulo 8.4) cómo los alanos (a quienes llama tribu escita) que vivían cerca del mar de Azov, cruzaron las Puertas de Hierro en busca de pillaje y que derrotaron a los ejércitos de Pacoros, rey de Media, y Tiridates, rey de Armenia, hermanos los dos de Vologeses. Durante el siglo I se situaron entre el río Don y el mar de Azov.

A partir del siglo II se les señala como causa de periódicos asaltos fronterizos. Amiano Marcelino dice que los alanos vivían en carros que disponían en grandes círculos para protegerse, y se alimentaban de sangre y leche, como otros pueblos ganaderos de la estepa.

En el año 135 los alanos cruzaron los montes Caucasos y entraron en la provincia romana de Capadocia, siendo rechazados por el proconsul Flavio Arriano. Para más información ver el capitulo invasiones germánicas  “invasión de los alanos año 135“.

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En el 375, los hunos irrumpen en el Cáucaso y devastan las tierras de los alanos. Estos hunos no vivían ni combatían de manera muy diferente a la de los sármatas. Al parecer, la ventaja militar de los hunos se centraba en un perfeccionado modelo de arco asimétrico para la caballería, que les permitían lanzar sus flechas con mayor potencia y a mayor distancia que sus rivales.

Los hunos eran un grupo dedicado exclusivamente a la guerra y vivían de ella, y arrastrando otros pueblos vecinos como aliados, los hunos sembraban el temor con su sola presencia. Esto explicaría por qué una parte de los alanos prefirieron la huida mientras otra parte -los antepasados de los actuales osetios, optaron por someterse.

La presión de los hunos motivó el desplazamiento de los alanos en tres direcciones: hacia el noreste, hacia el oeste y hacia el sur.

Hacia el noreste: Las tribus alanas que moraban al norte del mar Negro pudieron haberse trasladado hacia el noroeste, hacia la actual Polonia, mezclándose con los pueblos eslavos para convertirse en los ancestros de las naciones eslavas históricas (especialmente serbios y croatas). Los serboi o serbios se establecieron al este del río Elba, en la actual Polonia occidental, y los croatas en la Galitzia polaca. Las tribus alanas se asentaron entre las tribus eslavas, dominándolas, movilizándolas y finalmente asimilando su cultura.

Hacia el sur: Otros alanos permanecieron bajo el control de los hunos. Estas tribus orientales, aunque dispersas a lo largo de las estepas hasta la Edad Media, fueron obligadas a dirigirse al Cáucaso cuando entraron los mongoles, donde se convirtieron en los actuales osetios.

Hacia el oeste: Hasta llegar a las costas y estepas de lo que hoy es Ucrania, donde formaron alrededor del siglo III un reino que abarcaba buena parte de lo que hoy es esta nación. En consecuencia, los godos se los encontraron allí cuando se asentaron en su vecindad. Las relaciones entre ambos pueblos, aunque no se las puede calificar de amistosas, tampoco parecen que estuvieran marcadas por el odio que más tarde sentirían los godos por los hunos. De los alanos los godos aprendieron el uso de la caballería, los estribos, los arqueros a caballo y parte de las artes metalúrgicas que practicaban. Por tanto el contacto entre ambos pueblos debió ser fructífero, especialmente por parte goda. Con los ostrogodos, los alanos trataron de resistir el empuje de los hunos, pero al ser derrotados marcharon hacia el oeste siguiendo más o menos la ruta que antes siguieron los vándalos hasta llegar al limes romano situado en el Rin.

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Cuando los hunos se aproximaron a la Panonia, territorio clave entre los Cárpatos y el Danubio, los romanos tuvieron que reunir un ejército disuasorio extrayendo fuerzas de su limes fronterizo del Rin, y contratando algunos jefes alanos para que les apoyaran como auxiliares de caballería. Fue la primera vez que los alanos fueron empleados como fuerzas mercenarias. Sus capacidades bélicas, seguramente como caballería pesada, debían ser muy valoradas cuando todos aspiraban a contar con ellos.

Dos grupos principales de alanos, liderados por jefes como Goar y Respendial, se unieron a los vándalos para refugiarse en la orilla derecha del Rin, lejos de la amenaza de los hunos.  En torno suyo, se fueron agrupando otros elementos heterogéneos, como suevos, quados, gépidos, hérulos y sajones. A la espera de cruzar el río.

En el 405 un ejército bárbaro (godos, vándalos, suevos, burgundios y alanos) mandado por el ostrogodo Radagaiso invadió Italia, llevando la devastación al corazón del Imperio de Occidente, tras cruzar los Apeninos, se dirigió hacia Roma. Pero cuando su avance parecía imparable fue derrotado por Estlicón en las cercanías de Fiesole (Florencia). Radagaiso se vio obligado a refugiarse con los restos de sus tropas en los montes cercanos, donde fueron cercados por las tropas del general Estilicón. Cuando el hambre y la sed comenzaron a diezmar a sus hombres, Radagaiso intentó abrirse paso entre el ejército enemigo. A pesar de que se defendió con valor, fue capturado, encarcelado y, finalmente, ahorcado. La mayoría de los supervivientes de su ejército fueron vendidos como esclavos, mientras que el resto se unió al ejército romano.

Los alanos en la Galia

El 31 de diciembre de 406, los bárbaros cruzaron el río Rin helado, los primeros fueron los vándalos, y detrás el resto de los pueblos. Cuando los alanos cruzaron el río, se enteraron de que los vándalos del rey Godegiselo habían sufrido una derrota a manos de los francos, al servicio de Roma, y que habían tenido 20.000 bajas. Los alanos del rey Respendial atacaron a los francos cerca del Rin, derrotándolos y dejando el camino libre para invadir la Galia.

Los alanos conducidos por Goar prefirieron ponerse al servicio de Roma y situarse no lejos del punto por donde habían atravesado el Rin, entre el Mosa y el Somme, sobre todo cerca de Orleans y Valence. Bajo este rey se aliaron con los burgundios de Gundahario (Gunther), con quienes entronaron al emperador usurpador Jovino. Con el sucesor de Goar, Sangiban, los alanos de Orleans desempeñaron un papel crucial al repeler la invasión de Atila en la batalla de Chalons (451), en el centro de las líneas romanas, frente a los mejores guerreros de Atila. La victoria no devolvió a los alanos su reino, que sería absorbido por los visigodos, auténticos beneficiarios de la derrota de los hunos.

Tras el siglo V, sin embargo, los alanos de la Galia se sumieron en las luchas territoriales de los francos y los visigodos y dejaron de tener la independencia de antes. Flavio Aecio congregó a numerosos alanos en la región de Armorica para reprimir los levantamientos. El nombre bretón de Alan (antes que el francés Alain) y muchas poblaciones con nombres relacionados a “alano“, como Alanville, son considerados popularmente como evidencias de que un contingente de este pueblo se asentó en la Bretaña.

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Los alanos de Respendial continuaron su aventura junto a los vándalos. Tras cruzar el río Rin y saquear Maguncia, los burgundios se dirigieron al valle del Rin, en la zona próxima a «Borbetomagus» (Worms) y los suevos a Belgica, mientras que el resto de los bárbaros descendieron al sur; Tréveris y Reims fueron sus siguientes víctimas, para a continuación, giraron al oeste en busca de nuevas presas. Tournai, Arras y Amiens fueron saqueadas incluso obligando a sus habitantes a que les pagaran un fuerte tributo para liberarlos de su molesta presencia. En Reims permanecieron medio año, ya que la región era un jugoso botín que merecía la pena ser exprimido.

Después se dividieron en dos grupos, los guerreros de infantería junto a sus familias y la impedimenta más los cautivos y el producto de los saqueos marcharon a la región del Loira, donde las ciudades de Orleans y Tour fueron sus siguientes objetivos, al carecer estas ciudades de unas fortificaciones adecuadas. Siguiendo al sur, entraron en Angulema y más tarde llegaron a las murallas de Burdeos, donde exigieron un pago desmedido so pena de tratar de expugnar la ciudad con la consiguiente ruina para la ciudad.

Los guerreros a caballo marcharon hacia Autun sometiéndola a un despiadado saqueo; Arlés consiguió salvarse, posiblemente con el pago del consiguiente tributo (algo que evitaba dejar a las ciudades convertidas en simples aldeas) pero Béziers fue saqueada a conciencia.

Los dos grupos a pesar de su separación mantenían un contacto permanente, por si alguno de ellos se topaba con dificultades y tenía que acudir para apoyarle; pero no fue necesario, ya que la capacidad de defensa de la Galia no estuvo coordinada y cada cual se defendía como mejor podía, tan solo Toulouse defendida por el obispo Exuperio se enfrentó a los invasores.

La única defensa consistía en encerrarse en sus murallas (las que tenían) y que estas fueran lo suficientemente sólidas para evitar el saqueo bárbaro. No obstante, para evitar que los bárbaros intentaran asaltasen y saqueasen la ciudad, se les pagaba un tributo para que pasaran de largo. Solo las ciudades bien amuralladas y con habitantes acostumbrados al combate podían tener posibilidades; pero éstas eran escasas, la mayoría de ellas fueron saqueadas u obligadas a pagar tributo.

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Los dos grupos de bárbaros confluyeron en el rico valle del Garona, cerca de los Pirineos; allí entre Bazas y Tolosa establecieron sus campamentos a la espera de pasar a Hispania, que era el siguiente objetivo, posiblemente allí se unieron de nuevo los suevos.

Mientras tanto, aprovechando el debilitando Roma, en Britania las guarniciones romanas en esa provincia apoyaron a distintos usurpadores, entre ellos Marco (406-407), Graciano (407) y Constantino III, quien invadió la Galia en el 407. Tras reclutar algunos auxiliares francos, marchó al este con el propósito de alcanzar Ravena y si era posible destituir al emperador Honorio. Estilicón como medida de defensa, despachó a un hombre de su confianza llamado Sarus; este resuelto general derrotó a las fuerzas de vanguardia de Constantino III mandadas por los generales Justiniano y Nebiogastes. Este último se vio acorralado en la ciudad de Valence, donde aunque Sarus prometió si se rendía respetar su vida, acabó ejecutado.

Constantino envió fuerzas a interceptar a Sarus al mando de Edobico y Geroncio, los cuales le obligaron a cruzar Italia. Constantino III conquistó Arlés, estableciendo allí su capital, tomando diversas medidas defensivas, como proteger con diversas guarniciones los pasos de la Galia y los Alpes; también dentro de sus posibilidades, guarneció el río Rin y prometió a la población civil que una era de seguridad se establecía bajo su reinado. Envió una delegación a Hispania para obtener su reconocimiento una familia aristocrática emparentada con el emperador Teodosio formada por los hermanos Dídimo, Veriniano, Teodosio y Lagodio, rechazaron su proposición, manteniéndose leales a Honorio. Didimo y Veriniano fueron inmediatamente enviados a fortificar y defender los pasos de los Pirineos.

Los bárbaros intentaron pasar a Hispania, pero los hermanos Dídimo y Veriniano les cerraron el paso, rechazándolos. Durante los años 407 y 408, estuvieron en efecto, vagando en la Galia por sus provincias.

Mientras tanto Constantino III a finales del 408, envió a su hijo Constante a Hispania con un ejército al mando del general Geroncio, en el que había auxiliares bárbaros. Derrotó a Teodosio y sus hermanos y los hizo prisioneros, reemplazando las guarniciones de los pasos pirenaicos.

A finales de septiembre del 409, posiblemente por Roncesvalles, los bárbaros cruzaron los Pirineos. Las escasas fuerzas dejadas por Geroncio, lejos de oponerse a los invasores se unieron a ellos.

Los alanos en Hispania

La entrada de los germanos empujó a masas de población hacia el Norte y el Oeste desde las comarcas mencionadas en primer lugar. Entre ellos a los vascones que hasta entonces habían vivido al Sur del Ebro. Esta masa de gente se volcó sobre unas tierras ya de por sí pobres y azotadas además por revueltas desde finales del siglo III. Con lo cual se creó una situación explosiva. Los habitantes de estas tierras no tenían muchas más alternativas que dedicarse al pillaje y al saqueo. Se formaron bandas de “bagaudas”, gente pobre que no tenía nada que perder y que sólo subsistía de lo que saqueaba. Por contagio se alzaron bandas de cántabros y astures que estaban poco romanizados y que se unieron a la revuelta “bagauda”. Los bagaudas pronto fueron un problema serio para el orden público en las mitades Norte de las provincias Tarraconense y Cartaginense. Sin fuerzas militares para contrarrestar la amenaza, el Imperio vio como en las comarcas indicadas la autoridad imperial o simplemente provincial se esfumaba.

El Imperio ofreció a los bárbaros en 411 el pacto por el que los alanos se quedaron con la Lusitania y Cartaginense en calidad de foedus. Llegaron a ser conocidos más tarde por sus cacerías masivas y sus perros de pelea, que introdujeron en Europa. Una raza de esos canes, aún lleva el nombre de “alana”. Al parecer también empleaban estos perros para la guerra.

Los alanos que llegaron a Hispania no eran un grupo muy numeroso, se estima solo en 30.000, pero a pesar de su escaso número, ejercían la supremacía entre vandalos y suevos, quizás debido a la superioridad en caballería.

En 412, el rey alano Atax o Attaces conquistó la ciudad de Emérita Augusta (Mérida) y estableció en ella su corte durante seis años.

En el 417 tras un acuerdo entre el Imperio Romano de Occidente y el rey visigodo Valia, se decidió la expulsión de los bárbaros de Hispania que habían cortado el suministro de grano procedente del norte de África y de la Bética. Valia con su pueblo se dirigió a Hispania y dejó a los no combatientes en Barcelona. Primero se dirigió contra los vándalos silingos que ocupaban la Bética a los que derrotó en una sangrienta batalla, su rey Fredbal fue hecho prisionero y enviado Roma.

Después se dirigieron contra los alanos a los que derrotó en una batalla en el 418, en la que pereció el propio rey Ataces. Los supervivientes no eligieron otro rey, sino que se acogieron al rey vándalo asdingo Gunderico para que aceptara la corona alana. Aunque algunos de estos alanos permanecieron en Hispania, la mayoría se dirigió al norte de África con los vándalos en 429. Los posteriores reyes vándalos de esta zona se hacían llamar Rex Wandalorum et Alanorum (Rey de los vándalos y de los alanos).

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