Arminio y el despertar del gigante germánico

Arminio y el despertar del gigante germánico

Arminio (16 a.C. a 21 d.C.) se convirtió en el líder de la tribu germánica de los “queruscos”, que habitaban en territorios del valle del Rin y el norte de las llanuras y los bosques del noroeste de Alemania, un territorio que en la actualidad se localiza entre Osnabrück y Hanóver.

Este caudillo germánico se caracterizó por ser germano de nacimiento pero tuvo el privilegio de ser ciudadano romano. Fue hijo de un jefe querusco denominado Segimer, a pesar de ello fue entrenado como un comandante romano obteniendo finalmente la ciudadanía y formando parte de la nobleza. Con apenas veinte años de edad lidero un destacamento querusco que formaba parte de la fuerza auxiliar romana, luchando en los territorios panonianos y en la península balcánica.

Imagen relacionada

Durante el año 8 d.C. se unió al destacamento del gobernador de la Germania Inferior, llamado Publio Quintilio Varo y que fue designado por el emperador Augusto. Arminio acompaño a estas tropas por sus conocimientos en la manera de luchar de los germanos. Su relación con el gobernador Varo al principio fue de amistad, pero al conocer los abusos a los que eran sometidos los germanos y su privación de privilegios, se hizo enemigo de Roma participando en el complot de distintos pueblos germánicos en contra del Imperio. Durante el año 9 d.C. el emperador Augusto había conseguido ampliar el limes hasta el río Elba, pero seguía patente el descontento de los pueblos germanos que se mostraban como una población belicosa y con ansias de libertad, así lo muestra en sus escritos Tácito en su obra “Germania” describiendo a sus gentes y a su tierra como un territorio dificultoso para los romanos, aunque se tiene constancia de que se diera un gran comercio.

Tras su descontento con Roma el joven Arminio decide cambiar de bando, apostando por la unión de los germanos contra el romano invasor, intentando su expulsión más allá del río Rin. Arminio tiene un gran conocimiento de las estrategias y manera de luchar de los romanos, algo que es de gran ayuda para poder vencerlos, pero el caudillo querusco sabía que era necesario la unión entre varios caudillos de la zona, pues divididos no podrían con Roma, no consiguió un gran número de alianzas pero si las necesarias para poder llevar a cabo su plan de expulsión.

Resultado de imagen para Arminio

En el año 9 d.C. el gobernador Varo se dirigió a la Baja Sajonia para hacer frente a la rebelión de la cual tenía conocimiento, se llevó consigo tres legiones. Las legiones XVII, XVIII y XIX, además de 6 cohortes auxiliares, caballería y demás civiles, siendo en total más de 25.000 personas. Se dirigieron al bosque de Teutoburgo, un territorio dificultoso para el combate y que los germanos conocían perfectamente. Arminio sabía que en campo abierto era imposible vencer a los romanos pero que en las condiciones que se daban en aquel bosque era posible la victoria germana, es así como lidero un conjunto de tribus germánicas en contra de Varo y los suyos.

La estrategia de Arminio era la de cansar a las tropas romanas en su camino por los bosques germánicos utilizando las terribles condiciones climáticas que se daban en esta zona. El ejército germánico llego a concentrar alrededor de 24.000 hombres que se escondían tras los árboles, también se emplearon arqueros que se encontraban en lo alto de los árboles esperando la señal de poder atacar a los romanos.

Lo que ocurrió en el bosque de Teutoburgo fue una matanza sin piedad contra unos romanos que rompieron la formación provocando innumerables pérdidas. Algunos consiguieron escapar entre ellos el gobernador Varo y lograron formar un campamento lejos de aquella carnicería, pero viendo que no tenían posibilidad de escapar de tal destino él y sus generales decidieron tomar la vía del suicidio antes que hacer frente a los germanos de Arminio. Muy pocos sobrevivieron, ya que los germanos no hicieron prisioneros.

Imagen relacionada

La batalla del bosque de Teutoburgo supuso un gran revés para el Imperio Romano, se dice que el emperador Augusto tras conocer la noticia entro en pánico, llegando a gritar el nombre de Varo, recriminándole la perdida de sus legiones, así se describe en los textos; “Quintili Vare, legiones redde!” (¡Varo devuélveme mis legiones!).

LA CAIDA DEL AGUILA

Al cuarto día de combate, Varus y sus oficiales decidieron retomar la iniciativa mediante una embestida, que rompería el anillo alemán y les permitiría salvarse. Según las evidencias encontradas en el campo de batalla, muchos soldados antes del asalto decidieron enterrar su salario y otros bienes, en lugares donde después pudieran recuperarlos. Los recuperarían los arqueólogos casi dos mil años después.

Esto prueba que muchas de estos romanos ya estaban en el límite de su resistencia, y por primera vez en muchos años, dudaban de la victoria. Se pusieron en marcha en medio de la lluvia con las pocas armas arrojadizas que les quedaban, avanzando lentamente en medio del terreno mojado y con las corazas y armas defensivas empapadas y pesando mucho más que lo normal, debido a que muchas de ellas se fabricaban en cuero forrado de algodón.

Atrás en el campo fortificado, quedaron los heridos más graves, los civiles y algunos hombres para cuidarlos hasta que pudieran venir por ellos. Al llegar a la colina de Kalkriese las legiones optaron por subir la colina, según se dice porque los bárbaros habían derribado gran cantidad de arboles y habían construido una empalizada llena de obstáculos en el camino, que seguramente dividiría más la formación.

Desde la cima comenzaron a caer rocas y jabalinas, pero los romanos avanzaban orgullosos, muriendo en el intento. Arminius rápidamente reunió todos los hombres disponibles y los envió a reforzar las sucesivas posiciones germanas que comenzaron a ceder pero no se quebraban y devolvían golpe por golpe.

Entre los rugidos de guerra romanos o barritus , los pedidos de clemencia desgarradores, los alaridos de dolor, los relinchos de los caballos, los gemidos de los mutilados, las vociferantes embestidas de gigantes bàrbaros rubios con el rostro pintado de rojo que repartían hachazos y tajos de espada , en medio de ese espanto, los ejércitos encontraron un punto donde nadie quería retroceder, porque sabían que el derrotado no sobreviviría.

Las legiones ya totalmente agotadas, diezmadas y acometidas sin pausa, perecían de pie en un gran charco de sangre que se retorcia adolorido y aullante. Los lideres alemanes se dieron cuenta que todo el ejército imperial se tambaleaba y lanzaron un contraataque demoledor.

Las aguilas de los legiones XVIII y XIX, el símbolo mismo del poder militar del pueblo romano, los estandartes de su ejército, fueron capturados después de dar una muerte brutal a los portadores o aquilifers . El aguila de la legio XVII desapareció de la historia, algunos dicen que fue también capturada, otros que su portador en el colmo de la pena y el orgullo se arrojó a uno de los pantanos para hundirse con esta.

El fin había llegado

DIE VARUSSLACHT ( la derrota de Varus )

A esas alturas Varus se dio perfectamente cuenta de las trágicas consecuencias de su obstinación, y de lo que le pasaría si era capturado. Algunas fuentes dicen que le pidió a su esclavo que lo matara. Otra dice que puso su espada contra el piso y se dejo caer sobre ella.

En todo caso llega a nosotros la dramática resolución de un hombre totalmente deprimido y en el borde de la locura y desesperación. Su suicidio no fue el único, muchos de sus oficiales se abrieron las gargantas o los pechos con sus propias espadas, como correspondía a lo que los legionarios consideraban una muerte con honor, es decir morir con sus hombres antes que entregarse prisioneros.

Sin embargo dentro de ese ambiente frenético muchos romanos a diferencia de algunos de sus jefes y soldados, intentaron huir. El comandante de la caballería Vala Numonio entró en panico, y abandonó el campo de batalla con algunos hombres, sin embargo fueron alcanzados, acorralados, y destrozados:

“Vala Numonio dio un grave ejemplo de cobardía al abandonar a la infantería y huir tratando de alcanzar el Rhin con sus escuadrones de caballería. Sin embargo la fortuna vengó este acto, porque no sobrevivió a aquellos a quienes había abandonado, muriendo en pleno acto de deserción”. ( Velleius Paterculus, Roman History 2.119.4 )

El centurión Ceionius por su parte, esperaba con sus heridos y guardias dentro de la fortificación el desarrollo del combate. Un atardecer con el horizonte teñido de fuego fue marco de la destrucción de su tropa. Totalmente superado por el furioso contraataque germano, y con muchas brechas por las que entraba el enemigo, decidió finalmente rendirse para evitar el degollamiento de los legionarios a su mando.

Tenemos sin embargo claras referencias que la rendición no fue aceptada y los romanos fueron masacrados de manera atroz. A un prisionero le cortaron la lengua al grito de “Ahora serpiente dejaras de sisear”, otros según Tacitus que citaba a Plinio “el viejo”, comandante que años después pudo conversar directamente con algunos sobrevivientes, nos habla acerca de quemados vivos ofrecidos a los dioses en altares de victoria; a otros los crucificaron, y no faltaron las extracciones de ojos.

Caldo Celio se hizo pedazos el cráneo con las mismas cadenas con las que había sido maniatado después de ver el impresionante suplicio de sus compañeros, otros fueron mutilados o decapitados y sus cabezas sirvieron de trofeos.

Varias horas después, probablemente asqueados por su propia crueldad, por la necesidad de esclavos que fueran testimonio vivo de la derrota de las hasta entonces invencibles legiones, o simplemente agotados después de muchos días de lucha y ebrios por los brebajes con los que habrían celebrado la victoria, los hombres de Arminius pusieron fin a la masacre.

Si consideramos que en nuestros días la destrucción de un convoy de 20 mil personas sería considerado una tragedia de proporciones, imaginemos entonces la catastrofe que fue hace dos mil años el sacrificio de la expedición de Varus.

Nunca más el imperium romanun intentaría asentarse a gran escala al otro lado del Rhin.Luego ataque incesante para evitar el despliegue defensivo eficiente, aprovechar la espesura de la maleza para minimizar el efecto de los venablos, saetas y flechas que seguramente dispararían los escuadrones romanos y a la vez disparar hacia la columna enemiga sobre cubierto, atacar a los civiles para maximizar el terror y la confusión, y sobre todo lograr la sorpresa.

Una vez pactado el plan de la emboscada, los germanos se ubicaron en las cercanias de lo que ahora se conoce como la colina de Kalkriese (actual sector de la Baja Sajonia y Renania del norte, Westfalia), en el bosque de Teutoburg y esperaron pacientemente.

Arminius por su parte se dirigió hacia el campamento romano para seguir engañando a Varus, sin saber que un pariente cercano lo estaba traicionando.

DETENLOS A TODOS ¡!

A pesar de la aparente tranquilidad entre los expedicionarios imperiales, comenzaron a llegar noticias alarmantes sobre sublevaciones en varios puntos del territorio. Esto sin embargo no logró conmover a Varus. Tampoco hizo nada por variar el orden de marcha, ni enviar espias, exploradores o equipos de vanguardia. Sin embargo parece evidente que los legionarios en general estaban llenos de confianza en el poder y en la fuerza de su ejército.

Las formaciones militares romanas eran en su enorme mayoría veteranas de varias guerras y tenían amplia participación en combates. A pesar de toda esta experiencia los errores continuaron. No obstante las constantes advertencias acerca de un muy probable ataque masivo sobre los legionarios, estos siguieron calmada y lentamente su camino, debido sobre todo a la dificultad que ofrecía el terreno lleno de arboles y pantanos, y a los civiles con pesados carromatos que los acompañaban.

Fue entonces que Varus cometió uno de los peores errores de la campaña. Sucedió que Segestes, padre la esposa de Arminius, -Thusnelda- advirtió abiertamente al comandante romano que Arminius encabezaría una gran rebelión y que preparaba una emboscada. Solo había una forma de cortar el problema : Debes -dijo el rencoroso suegro- detener a todos los jefes germanos que acompañan a Arminius, incluso a mí, y luego somete a tormento a tus prisioneros para que confiesen su plan!!!

Varus sin embargo estaba al corriente de viejas rencillas entre Segestes y su yerno por motivo de la rubicunda Thusnelda, quién había escapado a un matrimonio arreglado por su padre para irse con Arminius, a quién profesaba un amor y una devoción encomiable.

Por lo tanto Quinctilius Varus no sólo rechazó las puntuales advertencias de Segestes, sino que además lo acusó de estar calumniando a uno de sus hombres de confianza.

Aunque no se sabe con exactitud el número de germanos que aguardaban en la espesura del bosque de Teutoburg la llegada de sus enemigos, se calcula su número en no menos de 25 mil. Estos bárbaros que esperaban la señal para activar su enorme emboscada, estaban destinados a cambiar la historia del mundo.

El año 13, Julio César Germánico invadió la misma área con 50 000 hombres, enterró a los muertos de las legiones de Varo y llevó a cabo escaramuzas en toda la zona circundante.

Arminio resistió con éxito una serie de batallas y estuvo a punto de aniquilar otro ejército romano comandado por Cecina en la batalla de los puentes largos; pero la firme resistencia de las legiones, sumado a la indisciplina de su tío Inviomerus, quien atacó el campamento romano demasiado pronto, salvó a Cecina de sufrir el destino de Varo. Cecina retrocedió con tropas algunos kilómetros, mientras los guerreros de Inviomerus saqueaban el campamento.

Augusto tras la pérdida de un gran número de sus hombres mandó a uno de sus mejores generales de nombre Julio César Claudiano que fue acompañado por un número cercano de 50.000 soldados, donde se encontraban ocho legiones romanas. Este general cumplió con el cometido que le mando el emperador venciendo al gran líder Arminio en la conocida batalla de Idistaviso en el año 16 d.C. El general romano no consiguió acabar con la vida del querusco Arminio, pero sí hizo retroceder a sus tropas hasta más allá del Rin. Gracias a esta victoria pasaría a la historia como Julio César Germánico.

La esposa de Arminio

En el año 15, Germánico atacó otra vez los asentamientos germanos y capturó a Thusnelda, la esposa de Arminio, que fue entregada a los romanos por su propio padre Segestes como un acto de venganza contra Arminio. Segestes la había prometido como esposa a otro hombre, pero Thusnelda se había escapado con Arminio y se había casado con él después de la victoria del bosque de Teutoburgo. Segestes y su clan eran clientes de los romanos y se oponían a la política libertadora de Arminio (lo mismo que hizo Flavo, el hermano de Arminio).

Arminio fue instado por Flavo a que colaborara con los invasores latinos, pero él se negó. Y se entabló una gran batalla entre Arminio y los romanos en la Idistaviso, probablemente cerca de Minden. Pero no pudo recuperar a su esposa.

Thusnelda fue llevada a Roma, exhibida en el desfile de la victoria de Germánico en 18, nunca volvió a ver su tierra ni a la familia y desapareció de la historia. Tumélico, el hijo de Arminio que ella tuvo en cautiverio, fue entrenado como gladiador en Rávena y murió antes de los 30 años de edad en un encuentro de gladiadores.

La última batalla

La última batalla importante entre Germánico y Arminio, con grandes pérdidas por ambas partes, tuvo lugar en el año 16 en Idistaviso(Angrivarierwall) cerca del río Weser. Los romanos evitaronderrotaron a Inviomerus fue incapaz otra vez de atenerse al plan de batalla. Pero de todos modos, esta batalla marcó el fin de los onerosos intentos romanos de subyugar el norte de Alemania.

Tras esta derrota el liderato de Arminio fue en decadencia, teniendo que pasar por varios sucesos vergonzosos como fue el enamoramiento de Thusnelda, una mujer casada, por dicho motivo se fugaron juntos.

Resultado de imagen para Arminio

La familia de la joven no aceptó tal suceso, por eso la encontraron y se la entregaron a Julio César Claudiano que la exhibió como símbolo de victoria en la ciudad de Roma. El destino de esta joven germana es incierto, pero posiblemente terminaría sus días como esclava de alguna familia romana.

El Imperio no podía hacer frente al gasto militar y económico que suponía la defensa de la frontera germana, estableciendo su frontera tras el río Rin. Arminio terminó sus días venciendo al líder de la tribu germana de los marcomanos, que terminó huyendo. Finalmente la venganza de Segestes padre de Thusnelda, que era servidor de Roma, se vio cumplida con la conspiración en contra de Arminio que acabo con su vida el año 21 d.C. a los 37 años de edad.

Germánico se alzó con la victoria y se mantuvo un tiempo en la región hasta que el emperador decidió evacuar un territorio considerado inhóspito y poco productivo. Recién entonces, los germanos vieron su tierra libre de invasores. Tácito tenía razón al llamar a Arminio “el hombre que libertó Germania”. Sus tácticas traicioneras debilitaron el poder romano en la región y lo forzaron a replegarse hasta el Rin y el Danubio, fronteras que recién lograrían atravesar (los germanos) cuando la decadencia y debilitamiento del imperio.

Alianza rota

Una vez que Roma se retiró detrás del Rin, una guerra rompió la alianza entre Arminio y Marbod, el rey de los marcomanos (marcomanni)en la moderna Bohemia (en República Checa), el otro líder importante de la época. Arminio había tratado repetidamente de formar una alianza sólida contra los romanos (incluso le envió la cabeza de Varo después de la victoria de Teutoburgo), pero Marbod no quería actuar como un soporte de Arminio.

Muerte a traición de Arminio

La guerra terminó con la retirada de Marbod, aunque Arminio no le persiguió, ya que estaba enfrentando serias dificultades con la familia de su esposa y otros líderes prorromanos. En el año 21 d. C., a la edad de 37 años, fue asesinado a traición por miembros de su familia política.

Legado

Arminio no quedó solo en la historia de la lucha contra los romanos. El siglo XIX fue testigo de la resurrección de muchos antiguos líderes guerreros que fueron usados como símbolos por los nacionalistas: los franceses explotaron a Vercingétorix, los belgas a Ambiórix, los holandeses a Julio Civil (Julius Civilis) y los británicos a la reina Boudica. La diferencia es que todos ellos fueron derrotados por los romanos; en cambio, Arminio es el único que los venció.

Mención aparte merecería el caudillo lusitano Viriato; también venció a los romanos, pero nunca fue vencido, al contrario que el germano.

Museo de Kalkriese Cartel propagandístico del partido nazi (1932), utilizando la figura mitificada de Arminio (Hermann) tal como aparece en el monumento de casi sesenta metros de altura dedicado al guerrero germano en Detmold. El monumento fue inaugurado por el Kaiser Guillermo I en 1875, en plena euforia por la victoria en la guerra franco-prusiana (1870-71) y la unificación

MOMMSEN Y UN MAYOR INGLÉS
Desde el siglo XVII, los campesinos de esta región encontraban en sus campos monedas romanas. En el XIX Theodor Mommsen (1817-1903), el sabio universal autor de una Historia de Roma que mereció el Premio Nóbel de Literatura en 1902, las hizo examinar, estableció la relación temporal con la batalla y llegó a la idea de que el lugar de Kalkriese, “entre una montaña y un pantano”, podía haber sido su escenario. Su hipótesis quedó cubierta por otros setecientos lugares de Alemania que se atribuían, con más voluntad que fundamento, el honor de haber sido el escenario de tan patriótica batalla. Fue un mayor del ejército británico estacionado en Alemania y destinado en Osnabrück, llamado Tony Clunn, quien, en 1987, armado de un detector de metales, la hipótesis de Mommsen y un mapa con los hallazgos de monedas en el lugar, levantó la liebre. Clunn encontró 160 monedas juntas y tres piedras del tamaño de una almendra con cáscara, que eran proyectiles de honda como los usados en el ejército. Veinte años de excavaciones arrancan de esos hallazgos.

“Al principio pensamos que podía tratarse de un campamento”, explica Susanne Wilbers-Rost arqueóloga en el lugar desde 1990. Los legionarios ganaban en aquella época unos 225 denarios al año y muchos llevaban consigo sus ahorros, lo que explica la abundancia de monedas perdidas en el caos de la batalla y no saqueadas por los vencedores. Luego se empezaron a encontrar restos de armas, huesos de hombres y animales, restos de corazas, indicios de un parapeto. De los dientes de una mula se dedujo que había estado recientemente en la zona mediterránea. Al final se puede concluir que, “lo de aquí no fue una simple escaramuza, sino una batalla brutal e importante” y que, “en ningún otro lugar se han encontrado tales indicios”, lo que convierte a Kalkriese en el escenario más plausible.

EL LIMES ROMANO EN EL SIGLO III
En siglo III dC saqueadores germanos penetraron en el Imperio en diversos ataques. Durante mucho tiempo se consideró que las líneas fronterizas fortificadas del Limes en el alto Rin y en el curso superior del Danubio, habían caído en un súbito y masivo ataque germano, que eliminó toda vida romana a lo largo de la frontera. Hoy esa teoría debe ser matizada. En el 213 dC bandas germanas atacaron la frontera por primera vez. El ejército romano contraatacó y se restableció la paz por veinte años. Entonces, los Alamanes penetraron en el Imperio, aprovechando que muchas tropas de aquella frontera habían sido enviadas a otras zonas bélicas del Imperio dejando desprotegida la línea. Como consecuencia de nuevas retiradas, se produjeron nuevas invasiones que sembraron inseguridad en las provincias occidentales. Crisis económicas y luchas por el poder entre emperadores rivales, intensificaron la crisis del Imperio. La situación no se estabilizó hasta los años ochenta, aunque para entonces los romanos ya habían abandonado los territorios imperiales al este del Rin. El objetivo de las incursiones germanas no era la conquista, sino el botín, con el que los caudillos mantenían unida a su tropa. Una lógica, aun actual, animaba el impulso: poder para hacer la guerra, y hacer la guerra para mantener, o aumentar, ese poder.

Arminio sería recordad como el líder germánico que hizo frente a Roma y consiguió su objetivo, la expulsión de los invasores de su tierra. Por ello en el s. XIX el nacionalismo alemán empleo su imagen para exaltar el espíritu germánico, construyéndole un monumento enorme cerca del bosque de Teutoburgo.

Imagen relacionada

 

Entradas Relacionadas