La Leyenda del Lago Titicaca

La leyenda del lago Titicaca

La leyenda del lago Titicaca. Manco Capac y Mama Ocllo Cuenta la leyenda, que el dios Sol, compadecido del estado de barbarie que vivían los pueblos, envió a sus hijos; nacidos de las espumas del lago, Manco Capac y Mama Ocllo, con el fin de civilizar y enseñar a los hombres.

Su nombre tiene un sonido cuanto menos peculiar en las lenguas que derivan del latín, pero su origen es mucho más lejanos y misterioso. El lago Titicaca es el segundo lago más grande de Sudamérica y el lago navegable más alto del mundo.

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Pero además de ser una de las lagunas más impresionantes de la tierra y estar entre dos países Perú y Bolivia, como gran lago que es, tiene su propia leyenda. La historia popular cuenta que los hombres vivían felices en su valle, donde las tierras eran extremadamente fértiles. No les faltaba de nada, y el sufrimiento no habitaba sus dominios paradisíacos. Los dioses de las montañas, los Apus, protegían a los humanos y sólo les estaba prohibida una sola cosa: no podían subir a la cima de las montañas, donde ardía el Fuego Sagrado. Pero el diablo también habitaba por aquellas tierras y le era insoportable ver toda esa felicidad. Por eso incitó una y otra vez a los hombres para subieran hasta la cima de aquellas montañas. Los Apus sorprendieron a los habitantes escalando la ladera y fue tal su furia que soltaron a los pumas, que devoraros a toda la población, salvo una pareja. Ante tal carnicería, el Dios Sol, Inti, lloró durante 40 días y 40 noches, formando así el lago Titicaca. Cuando el sol volvió, la pareja, refugiada en una barca, vio como todos los pumas se habían convertido en piedra. Este es también un posible origen etimológico del nombre del lago. Titi, que significa gato o puma, y kaka, piedra, forman el nombre local que se le da ‘el lago de los pumas de piedra‘. Y lo cierto, es que curiosamente la forma del lago vista desde el espacio recuerda precisamente a un puma cazando. Otros apuntan el origen de su nombre al nombre de la isla Intikjarka, que derivada de las lenguas aymaras y quechuas y significan Inti (sol) y Kjarka (peñasco).

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Pero las leyendas no se refieren sólo a su nombre y del lago Titicaca se dice que esconde ciudades con abundante oro y plata, o que en sus aguas viven sirenas que atraen a la muerte con su canto. Éstas y otras muchas historias fantásticas son el complemento ideal para navegar por estas aguas mágicas. Aunque como en todo, lo mundano y el haberse convertido en una atracción turística, le han quitado parte de su aire místico y legendario, eso sí, facilitando a los visitantes disfrutar de cruceros por el lago en lanchas de todo tipo, incluso algunas construidas a la antigua usanza, y numerosos hoteles con todo tipo de servicios.

EL ORIGEN DEL LAGO TITICACA

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Se dice que antiguamente había un inmenso valle llamado Tierra Eterna. En la Parte donde ahora está el lago se desarrolló un pueblo muy grande llamado Pueblo Eterno. En aquellos tiempos todos eran felices. Nadie sabía qué era el sufrimiento. La tierra era buena: daba abundantes frutas y plantas, todo lo que uno quería ahí se encontraba. Había también plantas en las que salía la lana y con ésta podían confeccionar sus ropas. El clima era muy bueno en esa época no había mucha lluvia tampoco había sequía; los hombres y los animales vivían en armonía porque los animales eran mansos. Los hombres eran poderosos porque ellos convertían las montañas en llanuras con solo disparar sus hondas. Todos tenían oro y plata. En las calles del pueblo había grandes palacios, templos y santuarios que estaban cubiertos de oro y plata. Pero con el tiempo estas personas cambiaron y desobedecieron el mandato divino cometiendo una falta grave y el Dios Padre muy enojado se dirigió a ellos diciendo: Ustedes ya no viven bajo mi mandato, por lo tanto les prohíbo subir la cumbre sagrada; nadie tendrá derecho a subir al santuario y si alguien sube entonces morirá. Y lo que dijo Dios lo había escuchado el diablo que desde ese momento se dedicó a tentar a los hombres del pueblo, él les decía: Si escalan el santuario entonces ustedes tendrán el mismo poder que el Dios. Entonces los hombres intentaron subir el santuario, cuando Dios supremo con su cólera les envió miles de pumas para que se comieran a todo el pueblo; estos, de miedo le pidieron ayuda al diablo y éste se los llevó abajo del lago, en las profundidades, en donde siguen viviendo y penan convertidos en espíritus malos. Esto le produjo mucho dolor al Dios supremo, porque los hombres del pueblo le habían pedido ayuda al diablo. Entonces todos los seres celestiales empezaron a llorar amargamente y con esto provocaron inmensas lluvias y tormentas que duraban toda la noche y todo el día, y así poco a poco el pueblo fue desapareciéndose, con las lluvias, e inundándose y quedando en lo más profundo del lago. No quedó nada vivo; solo una pareja que por obra divina se salvó, esta pareja de humanos logró cogerse de un tronco que se mantuvo flotando, entonces el Dios supremo sintió compasión por esta pareja e hizo que parara la lluvia. Pasada la tormenta la pareja vio cómo millares de pumas estaban muertos y flotaban en el agua con sus vientres de color gris hacia arriba. Hay dos importantes leyendas que explican el origen de los incas en el valle del Cuzco (Perú). El dios Sol, Inti, y la diosa Luna, Quilla, compartían un amor imposible debido a que nunca se podrían encontrar, pero existía una profecía que decía que un día ambos se amarían y de ese encuentro nacería un niño y una niña en el Lago Titicaca. En dicho día la tierra se oscureció y Quilla se unió a Inti. Los que llegaron al lago encontraron allí a un hombre apuesto y fuerte, el que sería conocido como Manco Cápac, junto a una doncella hermosísima, llamada Mama Ocllo. Su padre, Inti, les ordenó que adiestren a los ignorantes las artes de cultivar y criar animales, en cuanto a Mama Ocllo debía de enseñarles a las mujeres a hilar y tejer telas, a trabajar en el hogar y conocer las labores domésticas. “Llevadle, hijos míos, la luz del conocimiento a los hombres. Ilustradlos en la verdadera religión y dadles leyes, dadles orden, pues sin leyes ni orden no hay vida en la tierra”. Pero Inti no solo les entregó consejos a sus hijos, puesto que, a su vez, les dio una vara de oro, cuya función era señalarles un lugar fértil donde trabajar la tierra; esta vara se enterraría en el lugar donde Inti les indicara a sus hijos el fin del peregrinaje, donde fundarían su capital. De este modo Manco Cápac y Mama Ocllo iniciaron su viaje, el cual duró meses y en cada lugar que el hijo de Inti le parecía pertinente dejaba caer la vara, sin un resultado que él esperase. Así continuaron su viaje hacia el norte del lago sagrado, a través del país de los urus, el país de los collas y el país de los aimaras, donde no recibía buena acogida en su pasar, puesto que no veían con buenos ojos a los hijos de Inti. Se dice que en ciertos lugares Manco Cápac y Mama Ocllo debieron de atravesar esos sectores por cavernas y marchando durante la noche. Desde una de esas cuevas – la Tambotoco, lo que significa lugar del origen, se encuentra en Pacaritambo – fue que el primer Inca y su esposa emprendieron el viaje final. De aquí en adelante comienza el viaje hacia el valle del Cuzco, donde Manco Cápac deja caer la vara de oro, enterrándose hasta casi desaparecer, por lo que el primer Inca funda la ciudad del Cuzco, el ombligo del mundo, en honor a los dioses. Explicación histórica

Procedencia de la primera etnia inca

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Edificio en Tiahuanaco a medio construir, proceso que habría quedado interrumpido por las invasiones y destrucciones llevadas a cabo por los aimaras en el siglo XII. La primera etnia inca en Cuzco no era nada más que una caravana de inmigrantes llegados del reino altiplánico Tiahuanaco. Este estado de habla puquina fue invadido y asaltado por enormes oleadas militares procedentes del sur, lo que actualmente es Tucumán al norte de Argentina, y Coquimbo, al norte de Chile. Dichos invasores serían la etnia conocida como los aimaras. No se sabe con exactitud que motivó a los aimaras a buscar mejores tierras al norte y desplazar a los tiahuanaco, probablemente fueron cambios climáticos, o quizá la invasión de otros pueblos. Cualquiera que sea la causa, los aimaras atacaron repentina y contundentemente logrando ganar todo el territorio del Collao para ellos, mientras tanto los Taipicala o tiahuanacos se vieron obligados a emigrar por el norte. Hay evidencias arqueológicas descubiertas por Francis de Castelnau en 1845 y confirmadas por Max Uhle de que Tiahuanaco fue atacado cuando esta estaba poblada, pues se hallaron construcciones sin completar, como se aprecia en la imagen de arriba.

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Templo aledaño al lago Titicaca donde buscaron refugio.

Ruta de migración

Dado a la amenaza que representaban las invasiones sureñas de los aimaras, la aristocracia taipicala, junto a sacerdotes y algunas familias o ayllus buscaron refugio el noreste, navegando por las aguas del lago Titicaca para instalarse en una de sus islas. Allí lograron establecerse unos años, pero tras la estabilidad aimara en la altiplano andino, estos se expandieron hacia el norte, obligando escapar a los Taipicala nuevamente. De ahí en adelante, los Taipicalas partieron de las costas lacustres de Puno para dirigirse hacia el Oeste en un largo éxodo.

Huanacancha

Ante el desalojo de los Tambotoco, el líder Manco Cápac formó un grupo humano que constaba aproximadamente 10 familias, los cuales llegaron a Huanacancha, donde toma como esposa a Mama Ocllo, aquí también permanecieron algunos años.

Pallata

Este pequeño reino fue la próxima parada de Manco Cápac y su grupo. Aquí Sinchi Roca, hijo de Manco Cápac celebró su primer corte de cabello en una ceremonia llamada rutochicu. Manco Cápac contrajo matrimonio con Mama Ocllo, y tomó otras esposas más.

Establecimiento en el Cuzco

Tras hacer una parada en el pequeño reino de Pallata, Manco Cápac y su pequeño ejército atacaron a las comunidades que habitaban el valle del Cuzco, al ver sus excelentes condiciones que se resumían en un buen clima y en suelos fértiles decidieron establecerse allí. Más tarde Manco Cápac atacaría algunas comunidades aledañas provocando así el temor de otras que cedieron voluntariamente algunas parcelas más. Una vez tomado el valle, se prosiguió a formar alianzas con las comunidades aledañas y opositoras mediante matrimonios de sus jefes con las mujeres Taipicalas. Sin embargo esto no bastaba, su estabilidad en el Cuzco se hacía difícil por los constantes ataques recibidos por otras etnias cercanas que querían expulsar a estos invasores. El señorío más grande era el de Ayamarca, cuyo tamaño ejercía un gran dominio incluso en lo que era el valle del Cuzco. Más tarde, esta pequeña comunidad llamada Taipicala, sería denominada Inca.

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